Sobre las reformas legislativas
Columna “Entre la hoz y el martillo”
Sobre las reformas legislativas
Pável Blanco Cabrera
Para dar estabilidad al lucro y la ganancia de los monopolios los administradores del Estado realizan todos los ajustes necesarios al marco constitucional; del espíritu de la constituyente de 1917 no quedan ni las sombras por distintos procesos de contrarreforma precisamente asociados a restructuración de la economía en favor del capital.
Durante casi toda la vida legislativa que sigue al triunfo de la Revolución burguesa de 1910 el funcionamiento parlamentario es una simulación pues el único y supremo legislador es el poder Ejecutivo.
Y así hoy el llamado Plan C bajo la responsabilidad de la Presidenta Sheinbaum lleva adelante un proceso tan intenso como que encabezó Carlos Salinas de Gortari en la LIV y LV Legislaturas del Congreso de la Unión. Ambos Salinas y Sheinbaum serán apreciados en la perspectiva histórica como administradores leales a la dominación de la burguesía.
Salinas fue el arquitecto de la privatización, del ataque a los derechos sociales. Todo lo que hicieron después Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto fue en ese carril, que claro por ser un ataque brutal y continuo de casi tres décadas contra la clase trabajadora implicó la agudización del conflicto de clase capital/trabajo y una crisis de dominación, el ascenso de la insumisión y el cuestionamiento radical. Había que apaciguar, apagar fuegos, estabilizar y resanar las grietas del Estado, y esa fue la razón por la para la propia clase dominante en 2018 el candidato ideal resultó ser Obrador y la desmovilización temporal con la que se comprometió. En ese periodo la posición de los capitales de este país mejoró dentro del sistema imperialista; las superganancias de los monopolios fueron las más altas en los últimos 50 años; ahora Obrador-Sheinbaum llevan adelante el reforzamiento del Estado: primero con la llamada reforma judicial, la militarización de la Guardia Nacional y la Ley espía.
Es decisión presidencial, y no importa lo truculenta que pueda ser la opereta en la Legislatura; se compran personajes nefastos como los Yunes u otros que también mañana se pueden vender a un mejor postor; el carácter desaseado y al vapor del debate (sin conocimiento por parte de los legisladores de las iniciativas), sea realizan elecciones con poca participación y diciendo por quien tienen que votar; nada importa solo el resultado: a toda costa fortalecer al Estado mexicano, de naturaleza de clase capitalista, esto es el aparato de dominación de la minoría explotadora sobre casi cien millones de explotados, trabajadores, campesinos pobres, sectores populares. Pero no hay que perder de vista que su posición dominante es históricamente temporal puesto que es una clase caduca que no podrá impedir los estallidos sociales que tienen su base objetiva en los antagonismos entre los trabajadores y la patronal y en la forma de apropiación privada de la riqueza socialmente producida.
Se trata de retrocesos en materia democrática, pero no nos intimidan; por ahora la correlación de fuerzas les es favorable. Pero los revolucionarios luchamos en todas las circunstancias, estamos del lado correcto de la historia y tenemos todos los elementos para luchar por los cambios que son necesarios e inevitables.
Nunca una ley detuvo la fuerza de la historia.