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El presidente mintió. El último informe de gobierno de López Obrador

 

Por: Alejandro del Toral

El primero de septiembre de 2024, a exactamente un mes del término de su mandato, Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, dio su último informe de gobierno en el Zócalo de la Ciudad de México por la tarde.

En su informe, Obrador presentó un balance muy positivo sobre la situación general del país, mencionando que las condiciones materiales de la clase obrera habían mejorado. Sin embargo, si contrastamos la realidad con lo que alardeó, nos daremos cuenta de que mintió, le mintió a la clase trabajadora.

Prueba de ello es que, según el presidente, “se frenó la política antipopular de los gobiernos neoliberales”, dando a entender que sus políticas públicas han beneficiado a la mayoría, como dice el emblema de su gobierno: “Por el bien de todos, primero los pobres”. No obstante, esto es una mentira.

Las políticas antipopulares que el presidente adjudicó exclusivamente al periodo neoliberal siguen siendo vigentes: la economía ha crecido, pero a cambio de la precarización de vida de la clase obrera en el sector salud y en su desarrollo integral. La represión en contra de distintos actores políticos y sindicales ha seguido, pues el supuesto extinto cuerpo de granaderos, en conjunto con grupos de choque, ha reprimido a los trabajadores, activistas y militantes del PCM en diversas ocasiones. En campaña, AMLO dio un discurso antimilitarista, pero cuando llegó al poder, no hizo más que incrementar el presupuesto del ejército y a tratar de lavarle la cara, a pesar de haber asegurado que se castigaría a los corruptos y a quienes se vieron involucrados en crímenes de Estado, como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

¿Y qué hay de los cambios que prometió? Si pensamos en el proceso de “democratización” afín a la reforma judicial, nos daremos cuenta de que no será más que una estrategia para legitimar el poder de la socialdemocracia morenista y el Estado burgués, pues como decía Lenin: “Es lógico que un liberal hablé de democracia en términos generales. Un marxista no se olvidará nunca preguntar: ¿para qué clase?”. En cuanto al sistema de salud, este no es el mejor del mundo, como jactó el presidente, ya que gran parte del sector salud en México es de carácter privado, y el sector de salud pública es tan deficiente como su homólogo norteamericano. Otro ejemplo es que el crecimiento del salario mínimo que prometió no ha mejorado el poder adquisitivo de la clase obrera, y ni que decir de la reforma de 40 horas que fue completamente ignorada.

Aunado a lo que se contrastó de su discurso con la realidad, existen otras fuentes oficiales que pueden ser denunciadas por compartir la misma demagogia. Tomemos como ejemplo el Plan Nacional de Desarrollo (PND) del 2019, en este se establecía distintas cuestiones que debían ser atendidas a lo largo del sexenio, por lo que veremos algunas de ellas con especial interés para descubrir qué tan diferente es el rumbo que ha tomado el país en comparación con lo prometido.

En el ámbito económico, el PND asegura lo siguiente: “El crecimiento económico excluyente, concentrador de la riqueza en unas cuantas manos, opresor de sectores poblacionales y minorías, depredador del entorno, no es progreso sino retroceso”. Esta afirmación es contradictoria con lo que se menciona más adelante, pues se considera que la economía debe ser privada. Por ejemplo, se menciona que es la intención del gobierno realizar megaproyectos, atraer inversores privados y tener como prioridad el TMEC en política exterior. Estas medidas económicas claramente son excluyentes.

Relacionado con lo económico, socialmente se asegura que los programas de bienestar, los planes de desarrollo del sector salud y el Banco del Bienestar apoyarán a las zonas más marginales del país. Sin embargo, aunque los programas sociales han sido el sello de MORENA, esta maniobra política no ha impedido que la corrupción disminuya, ni que se prevenga el delito o se creen empleos dignos que combatan la migración, a pesar de que se había asegurado que estas acciones mejorarían la calidad de vida de los mexicanos y disminuirían la migración.

En el aspecto político, hay una cita del PND que pretende reflejar el pensamiento administrativo y político del gobierno morenista: “Las instituciones gubernamentales fueron puestas al servicio de los intereses corporativos y usadas para la creación, consolidación y expansión de fortunas, en tanto que diversos consorcios han disfrutado en los hechos de una perversa proyección política, legislativa, judicial y administrativa. El gobierno federal actual se ha planteado el objetivo de separar esos dos ámbitos y restaurar el principio constitucional de que “todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.

Obviando la crítica que se hace a la acumulación de riquezas cuando previamente se defendió un modelo de economía privada, podemos encontrar otras incongruencias. Por ejemplo, se menciona que el gobierno mande obedeciendo la voluntad del pueblo y que se luche contra la corrupción por ser la forma más extrema de privatización. Empero, en la práctica, el gobierno ha defendido la privatización y a elementos corruptos del Estado, como es el caso del ejército o de antiguos rostros de sexenios pasados, como Bartlett.

Toda esta información expone la diferencia entre la retórica obradorista y la realidad. La precarización de la clase proletaria y la marginación del país son situaciones veraces y actuales, y es deber de los elementos más conscientes de la clase trabajadora denunciar esta marginación e incentivar la organización de una política en favor de nuestra clase. Solo de esta forma se acabará con el poder de la burguesía, porque una “revolución de las conciencias” no es más que una farsa. Solo una revolución proletaria quitará a la oligarquía del poder.

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