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“LA REVOLUCIÓN MEXICANA HA MUERTO, VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA”

 

 

Cada disparo me estrujaba dolorosamente. Un muerto, otro más, un herido, más por allá; me repetía mi propia voz taladrando mi cerebro y sacudiendo mis emociones.

No podía evitar una enorme responsabilidad personal, debido a que fui quien habló antes de salir en manifestación, para decirle a los compañeros: vamos a salir, no podemos cederle la calle al gobierno de Echeverría. La libertad de manifestación se defiende: ejerciéndola. Sabemos que hay un gran despliegue policiaco. No vamos a caer en provocaciones, haremos valer nuestros derechos. Adelante compañeros.

Todo era el caos apocalíptico. Gritos, disparos, olor a pólvora y gases lacrimógenos. Mantas tiradas en el piso. Algunos valientes tiraban piedras a los halcones. Quizá hubo disparos desde el lado de los estudiantes, pocos y de bajo calibre. Defensivos. Nada que hacer frente al ataque comandado por el siniestro militar Manuel Díaz Escobar, organizador de los halcones y viejo represor de los estudiantes.

El desprestigio del priato por la utilización abierta del ejército en todos los 60 y en el 68, sobre todo en Tlaltelolco; los llevó a crear ese grupo paramilitar con todo el respaldo gubernamental, yo diría que incluso Estatal.

El salvajismo con el que actuaron fue dantesco: llegaron a las instalaciones del Hospital Rubén Leñero, entonces denominado Cruz Verde, que se ubicaba a unas calles del sitio de la matanza, sacaban a los heridos de los quirófanos y los ajusticiaban frente a los médicos y enfermeras, algunos de ellos valientemente intentaban proteger a los heridos. Era el Infierno.

¡LA REVOLUCIÓN MEXICANA HA MUERTO VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA!

En esta leyenda de una manta elaborada en Economía hace 50 años, los chavos y las chavas recogieron lo esencial del contenido del movimiento del 10 de junio de 1971 y el debate previo a la manifestación.

La discusión no era simplemente si se hacía la manifestación el 10 de junio o se suspendía; en realidad se trataba de los que de una manera u otra consideraban al gobierno de Echeverría como dispuesto a una apertura democrática y los que nos oponíamos a esa posición. Entre los que apoyaban a LEA como dispuesto a la Apertura Democrática estaban: Fernando Benítez (+), Carlos Fuentes (+), Víctor Flores Olea (+) y Enrique González Pedrero entre otros, su disyuntiva era Echeverría o el Fascismo.

Incluso el Ingeniero Heberto Castillo apoyaba la Apertura Democrática y los chavos radicales le llamaban Heberturo.

En el fondo era y sigue siendo el debate en torno a la Revolución Mexicana. Ese debate se daba entre chavos y chavas de l6 a 26 años. Una parte veníamos del movimiento del 68. La inmensa mayoría no tenía la más puta idea de la política, mucho menos de los políticos y casi nadie sabía de la existencia de partidos comunistas, grupos marxistas o cualquier cosa parecida a esos grupos casi extraterrestres.

Éramos descendientes de los teloneros: los rebeldes sin causa. Nos alimentaba el rock and roll, tanto el de los grupos mexicas dedicados a los covers, como el de los pioneros Little Richard, Elvis Presley, Bill Halley e incluso Paul Anka.

Las flotas, las pandillas, las bandas estaban por toda la Ciudad. Los cafés cantantes eran muy fresas. Sin pomo (alcohol) y casi nada de mota, era muy incipiente su consumo y entonces era vista como una yerba de los guachos (soldados), eso cambió abruptamente con el surgimiento de los jipis, AMLO se confunde y evoca su lema de Amor y Paz como parte del código de los sesentayochistas.

Los llamados despectivamente pescados de la Juventud Comunista y el Partido Comunista Mexicano eran la secta mayor de un extraño mundo de grupúsculos marxistas. Esos grupúsculos eran trotskistas, maoístas, castristas, cristianos de base, nacionalistas y los de culto a la música folklórica, la izquierda de dale tu mano al indio, con su morral y su huipil; toda esa burbuja no rebasaba unos cuantos miles en todo el país.

Es interesante cómo relata Javier Guerrero su militancia como dirigente de la JCM, es un antropólogo marxista, mordaz crítico del poder y divertido disidente del PCM:

En el ya lejano 1965 me harté de ser dirigente de la Juventud Comunista Mexicana (JCM), rama del Partido Comunista Mexicano (PCM). Ingresé a esa organización cuando tenía 20 años porque pensaba que así me convertiría en un apasionado militante revolucionario y lucharía porque en México por fin se instituyera una sociedad justa y democrática, sin una inicua explotación y sofocante opresión que padecía la mayor parte de la población del país. Quise escalar el Everest, pero sólo puse mis pies encima de dos pequeños ladrillos. En realidad, el partido carecía casi totalmente de eficacia para cambiar radicalmente nuestro ámbito nacional, aunque tuvo importancia para lograr algunas reformas sociales importantes…No solamente teníamos que enfrentar reiteradamente la feroz represión gubernamental y de los grupos de mayor poder económico, sino que además debíamos aguantar los innumerables obstáculos que nos colocaba la dirección partidaria. Pronto me di cuenta de que el PCM no era más que una de tantas sociedades de amigos de la URSS, como les llamaba Wright Mills. Decidí fugarme del PCM porque además en ese partido predominaba una indigencia intelectual y aunque sus miembros se decían marxistas conocían del marxismo lo que yo conozco del subsuelo de Marte”. (La Jornada 18 de abril 2021 página 12)

En aquella época la UNAM seguía siendo la cantera de las elites políticas, culturales, científicas, quizá en gran medida porque su composición en el alumnado era predominantemente clase mediera, con algunos puntitos negros en el arroz, como era mi caso y por supuesto con los toficos (aludiendo a la publicidad de un chicloso que decía: toficos huumm que ricos). Como lo eran el grupo de Carlos Salinas, Manuel Camacho y Emilio Lozoya padre. Entre los profesores estaba toda la casta de dinosaurios del PRI. Incluso los ex presidentes de la república, se formaban en la UNAM, a partir de Miguel Alemán, primer presidente no militar y curiosamente, por otras razones, hasta Andrés Manuel López Obrador es egresado de su Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

El panismo era prácticamente inexistente, aunque sus primeros dirigentes como Manuel Gómez Morín fueron fundadores de la UNAM. La derecha universitaria era mucho más primitiva, estaba agrupada en el MURO, Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, grupo que atacaba violentamente a las izquierdas. Principalmente a la JC Juventud Comunista. En la ciudad de Puebla asesinaron a dos camaradas Joel Arriaga y Enrique Cabrera, en 1972, por su rabioso anticomunismo.

…Históricamente el Movimiento del 10 de junio de 1971, retrasó 50 años el arribo del llamado gobierno de la Cuarta Transformación. Es decir, al exhibir la demagogia de Luis Echeverría Álvarez impedimos la subordinación del movimiento a la ideología dominante de la Revolución Mexicana. No fue suficiente, dado que renació primero con la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, la disolución de los partidos y grupos socialistas y de manera impresionante con el fenómeno de Andrés Manuel López Obrador, su instrumento electoral Morena y su aplastante triunfo en julio de 2018.

…A 50 años del Movimiento del 10 de junio de 1971 es necesario salir de la trampa de apoyar a los partidos, grupos y líderes vendedores de baratijas y demagogia, para preservar al capitalismo con falsas soluciones, nada novedosas y que han impedido a los movimientos tener su propia autonomía, sus dirigentes, sus pensadores, sus teóricos y su propia ruta para realizar una revolución profunda anticapitalista.

En el México del 2021 con un gobierno de gran apoyo popular que despertó la esperanza de millones de un cambio, es necesario estar alertas y evitar un nuevo engaño.

EL PRESENTE ES DE LUCHA, EL FUTURO ES NUESTRO

 En todos los aspectos el gobierno de la Cuarta Transformación es una estafa.

Cambió sus propuestas para poner fin a la militarización del combate a la violencia, la inseguridad y los grupos del llamado crimen organizado regresando a las fuerzas armadas a los cuarteles, pero en cuanto tomó la presidencia, propuso la creación de la Guardia Nacional, aprobada por unanimidad en las dos Cámaras, la de Senadores y la de Diputados. Eso significó “constitucionalizar” la guerra de Calderón y Peña Nieto. La “unanimidad” en el Congreso de la Unión es un hecho político sin precedentes, producto de la compra de votos de los legisladores de todos los partidos, tal como hizo Lula en Brasil mediante el tristemente célebre mensalao, que llevó a la cárcel a José Dirceu ex dirigente estudiantil de los años 60 y afectó al propio Lula.

 

(Fragmentos de la Segunda edición actualizada del libro de Joel Ortega “10 de junio Ganamos la Calle” reeditado con motivo del 50 aniversario).

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