La disciplina militante en el estudio del marxismo-leninismo
Por: Roberto Grajales
Para quienes militamos en el Partido Comunista y en su Juventud Comunista, el estudio del marxismo no es un complemento ni un ejercicio académico, sino una tarea central de nuestra militancia. En una época donde la confusión ideológica es promovida activamente desde las universidades, los medios y hasta desde algunos movimientos sociales, estudiar a fondo el marxismo-leninismo es una necesidad urgente, pues el marxismo no se reduce a consignas ni a frases hechas, es una ciencia para transformar el mundo y, como toda ciencia, exige estudio sistemático, rigor y constancia.
Lenin decía que no puede haber práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria. En condiciones donde predominan teorías posmodernas que disuelven la lucha de clases en discursos identitarios fragmentados, la claridad ideológica solo puede construirse desde el marxismo-leninismo. Estudiar es combatir el desconcierto, es afirmar una orientación científica de clase, es dotarnos de las herramientas para intervenir con solidez en la lucha. Por eso, la formación no es una actividad para “quienes tienen tiempo”, sino un deber político para toda y todo comunista que quiera transformar la realidad.
Esta tarea exige un compromiso y una disciplina militante. Quienes militamos no tenemos el privilegio del ocio burgués ni la comodidad de los académicos profesionales. Por eso, debemos construir el tiempo para estudiar con voluntad política, sacrificar horas de descanso o de entretenimiento para fortalecer nuestra comprensión, no por prestigio, sino porque es necesario para el avance de la lucha de clases.
Lenin planteó con toda claridad: “No se puede llegar a ser comunista sin haberse apropiado de los conocimientos humanos ya acumulados”. Estudiar no es un acto solitario ni neutro: es prepararse para intervenir, para dirigir, para formar, para desenmascarar.
El estudio constante de los fundamentos del marxismo-leninismo y de los análisis producidos por nuestra militancia organizada nos permite: a) entender científicamente la realidad, b) intervenir con solidez en los debates ideológicos, c) hablar con obreros, campesinos y estudiantes con firmeza y claridad, d) desmontar los argumentos del oportunismo, del reformismo y del idealismo académico sin temor ni improvisación.
Pero el estudio no se limita a los libros. El periódico del Partido es también parte del estudio militante. Es deber de cada comunista leerlo, discutirlo, y contribuir con él. No basta con consumir análisis, hay que producirlos, hay que escribir, intervenir, polemizar.
Estudiar de forma individual y colectiva, en el cuarto de la casa o en el círculo de lectura, en las mañanas robadas al trabajo o en las noches arrebatadas al sueño, es parte de la ética comunista. Como escribió Marx: “Me he acostumbrado a hacer extractos de todos los libros que leo y a hacer constar, además, mis reflexiones”. Así fue como Marx formó una conciencia capaz de transformar la historia.
Por eso, camaradas, instruirse no es un consejo, es una tarea revolucionaria. La lectura consciente, el estudio organizado, la formación sistemática son la base de toda práctica comunista con vocación de victoria. Que ningún camarada diga “yo no sé hablar”, “no tengo formación”. Como afirmó el camarada Hermann Duncker, bajo el pretexto “yo no sé hablar” se trata de ocultar, en el noventa y nueve por ciento de los casos, tan solo la ignorancia y la comodidad.
Formarse es romper con esa comodidad. Es construirse como cuadro, es tomar la palabra con fundamento, es responder con rigor, es escribir con convicción. Instruirse, organizarse y luchar. Quien quiera ver triunfar la revolución socialista, que tome el libro y el periódico como toma la bandera y el megáfono.