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El “derecho al libre desarrollo de la personalidad”, una falacia de la SCJN

 

 

Por: Marco Vinicio Dávila Juárez

 

Hace unos días fue noticia de ocho columnas el hecho de que la Suprema Corte de justicia de la Nación les corrigiera la plana a los diputados y senadores y manifestara legal el uso lúdico de la mariguana; declarando inconstitucionales los artículos de una ley secundaria que prohibían dicho uso.

Las palabras textuales publicadas en toda la prensa nacional y extranjera fueron las del ministro presidente Arturo Zaldívar, quien de manera eufórica afirmó: “Hoy es un día histórico para las libertades. Después de un largo camino, esta Suprema Corte consolida el derecho al libre desarrollo de la personalidad para el uso recreativo de la marihuana“.

Afirmando así también el carácter (neo) liberal de las instituciones del Estado mexicano que se ponen en sintonía con los tiempos de la posmodernidad.

El ministro Saldívar habla de libertades con la liviandad de quien se pasa la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos por “el arco del triunfo”, pero además su argumentación, que es la de la SCJN es, por lo menos, falaz

En la constitución mexicana actualizada y vigente hasta el día de hoy, aun con todas las contrarreformas que le han hecho en las últimas décadas, no existe en ninguno de los artículos que enuncian las Garantías Individuales, ni en el resto del articulado, un solo párrafo que haga referencia “al libre desarrollo de la personalidad” en un sentido positivo, la única vez que se menciona es para establecer responsabilidad jurídica a quien atente, entre otras cosas, contra este libre desarrollo de la personalidad.

Sin embargo, la Constitución reconoce explícitamente, el respeto irrestricto a la dignidad de las personas y, en consonancia con la afirmación que prohíbe la esclavitud, garantiza la libertad de las personas, y también la libertad para elegir su profesión y desarrollarla en plena libertad.

De tal manera que DIGNIDAD y LIBERTAD son dos preceptos constitucionales que deben ser, por lo menos en teoría, inviolables.

Para que las personas desarrollen su personalidad deben poder desplegar su capacidad creadora, sea esta manual o intelectual; todos tenemos esa disposición; una correcta educación, es decir una educación científica, tanto en su aplicación como en la enseñanza, y todas las facilidades materiales para acceder a la misma, puede favorecer a incrementar el potencial analítico o artístico, la capacidad de abstracción y de expresión.

Con el derecho a la educación, empieza el libre desarrollo de la personalidad, y es con el derecho al trabajo que la personalidad despliega todo su potencial. Hablamos de educación, porque en buena medida con eso tiene que ver elegir una profesión, y se vincula con el derecho al trabajo porque se entiende que es así como se ejerce la libertad de elegir la profesión y desarrollarla en plena libertad. Porque así es como se reconoce en la Constitución a la dignidad de las personas y su respeto irrestricto.

En cambio los argumentos de la SCJN respecto a que el uso lúdico de la mariguana favorece “el libre desarrollo de la personalidad”, son falaces, no sólo porque van en un sentido contrario al respecto irrestricto de la dignidad de las personas, ya que con la despenalización de la mariguana para uso lúdico, se le permite al cliente/consumidor/adicto atentar contra su personalidad, afectando su libre desarrollo; sino que esta medida suple la incapacidad del Estado mexicano de garantizar los derechos constitucionales a la educación, a la libre elección de una profesión y al trabajo. El permiso a consumir mariguana por diversión, se constituye el medio más fácil para el consumidor, y más cómodo para el Estado de “desarrollar la personalidad”.

Si bien es cierto que el desarrollo pleno de la personalidad sólo se podrá dar cuando ya no existan la explotación, ni la opresión, es decir en el Socialismo-Comunismo, lo que hay que combatir ahora es el hecho de que los monopolios y la burguesía dominante pretende seguir imponiendo cadenas sobre la clase obrera y los sectores populares, sobre todo con la juventud estudiosa y trabajadora, para desorganizar y adormecer su conciencia y su potencial revolucionario, obteniendo además con ello pingües ganancias.

Si de verdad el Estado mexicano estuviera preocupado porque la mayoría de los individuos alcanzaran un desarrollo elevado de la personalidad se preocuparía por garantizarle a esa mayoría las condiciones materiales que le den acceso a los medios de vida para que esto fuera posible, no vía dádivas gubernamentales, sino recuperando derechos conculcados a la clase trabajadora; pero no, con las leyes en la mano reprimen el libre desarrollo de la personalidad.

¿Qué sigue señor Saldívar? ¿Fumaderos de opio? Porque más allá de sus argumentos de leguleyo, “las libertades” que usted pregona no hace sino atentar contra la dignidad y coartar la libertad de la clase que crea la riqueza de este país, la clase trabajadora y los sectores populares.

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