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Ciencia ficción y socialismo

Fotografía: Internet*

 

Ciencia ficción y socialismo

 

por Ángel Chávez Mancilla
Director de El Comunista

En el cierre de nuestra entrega anterior, después de describir algunas características de la ciencia ficción producida bajo el capitalismo y con base en la ideología burguesa, planteamos la pregunta ¿Es esta la única forma de pensar la ciencia ficción? La respuesta es no. Bajo las condiciones de la construcción socialista se produjeron obras de ciencia ficción donde no se plantean futuros distópicos, sino futuros donde la resolución de las contradicciones de la sociedad y la plenitud humana eran la constante, donde el desarrollo científico-técnico se traducía en una mayor libertad para la humanidad.

El capitalismo y su aparato ideológico presentan esta realidad como la única posible, por lo que impiden las proyecciones de la sociedad futura en que no exista la explotación, la desigualdad y en general la explotación del hombre por el hombre y la explotación irracional de la naturaleza. Imaginar y postular este futuro, que parecería utópico pero que tiene bases científicas pues es el comunismo, es únicamente posible rompiendo con la ideología burguesa y aceptando que la explotación y la violencia no son eternas, que el desarrollo científico y tecnológico puede ser benéfico para toda la humanidad pero requieren de nuevas relaciones sociales de producción.

Si no se rompe con la ideología burguesa únicamente se puede alcanzar a postular futuros dentro del marco capitalista donde la sociedad parecería funcionar mejor, pero sin desaparecer la esencia del capitalismo que lleva a la explotación del hombre por el hombre. Otra salida puede ser postular futuros utópicos de sociedades donde aparentemente la armonía reina, no obstante esto no pasa de ser una reedición de las ideas del socialismo utópico del que Marx y Engels señalaron sus limitantes y su esencia burguesa.

La cuestión es que la ciencia ficción de corte socialista produjo la imaginación de sociedades donde el comunismo había triunfado –sin ser el origen de la totalidad de las obras de éste género. El ejemplo lo podemos ver en la sociedad y los personajes de La nebulosa de Andrómeda de Iván Efremov [1]. También imagina a personajes representantes de la sociedad comunista, al hombre y a la mujer nuevos de la sociedad futura, la novela de Gueorgui Martinov, Gianeya [2], donde se retrata a una mujer que proviene de una sociedad plenamente comunista, tiene desarrollados los aspectos intelectuales, morales y físicos; es hábil en deportes; tiene la posibilidad de aprender lenguajes y convivir. Es un ser de una sociedad comunista.

Respecto a la relación entre el hombre y el desarrollo técnico-científico no se prefiguran máquinas que se rebelan a la humanidad, sino que le facilitan sus labores y permiten que se dedique mayor tiempo a otras ocupaciones o a profundizar el conocimiento de la naturaleza. Este caso se encuentra retratado en El leopardo de la cumbre del Kilimanjaro, de Olga Lariónova [3]; libro donde aparecen robots altamente desarrollados y se plantea la cuestión en torno a qué pasaría si la humanidad desarrollara tanto el conocimiento que pudiera alcanzar a conocer la fecha de la muerte de cada individuo. En esta novela ni el empleo de robots avanzados, ni las posibilidades de conocer el futuro de los individuos, generan trastornos en la sociedad que lleven a concebir la ciencia y tecnología como un enemigo de la humanidad.

En resumen, la ciencia ficción soviética expresa una relación armónica entre la sociedad y los desarrollos técnico-científicos, esto derivado de que en el socialismo la planificación económica y la socialización de los medios de producción permiten que la ciencia esté al servicio de los trabajadores y no de un puñado de explotadores como ocurre actualmente.

Pero aún hay otro aspecto que problematizar, referente a la relación entre la forma de imaginar la sociedad futura y el materialismo histórico. Empecemos por recordar que el materialismo histórico concibe a la historia como una ciencia. Esto implica que, como cualquier otra ciencia, tiene leyes que permiten conocer las tendencias generales del desarrollo de los fenómenos a futuro; esto es lo que algunos teóricos marxistas han llamado una “tecnología de la historia”. Así pues, si existe una base científica para delinear aspectos de la sociedad futura, los escritores de ciencia ficción deben combinar la ciencia de la historia con aspectos de fantasía.

Esto puede llevarnos a concebir de una forma distinta a la ciencia ficción dura y blanda, pues así como pueden tratarse con mayor o menor rigor los aspectos científicos y tecnológicos referentes a las ciencias de la naturaleza; podría existir una ciencia ficción dura en medida que trate con rigor aspectos de la ciencia de la historia y una ciencia ficción blanda que no atienda a la ciencia de la historia para plantear el futuro estado de la sociedad. Esta cesión que podría parecer absurda contempla que los escritores conozcan las leyes más generales del desarrollo histórico-social (la ley de la tendencia la concordancia entre fuerzas productivas y relaciones de producción, la relación entre la base y la superestructura, que el ser social determina la conciencia social, la existencia de la lucha de clases, etc.).

Afortunadamente Iván Efremov expuso estos aspectos en un ejercicio de meta novela, pues en El corazón de la serpiente [4] hace que sus personajes, pertenecientes a una sociedad comunista, discurran sobre las novelas de ciencia ficción capitalista y afirmen que en éstas se expresaba la ideología de dicha sociedad y por lo tanto planteaban la guerra, la agresión como una forma de relacionamiento universal y eterna entre las sociedades. Pero lo más interesante de su obra es que al plantear una sociedad comunista atiende a las leyes del materialismo histórico y plantea las cuestiones siguientes: si los humanos de una sociedad comunista coinciden en el espacio con seres consientes, que también viajen en ese ámbito del universo, seguramente la forma de relacionarse no sería a través de la violencia o el sometimiento porque –aquí está presente la concepción materialista de la sociedad– toda sociedad que alcance a conquistar el espacio y hacer viajes interplanetarios, lo que implica un gran desarrollo de las fuerzas productivas que hoy se ven frenadas por las relaciones de producción capitalistas, seguramente posee una base material comunista; por tanto su concepción ideológica no contemplará la violencia, la guerra o la dominación como forma de relacionarse. Es decir, en este caso la superestructura ideológica responde a la base material de la sociedad.

Así pues, Efremov concibe que el desarrollo científico-tecnológico está vinculado a la base material de la sociedad y por tanto sólo bajo el socialismo, que romperá las trabas de las actuales relaciones de producción, es posible que se llegue al espacio. De lo cual resulta que son erróneas, desde la ciencia de la historia, las obras de ciencia ficción que plantean la guerra interplanetaria o rebeliones de robots y en general la continuidad de la contradicción entre la humanidad y la ciencia, la continuidad de la opresión y explotación [5].

Esta obra de Efremov es claro ejemplo de que sí es posible imaginar futuros distintos a los planteados por la ideología capitalista, pero que para esto se requiere estar bien asentados en la visión marxista-leninista de la realidad y romper con la ideología burguesa que nos presenta la actual sociedad como la única realidad posible. También constata que la sociedad socialista en que materialmente se busca desaparecer la explotación y en la cual la tecnología no es vista como enemiga de los trabajadores, genera un reflejo que se concreta en novelas que no hacen culto a la violencia ni eternizan la explotación.

Así pues la consigna de Lenin: “o ideología burguesa o ideología proletaria” atraviesa todo aspecto relacionado con la superestructura, la ciencia, la filosofía, la política, el arte y la literatura, incluida en ella la ciencia ficción.

 

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*Las imágenes presentadas en el cuerpo del presente artículo han sido retomadas de internet con el fin de complementar, diversificar y desdoblar las posibilidades comunicativas de los contenidos presentados en El Machete, sin ningún fin de lucro y como parte de una plataforma gratuita y libre.

 

 

[1] Iván Efremov. La nebulosa de Andrómeda. Moscú, Ediciones en Lenguas Extra jeras, s/f.

[2] Gueorgui Martinov. Guianeya. Moscú, Editorial MIR, 1977.

[3] Olga Lariónova. El leopardo de la cumbre del Kilimanjaro. Moscú, Editorial MIR, 1977.

[4] Iván Efremo. El corazón de la serpiente. Moscú, Editorial MIR, s/f.

[5] Está en preparación un estudio particular de esta obra de Efremov, destacando los aspectos de la ciencia de la historia que integra en su novela.

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