Cultura y vida. Suplemento cultural de El Machete
El periódico El Machete ha decidido fortalecer la lucha en el frente ideológico creando un suplemento que abarque los aspectos como el arte, la literatura, la moral, la estética, la historia y demás elementos que conforman la cosmovisión y la cultura comunista. El objetivo es abrir un espacio de diálogo donde se exponga una mirada renovadora a la cultura, donde converjan distintas posicione en un debate abierto y franco, por lo que los artículos contenidos no siempre reflejarán las posiciones políticas e ideológicas de El Machete y el Partido Comunista de México.
No obstante, con este suplemento también deseamos inaugurar un espacio que permita difundir la tradición del arte revolucionario de México y el mundo, cuyas raíces se hunden en la cultura del pueblo trabajador que se organiza y lucha para abolir la explotación del hombre por el hombre. Buena parte de las plumas que se presentarán en estas páginas se dedicarán a analizar desde la óptica del marxismo-leninismo, las producciones culturales más recientes (cine, literatura, teatro, fotografía) para develar el carácter de clase de las mismas, demostrando que bajo el capitalismo no existe libertad para los artistas ya que estos y su obra se encuentran sometidos al mercado y la ideología burguesa. Algunos de los temas que abordaremos son la crítica a la supuesta neutralidad en el arte, las ideas del arte por el arte, se desmentirán las acusaciones de la propaganda burguesa contra la producción artística bajo el socialismo.
El suplemento contará con cuatro secciones: 1. Frente ideológico, destinada a textos de teoría y reflexión sobre la cultura y cosmovisión de los comunistas. 2. Letras Rojas, dedicada a las creaciones literarias de comunistas, el espacio se abre a las nuevas plumas y también recuperará las obras de gran valor de comunistas de otras generaciones. 3. Rincón de la crítica: dedicada a la reseña crítica de libros de arte, historia y literatura; también incluirá reseñas de películas. 4. Historia. Difundirá la historia de los comunistas y otras expresiones de lucha de los trabajadores y las masas explotadas. Y de forma constante esteremos complementando el suplemento con la publicación distintas expresiones gráficas, como fotografías, grabados y dibujos.
Deseamos que este primer número despierte el interés de nuestros lectores para que el suplemento alcance una mayor difusión en sus próximos números.
Frente ideológico
Para este primer número hemos decidido integrar para la sección de Frente ideológico un texto del conocido filósofo soviético Mark Rosental “Doctrina de Lenin acerca de las dos culturas” que fue incluido en El realismo socialista y las artes (2021), libro publicado por Editorial Revolución.
Doctrina de Lenin acerca de las dos culturas[1] (Primera entrega)
Mark Rosental
A la luz de la lucha contemporánea entre los dos campos, el campo de la democracia y del socialismo y el del bandolerismo imperialista, adquiere inmensa importancia la doctrina leninista acerca de las dos culturas. Al pronunciarse contra la teoría nacionalista burguesa de la unidad de la cultura en las naciones capitalistas. Lenin enseñaba que una sociedad dividida en clases no existe ni puede existir una cultura única y afirmaba que la sociedad capitalista de clase fracciona cada cultura nacional en dos culturas nacionales.
“En cada nación contemporánea, escribía Lenin en 1913, hay dos naciones… En cada cultura nacional hay dos culturas nacionales”. (Obras completas, t, 17, pág. 143, tercera edición rusa). Una cultura es la creada bajo el yugo del capital por la clase obrera y por sus ideólogos y representantes. Otra cultura es la de las clases explotadoras. La primera existe únicamente en forma de elementos de la nueva cultura, ya que las clases dominantes no le dan la posibilidad de desarrollarse. La segunda es la cultura dominante, que expresa los intereses de las clases burguesas y tiene todas las posibilidades de defender sus posiciones.
En cada cultura nacional existen, aunque no desarrollados, los elementos de una cultura democrática y socialista, ya que en cada nación existe la masa trabajadora y explotada, cuyas condiciones de vida engendra inevitablemente una ideología democrática y socialista. Pero en cada nación existe también la cultura burguesa (y en la mayoría incluso clerical y ultrarreaccionaria), y no solamente en el aspecto de elementos, sino como cultura dominante. (Ob. Cit. Pág. 123)
Lenin enseñaba a la clase obrera que aunque la cultura democrática y socialista existe en la sociedad burguesa sólo en el aspecto de elementos, el futuro le pertenece precisamente a ella. Le pertenece al futuro porque precisamente ella apoya y desarrolla las mejores tradiciones de la cultura nacional, porque precisamente ella es capaz de contraponerse al desmoronamiento y degradación de la cultura explotadora de la burguesía en la época del imperialismo. Con el ejemplo de la primera guerra imperialista, Lenin demostró que la existencia posterior del capitalismo representa un peligro enorme para la cultura mundial.
“Esta guerra –decía Lenin— coloca a la humanidad ante el dilema o de sacrificar toda la cultura, o de desembarazarse del yugo capitalista por medio de la revolución, eliminar la dominación de la burguesía y conquistar la sociedad socialista y una paz firme”. (Obras completas, t. XXII, pág. 145, tercera edición rusa).
En aquel periodo Lenin indicaba ya que ha llegado el momento histórico en que la burguesía, por medio a su fin, “apoya todo lo atrasado, caducado y medieval”, que, “está dispuesta a todas las salvajadas, ferocidades y crímenes con tal de salvar la esclavitud capitalista agonizante”. (Obras completas, t. XVI, pág. 395)
La etapa contemporánea de desarrollo del capitalismo demuestra hasta qué extremo tenía razón Lenin. No hay ferocidades ni salvajadas a las que no sea capaz de recurrir el imperialismo para prolongar su existencia. Aún están vivos en la memoria de todos los pueblos los monstruosos crímenes del hitlerismo, que destruyó valiosísimos monumentos de la cultura mundial y sombró la muerte, el obscurantismo y la desolación en todas partes donde entraron sus hordas. Pero no es este o aquel destacamento de la burguesía, sino todo el régimen capitalista el que es hostil a la cultura y constituye en obstáculo enorme para su desarrollo ulterior. No ha tenido tiempo de extinguirse el trueno de la Segunda Guerra Mundial y los cabecillas imperialistas de Norteamérica y de la Gran Bretaña han comenzado ya a preparar una nueva guerra aún más destructora, amenazando a todos los pueblos libres con privarles y destruir sus culturas nacionales.
El peligro que amenaza a la cultura por parte del imperialismo no reside solamente en que el capitalismo puede existir sin las guerras. El imperialismo es la base económica, política y de cualquier otra clase de la degeneración de la cultura. Conocida es la degradación completa de la cultura burguesa contemporánea. En el aceleramiento de esa degradación corresponde papel especialmente ignominioso a la cultura burguesa norteamericana, con su embrutecimiento de las gentes, con su objetivo consciente de atizar los más bajos instintos del hombre, de colocar todos los múltiples sentimientos, emociones e intereses de os hombres bajo el lamentable modo de vida norteamericano. El cosmopolitismo norteamericano contemporáneo no es otra cosa que el deseo de los imperialistas de los Estados Unidos de sojuzgar a los pueblos libres, y después, de destruir sus culturas nacionales e imponer en todo el globo terrestre la cultura de los esclavistas norteamericanos.
Por eso, la lucha desplegada ahora entre los dos campos, la lucha por la paz, por la democracia y por el socialismo, contra una nueva guerra y contra el imperialismo es al mismo tiempo la lucha de las dos culturas: de la cultura democrática y socialista por un lado y de la cultura de la burguesía agonizante por otro. Esa lucha se sostiene también en el seno de los países capitalistas. ¿Qué hay de común, por ejemplo, entre la cultura de Rolland, de Langevin, de Louis Aragon, que desarrollan las mejores tradiciones de la cultura nacional francesa y mundial, y la cultura despreciable y venal hasta la médula de Sartre, Blum y demás criados del imperialismo? ¿Qué tienen en común los escritores norteamericanos Howard Fast y Alberto Maltz con el enorme número de escritores norteamericanos que inundan el mercado capitalista de novelas pornográficas y de gánsteres? La lucha entre las dos culturas es a muerte, ya que una excluye a la otra, ya que una significa la vida y el progreso y la otra la muerte y la degradación.
Lenin y Stalin enseñan a todos los trabajadores, a todos los que están vitalmente interesados en un nuevo florecimiento de la cultura, que hay sólo un camino que conduce a la salvación de la cultura mundial de la barbarie de la burguesía imperialista. Es el camino de la lucha consecuente contra el capitalismo, el camino de la destrucción del régimen burgués y de la creación de una sociedad nueva, socialista. Solamente rompiendo las cadenas del capitalismo, destruyendo todo yugo, puede crear el pueblo liberado, basándose en todas las conquistas del pasado, una cultura nueva, socialista, sin precedente por sus principios ni por sus posibilidades de desarrollo.
La gran experiencia histórica de los pueblos de la Unión Soviética es la mejor demostración de la justeza de las ideas de Lenin y Stalin. Inmediatamente después de la victoriosa revolución proletaria en Rusia, Lenin proclamó que desde aquel momento, todos los bienes de la ciencia y de la cultura servirían, no a un puñado de explotadores. Después de la Guerra Civil, cuando el pueblo soviético pudo emprender la construcción pacifica, Lenin señalaba que la revolución cultural esa una etapa natural y necesaria en el camino al socialismo. (Continúa en el próximo número)
[1] URSS Boletín de información de la embajada de la URSS, no. 3 (310) 21 de enero 1950, pp. 21-23.