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Una mirada cítrica a la situación en Nicaragua. Entrevista a un sandinista exiliado en México

Tras una cruenta lucha armada en Nicaragua, en 1979 una coalición de organizaciones agrupadas en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó al gobierno de Anastasio Somoza, cuya familia, con el respaldo de Estados Unidos, había gobernado el país con mano de hierro desde 1928.

Sin embargo, tras la revolución, el FSLN se enfrentó a una guerra de desestabilización financiada por el gobierno estadounidense, que apoyó a los grupos “contras” con el objetivo de debilitar y derrocar a los sandinistas. A pesar de esta presión, el FSLN logró mantenerse en el poder hasta que se acordó la realización de elecciones, con el propósito de poner fin al conflicto y desarmar a las fuerzas contrarrevolucionarias.

Cabe señalar que, durante su gestión, el gobierno sandinista en Nicaragua no avanzó en la destrucción de las relaciones económicas capitalistas y en relaciones de una economía socialistas. Y con el paso de los años el FSLN se consolidó como un partido político que, bajo el liderazgo de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, ha reproducido prácticas autoritarias y fortalecido el control familiar sobre el gobierno.

A continuación, presentamos una entrevista elaborada por un corresponsal de El Machete, en la que se recoge el testimonio de un nicaragüense que participó en el FSLN , pero que posteriormente se opuso al gobierno de Daniel Ortega . Debido a la persecución política en Nicaragua el entrevistado se vio obligado a exiliarse en México.

Las respuestas del entrevistado no representan necesariamente la postura política de El Machete, pero ofrecen una valiosa oportunidad para reflexionar sobre los límites de los llamados gobiernos progresistas, que se presentan como una alternativa al imperialismo.

 

 

 

El Machete (EM): ¿Cómo describías la situación actual en Nicaragua bajo el gobierno de Daniel Ortega?

 

Socialista nicaragüense (SN): La situación está espantosa y no, no tenemos gobierno, tenemos una dictadura. Hay que ser claros en los conceptos. Allá en Nicaragua, aparte de una pésima situación económica, una inflación galopante y la falta de trabajo espectacular, la falta de libertades, tanto civiles como políticas, son enormes. Cualquier persona que critique el gobierno en cualquier momento puede terminar muerta, presa, o en el mejor de los casos, desterrada sin nacionalidad y sin bienes.

 

EM: ¿Cuáles consideras que son los principales desafíos que está enfrentando el socialismo actualmente en Nicaragua? ¿Cómo ha afectado Ortega la percepción del socialismo en los nicaragüenses?

 

SN: Empecemos con lo primero: para empezar, socialistas somos muy pocos. Comunistas prácticamente ninguno. Marxistas clásicos imposible de encontrarlos en Nicaragua.

 

EM: ¿Entonces qué tan real fue la imagen de Nicaragua como baluarte de la “izquierda” durante la década de 1980?

 

SN: La política de gobierno de Daniel Ortega, su discurso de “izquierda”, su gobierno cuasi fascista, -y digo cuasi fascista porque, al igual que el fascismo, entrega dádivas en forma de inversión social- hay que reconocer sí han habido algunos avances, como las carreteras que unen a Nicaragua, las cuales no existían hace 16 años, que fue cuando regresó el dictador, pero en general, los programas sociales no son planificados. Un día agarran cinco sacos de comida, montan a cinco chavalos en una camioneta y se lo van a repartir a cinco o diez ancianos al azar. No hay una planificación, una consecución para conseguir resultados de los programas sociales. Ni siquiera podremos llamarlos programas asistencialistas, sino compras de voluntad.

 

EM: ¿Qué percepción tiene la sociedad nicaragüense del llamado “socialismo” del gobierno de Daniel Ortega?

 

SN: ¡La izquierda en general, y el socialismo ya ni se diga, está por el suelo en Nicaragua! Habemos algunos que todavía resistimos y que no tenemos miedo a decir lo que somos y pensamos, pero en general, la mayoría de la gente lo evita para tratar de, por lo menos, que el estigma de Daniel Ortega no caiga entre todos los que queremos todavía tener cierta participación política desde la izquierda.

 

EM: Entonces el falso “socialismo” del gobierno de Nicaragua ha hecho que el socialismo sea visto negativamente por la población ¿Y políticamente hacia dónde se inclina la sociedad nicaragüense en la actualidad?

 

SN: Por todo lo que ha pasado, ve con odio a los que se proclaman de izquierda. Pero no creo que la sociedad nicaragüense que se haya derechizado. Y aunque detestan la etiqueta de socialista y comunistas, y los clichés con los que la derecha asocia a al socialismo, aún hay parte de la sociedad que espera que el gobierno pudiera hacer algo más.  Por ejemplo, la población nicaragüense espera créditos de vivienda accesibles y baratos, educación gratuita y de calidad, servicios públicos de calidad -actualmente, los servicios públicos no solo son burocráticos, sino excesivamente deficientes-

 

EM:  Entonces hay quienes conciben que la estatización de algunas partes de la economía.

Desde tu perspectiva como socialista, ¿cuáles son los puntos claves que críticas del gobierno de Ortega? ¿Cuáles son las políticas que, en tu opinión, han traicionado los ideales socialistas?

 

SN: Mir, para empezar, Daniel Ortega desde que llegó al poder co-gobierna con el gran capital. Su política macroeconómica está totalmente dirigida por el Fondo Monetario Internacional. No ha dejado de soltarle dinero a condición de que se cumplan sus exigencias macroeconómicas.

 

EM: ¿Qué relación hay entre el gobierno de Daniel Ortega y el capital?

 

SN: Ortega gobierna en alianza con el gran capital, pero si alguien de la oligarquía de Nicaragua lo critica, amanece al día siguiente en Miami y con sus propiedades confiscadas.

 

EM: Si hay represión para los oligarcas que hablan mal de Ortega, imagino que la situación del pueblo trabajador es peor.

SN: Ortega nos ha quitado el derecho a hablar, nos ha quitado el derecho a opinar, nos ha quitado el derecho a participar, ha cerrado los medios de comunicación, ha echado preso a todo opositor, sin importar si el opositor es de derecha o de izquierda. Ha expulsado o encarcelado a todo el que en algún momento ha criticado a él o a su familia. La dictadura de Nicaragua es una dictadura familiar.

 

EM: ¿Cómo podríamos los movimientos socialistas, tanto en Nicaragua, Centroamérica y México, desvincularnos de las políticas y la imagen de Ortega para recuperar credibilidad y apoyo entre los nicaragüenses?

 

SN: Tenemos que hacer una crítica a nivel occidental, ¿verdad? Que es la izquierda con la que, de alguna forma, compartimos principios. La izquierda debe de una vez sacudirse esos viejos amores nostálgicos al Frente Sandinista y la Revolución Nicaragüense y atrever a condenarla directamente hoy. Y no digo condenar la revolución de los ochenta, ¿verdad? Porque ahí hay muchos claros y muchos oscuros que se pueden defender, que se pueden criticar.

Pero el actual Frente Sandinista es un gobierno dictatorial, se comporta de modo dictatorial, cierra medios de comunicación, viola la libertad de expresión y echa presos a los disidentes, esto hay que condenarlo.

Yo creo que la izquierda ya debe condenar al gobierno de Nicaragua, pues por mucho que ese gobierno se llame así mismo de izquierda e incluso haya aplicado algunas políticas sociales interesantes que no le gusten, la realidad es que ahí no se construye el socialismo.

Tenemos que ser, y vuelvo y repito, distintos a la derecha. La derecha cuida a sus dictadores, nosotros tenemos que disentir de dictadores, por mucho que gobiernen en cuanto a política social y política económica, parecido a lo que nos gustaría a nosotros.

 

EM: ¿Consideras que en América Latina hay otros casos similares al de Nicaragua? Me refiero a gobiernos que se dicen socialistas, pero en la vía de los hechos reprimen a la clase obrera y gobierna en alianza con el capitalismo.

 

SN: Claro, te voy a poner un ejemplo doloroso para mí: las Madres de Plaza de Mayo salieron en defensa de Nicolás Maduro cuando él estaba reprimiendo las protestas postelectorales, y con más de 200 menores de 15 años privados de libertad. ¡Qué fuerte! Me dolió el alma. Y critiqué entonces a Madres de Plaza de Mayo, a pesar de que le tengo un cariño especial. No invalido su lucha. Critico ese punto. Y ese punto en específico es que hace que muchísima gente ocupe eso para denigrar e invalidar la lucha de Madres de Plaza de Mayo.

 

EM: Hemos visto un aumento muy significativo en la migración de nicaragüenses y otros centroamericanos hacia México y Estados Unidos. ¿Qué factores crees que impulsan esta migración masiva?

 

SN: En mi país no hemos dejado de emigrar desde 1979. Los ochenta fueron un foco por la guerra y el contexto de la época (nota del autor: tras el triunfo de la revolución sandinista, Ronald Reagan financió una oposición armada llamada la contrarrevolución o “la contra”, la cual masacraba a la población nicaragüense para causar pánico y así derrotar al gobierno sandinista de los 80’s. En los 90’s siguió la migración, pero de una manera menor. Y así siguió hasta el año 2018, cuando comenzaron a haber protestas para que Ortega saliera, y él y su esposa, que es al mismo tiempo la vicepresidenta, y como él la llama, la “co-presidenta”, comienzan a asesinar protestantes, esto hizo que nuevamente aumentara la migración.

 

EM: Cuéntanos más de esas protestas.

 

SN: Bueno, tengo que ir algunos años atrás. Cerca de 2016 hubo un problema con los jubilados que pedían aumento de pensión, y muchos jóvenes universitarios apoyaron este movimiento. Para 2018 empiezan una cantidad de incendios forestales en una reserva natural nicaragüense que se llama Indio Maíz y los jóvenes otra vez se movilizan.

En tres espacios se va creando un movimiento que se llama el Movimiento Campesino que es un movimiento que se opone a la supuesta construcción porque nunca se hizo nada de un canal interoceánico. La ley del canal interoceánico (la cual quiere hacer un canal que compita con el de Panamá en Nicaragua), le regalaba el país a un inversor de nacionalidad china, que la ley le permitía la configuración de todas las tierras por donde iba a pasar la obra principal y la configuración de cualquier tierra necesaria para construir obras accesorias al canal. Sin olvidar que les dio una concesión

Unos 200 muchachos salen a las calles, y ocupan la Avenida Universitaria frente a la Universidad Centroamericana, y la Universidad Politécnica, dos de las más importantes del país. Se da una represión violenta entre el 18 y el 19 de abril de 2018, empiezan a morir jóvenes y empiezan a salir estudiantes y pobladores de toda Nicaragua. Ese nivel de represión y la cantidad de muertos nunca la había visto

Cuando terminan las protestas, la economía del país está colapsada.

 

EM: ¿Cuáles consideras que son las mayores dificultades y peligros, que enfrentan los migrantes nicaragüenses y centroamericanos al intentar cruzar la frontera tanto mexicana y, bueno, también la estadounidense?

 

SN: Dos principalmente: el crimen organizado y el riesgo de que caigan en manos del crimen organizado y nunca se vuelva a saber de la persona migrante. Principalmente si son mujeres, ya que caen en sus garras en forma de trata de blanca. Y segundo, la xenofobia mexicana.

México se volvió el muro de Trump. Si quiero ir a México de forma legal, las condiciones que a mí me piden para la visa como nicaragüense, son muchísimo más dura que las condiciones que me piden para pedir la visa gringa. Y eso lo hacen por mandato de los Estados Unidos.

Si los gringos me piden una cuenta bancaria de dos mil dólares, los mexicanos me piden una de seis mil

 

EM: ¿Cuál es el salario mínimo en Nicaragua?

 

SN: 200 dólares. Y quiero agregar que yo no estoy en contra de que los estados controlen su flujo de personas en su frontera, ¿verdad? Lo que estoy en contra es que en el control de fronteras violen los derechos humanos de las personas.

 

EM: México ha mantenido relaciones diplomáticas con el gobierno de Ortega. ¿Qué tipo de relaciones tienen estos gobiernos y qué opinas al respecto?

 

SN: El gobierno mexicano ha mostrado neutralidad y hasta apoyo al gobierno de Daniel Ortega. Por ejemplo, en mayo del año pasado el ejército mexicano participó en los festejos de las fuerzas armadas de Nicaragua, y López Obrador ha impulsado proyectos de cooperación económica. Yo le diría al gobierno de Claudia Sheinbaum que por favor no continúe con la política de avestruz de AMLO respecto a Nicaragua. Nosotros somos humanos y nos están matando y están apoyar nuestros asesinos. El gobierno mexicano que se dicen herederos del movimiento estudiantil del 68 y llora recordando a los muertos de Tlatelolco, no debería ser indiferente ante lo que ocurre en Nicaragua. No debería el gobierno mexicano apoyar de manera tácita y hasta directa a la dictadura de Nicaragua que ha asesinado a decenas de estudiantes.

 

EM: ¿Cómo piensas que el pueblo y las organizaciones sociales en México podrían apoyar a los migrantes centroamericanos y especialmente a los nicaragüenses que buscan refugio o mejores oportunidades?

 

SN: Hombre, primero no racializándonos y criminalizándonos.

 

EM: ¿Consideras que el racismo en México hacia los migrantes centroamericanos es fuerte?

 

SN: Considero que el nacionalismo mexicano es fuerte. El mexicano es muy patriotero. Y nosotros somos los hijos de nadie, y si en nuestro país no somos nada, en México nos hacen sentir menos que humanos por el hecho de ser morenos, negros e ilegales.

Los nicaragüenses estamos pasando un momento difícil. No queremos que nos regalen nada, simplemente que nos traten como seres humanos y que entiendan que lo único que andamos haciendo es salvar nuestras vidas. Si a nosotros nos regresan de México a Nicaragua, podemos terminar presos o muertos.

 

EM: ¿Crees que los movimientos sociales en México y Nicaragua pueden colaborar para crear una red de apoyo que impulse un cambio en el país? Y si es así, ¿qué tipo de iniciativas podrían ser efectivas?

 

SN: Sí, lo creo, y te daré ejemplos que puedan parecer raros. Cuando se dieron las primeras caravanas, muchísimos mexicanos salieron a las calles a apoyar a los migrantes. Normalmente gente de los pueblos, ciudadanos comunes. Pura clase trabajadora. Inclusive hay especiales y capítulos de estas series espantosas que tiene Televisa, como “La Rosa de Guadalupe”, “Lo que Callamos Las Mujeres”, todas esas pendejadas que tienen, ¿verdad? Pero hubo capítulos dedicados a que la gente entendiera que los migrantes no eran criminales Obviamente eso con el tiempo fue desapareciendo. Pero la empatía fue bajando, y Televisa dejó de hacerlo porque es lo que pone, es lo que le interesa para que la gente lo vea.

 

EM: ¿Esa empatía entonces ha bajado en el país hacia los migrantes?

 

SN: Sí, claro. Creo que las organizaciones sociales también deben de quitarse el chip de que en Nicaragua hubo una revolución en los 80’s. Olvidarse, quitárselo, apartarlo, para que empiecen a ver la realidad de lo que está pasando en Nicaragua y la condenen como cualquier otra dictadura.

 

EM: Los trabajadores de México y Nicaragua tuvieron fuertes relaciones de internacionalismo y solidaridad, ¿Qué queda de esas relaciones?

 

SN: Empiezo por recordar que Tomás Borges, el fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional y dirigente de la revolución nicaragüense, mencionó alguna vez en los 70 cuando existían los comités de solidaridad de México con Nicaragua, que no había un país más sandinista aparte de Nicaragua que México. Y bueno, también alguna vez llegó a decir que, si México era la guitarra, Centroamérica eran las cuerdas. Ha existido una relación entre los pueblos de México y Nicaragua, podemos referirnos también al mismo General Sandino, antiimperialista nicaragüense que vivió y aprendió de la revolución mexicana para defender a su país de la invasión estadounidense en los 1920’s, y también

Pero mira, la sociedad mexicana y la sociedad centroamericana caminan juntas, posiblemente paralelas. Tenés que recordarte que Centroamérica una vez independizada se unió al Imperio Mexicano.

Pero llego a pensar que la ideología liberal ha hecho a los mexicanos menos comprometidos con la liberación de sus hermanos.

 

EM: ¿Qué podría hacer la clase trabajadora mexicana para apoyar a la clase trabajadora nicaragüense en su lucha por la liberación?

 

SN: Me gustaría que la clase trabajadora mexicana entendiera que somos los mismos: trabajadores. Solo que tuvimos la suerte o la desgracia, como lo quiera ver cada quien, de haber nacido en donde nacimos, en países distritos. Me gustaría que nos trataran como humanos y entiendan que la situación en Nicaragua ha llevado a que casi el 20% del total de la población que ronda los 7 millones

 

EM: ¿Cómo visualizas el futuro político de Nicaragua? ¿Crees que existan posibilidades reales de cambio?

 

SN: En este momento no hay posibilidades reales de cambio. La oposición nicaragüense no solo es que esté dividida, sino que está atomizada. Los que salieron exiliados tienen cero contactos con el nicaragüense que está dentro del país, han perdido la perspectiva y han perdido claridad de cómo vive la gente de adentro.

Para algunos la estrategia es esperar que se muera Ortega, y ver qué pasa. El pueblo nicaragüense se levanta a las 6 de la mañana pensando, ¿cómo carajo va a ser el día? Piensa sólo en sobrevivir, y la sobrevivencia es día con día. No te da tiempo de planear el futuro.

 

EM: ¿Cómo consideras que los movimientos socialistas críticos al régimen actual pueden lograr un cambio duradero?

 

SN: Está compleja la situación, pero nos pueden ayudar en dejar de tener miedo, y dejar de reproducir el discurso de que Daniel Ortega es de izquierda. En este momento lo que hay que decir es que en Nicaragua no hay libertades. Antes de meternos en el debate de si Daniel Ortega es de “izquierda”, derecha o centro, o de la madre que lo parió, ¡en Nicaragua no hay libertades! En Nicaragua nos están matando. Pero a una persona que ha crecido con un amor hacia la Revolución Sandinista y el Frente Sandinista, con eso no basta para convencerlo.

Hay que explicarle que el gobierno ilegalizó a todos los movimientos feministas, que Ortega gobierna con el FMI, que ilegalizó el aborto en peligro de vida de la madre. Hay que posicionarnos sin miedo y sin ambigüedades.

 

EM: ¿Ves posible que los trabajadores de Nicaragua entren en procesos de insumisión contra el actual gobierno en los siguientes años?

 

SN: No sé en cuánto tiempo, porque hay rumores por todos lados. Pero tienes que tener en cuenta que después de la guerra con la contrarrevolución, hace 34 años, la gente se cansó de la guerra. ¿Puede pasar un alzamiento civil o armado? Sí. Pero no sé cuándo, o qué lo podría disparar, y además hay que tener en cuenta quien lo encabezaría, ¿otros políticos capitalistas o el pueblo? Cada vez somos más nicaragüenses fuera del país, y como mencioné, estamos enfocados en la sobrevivencia.

 

EM: ¿Con qué mensaje quieres que se quede la clase trabajadora mexicana respecto a la lucha actual del pueblo nicaragüense?

 

SN: En mi país la clase trabajadora está siendo oprimida por un gobierno con un discurso antiimperialista y falsamente socialista que, sin embargo, es una dictadura que mata, roba, destierra, desnacionaliza, confisca a todo el que esté en su contra.

Somos 1.2 millones de nicaragüenses que abandonamos el país por hambre y persecución política. 1.2 millones no son los ricos de ningún país, así que quien migra, es el trabajador.

Si vos sos clase trabajadora, entiende que la clase trabajadora nicaragüense necesita tu solidaridad. Y así como vos luchás por mejorar las condiciones de tu país, recordá que lo que nos une no es pertenecer a una frontera específica, sino pertenecer a la misma clase: la clase trabajadora. Y si eso nos une, tenemos la obligación de defendernos entre todos, sin importar que nombre de país dice en tu pasaporte. Esta frase no es mía, pero la parafraseo: hemos cometido cualquier cantidad de errores, y muy a menudo, sobre muchas cosas. Pero estoy seguro de que nunca nos hemos equivocado ni de trinchera, ni de enemigo. Y Daniel Ortega es el enemigo de los trabajadores.

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