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En memoria de Miguel Urbano Rodrigues, en ocasión del centenario de su natalicio

Pável Blanco Cabrera, Primer Secretario del CC del PCM

El 2 de agosto de 1925 –hace un siglo- nació Miguel Urbano Rodrigues, un comunista portugués con el que tuvimos fuertes vínculos los comunistas de México, del que aprendimos mucho.

Miguel Urbano Rodrigues era un intelectual revolucionario, de conocimientos enciclopédicos, con profunda erudición histórica y cultural; era también un periodista de combate, un periodista militante. Fue director de O Diario, un periódico que se publicó en Portugal en el marco de la intensa lucha política que se abrió con la Revolución de los Claveles; también fue corresponsal de Avante, el periódico de los comunistas de Portugal, en Afganistán en plena guerra, y también en La Habana. Con la llegada de los medios digitales fue un asiduo colaborador de Rebelión y Lahaine, además de odiario.info que él fundó. Su labor de intelectual y periodista no eran una barrera para su labor militante, era un intelectual comunista, y era un periodista comunista. Era un verdadero comunista, sencillo, fraterno, inflexible en los principios, pero siempre con argumentos y dispuesto al dialogo, al debate.

Personalmente nos conocimos en medio de las luchas de inicio del Siglo XXI. Hace 25 años el Plan Colombia, el ALCA, los sucesos del 11 de Septiembre del 2001 en Nueva York y la “guerra antiterrorista” de Bush, el golpe de Estado en Venezuela eran expresiones de una ofensiva del imperialismo contra los pueblos. En esa vieja pero interminable disputa entre el campo de la reforma y la revolución, había una campaña para excluir a las FARC-EP –el partido comunista en armas que comandaban Manuel Marulanda y Alfonso Cano- de distintos espacios. La existencia y actividad de las FARC-EP era uno de los principales factores de contención a las políticas del imperialismo en la región. Las FARC-EP no solo recibían el ataque de la oligarquía colombiana y del Gobierno de EEU, también eran asediadas por las fuerzas reformistas que condenaban la crítica de las armas. Miguel Urbano que frisaba los 75 años asumió la tarea de no permitir que se aislara y restara visibilidad a esa organización revolucionaria; visitó campamentos farianos, conversó con varios cuadros de dirección, y contribuyó a desarmar la campaña reaccionaria que señalaba que tal organización era una entidad narcoterrorista. Demostró el carácter revolucionario y legítimo de la epopeya de Manuel Marulanda, Alfonso Cano, Raúl Reyes, Mono Jojoy, Iván Ríos. Una de esa reuniones donde coincidimos fue el II Encuentro Continental contra el Plan Colombia realizado en México a principios del 2002, y desde entonces sostuvimos una relación de camaradería; nos enviaba sus artículos para que opináramos sobre un punto u otro, y en correspondencia dos o tres veces por semana intercambiábamos sobre distintos tópicos de la lucha de clases y la lucha anticapitalista y antiimperialista.

Miguel Urbano nos relacionó con la intelectualidad revolucionaria de esos años; Istsván Meszaros, Geroge Labica, Samir Amin, Henrry Alleg, Jean Salem; el tiempo no se detiene, el ciclo de la vida es inexorable. Hoy todos ellos ya no están, y su ausencia se resiente, pues aunque no coincidiéramos totalmente con sus puntos de vista, eran intelectuales en todo el sentido de la palabra.

Los cientos de artículos de Miguel Urbano escritos en esos años son una constancia del debate ideológico desde las posiciones del marxismo. Son años en que florecen posiciones confusionistas, antimarxistas, como las de Toni Negri, John Holloway, el progresismo, la tercera vía, la globalización, el movimientismo, el neoanarquismo. El camarada Urbano se posicionó en favor del marxismo-leninismo en todos los casos.

Miguel Urbano sin titubear sostuvo la vigencia del socialismo como alternativa al capitalismo, la necesidad del partido comunista como instrumento de la clase obrera, y a la clase obrera como el sujeto revolucionario de nuestra época. Era muy crítico de los partidos comunistas que coqueteaban con esas tendencias ideológicas “renovadoras”, y muy crítico de las posiciones que mellaban el carácter comunista del partido en que militaba, por ejemplo del acuerdo con el PS.

En alguna de las últimas reuniones que tuvimos, cuando llegaban a su fase final los diálogos en La Habana entre el gobierno Colombiano y las FARC-EP expresó su crítica frente a lo que consideró un gravísimo error: la dejación de armas. Nunca los comandantes Marulanda y Alfonso Cano habían aceptado el punto de la dejación de armas, y por el contrario, encontraban que las armas en manos de la guerrilla eran la única garantía de un acuerdo de paz. La historia confirmó esta apreciación.

El camarada Miguel Urbano tenía una confianza absoluta en la viabilidad del socialismo, un optimismo histórico. Estaba totalmente convencido de la necesidad del partido comunista y del rol de los revolucionarios profesionales, de los bolcheviques.

No lo olvidamos, lo tenemos presente.

 

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