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¿Esta Descontrolada La Inflación?

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Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

Los datos más recientes proporcionados por el Banco de México confirman que la tasa inflacionaria ha llegado a 6.2 %, más del doble de lo que se esperaba. El subgobernador Gerardo Esquivel, vinculado políticamente con Morena, dijo, asumiendo una conducta autocrítica, que no bastaba con controlar los aspectos monetarios para evitar que ese fenómeno siguiera ascendiendo sino que había una serie de factores económicos reales que escapaban a la competencia del Banco Central, reiterando que más bien se trataba de un proceso de carácter mundial, ya que el Fondo Monetario Internacional había afirmado en su más reciente informe que la recuperación de la economía se estaba desacelerando, afectándose a todos las naciones, en mayor o menor grado.

El Banco de México, de conformidad con nuestra legislación, tiene la tarea de controlar la inflación, considerando que se trata de un fenómeno exclusiva o fundamentalmente monetario, es decir, un mero desajuste entre la oferta y la demanda, de tal manera, se dice, que elevando o manipulando las tasas de interés, se puede obtener su control.

Esta concepción ha estado siempre equivocada pues si bien la inflación tiene una expresión o un aspecto monetario, no se trata, en su aspecto esencial, de un fenómeno monetario sino que en la mayor parte de los casos, está estrechamente vinculado con la estructura económica, con las fuerzas reales del mercado, con el funcionamiento de los monopolios y del resto de las empresas medianas y pequeñas, con la evolución y el peso específico que tiene la inversión productiva y también con la política económica que aplica el gobierno.

Si la inflación fuera un fenómeno básicamente monetario sería muy fácil combatirlo, frenarlo, pues bastaría con que se regularan las tasas de interés para lograr este objetivo, pero esto no es así ya que más bien está relacionada con las inversiones que realizan las empresa y los capitalistas particulares en las actividades productivas, con las distorsiones que existen en la economía nacional, con el control que tiene las monopolios en la fijación de los precios, con el comportamiento de los precios de los insumos que importamos del extranjero y todas estas funciones escapan desde luego a la capacidad que pudiera tener el Banco de México, que manifiesta, en la práctica, en la realidad, una reducida o casi nula capacidad para intervenir en la operación este tipo de factores, que muchas veces están dominados por las grandes países o empresas capitalistas internacionales.

Esta tasa inflacionaria del 6 % está producida por varios elementos de carácter externo, es decir, con el aumento de los precios de las materias primas como el maíz y el trigo, y con la carencia de los microchips o transmisores que han estado obligando a paralizar, encarecer o suspender muchas actividades productivas, de carácter industrial y por la política de la Reserva Federal de los Estados Unidos que también está elevando las tasas de interés para atraer más capitales hacia esa nación.

Las grandes inversiones que están efectuando los Estados Unidos para elevar la producción mediante una audaz política de estímulos a las empresas, está permitiendo un gran crecimiento de la economía yanqui, también lo es que ese tipo de financiamiento masivo y sorprendente para muchos, ha generado una gran inflación, trasladándola hacia los países dependiente y subordinados como México, cuyo gobierno no ha tenido la fuerza suficiente para aumentar las tasas de inversión de los capitalistas nacionales, la cual esta está frenada, en términos generales, según los datos del Indicador Oportuno de la Actividad Económica.

Si bien esas grandes inversiones yanquis han “jalado” a la economía mexicana hacia una recuperación más activa y dinámica, precisamente por el alto grado de dependencia que tenemos con esa nación, esa atracción, desde luego, no ha sido gratuita pues se han estado pagando costos muy elevados, que se reflejan en el hecho de que en los últimos meses han salido del país más 12 mil millones de dólares y se espera un volumen mucho mayor, unos 4O mil millones, como resultado de la cancelación de proyectos de las compañías extranjeras que están ubicadas en la industria eléctrica. Es decir, en términos sencillos podemos afirmar que muy pocos capitalistas quieren invertir en México y que esta ha sido una causa muy importante para el encarecimiento de los precios de los bienes y servicios.

De acuerdo con las cifras proporcionadas por el Banco de México, los precios que se han incrementado y que están en el fondo de la tasa inflacionaria del 6 % son los relativos a las materias primas, en las tarifas de energía eléctrica, en los precios del gas, con lo que está cerrando el periodo de López Obrador con un 12. 5 % de la tasa de inflación, superior a la registrada en el régimen de Peña Nieto en el mismo periodo.

Asumiendo, como siempre, una actitud voluntarista y subjetiva, el Presidente ha dicho desde luego, sin ningún fundamento, que el crecimiento de la tasa de inflación es un “fenómeno pasajero”, pero esta tendencia ya tiene varios meses en curso, mientras que la recuperación de la economía nacional se mantiene estancada, debido, en otros factores a que no existe una tasa de inversión productiva, por parte de gobierno o de los particulares, que sea satisfactoria. Tan solo a manera de ejemplo debemos mencionar que, desde la creación de Gas Bienestar, los precios de sus productos han crecido un 17 % y cada semana están aumentando y este insumo en uno de los más importantes componentes, generadores de la inflación general. Pero en el gobierno de la 4 t no existen análisis serios, ni autocrítica alguna.

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