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Cuando voy al trabajo pienso en ti

 

Por: Roberto Grajales

 

Víctor Jara es sin duda uno de los artistas más conocidos en el mundo, y a pesar de que la música no fue la única expresión artística en la que intervino, es por esta que más se le conoce. Influenciado por su madre, desde muy joven Víctor desarrolló un gusto por la música, y ya en la ciudad de Santiago conoció a músicos pertenecientes a la Nueva Canción, corriente musical con contenido político y un fuerte compromiso social impulsada por las Juventudes Comunistas de Chile, a la cual se integró.

Como militante comunista, Víctor imprimió en sus letras un sentimiento proletario que transmitía la necesidad de una revolución socialista, en su canción Plegaria a un labrador Víctor cantaba:

“Hágase por fin la voluntad aquí en la tierra,

danos tu fuerza y tu valor al combatir.

Sopla como el viento la flor de la quebrada,

limpia como el fuego el cañón de mi fusil”

En su canción Luchín, el cantor contrastaba la realidad de los niños con la posibilidad de ser libres en una forma diferente de Estado:

“Si hay niños como Luchín,

que comen tierra y gusanos,

abramos todas las jaulas

pa’ que vuelen como pájaros.

Con la pelota de trapo,

con el gato y con el perro

y también con el caballo”

Y aunque escribió canciones de amor, éstas no se referían a cualquier tipo de amor, sino al amor entre las trabajadoras y trabajadores como aquella que se titula Cuando voy al trabajo:

“Cuando el turno termina

y la tarde va

estirando su sombra

por el tijeral,

y al volver de la obra

discutiendo entre amigos,

razonando cuestiones

de este tiempo y destino,

pienso en ti

mi vida, pienso en ti”.

O aquella tan conocida Te recuerdo Amanda:

“Te recuerdo Amanda,

la calle mojada

corriendo a la fábrica

donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha,

la lluvia en el pelo,

no importaba nada

ibas a encontrarte con él”

Para Víctor, como para las y los músicos de la Nueva Canción, la música de protesta era una forma de confundir a la juventud latinoamericana y del mundo, desviando la atención de la verdadera lucha. Como él expresara en Cuba en su concierto Habla y Canta:

“La canción de pronto puede ser un arma terrible y por eso la industria de la canción manejada por grandes empresas viendo que surge una canción nueva que está a lado de la lucha de los combates del pueblo la industrializa también y les da un título de protesta y ustedes pueden encontrar a muchos ídolos populares o populacheros más bien, como cantantes de protesta. Nuestra canción no es una canción de protesta, es una canción popular porque ella está unida íntimamente a la juventud y al pueblo, íntimamente en sus sentimientos más nobles, en sus deseos fervientes de ser libres y de vivir mejor.”

El 11 de septiembre de 1973, tras el golpe de Estado, Víctor es apresado y llevado al Estadio Chile en dónde junto a más de mil comunistas fue asesinado. Sin embargo, la suerte de Jara sería cruel, pues sus torturadores al reconocerlo lo separarían de la multitud para torturarlo hasta la muerte y cuentan los testigos que Víctor, a pesar de todo, nunca bajó la cabeza y mantuvo su dignidad.

Ahora Víctor está presente en cada canción que confronta al capital, en cada nota que busca el socialismo, en cada marcha exigiendo el derecho de vivir en paz, en cada confrontación con los oportunistas que no son ni chicha ni limonada, en cada paso que las y los comunistas damos por la emancipación de la clase trabajadora del campo y la ciudad.

50 años han pasado de su cruel asesinato y la mejor forma de reivindicar a Víctor es levantando la bandera roja del socialismo – comunismo y siguiendo su ejemplo. Cómo artistas debemos ser conscientes de que el arte no es ni podrá ser neutral, todo arte lleva impreso la ideología de una u otra clase. Hagamos arte como Víctor, desde el corazón, del proletariado para el proletariado, hasta que triunfe el derecho de vivir en paz.

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