Apuntes sobre la lucha magisterial de mayo-junio de 2025 en Yucatán
Por: Célula “Alexandra Kollontái”
Desde hace más de cuatro décadas, la CNTE sostiene una lucha frontal contra el Estado burgués mexicano. En 2024 y 2025, reactivó su movilización a nivel nacional mediante paros, marchas y plantones, como parte de una estrategia de confrontación política. Sus exigencias son: la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007, que privatizó las pensiones; la abrogación de la reforma educativa de Peña-AMLO y la eliminación de la USICAMM, instrumento de control laboral.
El magisterio también demanda un aumento salarial, la eliminación de la UMA en el cálculo de pensiones, la reinstalación de docentes cesados, castigo por la masacre de Nochixtlán y justicia para los 43 normalistas de Ayotzinapa. Estas exigencias son la expresión de la continuidad de la lucha de clases, no un ataque específico solo al gobierno de MORENA, como se pretende hacer ver.
En este marco, la lucha en Yucatán no fue una réplica pasiva, sino una apropiación del proyecto de la CNTE. Durante tres semanas, una fracción del magisterio estatal mantuvo un plantón frente al Palacio de Gobierno. En la plaza pública, bajo condiciones precarias y enfrentando al aparato mediático y gubernamental, se construyó una dirección, organizada democráticamente, que recuperó los principios de lucha, autonomía y combatividad. Esta dirección no surgió de una votación virtual. Fue el resultado de una necesidad con la confrontación como horizonte.
Pero como pasa en la lucha de clases, la unidad fue un campo de batalla, pues no es algo que surja por arte de magia. Otras fracciones del magisterio se sumaron a la movilización, pero se negaron a subordinarse a la dirección colectiva. El personalismo, el caudillismo de segunda, y la tradición burocrática del SNTE se expresaron.
Una corriente específica, portadora del lenguaje del trotskismo, operó con claridad contra la cohesión del movimiento. En nombre de una supuesta pureza ideológica, impugnaron toda acción colectiva y toda dirección política. No fueron los únicos. Desde los pasillos del Estado, se promovieron actores que, con discursos ambiguos y convocatorias paralelas, buscaban sembrar confusión. Algunos de ellos incluso defendían abiertamente la mediación institucional. Ambas posturas resultan oportunistas, pues todo oportunismo es reaccionario y todo sectarismo es funcional al oportunismo.
En este campo convulso, los partidos burgueses también intentaron posicionarse. El PRI y el PAN, sostenes históricos de las reformas contra las que hoy se luchan, buscaron mediatizar la lucha para proyectarse electoralmente. Sus declaraciones no fueron solidaridad, fueron operaciones de imagen. Su objetivo no fue respaldar las demandas, sino reencauzar la rabia popular en los márgenes del sistema político burgués. Peor fue el caso de Movimiento Ciudadano, que intentó revestirse de izquierda. Todos estos intentos fueron solo un conjunto de frases para cazar los futuros votos de la clase trabajadora.
Frente a la cerrazón institucional y la ofensiva mediática, la dirección del movimiento decidió tocar donde más duele al capital: la infraestructura. La toma del aeropuerto de Mérida y de la zona arqueológica de Chichén Itzá fue una táctica consciente de presión económica.
La toma de estos espacios no fue una provocación, fue una demostración de fuerza de clase. Y como todo movimiento de masas que golpea en el punto neurálgico del capital, generó una respuesta, la apertura de mesas de negociación. Solo entonces el gobierno cedió. No fue el diálogo lo que resolvió, fueron las acciones contra la infraestructura del capital.
Al cierre de la movilización, el magisterio constituyó formalmente la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Yucatán (CETEY). Esta organización, nacida de la lucha, no puede ser comprendida sólo como un órgano gremial. Es una expresión política en proceso de constitución, una herramienta para disputar la conducción del movimiento educativo en el estado de Yucatán.
Algunas conclusiones
La movilización del magisterio yucateco no debe ser leída solo como un episodio gremial o una expresión de inconformidad sectorial. También es una expresión de la lucha de clases, donde la base trabajadora confronta al Estado, a los partidos burgueses, a las burocracias sindicales y al capital financiero.
En Yucatán, las condiciones creadas por la lucha magisterial han dejado claro que ya no hay lugar para liderazgos simulados ni para conciliaciones huecas. Sólo la organización, la conciencia y la acción directa permitirán avanzar.
Esto por supuesto no debe ser tomado como una victoria total, pues es sabido que dentro de la CETEY, y debido a su pluralidad, existen militantes de los partidos burgueses denominados de “izquierda”, principalmente los afines a MORENA, escondiendo su bandera bajo la falsa moral del “apartidismo”. Pero no operan de manera apartidista, sino por el contrario, buscan proyectar a su partido como solucionador de esto. No hay que olvidar que durante la lucha magisterial del 2013 muchos operadores políticos de MORENA estuvieron involucrados pregonando el apartidismo, pero fue el magisterio, por lo menos en la Península de Yucatán, quien constituyó la base para la legitimación de MORENA como partido electoral.
Es también sabido que muchos maestros que ahora dirigen el movimiento hablan del apartidismo es decir, honestamente desean que el movimiento no sea utilizado por los partidos burgueses como ha ocurrido muchas veces. Sin embargo, son los partidos burgueses quienes se benefician del apartidismo, pues así impiden la participación del Partido Comunista de México, quienes se presentan tal y como son y sin ocultar su militancia, a diferencia de los operadores de los partidos burgueses.
Estas semanas de lucha nos dejan lecciones importantes, una de ellas es que la palabra “partido” sigue entendida en lo abstracto como un sinónimo de elecciones y no como lo que es, la expresión de los intereses de una clase o fracción de esta. Otra muy importante es que los actos simbólicos como los “brazos caídos”, las protestas meramente artísticas y la llamada “acción directa”, no tienen efecto, pero demandas concretas, estrangulando la reproducción del capital, sí la tiene.