Por Lautaro Hernández

A pesar de que no existen las condiciones para la reapertura de las escuelas y las clases de manera presencial; aunque no están vacunados los niños, adolescentes y un amplio porcentaje de la población trabajadora; y mientras un gran número de escuelas no cuentan con la infraestructura indispensable –como agua potable, sanitarios en buenas condiciones e insumos  para enfrentar el Covid como gel antibacterial, jabón, cubrebocas, etc.–,  en plena tercera ola de la pandemia el gobierno de México, junto con la Secretaria de Educación Pública, insistió en abrir las escuelas y reactivar clases de manera presencial, ocasionando desde los primeros días contagios entre alumnos y maestros.

La secretaria de educación, la maestra Delfina Gómez, ha sostenido que el número de contagios es reducido en comparación con el número de escuelas que se abrieron. En los primeros días de esta determinación se presentaron 88 casos; los casos de contagio continúan en aumento. Sin embargo, para demeritar la importancia del problema, el subsecretario de salud, doctor Hugo López Gatell, ha señalado que estos contagios no significan un impacto en el incremento de la pandemia.

El número de escuelas abiertas de manera presencial continúa siendo reducido en comparación con el tamaño de la insistencia en que todas las escuelas del país se abrirían simultáneamente por parte del titular de la presidencia, López Obrador; no obstante, el número de escuelas abiertas aumenta cada semana, a pesar de que no existen las condiciones para ello. La reapertura de las escuelas en los diferentes estados ha sido muy variable; existen estados, como Guerrero y Baja California Sur, que definitivamente declararon no abrir las escuelas ya que no se podía dar certidumbre al regreso a clases; en otros estados el número  de escuelas reaperturadas sigue siendo  mínimo en relación con la totalidad de escuelas existentes. En todos sin embargo continúa de manera sistemática la presión a los maestros y comunidad educativa, a  través de diferentes instituciones como la SEP, la Secretaría de Salud y medios de comunicación,  para que se abran las escuelas. Incluso, calumniando a los trabajadores de la educación desde las Conferencias matutinas del Presidente al declarar que se cobra sin trabajar cuando la labor educativa no sólo no se ha detenido sino que se ha incrementado.

En Baja California, por ejemplo, el gobierno estatal a través de la Secretaria de Salud ha publicado una lista de las escuelas que se abrirían cada semana; esto sin dar a conocer con claridad los criterios que permitirían la reapertura segura de las mismas, así como sin consultar al personal docente. Los directores de las diferentes escuelas han manifestado distintos comportamientos: algunos se han opuesto a que se abran las escuelas a su cargo por insuficiencia en las medidas necesarias en un contexto de pandemia; al mismo tiempo que también existe el caso de directores, autoritarios y leales al sistema capitalista, que solicitan que sus escuelas estén dentro de la lista de futuras reaperturas, al margen de condiciones indispensables para esto.

La inexistencia de condiciones que salvaguarden la salud y la vida de personal educativo, trabajadores de la educación, alumnos y padres de familia ha propiciado brotes de contagios en escuelas privadas y públicas; así como lamentables decesos, como el de la Directora de la Escuela Primaria Carmen Serdán, en el municipio de Ensenada, Baja California, plantel que además presentó contagios entre maestros, al grado de verse en la necesidad de notificar el brote ante la Secretaría de Salud estatal. Es de subrayarse que, en ocasiones, los Directores fungen como avanzada activa del gobierno para forzar las clases presenciales, siendo ellos mismos y los docentes quienes se ven afectados al grado de la posibilidad de morir.

Con todos estos casos de brotes de contagio por covid-19, así como ante lamentables decesos, el gobierno federal en turno sigue insistiendo en la reapertura de las escuelas, en el regreso a clases de manera presencial. Y pese a no existir las condiciones mínimamente necesarias para evitar más contagios y decesos. Esto sucede así porque el actual gobierno federal, como las administraciones estatales y municipales, ponen en primer lugar los intereses políticos y económicos del sector empresarial, de la burguesía en general, demostrando con ello el carácter criminal e inhumano del capitalismo, así como de las distintas maneras de administrarlo.