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El final del sexenio de López Obrador y la insumisión que se avecina bajo el gobierno de Sheinbaum

Editorial del número 19 de El Machete 

El canto de sirena de la socialdemocracia ha cumplido su cometido: reforzar la dominación de los explotadores al apaciguar la llama de la insumisión que ardía hace diez años, cuando por todo el país surgieron protestas contra el gobierno mexicano por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. El gobierno de López Obrador se despide dejando impunes a los funcionarios locales y federales responsables de este crimen de Estado, y al ejército, además de exculpar lo fortaleció entregándole mayor poder político y económico.

Sin importar el partido político o el rostro que llegue al gobierno, el Estado mexicano y sus instituciones (ejército, marina, policías, tribunales y juzgados) no cambian, siguen estando al servicio de los monopolios, justifican e imponen la dominación, y siguen teniendo la tarea de salvaguardar el orden por medio de las leyes de los explotadores. Esto implica que la militarización del país que deseaban Calderón y Peña Nieto, ha venido a ser cumplida por López Obrador, con la agravante de haberle lavado el rostro y las manos de sangre al ejército diciendo que es “pueblo uniformado”. Hoy los militares cumplen funciones de “seguridad pública” y con este pretexto están en las calles y no en los cuarteles, y a pocos días de terminar el sexenio de López Obrador se ha aprobó que los más de 100,000 efectivos de la Guardia Nacional y sus 250 cuarteles pasen a control del ejército. El Estado burgués se prepara para mantener su dominación por medio de la represión cuando la demagogia le sea insuficiente.

La dominación burguesa usa hoy la fachada de la democracia y el rostro del partido MORENA, y en medio de las pugnas entre este partido y los otros que también expresan los intereses de los monopolios, el Estado busca legitimar aún más, por ejemplo, en medio de la disputa interburguesa por el control del Poder Judicial, López Obrador y Morena desplegaron una campaña para justificar la “reforma judicial”, y esto sirvió para engañar a los trabajadores diciendo que se renovará el sistema de justicia con el nuevo sexenio; de esta forma difundieron la errónea idea de que “la sociedad en que vivimos funcionaría bien si se aplicaran correctamente las leyes”, y así aparenten hacer cambios profundos cuando en realidad dejan incólume el carácter burgués del Poder Judicial. Las problemáticas sociales derivan de que la ley que impera hoy es la ley de los explotadores para dominar a los explotados, por tanto, los jueces seguirán ejecutando la ley de los monopolios que salvaguarda la apropiación privada de la riqueza social producida.

Por ahora la mayoría de la clase obrera no alcanza a ver que el gobierno de López Obrador y el de Sheinbaum que comienza, son la continuación del dominio de los explotadore. Entre quienes alcanzan a ver que Morena es otra cara del capitalismo, algunos consideran que hay que mantener un “apoyo crítico” al gobierno que hoy tiene el apoyo de lasas masas, quienes así piensan se postran ante los explotadores y colaboran con ellos; otros más que ven en morena un gobierno burgués, se les antoja como una fortaleza infranqueable por el apoyo popular y por el reforzamiento de los aparatos represivos de tal forma que también caen en la inmovilidad que es otra forma de postración.

Ambas posiciones son erróneas, colaborar con el enemigo de clase queda descartado para los comunistas que deseamos derrocar el capitalismo, y el pesimismo es también un error, pues hoy estamos hoy en mejores condiciones para la lucha que hace seis años. El optimismo que caracteriza a los comunistas no sólo deriva del deseo de cambiar para mejor la situación en que vive la clase obrera, sino que además se apoya en el análisis científico de la sociedad que nos proporciona el marxismo. Es una ley social que cuando se agudiza la precarización de la vida de los trabajadores, se encuba y aflora la insumisión, y podemos ver que al inicio del sexenio de López Obrador se desmovilizaron sindicatos y organizaciones políticas, pero hacia el final del sexenio creció la dinámica de lucha obrero patronal, en contra de los monopolios y el gobierno: las protestas de los normalistas de la FECSM, el movimiento de la CNTE contra la reforma educativa no revertida y por el incumplimiento de acuerdos, las protestas de campesinos en Morelos, Puebla, Veracruz, Estado de México; la rebeldía de los pueblos originarios afectados por el Tren Maya, la huelga de huelgas de los mineros de Arcelor Mittal, la huelga de los trabajadores del Monte de Piedad, el movimiento por la reducción de la jornada laboral, entre otras movilizaciones.

En el sexenio de Claudia Sheinbaum, el llamado “segundo piso” de la cuarta transformación, se profundizarán las medidas anti obreras y populares ya impuestas por López Obrador, continuará el tratado de libre comercio T-MEC, se ahondará la militarización, se aplicarán aumentos salariales demagógicos que no elevan el poder adquisitivo, continuará la precarización laboral generando empleos sin contrato colectivo, y para atenuar la creciente pobreza seguirá la entrega de “apoyos sociales”. No obstante, estos paliativos serán insuficientes e insostenibles ante el escenario de guerra imperialista y la necesidad del capital de intensificar la explotación. Entonces, dado que el gobierno de Morena no ha solucionado ni solucionará la pauperización del pueblo trabajador, la insumisión de la clase obrera regresará con mayor a intensidad, alcance y masividad.

No cabe duda, es posible romper la dominación burguesa, pero hay que alistarnos desde ahora, extender la organización y lucha de los trabajadores por demandas inmediatas es la tarea que tenemos para no ser presa del espontaneísmo y poder orientar la insumisión hacia la instalación de un gobierno que verdaderamente represente los intereses de los trabajadores y todos los oprimidos y explotados: el socialismo.

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