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 AAPAUNAM: El gigante con pies de barro

 

Imagen tomada de Internet

 

Por: José María Hernández Rivera
13 de marzo de 2023

 

Hace 42 años la Asociación Autónoma del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (AAPAUNAM) ganó la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) del personal académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con el apoyo de la élite que domina esta universidad. Así empezó, el régimen de un sindicato que jamás ha hecho una acción para defender los derechos de los trabajadores académicos, ya que esté siempre ha estado al servicio de las autoridades de la UNAM y  únicamente ha servido para mantener una estructura antidemocrática que no permite a los académicos tener injerencia y vida  sindical dentro de la universidad,  la AAPAUNAM solo sirve  para golpetear y reprimir movimientos y profesores que luchan por mejores condiciones laborales dentro de la casa de estudios. Esto ha desembocado en una precarización sin precedentes de las condiciones laborales de los académicos, la mayoría de quienes por ejemplo, tienen contratos temporales que se renuevan cada semestre y que sirven como mecanismo de represión política o amedrentamiento, a pesar de que la Ley Federal del Trabajo establece que tienen derecho a la estabilidad laboral y de que su CCT también enuncia su derecho a acceder a contratos por tiempo indeterminado.

El 27 y 28 de febrero del presente año, obligada por las autoridades laborales del país, para demostrar la legitimación del Contrato colectivo de trabajo, medida estipulada en la nueva Reforma Laboral de 2019; la AAPAUNAM llevó a cabo las votaciones para legitimar el CCT del cual es titular. El resultado fue una verdadera falsedad. De los 40,402 trabajadores con derecho a votar, acudieron a las urnas 10,452, es decir, el 25.87% del padrón, de los cuales: Votaron a favor de legitimar el CCT el 67.35%, mientras en contra 31.66% y el resto fueron votos nulos. Ni siquiera las artimañas de la AAPAUNAM, como llevarse las urnas de cada centro de trabajo sin hacer un escrutinio público al momento del cierre de las votaciones, le permitieron maquillar lo innegable: que durante décadas han sembrado la semilla de la indiferencia entre los académicos para tener el camino libre de pactar con las autoridades universitarias sin que exista una resistencia organizada de profesores y, en ese sentido, que este sindicato no tiene apoyo real de la base de trabajadores.

A partir de este resultado, el 10 de marzo el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) publicó un boletín en el que informó que la votación no contó con la participación de la mayoría de los trabajadores, por lo que no se tiene como legitimado el CCT y la votación deberá repetirse. En las siguientes semanas y antes del 1 de mayo de este año, la AAPAUNAM tendrá que registrar nuevamente su proceso de legitimación y deberá realizar votaciones antes del 31 de julio.

Este resultado tiene, entre otras, dos consecuencias importantes:

  • Por si alguien aún lo dudaba, la AAPAUNAM ha dejado ver que es un gigante con pies de barro, una estructura que no tiene capacidad de movilización real y que, si se mantiene en el poder con una actitud pretenciosa y triunfalista, es por la indiferencia de la mayoría de los académicos.
  • Que existe un cúmulo enorme de profesores que no han tomado partido, es decir, que actúan de manera políticamente neutral o pasiva, a quienes puede dirigirse el esfuerzo de convencimiento de que los primeros pasos que deben realizarse para emprender la lucha por la defensa de los derechos laborales de los trabajadores académicos de la UNAM consisten en arrebatarle la titularidad del CCT a la AAPAUNAM votando en contra de la legitimación de dicho contrato, aunado a continuar desarrollando trabajo en otros sindicatos (como el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, STUNAM) con el fin de convertirlos en verdadera herramienta de lucha, y de manera que, cuando llegue el momento, exista otro sindicato legalmente constituido y verdaderamente combativo con posibilidades reales de competir por obtener la titularidad del CCT.

Esta experiencia para el sindicalismo universitario hace ver que Antonio Gramsci no se equivocaba al decir que la indiferencia actúa en la historia, pasivamente, pero actúa. Llegó el momento de romper la indiferencia de los profesores de la UNAM, llegó el momento de derrocar al gigante con pies de barro.

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