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La titularidad de la relación laboral y la necesidad de un sindicato nacional para los trabajadores de la cultura

 

El 14 de mayo de 2025 marcó un momento fundamental en la lucha sindical del sector cultural. Ese día, ante el tribunal correspondiente, el Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SNDTSC) presentó las pruebas y documentos que lo acreditan como el sindicato mayoritario entre los trabajadores del sector. Se trata de un paso decisivo hacia la obtención de la titularidad de la relación laboral, es decir, el reconocimiento formal de que es el SNDTSC (y no ningún otro grupo o membrete) quien tiene el derecho legítimo a negociar en nombre del conjunto de trabajadores de la Secretaría de Cultura.

No se trata solo de un trámite legal: es la afirmación de una legitimidad construida en los hechos, en el terreno, con organización real y representatividad concreta. El SNDTSC ha nacido de la lucha, de la resistencia, de la voluntad colectiva, no de arreglos cupulares ni de favores institucionales. Durante años, ha sostenido su trabajo político y sindical de manera ininterrumpida, enfrentando condiciones adversas, fragmentación inducida, e intentos deliberados por debilitar el proyecto de un sindicalismo democrático y nacional.

Este proceso de legitimación debió haberse iniciado desde 2016, cuando las condiciones políticas e internas ya exigían una definición clara. Pero no se hizo. La historia mostrará que se perdió una oportunidad fundamental por falta de visión, por cálculos erróneos, por indecisiones o simplemente por intereses ajenos a la base trabajadora. Sin embargo, lo esencial es que, a pesar del retraso, la fuerza colectiva se sostuvo. El SNDTSC nunca dejó de ser mayoría y hoy lo demuestra con hechos.

En contraste, hemos visto el surgimiento de múltiples micro-sindicatos o iniciativas gremiales fragmentarias que, si bien pueden existir legalmente, no tienen la capacidad ni el respaldo necesario para asumir la conducción de una negociación nacional. Estos pequeños grupos, algunos formados con fines legítimos, otros por razones tácticas o incluso personales, han sido víctimas de una narrativa jurídica engañosa: se les hizo creer que mediante coaliciones, membresías cruzadas o interpretaciones forzadas del Apartado A podrían obtener una representación equivalente a la del sindicato mayoritario. Esa tesis se desmorona en la práctica y pronto será desmentida legalmente.

La ley es clara: la titularidad no se gana con membretes ni con declaraciones políticas; se gana con número de afiliados reales, con organización, con legitimidad comprobable. Y en ese sentido, no hay duda de que el SNDTSC es el sindicato que agrupa al mayor número de trabajadores en el sector cultural. No solo lo dice la ley, lo dice la experiencia acumulada en la lucha sindical.

Quienes han promovido la fragmentación (consciente o inconscientemente) se equivocan en su diagnóstico y en su método. El camino de las pequeñas organizaciones gremiales ha llevado, en los hechos, a una mayor vulnerabilidad del conjunto de los trabajadores. La división no fortalece, debilita; la dispersión no democratiza, confunde; la proliferación de membretes no construye poder colectivo, lo diluye.

La jornada del 14 de mayo fue también reveladora en el plano simbólico: frente al tribunal, desfilaron los mismos actores que, en lugar de sumarse al proyecto democrático nacional, optaron por caminos paralelos sin destino. Ahí estaban los sindicatos de Francisco Galván y Rubén Darío, el SINTINAH con sus ambiciones nacionales sin base, y los grupos pequeños de arquitectos, restauradores e investigadores, muchos de los cuales no superan las decenas de afiliados reales. La escena fue elocuente: muchas siglas, poca base.

Más aún, el sindicato gremial de investigadores ha sido responsable de prácticas gravísimas, como el robo del dinero del Seguro Médico de Gastos Mayores (aproximadamente 20 millones de pesos). Por culpa de ese robo, trabajadores perdieron la vida al no contar con la atención médica que les correspondía legalmente. Fueron abandonados por su propio sindicato, que se apropió de los fondos destinados a su salud, sin que hasta ahora los responsables hayan sido sancionados. Ese nivel de impunidad y traición a los trabajadores es inaceptable y representa lo más bajo del gremialismo.

Por eso, la mal llamada “Coalición Mayoritaria” no representa una alternativa real para los trabajadores del sector cultura. Es solo una suma de membretes sin respaldo, sin estructura, sin trabajo organizativo. Lo que no se construye desde la base, no puede imponerse desde el oportunismo. Solo un sindicato nacional, con presencia en todo el país y con capacidad probada de lucha, puede ser una verdadera herramienta de defensa colectiva.

En contraste, el SNDTSC ha demostrado en los hechos ser la única organización que defiende los derechos laborales de manera eficaz y coherente. Un ejemplo contundente es la resolución, tras más de cuarenta años de lucha, de la demanda de oportunidades regularización de profesores en las universidades del INAH que laboraban bajo condiciones precarias, sin certeza laboral ni derechos plenos. Por ello se impulsó la consolidación de plazas de asignatura, abriendo una vía de justicia laboral largamente negada por las autoridades del INAH. Ninguna otra organización ha logrado siquiera acercarse a estos resultados, porque no pudieron o no quisieron comprometerse con las causas de los profesores.

Estos avances no fueron producto del azar ni del favor de ninguna autoridad: fueron el resultado de la unión, la organización y la constancia de los trabajadores bajo el paraguas del SNDTSC. Es decir, se lograron con lucha colectiva, con democracia interna, con disciplina política y con convicción ética. Queda claro: solo la unidad de los trabajadores es la vía para conquistar derechos duraderos.

Hoy, más que nunca, la opción real y estratégica para el trabajador de la cultura es integrarse a un sindicato nacional. El SNDTSC no es un sindicato sectorial ni gremialista; es un proyecto nacional que busca articular a todos los trabajadores del sector cultural, sin importar su especialidad o formación, bajo un mismo horizonte de lucha. En un país donde las políticas públicas tienden a desmantelar lo común y precarizar lo público, sólo una organización de escala nacional puede enfrentar al patrón con fuerza y legitimidad suficientes.

Los sindicatos minoritarios, pese a sus legítimas intenciones, no pueden ni deben conducir la negociación colectiva. Tienen derecho a ser escuchados, pero no a hablar por todos. Lo que el SNDTSC logre en este proceso beneficiará también a quienes no lo integran, porque luchamos por principios, no por cuotas. Sin embargo, quien tenga conciencia democrática y compromiso con la defensa de sus derechos, sabe que la mejor manera de avanzar es sumarse al proyecto sindical mayoritario.

El proceso jurídico tomará tiempo. Sabemos que habrá impugnaciones, recursos, maniobras legales. Están en su derecho. Pero también sabemos que, más temprano que tarde, la ley nos dará la razón. Porque nuestra fuerza no es sólo legal: es también política, organizativa y moral. Y eso no se improvisa.

El SNDTSC es hoy la única herramienta real que tienen los trabajadores de la cultura para defender sus derechos y construir condiciones laborales dignas. La historia no se escribe con fragmentos, ni con siglas vacías. La historia se escribe con organización, con lucha, con estrategia, con decisión.

La disyuntiva es clara: fragmentación o unidad, improvisación o organización, membretes o movimiento. La única opción seria para el trabajador de la cultura es construir y fortalecer un sindicato nacional. Y ese sindicato ya existe: es el SNDTSC.

                                                 Profesores e Investigadores del INAH – SNDTSC

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