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Reivindicar el pasado, golpear el presente. A 500 años de la caída de Tenochtitlán

Por: Lourdes Perales

 

El 31 de Agosto se cumplieron 500 años de la caída de México Tenochtitlán, y el gobierno actual preparó una serie de actos para engalanarse. “Es tiempo de reivindicar a los pueblos indígenas” dijo la alcaldesa Claudia Sheimbaum en la ceremonia donde cambiaron el nombre del árbol y la plaza “de la noche triste” por “de la victoria” pues señalan que debe celebrarse la victoria de los pueblos indígenas y reivindicar nuestro pasado prehispánico.

Sin embargo, este ensalzamiento del pasado no empata con la política actual -en nada diferente a las administraciones pasadas-, que azota a las comunidades indígenas para desplázalas y apoderarse de sus recursos naturales. Chiapas por supuesto es el caso más destacable, donde por décadas se ha perseguido la organización autónoma, donde se codician el agua y las enormes extensiones de tierra virgen y existen pueblos enteros de desplazados. Pero los mismos agravios se reproducen por todo el país: en Oaxaca por parte de las eólicas, en la península por el tren maya, en Morelos, Puebla y Tlaxcala por la termoeléctrica y la minería siempre amenazante y en el norte el saqueo del agua. Además, de los 112 activistas asesinados durante este sexenio, más de 30 han sido indígenas.

De esta manera, las placas, maquetas y odas para reivindicar a los pueblos indios del pasado, aquellos que pueden ser canonizados porque ya no hablan, son solo el descaro del gobierno actual que permite el despojo de las comunidades que gritan y protestan, que abre la puerta a los monopolios para la explotación de los recursos de comunidades que defienden sus tierras, es la doble cara de un gobierno que golpea a los estudiantes indígenas de las normales rurales.

Por tanto, no tenemos ninguna victoria que celebrar, y debemos cuidarnos de caer en la trampa que utiliza la historia para reforzar el nacionalismo, una constante de este gobierno ante la cual debemos estar alerta, pues refuerza el colaboracionismo de clase: la cuarta transformación reniega de la dominación española sobre los indígenas hace 500 años, pero es el garante de la dominación de la burguesía sobre los trabajadores hoy por hoy.

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