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Rumbo al bicentenario del natalicio de Engels. En torno a El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre

Imagen. Internet.

 

 

 

Rumbo al bicentenario del natalicio de Engels. En torno a El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.

 

 

 

Por Víctor Manuel,
integrante de la Sección de
Ideología del CC del PCM

 

I

De la pluma de F. Engels nace una pequeña obra que, con el paso de los años, se convertirá en la literatura obligada del marxismo. Es un minúsculo texto que ocupa un enorme espacio entre los clásicos del marxismo, me refiero a El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Fue escrito en 1876 como resultado de un minucioso estudio de los inicios del hombre como hombre, como homo sapiens. En ese entonces, aunque apenas empezaba a tomar forma la antropología, los estudios de Lewis Henry Morgan y sobre todo de Charles Darwin ya nos permitían dar un vistazo a los orígenes del hombre biológico. Esta obra corre al tiempo que otro de sus grandes trabajos: El Anti-Dühring, escrito también en 1876, pero que sale a la luz pública en 1878. No es casual que así sea, pues en esos tiempos Engels y Marx se empapaban de los descubrimientos y resultados de las ciencias naturales.

El escrito inicia:

El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

En la sociedad capitalista, y en especial en la ideología burguesa, aunque ningún economista menosprecia el trabajo para generar riquezas no se le da una importancia más profunda que al capital; que, según ellos, es un factor para generar riquezas. En este párrafo de Engels vemos un enfoque del trabajo fuera del ámbito económico. El decir que el trabajo ha hecho al hombre fue un paso importante –que ya Marx había planteado– para estudiar los orígenes del hombre. Aquí la obra del hombre, el trabajo, se vuelve a su vez en su progenitor, se da una relación dialéctica en la causa y efecto, donde la causa se vuelve a su vez en efecto y viceversa.

Prosigamos. Engels a continuación realiza un pequeño estudio de las similitudes entre los monos antropomorfos y el hombre, como, por ejemplo, en cuanto a la posición erecta, la caminata y la función de la mano. Aunque los primeros presentan estas semejanzas con el ser humano en muchos aspectos es sólo casual y bajo un carácter determinado por la torpeza. Sobre todo en cuanto al uso de la mano. Aquí señala Engels:

El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.

Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él. Únicamente por el trabajo […] ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorvaldsen y a la música de Paganini.

Mediante el desarrollo de las fuerzas productivas el hombre ha podido perfeccionar sus herramientas de trabajo y, por tanto, ha requerido un grado de adiestramiento y técnica cada vez mayores que las precedentes. El hombre no sólo ha desarrollado la movilidad de su mano, sino también la capacidad de su cerebro: no se requiere la misma mano ni habilidad para golpear con una piedra un hueso, para hilar o tocar una pieza musical en el piano. Sin duda la mano de un trabajador del siglo XV era más diestra para meter un hilo por el ojo de una aguja que la del hombre de las cavernas que necesitaba más fuerza en su mano para la caza. Tampoco es la misma mano la del hombre actual que la de sus inicios simiescos, en muchos aspectos se ha hecho más fina debido a que ahora requiere mayor habilidad que fuerza para echar a andar muchos objetos de trabajo. Podemos afirmar que el cuerpo y la mente del hombre se han ido desarrollando a la par que evolucionan las fuerzas productivas. Seguimos:

La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro.

La comparación con los animales nos muestra que esta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada.

Vemos ahora otra diferencia del hombre con respecto a los demás animales y que el trabajo trajo consigo: la habilidad para articular palabras. Que el trabajo es una relación social es tan cierto como que el hombre es un ser social. Un individuo que no ha tenido contacto con la sociedad no produce trabajo, aunque necesite usar sus manos para comer. Así pues, aunque la sociabilidad precedió al trabajo, cuando el hombre antes de hacer sus herramientas de trabajo ya vivía en manadas, el trabajo por su parte ha transformado las relaciones entre el hombre, a tal grado que las señas y los gritos no eran suficientes para comunicar ideas precisas y entonces el trabajo obligó a los integrantes de una comunidad a articular palabras que posteriormente se harían frases. Con el trabajo, el homo sapiens no sólo produce e intercambia objetos, sino también ideas. Las relaciones sociales empiezan a hacerse más complejas, pero a la vez, más útiles.

Por otra parte, algo tan básico y material como el consumo de carne abrió todo un mundo de nuevas posibilidades al hombre como animal social. El uso del fuego y una mayor cantidad de proteínas aprovechables favorecieron las relaciones entre los seres humanos. La diversidad de la alimentación fue aprovechada para poder expandirse por el mundo, adquiriendo nuevas dietas. Así, el hombre se adaptaba a su entorno para sobrevivir y, además, la caza le aportaba pieles que usaba para climas fríos.

El hombre para poder diferenciarse de los animales tuvo que valerse del trabajo primitivo. En relación con la naturaleza el hombre transitó desde la adaptación a su medio a la transformación de aquella. Es aquí donde el caso particular del hombre escapa de las leyes de la naturaleza biológica que Darwin descubrió y se adentra a un terreno fangoso, en el cual las leyes de la sociedad humana, determinadas en gran parte por las fuerzas productivas, dominan su propio estilo de vida.

*****

 

II

El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre es una obra clásica y obligada en los círculos de estudios marxistas. Las preguntas que probablemente se hará cualquier lector que se introduce al marxismo es: ¿por qué una obra que es más antropológica que socialista tiene un espacio tan importante en el marxismo leninismo?, ¿qué tiene que ver el trabajo en la edad primitiva del hombre con la lucha obrera y su emancipación?, ¿cómo aplico los conocimientos de este folleto para hacer la revolución?, ¿cuál es la importancia de esta obra? Las respuestas no están tan claras en el libro, y es por eso que adelanto algunas observaciones.

Antes que nada hay que contextualizarnos en la época en que fue escrito el texto. Una época en que aún las ciencias naturales venían arrastrando la religión en sus explicaciones. El origen de las especies de Darwin fue uno de los más grandes golpes científicos contra esta concepción idealista. Engels fue uno de los privilegiados en conseguir la primera edición de este libro y, por supuesto, fue uno de los primeros en apreciar el gran alcance que tenía este libro, que pronto se convertiría en un pilar científico para el materialismo dialéctico. Sin embargo, pese al gran avance que propició el gran Darwin, aún quedaban grandes huecos sin llenar.

Engels, con su texto, logró determinadas conclusiones que complementaron la verdad respecto al tema. Engels demostró y detalló el cómo el trabajo influyó en la transformación del mono en hombre. Logró tapar los huecos dejados por Darwin con el aspecto social e incluso económico del hombre en sus primeros años de existencia. Lo que diferencia al hombre de los animales es el trabajo. Y el trabajo es una relación social, base fundamental de toda actividad del hombre como ser social y no sólo biológico y, a su vez, el hombre ha sido capaz de transformar el trabajo, perfeccionándolo. Engels complementa el estudio y concluye que de todas las especies que han existido sólo una ha evolucionado de manera esencialmente diferente. Ya no podemos tratar al hombre exclusivamente como un ser biológico –acorde al materialismo antropológico de Feuerbach–, sino también como un ser social originado en parte en el trabajo.

Esta obra de Engels es un soporte desde el materialismo histórico y, por tanto, aporte a la lucha contra el idealismo que desvía la lucha del proletariado. También asesta una fuerte y congruente derrota al darwinismo social, que trata de justificar el régimen capitalista. Engels nos enseña que no se pueden reducir las relaciones sociales a relaciones biológicas de instinto animal, de la supuesta lucha natural entre el más fuerte y el débil. En economía política también ofrece diversas armas, pues demuestra que el capital y las clases sociales no son eternas ni son fuente de todo progreso social; las clases sociales no han hecho el trabajo, sino al revés, del trabajo nacen las relaciones de producción que darán nacimiento a las clases sociales; el capital no ha nacido ni es natural en el hombre como lo quieren hacer ver los economistas burgueses, sino que sólo aparece en una etapa del hombre y se corresponde con un conjunto de relaciones transitorias. El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre es un buen escrito para poder explicar la relación base-superestructura, pues desde que el hombre empieza a trabajar en sociedad se derivan relaciones de producción que en su desarrollo constituyen relaciones de dominio expresadas en la política, el derecho y las diversas manifestaciones intelectuales.

Sin duda esta obra es un texto obligatorio para la formación de todo marxista. Engels nos ofrece una concepción materialista que nos ayuda a combatir al idealismo que mancha la lucha obrera. Este es uno de tantos aportes de Engels a favor de la emancipación del proletariado.

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