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Crisis económica del 2016: causas, derroche, ciclos, ajuste económico y perspectivas

*Manuel Sutherland

Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO)

Tal como lo habíamos descrito en el año 2015[i], el estallido de la peor crisis económica de nuestra novel historia se dio en el año 2016. Aunado a una escasez nunca antes vista de bienes y servicios, se nos presenta una inflación que (a falta de estadísticas oficiales) los más conservadores estiman en 300 % en lo que va de año. El PIB caerá por tercer año consecutivo y el PIB per cápita probablemente retroceda en un impresionante 25 % al anochecer del 2016. Miles de personas salen del país y la lucha política se enciende en personas que han entrado en la zona de la pobreza extrema, devengando alrededor de dos dólares diarios, en mejor de los casos. Ante esta situación se levantan dos explicaciones a la crisis: (1) La crisis es culpa del gobierno por la guerra económica que tiene contra el empresariado, y (2) La crisis es inducida por la guerra económica del empresariado y el imperialismo contra el gobierno.

Ambas explicaciones se erigen como razones puramente político-conspirativas que parecen ocultar la esencia estructural y a la vez cíclicamente recurrente de la crisis en Venezuela. Para este breve escrito abordaremos sólo algunos tópicos precisos de las determinaciones materiales de la crisis.

La implosión del proceso de acumulación de capital

“La acumulación de capital es un proceso mundial por su contenido, pero nacional por su forma.”

Juan Iñigo Carrera

El proceso de acumulación capitalista toma la forma concreta nacional en su representación política: el estado. Ése complejo institucional es el representante del capital social que trata de acumularse desde el ámbito que abarca su propio mercado nacional. Al plantear alianzas o acuerdos comerciales, el equipo diplomático sale a defender a sus representados (la clase capitalista local) frente a otros representantes de la burguesía foránea. Así, al tratar de imponer lo que más le conviene a la burguesía local, el cuerpo negociante muestra la apariencia invertida de que dirige un proceso de acumulación nacional que se enfrenta a otros como externalidades competitivas. Pero no es así. El proceso de acumulación de capital es en esencia mundial y está fundamentado en una serie de capitales que desarrollan una escala de producción ampliada que les permite valorizarse a través del mundo sin distingo de nacionalidad. Por ende, todo gobierno que por más progresista que se autodenomine, es parte integral de un proceso mundial de acumulación de capital que lo determina de manera concreta[ii].

Al analizar críticamente la economía venezolana, debemos entender que ésta es apenas una fracción de un proceso mundial de acumulación de capital que la determina de manera específica. Por ende, su devenir económico está más ligado al movimiento cíclico de la acumulación de capital a escala mundial, que a la astucia o impericia de las políticas económicas que los gobiernos ejercen, como lo creen la generalidad de los políticos e ideólogos. Lo anterior no implica que la superestructura (el estado, primordialmente) sea un sujeto pasivo en el proceso de acumulación. Como bien decía Engels, el estado puede ejercer políticas que estimulen el proceso de acumulación de capital o inventar propuestas que depriman severamente este proceso.

El ciclo económico en Venezuela se puede observar en su manifestación más sencilla y evidente: en las variaciones interanuales de su Producto Interno Bruto (PIB). En el gráfico uno podemos observar una fuerte desemejanza en el ritmo de crecimiento de la economía. Enérgicos ciclos de auge y caída determinan la movilidad extrema de la producción, que refleja una feroz volatilidad en los precios del petróleo. El preciado hidrocarburo constituye el 95 % de las exportaciones en los años de auge en los precios (2012) y cerca del 65 % en los años donde el precio del petróleo es considerado bajo (1998), es decir, donde la renta es exigua y el negocio petrolero ofrece una ganancia similar a la de una producción industrial normal.

Gráfico 1, evolución del PIB en Venezuela (1950-2015)

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En el gráfico 1 también se denota que los ciclos recesivos de la economía empiezan a sucederse a partir de la década de 1980, donde parece que la “edad” de oro económica de Venezuela ha llegado a su fin. Los primeros años de ésa década mostraron la vigorosa influencia de la llamada “crisis de la deuda” que ahogó a muchos países y que se manifestó con una profunda caída en los índices de precios de los commoditties, ello redujo los ingresos por exportaciones y los hizo entrar en defaults a muchos de ellos.

En el período bolivariano (1999-2016) vemos que en su primer año mostró una fuerte caída atribuida al bajo precio que reflejaba el petróleo (alrededor de 9 dólares el barril). Posteriormente (2002) se refleja una súbita caída del PIB en el cual los bajos precios del petróleo se entretejen con un golpe de estado que derroca por casi 2 días al entonces Presidente Hugo Chávez (11 de abril de 2002). El coup d’etat fue acompañado por un macizo paro patronal que siguió una buena parte del empresariado local. El 2003 empezó con el mismo lockout patronal que se extendió hasta marzo. Lo excepcionalmente bajo del PIB del año 2003, se contrasta con el enorme salto en el crecimiento del año 2004 (18 %).

Siguiendo en el gráfico uno, se revela que la economía en esa época (2005-2008) creció a tasas elevadísimas (alrededor de 8 % interanual), impulsadas por un fabuloso auge en la renta petrolera que multiplicó el ingreso por exportaciones es más de tres veces. La “edad de oro” del chavismo es donde el movimiento político bolivariano se muestra más agresivo, empieza a hablar del “socialismo del siglo XXI” (año 2005), comienza con planes de integración comercial (ALBA en vez del ALCA) y emprende un proceso de estatizaciones de algunas grandes empresas: cemento, acero, telecomunicaciones, banca y minería. La abrupta caída de los precios del petróleo a finales de 2008 y a lo largo del 2009, que reflejaron los embates de la crisis mundial de 2007-2008, frenaron en seco enormes proyectos inversión y ambiciones políticas más elevadas. En 2011 se observa una formidable recuperación de la senda de crecimiento económico derivada de un nuevo incremento en los precios del petróleo, que pasan de estar en 35 $ por barril (2009) a elevarse hasta los 120 $ en la época que comprende los años 2011-2013.

En los años de 2014 y 2015 el precio del petróleo empieza a caer. Aunque triplica y en algunos períodos quintuplica los precios que se tenían en el año 2001-2002, el ritmo de gastos del gobierno, la hipertrofia en las importaciones (y su elevado componente fraudulento) hace que precios del petróleo 5 ó 6 veces más altos que los observados a inicios del década del 2000, luzcan ahora como “pequeños”. En esos años empieza la contracción de las importaciones, la dramática caída en la oferta de bienes y servicios (que en agosto de 2016 llega a su más alto nivel en la historia) y empiezan a reflejarse los resultados de un proceso de desindustrialización que en favor de un fervor importador llegó a traer: leche líquida, cemento, gasolina, plástico y obreros (chinos) para construir viviendas.

La caída voraz en la producción y en la productividad hizo más patente la escasez de bienes, con lo cual se agudizó el incremento en el precio de los mismos. La impresión de dinero inorgánico, componente útil para la expansión del gasto y la cobertura de déficit fiscales se llevó a extremos inimaginables. Todo ello incrementó las tasas de inflación (2015) a casi el doble de la inflación más alta de nuestra historia (1996). En ese panorama se circunscribe la vertiginosa caída en el PIB del año 2015, como reflejo de un agotamiento en el proceso nacional de acumulación de capital, que tiene como eje la apropiación de una renta petrolera. La utilización clientelar y populista de la renta, parece inhibir la producción agrícola e industrial y diluir el salario.

El boom importador o como se exportó la renta

Los elevadísimos precios del petróleo en varios años del proceso bolivariano fueron inéditos. Nunca se sostuvo por tanto tiempo un auge cíclico en los precios del oro negro. En el gráfico dos, vemos los efectos de la decuplicación del precio del petróleo (puntualmente, de 1999 a 2008) y como se acompañó con un voraz auge importador. Las importaciones CIF (más servicios) que en 2003 apenas rozaban los 14 mil millones de dólares, en 2012 alcanzaron los 78 mil millones de dólares[iii], importación que siendo “supuestamente” orientada en 60 % a la inversión[iv], no se vio reflejada en un aumento de la producción, sino más bien en su decremento. El aumento de las importaciones CIF (más servicios) de 457 % para el período (2003-2012) refleja que el ritmo en la importación fue a todas luces exagerado y sin ninguna vocación de ahorro ante una posible declinación del ciclo económico, impulsada por una esperada caída en los precios del petróleo. De hecho el aumento neto de las exportaciones, para ese mismo período fue de 257 %, mucho menor al aumento neto de las importaciones (457 %) que drenaron la renta de manera exprés. No es casualidad que Venezuela tenga la fuga de capitales más elevada del planeta, de acuerdo al tamaño de su economía[v].

Gráfico 2, exportaciones (FOB) e importaciones (CIF) anuales

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La negación del ciclo económico o la creencia de que el petróleo siempre nos salvará

Los voceros gubernamentales insisten en negar la ciclicidad de la crisis, esto es, que el proceso nacional de acumulación de capital, reflejo integrado del proceso mundial de acumulación de capital, entra en crisis periódicas, más no isócronas. No quieren entender que cada cierta cantidad de años, por ejemplo: 1983, 1989, 1994, 2000, 2008 y 2015, la formación económica capitalista venezolana entra en recesión. Por ende, la crisis esinevitable, es intrínseca al modo de producción capitalista, es su inexorable devenir.

La crisis se manifiesta en una violenta caída en la actividad productiva, aumento del desempleo, caída en la tasa de ganancia y la bancarrota generalizada del empresariado. Todo ello deviene en un fuerte descenso del salario real. Esto último incide de manera negativa en la economía, ya que disminuye aún más a la frágil demanda de bienes y servicios que normalmente pulularían en los anaqueles sin que nadie los pueda adquirir (una escasez tan severa jamás la hemos visto).

La oposición de derecha exime al capital de su responsabilidad en su faz recesiva y culpa al gobierno de todos los males de la economía. Como en una diabólica conspiración cree que el gobierno destruyó la economía a propósito para someter a todos los ciudadanos a un régimen que lleve a los empresarios a un “camino a la servidumbre”, como lo diría el ultraliberal Hayek. De manera poco memoriosa, olvidan que el país ha vivido varias crisis similares y de gran intensidad (1983, 1989 y 1994), estando ellos en el gobierno y ejecutando las mismas medidas liberales que a voz en cuello reclaman para nuestro presente. Cuando se les pregunta por qué sus medidas liberales, ultraliberales o keynesianas, fueron inútiles para evitar la vorágine recesiva, suben sus hombros y se limitan a decir que ésta crisis es peor que las que ellos manejaron, lo cual sugiere que estando ellos en el gobierno la crisis surgiría de una forma bastante parecida.

Ante la volatilidad de los precios del petróleo, el ahorro es la respuesta racional

Como suele ocurrirles a TODOS los gobiernos venezolanos que disfrutan de la explosión de la renta petrolera, la riqueza súbita los obnubila. Desde hace 41 años con el primer gran estallido de la renta (1975) la tentación de usar la renta petrolera con fines populistas, clientelares y corruptos es nuestro pan de cada ciclo. Unos tras otros se yuxtaponen los gobiernos que creyeron que la renta subiría sin cesar y que era el momento de gastar todo el dinero de la manera más rápida e intrépida posible. Teniendo en mente el peregrino refrán: la renta que no gasta mi gobierno, se la gasta el siguiente; gobierno tras gobierno profesan que un buen gobierno gasta a manos llenas y distribuye lo más rápido posible los tesoros que emanan de la cornucopia rellena del negro maná. Con la falaz idea de que un gobierno que gasta puede “comprar” clientelarmente el apoyo popular (por siempre), todo gobierno que tiene la suerte de disfrutar el ciclo de auge en los precios del petróleo, se vuelca a gastar mucho más de lo que necesita y de lo que la economía local puede absorber.

En los últimos años esta tendencia derrochadora se elevó exponencialmente. Como nunca la renta petrolera había dado tantos recursos al país, como nunca el gobierno de turno se dedicó a gastarla lo más rápido posible. Aunque existían fondos como el: Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM), creados para generar un ahorro del excedente petrolero para poder sostener la economía cuando los precios del petróleo bajasen; y había larga experiencia en los auges de la renta y sus ulteriores caídas, el gobierno que administró la renta se dedicó a dilapidarla con olímpica rapidez. Ya quisiera Usain Bolt ser tan veloz.

Lejos de comprender la ciclicidad de la economía, se creyó que el precio del petróleo sería creciente y que jamás bajaría de 100 dólares, a pesar de que cualquier regresión lineal (por más rústica que sea) estimaría que probablemente los precios seguirían un comportamiento sinuoso de alzas y bajas.

La crisis estalló más fuerte que nunca o como no se ahorro ni un centavo…

El advenimiento de la crisis en las economías capitalistas es ineluctable. El asunto es la prevención que se realiza a conciencia de su inminencia dado los resultados históricos ya conocidos. Como es ya una obviedad, el gobierno bolivariano desechó cualquier prerrogativa de sensatez y prudencia económica, y como un joven boxeador que se hace millonario de la noche a la mañana, gastó con extrema ligereza lo que decenas de países jamás verán ingresar en su historia.

El ahorro no evita la crisis, la modera, es decir, suaviza el ciclo con una premisa muy sencilla: ahorra un buen porcentaje de tus ingresos cuando estos sean muy altos, y gasta (usando lo que ahorraste) un poco más de lo que tienes cuando el ingreso sea muy bajo. Estas medidas contracíclicas parten de ahorrar en la bonanza exportadora e invertir en industrias que puedan desarrollar fuerzas productivas capaces de generar ingresos independientes de la renta petrolera. Esa juiciosa utilización de la renta, minimiza los males tipificados en ideológicas teorías como: la enfermedad holandesa y la maldición de los recursos. Ni hablar del ignominioso mito del: “excremento del diablo”.

En los gráficos 3 y 4 vemos la cantidad de recursos que se pudieron haber ahorrado, de haber seguido los sencillos pasos que antes explicamos. Veamos:

Gráfico 3, estimación del ahorro en las exportaciones que se pudo haber hecho desde 2004

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En el gráfico 3 podemos ver que con un ahorro de apenas 20 % de las exportaciones, que repetimos, se multiplicaron por 3,5 veces en el período 2003 a 2012, se pudo haber ahorrado más de 170 mil millones de dólares, lo equivale a más de 15 veces la totalidad de las exiguas reservas internacionales (2016) del país. Esta fabulosa cantidad es igual a 12 años de importaciones, tomando en cuenta las importaciones del año 2003 (el primer año del control de cambio). Si consideramos que el incremento neto de las exportaciones llegó a ser de 257 %, es plausible imaginar que se pudo ahorrar el 40 % de las exportaciones con un poco de disciplina. De haber hecho esto, el país hubiera podido acumular más de 345 mil millones de dólares. Con ello tendría el equivalente a más de 30 veces las minúsculas Reservas Internacionales de hoy en día y a la vez tuviera una cifra de ahorro equivalente a 24 años de importación (a niveles del año 2003), cuando el control de cambio daba sus pinitos. Incluso ahorrando un 10 % de las hercúleas exportaciones se pudo obtener más 6 veces las reservas internaciones de nuestra actualidad y más de cinco años de importaciones (2003). Es evidente que se pudo ahorrar para enfrentar con recursos una esperable caída cíclica en los precios del petróleo, pero se hizo exactamente lo contrario.

Gráfico 4, estimación del ahorro que se pudo haber hecho en las importaciones desde 2004

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El gráfico que antecede este párrafo muestra las cifras que a simple vista nos responden una pregunta muy simple: cuánto se pudo ahorrar si se hubiese moderado la hipertrofia importadora (en el 2012 se importo 5,5 veces más que en el 2003)?

De forma rápida podemos notar que si se hubieran frenado en –apenas- un 30 % las importaciones exageradas y abiertamente fraudulentas (en otros textos hemos trabajado este tema en detalle[vi]) las arcas de la nación tuvieran más de 188 mil millones de dólares, el equivalente a más de 14 años de la importación del año 2003 (año en el cual no había ni la sombra de la escasez y el desabastecimiento del trienio: 2014, 2015, 2016). Supongamos que se hubiera importado en promedio desde el año 2004 el triple de lo que se importó en el año 2003, aún así el país tuviera más de 125 mil millones de dólares en ahorro, lo que equivale a más de diez veces las reservas internacionales de la actualidad. De haber ahorrado el 40 % anual de las importaciones, el país tuviera alrededor de 250 mil millones de dólares como ahorro neto, más de 22 veces nuestras microscópicas reservas internacionales de 2016.

En fin, más allá de lo inexorable que es el acaecer de la crisis, se pudo haber ahorrado lo suficiente como para evitar que la esperada caída en los ingresos petroleros, aunados con el grave descenso en la producción y en la productividad, causaran un colapso macroeconómico más propio de la gigantomaquia, que el de un país que debería haber aprendido algo de su caótico pasado económico.

Las medidas pro cíclicas contra la crisis, o cuando el progresismo aprieta

Ante el advenimiento de la crisis o en la bonanza, los países civilizados suelen aplicar medidas contracíclicas, es decir, “enfriar” la economía cuando parece tener un auge que pueda tener consecuencias inflacionarias, o “calentar” la economía cuando el ciclo asoma tendencias deflacionarias. Entre los pocos países que actualmente aplican medidas “procíclicas” se encuentra Venezuela. En los años de histórica y excepcionalmente extensa bonanza petrolera (2005-2014[vii]), el gobierno bolivariano se dedicó a gastar con gran velocidad todos los ingresos disponibles, a quintuplicar el endeudamiento externo y multiplicar por 127 el endeudamiento interno[viii]. No contento con ello, desarrolló una política monetaria expansiva sin parangón (incrementó en 41 mil % la base monetaria (1999-2016[ix])), la impresión de dinero sin respaldo alguno fue directamente gastada en las formas más apartadas de la inversión industrial y agrícola posible.

Los escuálidos fondos de ahorro creados hace muchos años para prever la caída en los precios del petróleo, fueron dilapidados con una presteza palpitante. Peor aún se creó el FONDEN, especie de reservas manejadas por ejecutivo de forma discrecional e inauditable (fondos que escapan al control de la Asamblea Nacional), que se dedicó a gastar todo lo que “excedía” de 30 mil millones de dólares en las reservas internacionales. De tal forma se calcula que el FONDEN gastó en cerca de 8 años la cantidad de 137.403 millones de dólares[x], en proyectos que casi nadie ha visto. Con el monto que gastó el FONDEN, se hubiera podido pagar nuestra deuda externa entera (2012), 6 veces la deuda de Uruguay, 11 veces la deuda de Ecuador, 22 veces la deuda de Bolivia y 130 veces la deuda de Haití[xi].

Como no se ahorró en los momentos de extrema e ingente bonanza, cuando la crisis estalla las únicas medidas capitalistas que ahora se pueden tomar, son las medidas procíclicas, es decir, pago de deuda externa sin refinanciamiento, ajustes que reducen los gastos y ejecución de ahorros. Con todo ello se corta el flujo económico, lo cual acelera la tendencia a la caída estrepitosa de la economía. Dichas medidas son las que aguijonea el inefable FMI ya que aseguran el pago de la deuda externa, lo único que les interesa. Dichas medidas “enfrían” la economía y empeoran la situación de millones de personas. Es evidente que las medidas que deben tomarse deben estimular la economía y empujarla a crecer, ahí son válidas las expansiones del gasto público, una impresión considerable de dinero suplementario, programas de endeudamiento etc. Sin embargo, cuando esas medidas se toman en la parte más elevada del ciclo económico, tienden a sobrecalentar la economía, ejercen presiones inflacionarias y dilapidan los recursos necesarios para emprender esas medidas cuando más se necesita. La ignorancia económica puede estar preñada de buenas intenciones, sin embargo, no deja de ser el puente que conduce a las fauces del perro tricéfalo de Hades.

Aunque parezca contra intuitivo los gobiernos bolivarianos se niegan en las crisis a tomar ninguna acción concreta y radical en contra del grueso del empresariado, y en favor de la clase obrera. Plantear un cese momentáneo en el pago de la deuda externa (para importar comida y alimentos), expropiar a las empresas que según el propio gobierno “sabotean con sevicia” la producción de alimentos, nacionalizar la banca y el comercio exterior; son medidas que tomaron TODOS los gobiernos que se intitularon: revolucionarios. Sin embargo, el gobierno no tiene la más mínima intención de tan siquiera plantearlas. Su opción política parece clara: apliquemos el ajuste económico a cuenta gotas, como rosario de medidas procíclicas que hundirán más a la economía y empobrecerán más a la clase obrera. Lo prioritario es pagar la deuda a Bank of America, Goldman Sachs y a los buitres de las finanzas internacionales que disfrutan de las más lucrativas tasas de ganancia que el gobierno “socialista” paga con inglesa puntualidad.

Corolario a una “izquierda” es desbandada…

Mientras no se investiguen las formas reales que toma la estructura de la formación económica del proceso nacional de acumulación de capital, las medidas y propuestas que se hagan en materia económica, partirán de la ignorancia supina y pueden resultar más graves que los mismos problemas que se pretenden embestir.

Mientras la oposición de derecha plantea un festín privatizador a la rusa y ramplonas medidas de austeridad a la griega, al gobierno bolivariano sólo se le ocurre privatizar las inmensas riquezas naturales del Arco Minero del Orinoco en favor de transnacionales ecocidas; hacer un ministerio de agricultura urbana, promover la siembra en balcones y crear más controles delirantes que pretenden lo imposible: saber con exactitud las estructuras de costos de miles de empresas. Con base a una economía interestelar (la única que puede adivinar las estructuras de costos y fijarle precios “justos” a todas las mercancías) el elefante blanco llamado: “Superintendencia de Precios Justos” pretende hacernos creer que se trata de un asunto de más controles, más fiscales y más sanciones. De ninguna forma se plantea: más producción, más productividad, más inversión, más escala, más ciencia y tecnología.

Desgraciadamente la “izquierda” sigue en el laberinto de las más ridículas confusiones ideológicas (hacen llamados a comprar en sitios más solidarios, al trueque, al boicot y a construir gallineros verticales) y la clase obrera se anega en el miasma mefítico de su insoslayable lumpenización inducida por la miseria que trae el sótano del ciclo. Urge una tarea de reconstrucción política cuyos resultados se harán de rogar en el largo plazo.

PD: Mi más completa solidaridad en favor de los profesores universitarios: Omar Vázquez, Darío Gómez, Esteban Monsoyi, Edgardo Lander y Santiago Arconada; quienes (entre otros) fueron víctimas de despidos políticos en universidades públicas, por expresar diversas críticas relativas a la situación actual. Muy preocupante es que el gobierno amenace con despedir a miles de personas que solicitaron la activación del revocatorio, con la excusa de que en cargos específicos del estado no pueden trabajar quienes no sean 100 % pro gobierno. Dicen que quienes firmaron a favor de solicitar el referéndum revocatorio son “saboteadores” profesionales. Esa falacia se desmonta con sólo pensar que un saboteador de la CIA o el FBI jamás va a delatarse firmando públicamente contra el gobierno al cual infiltra.  Más grave es el caso de la desaparición forzada de Alcedo Mora, quien alertó la persecución que sufría por parte de organismos policiales poco antes de “desaparecer” y luego de hacer gravísimas denuncias de corrupción sobre PDVSA y la gobernación de Mérida. Debemos luchar para que esto no ocurra nunca más.

*Manuel Sutherland       @marxiando        Caracas, 30/08/2016

Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO_ALEM)

Correo: [email protected]

Web: https://alemcifo.wordpress.com/



[i] Sutherland, Manuel. La crisis económica estallará en 2016. Fecha: 28/12/2015. Disponible en: http://www.aporrea.org/ideologia/n283382.html

[ii] Iñigo, J. (20 de 3 de 2013). Obtenido de La ciencia como acción política de la clase obrera: http://www.cicpint.org/Assets/Fundamentacion%20del%20cicp.pdf

[iii] Instituto Nacional de Estadísticas (INE) Comercio exterior. (12 de Marzo de 2014). Obtenido de http://www.ine.gov.ve/:http://www.ine.gov.ve/index.php?option=com_content&view=category&id=48&Itemid=33

[iv] Kornblihtt, J. (Aún sin Publicar de 2015). El creciente peso del Estado en el comercio exterior venezolano como expresión de la contracción de la renta petrolera y la agudización de la disputa por la misma. CEICS .

[v] Sutherland, Manuel. Fuga de capitales (Venezuela y A.L.), fraudes, devaluación y la Estatización del comercio exterior. Fecha: 21/12/13.Artículo disponible en: http://www.aporrea.org/tiburon/a178809.html

[vi] Sutherland, Manuel. Venezuela: crisis, importación, dólares, inflación-escasez y el default inevitable. Fecha: 01/09/2015. Artículo disponible en: http://www.aporrea.org/trabajadores/a213256.html

[vii] Aunque el precio del petróleo decayó mucho a finales del año 2008 y 2009, es notorio que ese período de bajos precios fue relativamente corto.

[viii] Ministerio de Finanzas, oficina de Crédito público.

[ix] Sutherland, Manuel. Causas reales de la inflación. La crisis y la alocada emisión de dinero (VZLA, AL, EEUU). Fecha. 30/03/2016. Artículo disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a225358.html La cifra de 41 mil % es una actualización de la data que en el artículo citado aún no había sido publicada.

[x]Figueroa, Ahiana. Gobierno gastó en ocho años $137.403 millones de sus fondos. Fecha de publicación: 10/04/14.  Artículo disponible en: http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/gobierno-gasto-en-ocho-anos–137-403-millones-de-s.aspx#ixzz40GUJUSwj

[xi] Fajardo, Nelson. La deuda externa de América Latina y el Caribe. ¿Hasta cuándo?.Fecha de publicación: 09/04/2014. Artículo disponible en: http://www.semanariovoz.com/2014/04/09/la-deuda-externa-de-america-latina-y-el-caribe-hasta-cuando/ (Los datos de la deuda de los países llegan hasta 2012)

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