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La corta memoria de la doctora: Entre las promesas incumplidas y la resistencia magisterial

 

Por: Juan Croniqueur

El 14 de abril de 2024, durante un mitin electoral en Culiacán, Sinaloa, la entonces candidata presidencial de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum Pardo, señaló airadamente a la audiencia: “…vamos a echar para atrás la reforma a las pensiones del 97 y del 2007, que condenaron a los trabajadores y trabajadoras del Estado, y afiliados al seguro social, a pensiones de miseria. Eso quedó atrás, con el neoliberalismo, nosotros pensamos en los trabajadores y trabajadoras de México, por eso vamos a echar para atrás, con la ayuda de diputados, de senadores, el régimen de pensiones que aprobó Zedillo y el innombrable de Calderón”.

La doctora no mentía… al menos, en un sentido de su intervención: Las Administradoras de Fondos para el Retiro (AFORES) son, en todo sentido, el ejemplo más contundente del daño brutal que el neoliberalismo infligió a la clase trabajadora no sólo en México, sino a escala global. Lamentablemente, la promesa lanzada aquella tarde de abril, repetida en casi todos los eventos de la candidata en aquel momento, unos meses más tarde se convirtió en palabrería hueca y estigmatización rotunda contra la organización que se atrevió a exigir que cumpliera con lo prometido en campaña: La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Mientras la CNTE se iba al paro indefinido de labores, tomando el Zócalo de la Ciudad de México y realizando protestas en más de 15 estados, el gobierno de la república comenzó la azarosa y denigrante tarea de justificar lo injustificable: Las AFORES existen pero ya no existen; se tiene un régimen de pensiones individualizado pero solidario e intergeneracional al mismo tiempo; si hay dinero para que las empresas financieras tengan ganancias gigantescas, pero no hay dinero para modificar el régimen de pensiones y jubilaciones. ¡Un verdadero galimatías gubernamental!

El régimen afirma que su nuevo modelo de pensiones –que siguen siendo las AFORES– es mejor que el anterior modelo –que también eran las AFORES–. ¿Qué evidencia ofrece la doctora Sheinbaum para respaldar sus dichos? Los siguientes:

Decremento de las comisiones cobradas por las AFORES.
Fondo de Pensiones para el Bienestar.
Congelamiento de la edad para la jubilación.

Las AFORES cobraban, hasta 2022, un promedio anual de 0.8% de comisiones a los trabajadores por “resguardar” sus recursos –sin consultarlos jamás, dichos sea de paso, sobre las transacciones que harán con dinero ajeno–. Tras una negociación con el presidente López Obrador, las AFORES bajaron sus comisiones al 0.57% promedio anual. ¿El resultado? En los primeros cinco meses de 2025, las AFORES tuvieron una ganancia neta de 6 mil 302 millones de pesos, 49% más que el año anterior, ¡pero las ganancias por pago de comisiones fueron de 16 mil 94 millones en cinco meses! La pregunta fundamental es simple: ¿Por qué las clase trabajadora tendría que pagar comisiones por el manejo de sus fondos? Traducción: ¡Los trabajadores “regalaron” más de 16 mil millones de pesos de sus ahorros en cinco meses para congratular al gran capital financiero nacional e internacional! ¡Gran negocio neoliberal!

El 1 de mayo de 2024, López Obrador creo el Fondo de Pensiones para el Bienestar, un fideicomiso público que complementará las exiguas pensiones que brindarán las AFORES a sus usuarios, buscando igualar el monto que recibirán a su último salario cotizado pero… con candados: como tener 65 años de edad –cuando la edad actual de jubilación en el ISSSTE es de 58 años para hombres y 56 para mujeres– y que la suma complementada sea inferior a los 17,364 pesos. Ante esto, salta a la vista una pregunta básica: ¿Por qué el Estado, con recursos del pueblo, tendría que usar miles de millones de pesos para complementar las pensiones de las y los trabajadores? La respuesta es simple: Para que las ganancias de las AFORES se mantengan intactas.

Las dos medidas señaladas fueron realizadas durante el sexenio obradorista, por lo que la actual presidenta no puede abrogarse su realización, dejándola con una sola propuesta de mejora al régimen de pensiones: congelar la edad de jubilación actual para los trabajadores, de 58 años para hombres y 56 para las mujeres. ¿Qué mejora implica esto respecto del régimen anterior de jubilación solidario e intergeneracional? Ninguna, puesto que el régimen anterior no contemplaba, para los trabajadores del Estado, una edad mínima para la jubilación, sólo se regía por los años de servicio.

Más allá de las ingeniosas pero insuficientes excusas del gobierno, la realidad se impone a la ficción: Las 10 AFORES del Sistema de Ahorro para el Retiro administran 7 billones 189 mil millones de pesos, de poco más de 69 millones de trabajadores, generando ganancias multimillonarias por el cobro de comisiones, dinero que no regresará jamás a quienes entregaron su vida trabajando para tener un retiro digno. El régimen de pensiones y jubilaciones de 1997 y 2007 sigue intacto, lo demás son paliativos bienintencionados, pero momentáneos, que no resuelven de fondo el robo en despoblado que cometen las AFORES contra la clase trabajadora mexicana.

Por señalar lo evidente y pedir que la doctora cumpliera su promesa de campaña, el gobierno federal encabezó por semanas un linchamiento mediático contra la CNTE, tildándola de derechista y conservadora. ¿Por qué? ¿Por decir la verdad? ¿Por exigirle cumplir con su palabra? Sin embargo, es necesario aclarar que, a pesar de lo señalado, los gobiernos de la 4T no son peores a sus antecesores. Ellos pauperizaron la calidad de vida del magisterio, lo estigmatizaron culpándolo del fracaso educativo mientras reprimían brutalmente a la CNTE y a cualquiera que se atreviera a protestar.

Morena nunca se jactó de ser un partido anticapitalista, es cierto, pero presumió, hasta la náusea, ser un partido-movimiento antineoliberal; en eso centró lo novedoso de su movimiento. Pero la renuencia a tocar incluso con el pétalo de una flor las sagradas ganancias del capital apertrechado en las AFORES, muestran un antineoliberalismo selectivo, por no decir sumiso. No lo combaten, piden permiso y, en el tema en cuestión, parece que no se los dieron. Su lema: “Por el bien de todos, primeros los pobres”, debería complementarse con: “Siempre y cuando lo apruebe el gran capital”.

Más de un año ha pasado desde que la candidata de la izquierda electoral pregonaba a los cuatro vientos que, si el pueblo votaba por sus senadores y diputados, la mayoría calificada echaría abajo el régimen de pensiones de 1997 y 2007, esa herencia maldita de los gobiernos prianistas neoliberales. El pueblo confió, la mayoría calificada está, pero la presidenta dice ahora que no se puede, que no hay recursos, que las cuentas de ahorro son individuales e intocables. Quien a dos amos sirve, con alguno queda mal. ¿Acaso es la magia del neoliberalismo incrustado en un régimen antineoliberal? No, seguro es mera coincidencia. Sólo un fallo en la corta memoria de la doctora.

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