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La escultura que incomodó al poder: retiran monumento a Fidel Castro y Che Guevara en la Tabacalera

 Redacción de El Machete

Ciudad de México, 16 de julio de 2025.

En un gesto que trasciende lo meramente administrativo, la Alcaldía Cuauhtémoc retiró esta semana el “Monumento Encuentro”, una escultura instalada en el Jardín de la Tabacalera que conmemoraba el histórico primer encuentro entre Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro en 1955. El argumento esgrimido por la alcaldía fue la falta de permisos formales para su colocación, pese a que la obra se encontraba allí desde hace varios años y gozaba de reconocimiento entre vecinos y transeúntes.

La alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega explicó que ni la entonces administración local ni los artistas responsables contaban con autorización oficial para la instalación. “Ni Fidel ni el Che pidieron permiso para instalarse”, dijo en tono irónico en redes sociales, reforzando el argumento de que la escultura habría sido colocada de forma irregular. Pero la frase, lejos de resultar anecdótica, revela una actitud que bordea la censura institucional.

El monumento —dos figuras de bronce a escala real sentadas en una banca, representando a los revolucionarios cubanos— no es una pieza decorativa cualquiera. Conmemora el inicio de un proceso histórico de liberación nacional que transformó radicalmente la historia del pueblo de cuba y cuya memoria continúa viva entre las clases trabajadoras y sectores populares de Cuba y México. El sitio elegido, además, no fue casual: en la Tabacalera vivió Fidel Castro mientras preparaba, junto a otros exiliados, la expedición del yate Granma rumbo a Cuba.

Burocracia y símbolos

La remoción de la escultura no puede explicarse únicamente desde el prisma administrativo. Aunque es cierto que no existía expediente técnico, ni aval oficial del Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos, resulta sintomático que este tipo de exigencias formales solo se activen cuando se trata de símbolos que interpelan el orden establecido. En contraste, numerosas intervenciones urbanas —murales comerciales, esculturas empresariales o religiosas— se mantienen sin mayor observación legal.

La retirada del “Monumento Encuentro” se inscribe en una tendencia global de ofensiva contra la memoria histórica de los pueblos. Se trata de una estrategia sutil, pero eficaz: vaciar de significado el espacio público, convirtiéndolo en una superficie neutra, desprovista de conflicto y de historia. El resultado es un paisaje urbano domesticado, donde sólo caben los relatos permitidos por la institucionalidad vigente.

Un acto político, no técnico

El retiro de la escultura no es un hecho menor. Forma parte de una disputa cultural más amplia: quién tiene derecho a recordar, y qué hechos deben permanecer en la memoria colectiva. Al eliminar un símbolo que remite a la solidaridad internacionalista y a la lucha por la emancipación de los pueblos, las autoridades locales reafirman una visión hegemónica del pasado, en la que no hay lugar para los procesos revolucionarios.

Que se acuda a razones técnicas para justificar una decisión política no es nuevo. Pero en este caso, la omisión resulta escandalosa. ¿Por qué no se regularizó la escultura en lugar de retirarla? ¿Por qué se optó por la desaparición y no por la preservación? ¿A quién molesta que, en un parque público, dos figuras de la historia latinoamericana sean recordadas sentadas en una banca?

Una memoria incómoda

La memoria del Che y de Fidel no es neutral, ni lo pretende. Evoca insurrección, dignidad, soberanía. Representa un horizonte de transformación que sigue latiendo en los sectores populares, pese a los intentos de domesticación ideológica. Su sola presencia —aun en forma de escultura— interpela e incomoda, pues es muestra de que la lucha por el socialismo sigue viva en las figuras de Fidel Castro y Ernesto Guevara “El Che”.

En espacio de encuentro de los revolucionarios
Además de las estatuas de Fidel y “El Che”, el Jardín Tabacalera es un espacio que también cuenta con un busto de Julio Antonio Mella, otro revolucionario comunista que actuó políticamente en México como miembro del Partido Comunista de México y su periódico El Machete. Por esto El Machete ha desarrollado actividades político culturales en este espacio desde hace ya varios años.

Sin duda el acto de retirar las estatuas de Fiel y el Che no quedará sin respuesta por parte de los comunistas que vemos en estos dos personajes el ejemplo de la entrega abnegada en la lucha por el socialismo.

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