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Corrupción y complicidad patronal. La inspección de una fábrica donde corren peligro los trabajadores

 

 

 

Por: Arturo Lizares

 

Hace unos días se presentó un inspector federal en las instalaciones de una empresa dedicada a la fabricación de anuncios publicitarios ubicada en el corredor industrial del municipio de Naucalpan en el Estado de México; dicho funcionario se ostentó como delegado del ISEM (Instituto de Salud del Estado de México) acreditando su identidad con un gafete oficial extendido por la institución con el nombre de Juan Carlos Valdez, solicitando realizar una inspección visual de las condiciones laborales que se tienen en el centro de trabajo – hay que recordar que las empresas están obligadas a permitir estas inspecciones que se dan sin previo aviso por cualquier institución que tenga injerencia en el ámbito laboral como lo son la Secretaría de Salud, Secretaria del Trabajo y Previsión Social, IMSS, entre otras – de no permitirse la inspección, se considera desacato por parte de la empresa y se interpone una multa de varios miles de pesos dependiendo el caso.

La inspección comenzó en los baños de los trabajadores donde el verificador, con gran calma ingresó, seguido de la comitiva conformada por un par de trabajadores de la administración de la empresa, dio un recorrido breve e hizo algunas anotaciones y cometarios: Los botes de basura requieren de tapa, hay un mingitorio fuera de servicio, hace falta iluminación, hace falta papel o máquinas para secado de manos.

Continuó avanzando por el pasillo y se encontró con el almacén donde a simple vista se ve la desorganización de materias primas, documentos y herramientas. Ahí las recomendaciones fueron mantener libre la entrada, despejados los extintores, tomas de corriente y tomas de agua; al ingresar al patio principal se topó de frente con varios estantes de unos 6 metros de altura donde se almacenan principalmente botes de pintura, por ese lugar a diario pasan todos los trabajadores de producción ya que es el camino para dirigirse al sanitario o a tomar sus alimentos y dicho recorrido lo hacen si casco de protección como lo marca la norma para protegerse de cualquier objeto que pudiera caer desde esa altura; de este hecho no hubo ningún comentario.

Más adelante en el costado derecho se encuentra el área de herrería,  el área donde más anomalías hay, puesto que no hay ninguna ventilación para expulsar los gases que casusa la combustión de la soldadura y los cuales se van almacenando en lo alto del lugar formando una nube grisácea que los trabajadores de todas las áreas inhalan a diario; en esa misma área también están los tanques de oxígeno y CO2 (que sirven para el proceso de soldadura) sin ninguna protección y cercanos a las chispas que generan los procesos de soldado lo cual es un peligro latente de explosión o incendio. Entre otros elementos nocivos se encuentran las plantas de soldar  encendidas, cortadoras manuales conectadas (con disco de corte para metal), partículas de pintura suspendidas en el aire, etc. Casualmente el inspector no paró en esa área quizá porque a simple vista se notaban las irregularidades o por el gasto de tiempo y energía que una revisión a fondo le causaría.

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Su atención se centró en un segundo almacén que se encuentra de lado izquierdo, el cual, al ser de nueva creación está mejor organizado que el primero; pasó al área de impresión donde el olor a tinta es penetrante ya que no hay ninguna ventilación y por la naturaleza de las maquinas el departamento debe permanecer cerrado, por supuesto que existen sistemas de ventilación que se adaptan a las máquinas, pero el patrón no las ha implementado por el costo monetario que esto representa y como siempre, transfiere el costo a la salud de los operadores ya que no tienen ninguna protección para el sistema respiratorio.

Sobre esta área se construyó un tapanco de madera cubierto por acero donde hay mesas de trabajo y algunas máquinas, dicha construcción improvisada ha causado ya el filtrado de líquidos hacia la parte que se encuentra debajo, afortunadamente no se ha registrado ningún accidente grave ya que los líquidos que se utilizan en el proceso de trabajo  son solventes que pueden causar daño al contacto con la piel; otro riesgo quizás a largo plazo pudiera ser el derrumbe de la construcción lo cual sería catastrófico para los trabajadores que se encuentran debajo y sobre dicha zona. Tampoco hubo comentarios de esto más allá de preguntar que tipo de solventes de manejaban y si las personas contaban con equipo de seguridad para ello.

Terminado el precipitado recorrido, el verificador se introdujo a una oficina con el representante del patrón y el gerente de la planta, además de algunos trabajadores que fungieron como testigos; solicitó algunos documentos, certificaciones y registros necesarios para su reporte (de los cuales se tenían sólo algunos) y se dirigió únicamente al representante comentándole cuál sería la calificación debido a las faltas en la cuales incurría la empresa, a continuación el representante le expresó su preocupación y le exhortó a incluir una buena calificación pues con las recomendaciones dadas se tomarían medidas para corregir las irregularidades.

Después de un rato de “estira y afloje” el inspector lanzó las frases “usted dígame como le hacemos” y “estamos en confianza, ¿no?”. El acuerdo final fue una dádiva en efectivo por una cantidad que oscilaba entre los once y trece mil pesos con el compromiso de que la empresa no sería requerida ni visitada por ninguna institución del Estado de México por un lapso de 6 meses.

Como podemos notar, no hay ningún cambio significativo en el tema de las prácticas corruptas por parte de los funcionarios a pesar de que el tema del combate a la corrupción pareciese el pilar de la 4ta Transformación,  si bien actualmente en el Estado de México el gobierno lo preside el PRI, la tolerancia de estos actos de soborno por parte del gobierno federal es un hecho constante en los centros de trabajo.

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La corrupción del Estado y la complicidad de la patronal ponen en riesgo la salud y la vida de los trabajadores quienes somos los que producimos la riqueza, pero que contradictoriamente somos también quienes sufrimos las consecuencias de este contubernio nefasto. Los trabajadores  deben  denunciar la falta de seguridad en los centros de trabajo y el exigir las herramientas y equipo de trabajo necesarios para la protección de la salud e integridad, únicamente con la organización y denuncia evitaremos que suceda un accidente grave o fatal como ha sucedido ya en varios centros de trabajo a lo largo y ancho del país.

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