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El gobierno de México ante la crisis de biodiversidad

 

 

Ante la documentación de la extinción de especies en diversas partes del mundo, y también en México, la investigación en biodiversidad se vió en un inicio como un tema “técnico”, que no interfería con la política del país, y que sin embargo servía como instrumento de legitimación de un gobierno, en ese momento quien ostentaba la presidencia era Carlos Salinas de Gortari, lo cual originó la creación de la Comisión Nacional para la Biodiversidad (CONABIO). En esa misma época se fundó la SEMARNAT, instancia que desde su origen confirma este sesgo ideológico, con una visión capitalista de la naturaleza, se enfoca a su manejo cómo “recursos naturales”. La inclusión del concepto “Medio Ambiente” ocurrió por la necesidad de regular la desmedida e incontrolada emisión global de contaminantes por todos los medios (suelo, aire, agua). Y que ya para entonces había originado desastres ambientales en muchos lugares del mundo y representaba una amenaza para el propio capital. Desastres que siguen ocurriendo, dado el escalamiento de la emisión de contaminantes, la sustitución de ecosistemas por agricultura e industria, la expropiación del agua, la desaparición de muchos grupos de especies y el nulo efecto de las reuniones globales entre gobiernos y el capital para “combatir” en un inicio y ahora “adaptarse” a estas crisis.

La biodiversidad es una condición fundamental para la existencia de los ecosistemas. La crisis de biodiversidad ha alcanzado un dimensión tal que ya amenaza con la desaparición de ecosistemas completos de la faz de la Tierra. La desaparición de especies, de comunidades naturales y ecosistemas amenaza la viabilidad misma de la humanidad. Ante la crisis climática y de biodiversidad global, los científicos han pecado de inocencia, por decir lo menos. Lo cierto es que en México, la cúpula de ecólogos, liderada por Sarukhan, han actuado pasivamente, la decisión inicial de este grupo fue decirse apolíticos y declarar su no intervención en la toma de decisiones, enfocándose exclusivamente en tomar datos, analizarlos y entregarlos a los “tomadores de decisiones”. Tomadores de decisiones (gobernantes y personeros del capital) que, por supuesto, han utilizado a los investigadores en ecología para validar una legitimación en el plano internacional, al mismo tiempo que han ignorado sistemáticamente las alertas u advertencias del desastre ecológico y climático que durante décadas se han realizado.

Se dicen apolíticos e imparciales, pero al pertenecer a la misma clase social han construido e instrumentado la justificación al saqueo de la naturaleza con un cuerpo ideológico que incluye conceptos como “capital natural”, “servicios ambientales”, y la distorsión de conceptos como el de “sustentabilidad” (al incluir “indicadores” que abren puertas a la explotación sin medida de personas y de elementos naturales), e instrumentos como las manifestaciones de impacto ecológico y los ordenamientos ecológicos. Ahora que esa instrumentación representa un obstáculo para el saqueo, la administración socialdemócrata de Sheimbaum les da una patada y los sustituye por administradores. Estos últimos no tienen conocimiento ecológico, ni lo necesitan, para justificar la explotación y destrucción de la naturaleza.

El Consejo Nacional de Ciencia, Humanidades y Tecnologia (CONHACyT) mostró ser más util para justificar las actividades del estado. Tal vez sea esa la principal razón por la cual ahora se eleva esa instancia de gobierno al nivel de secretaria. Esta nueva secretaria, por cierto, incluye la palabra “innovación”, lo cual a se alinea con las ideas y proyectos de expansion de infraestructura, industria y comercio de la administración socialdemócrata de Sheimbaum. A costa tanto de los trabajadores, como de la propia naturaleza.

La realidad global es que estamos en múltiples crisis. Al capital se le escapa, o le es completamente indiferente, el hecho de que la apropiación de la naturaleza ocurre en un mundo finito. La conservación de la biodiversidad no se puede tratar como a “un sector” o un grupo de personas que persiguen una tajada política y/o de territorio. Debemos tener claro que los humanos pertenecemos a la naturaleza. De la naturaleza venimos y de la naturaleza depende nuestra supervivencia. Por lo tanto las consideraciones acerca del uso (y abuso) de la naturaleza, deben estar arriba de las discusiones acerca de los intereses de la burguesía local contra la global.

La lucha de clases debe alinearse a la lucha por un mundo natural que permita a la humanidad no solo su supervivencia sino el pleno bienestar y persistencia enl a Tierra.

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