EL RIESGO DEL CHARRAZO EN EL SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA SECRETARIA DE CULTURA
EL RIESGO DEL CHARRAZO EN EL SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA SECRETARIA DE CULTURA
Diego Amaborda
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SNDTSC) atraviesa un momento decisivo: de esta elección dependerá si continúa siendo un instrumento al servicio de los trabajadores o si se consolida como un aparato burocrático que favorece intereses particulares. La contienda enfrenta a dos fuerzas dentro del sindicato: por un lado, el sindicalismo tradicional, gremial y clientelar, que divide y protege los intereses de unos pocos dirigentes; por el otro, un movimiento democrático que busca consolidar un sindicato nacional con funcionamiento transparente, participativo y de vanguardia.
Se disputan la dirigencia dos planillas: la roja, que concentra los intereses de una familia y de un dirigente nacional que pretende controlar el sindicato, y la azul, apoyada por las bases, que representa a la mayoría de los trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y abre la posibilidad de una dirigencia democrática también en el sector central. Estas fuerzas se reflejan además en dirigentes mixtos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), quienes encarnan las dos opciones a elegir por cartera en los colegiados generales.
La Coordinación Nacional Colegiada (CNC), equivalente al Comité Ejecutivo Nacional en otros sindicatos, es el máximo órgano de representación del SNDTSC. La CNC es colegiada porque agrupa a los representantes de los tres sectores del sindicato (INBAL, INAH y Central) en cuatro colegiados generales: el Colegiado General Ejecutivo (equivalente al Secretario General); el Colegiado General de Organización; el Colegiado General Laboral y el Colegiado General de Finanzas.
También se eligen los representantes de la Comisión de Garantías y Transparencia (CGyT), equivalente a las comisiones de vigilancia, hacienda y fiscalización en otros sindicatos, y de la Comisión de Honor y Justicia, un representante por cada sector, sumando tres en total.
Actualmente, la dirección del sindicato ha estado bajo el control de un grupo cercano a la Planilla Roja, encabezado por Enrique Roura Pech, conocido por su cercanía con Juan Hernández Melchor. Juan Hernández Melchor ya fue Colegiado General Ejecutivo, y en 2019 la CNC dio continuidad a Roura Pech en la dirección. Esta corriente política impulsa, apoya y sostiene la candidatura de Silvia Hernández Melchor, hermana de Juan Hernández, como candidata al Colegiado General Ejecutivo por el Sector INAH bajo la Planilla Roja. El resto de la planilla está conformado por Uriel Sánchez Amado, Consuelo Argüello Zamudio y Eduardo Pérez Rendón.
El respaldo a esta candidatura es público y visible: Rafael Hernández Melchor, Vocal Ejecutivo de la Sección Coahuila y hermano de Silvia, así como Juan Hernández Melchor, Secretario General de la Sección Estado de México, han acompañado y promovido activamente la campaña de Silvia.
La Planilla Roja representa, por tanto, la continuidad del grupo que actualmente encabeza la CNC. Los ataques recientes dirigidos desde esta Coordinación contra Carlos Arturo Hernández Carrillo, candidato de la Planilla Azul, son prueba de ello. Han tejido alianzas con algunos Secretarios Generales de las secciones, quienes también los apoyan. Como heredera de la corriente de la CNC, la Planilla Roja defiende los intereses de la familia Hernández Melchor y su círculo cercano.
Durante el I Congreso Nacional Extraordinario del SNDTSC, Roura y Melchor llevaron a cabo una maniobra para ampliar el mandato de la CNC de tres a seis años. Esta manipulación consistió en incluir un punto que nadie conocía, fuera del orden del día, y aprobarlo mediante presión, aprovechando que Enrique Roura, quien había sido asesor de Juan Melchor, asumiría el Colegiado General Ejecutivo del Sector INAH sin enfrentar oposición alguna.
En esta contienda, el Colegio Nacional Electoral condicionó que no se hiciera uso de recursos propios ni de terceros, dado que no se destinó dinero sindical a las campañas. Se recomendó, en cambio, utilizar medios de transmisión por internet y plataformas de mensajería. Sin embargo, la Planilla Roja ha hecho ostentación de recursos económicos al realizar una campaña presencial en secciones como Veracruz, Oaxaca, Teotihuacán y Morelos, entre otras, cubriendo gastos de comidas, pasajes, camisetas bordadas y enormes mantas para mítines, usando recursos propios y de terceros, sin ninguna fiscalización. Esto ha generado una contienda muy inequitativa, ya que la Planilla Azul, respetando los acuerdos, no ha utilizado recursos para visitas presenciales.
La Comisión Nacional Electoral modificó posteriormente los términos de la convocatoria para permitir que las planillas hicieran visitas si eran invitadas por las secciones. Sin embargo, esta solución es contradictoria, pues no cambió la prohibición del uso de recursos y resulta inverosímil realizar viajes de campaña sin gastar dinero. La falta de fiscalización ha creado una contienda desigual y claramente desfavorable para la Planilla Azul.
La campaña de la Planilla Roja se ha caracterizado por propaganda sucia, mentiras y calumnias que ponen en riesgo la reputación de sus propios seguidores, mientras carece de propuestas concretas, sustituyéndolas con declaraciones genéricas de lucha sin un programa puntual.
Por su parte, la Planilla Azul se ha comprometido a luchar por la titularidad de la relación laboral como sindicato mayoritario, abrir canales de negociación con la Secretaría de Cultura para atender las demandas más urgentes (como el reconocimiento de prestaciones económicas por parte de la Secretaría de Hacienda), buscar un presupuesto que supere el déficit fiscal del sector, homologar sueldos y salarios en toda la Secretaría, y lograr la basificación de un gran número de trabajadores y profesores eventuales bajo el principio de “a trabajo igual, salario igual”.
Asimismo, la Planilla Azul propone organizar una coordinación real de lucha entre los tres sectores mediante la realización periódica del Congreso Nacional, el máximo órgano de gobierno del sindicato, que la actual dirección ha evitado convocar durante los nueve años de vida del SNDTSC. En pocas palabras, la Planilla Azul lucha por la democratización y por transformar al sindicato nacional en un verdadero destacamento que defienda los derechos laborales y formule propuestas científicas y académicas.
La familia Hernández Melchor como garante del control charro en el SNDTSC
La Planilla Roja no es un grupo nuevo ni independiente; es la prolongación de la corriente de la CNC, una directiva que durante años ha ejercido el control absoluto sobre el sindicato. Su dominio en seis de treinta y tres secciones ha servido para bloquear sistemáticamente cualquier iniciativa que pudiera beneficiar a la mayoría de los trabajadores. No buscan la defensa colectiva, sino preservar su poder y privilegios: un ejemplo claro de charrismo sindical.
Han estado aliados con la Coordinación Nacional Colegiada y ahora pretenden recuperar el INAH para su corriente, en colusión con representantes venales cuyo oportunismo amenaza la democracia interna y la lucha de la clase trabajadora.
La estrategia de la Planilla Roja es evidente: perpetuarse en el poder mediante alianzas internas y externas, control absoluto de los recursos y manipulación de procesos legales y estatutarios. Concentrar el poder en un núcleo familiar y de allegados no solo estrangula la representación democrática, sino que abre la puerta a la corrupción y al uso indebido de los recursos del sindicato. Cada acción de esta planilla confirma que su único objetivo es mantener el control, mientras los derechos y necesidades de la base quedan subordinados a sus intereses personales.
Cuotas sindicales congeladas: un intento de apropiación fallido
La institución congeló, desde la existencia de la D-III-24, las cuotas de la organización nacional integrada por los trabajadores de provincia que estaban afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y que se negaron a aportar a ese sindicato charro. Este acto de resistencia configuró la lucha misma de los maestros por democratizar al SNTE, dando lugar a la conformación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y permaneció congelado en manos del INAH durante años. Estas cuotas se conocieron como las “cuotas históricas”, que con el paso del tiempo llegaron a representar millones de pesos.
Las cuotas históricas sindicales congeladas son recursos que pertenecen legítimamente a los trabajadores de la Secretaría de Cultura. Sin embargo, la CNC actual intentó apropiarse de esos recursos, alegando que, al ser la dirección, les correspondían. Posteriormente, sostuvieron que eran propiedad del SNTE y, más tarde, de la Federación. Este intento fracasó, porque los órganos de gobierno del INAH votaron mayoritariamente a favor de rescatar los fondos, objetivo que se logró en 2023.
Silvia Hernández, en ese momento representante de rama de los profesionistas en gestión del patrimonio cultural (Comisión de Escalafón y Admisión de esa rama), se opuso, junto a sus hermanos, Secretarios Generales, a que se recuperaran esos recursos para el sector INAH, alegando que pertenecían al SNTE. La mayoría de los congresos del sector INAH votó por recuperar los recursos, lo que se concretó mediante su distribución proporcional entre quienes habían sido de provincia y que formaban parte no solo de este sindicato, sino también de otros. Gracias a esta acción, se adquirió la Casa del Trabajador del INAH y se evitó que la CNC se apropiara de los recursos de manera indebida.
Este episodio demuestra, una vez más, que la lucha sindical no es neutral: o se defiende a los trabajadores, o se perpetúa el clientelismo y la apropiación de recursos por grupos familiares al servicio del charrismo. La historia de la recuperación de las cuotas históricas es, en esencia, la historia de la resistencia de los trabajadores frente al control burocrático y corrupto.
Irregularidades legales y vulnerabilidad institucional
La Coordinación Nacional Colegiada ha llevado al sindicato a una situación crítica: la demanda de titularidad fue rechazada debido a errores en el trámite por parte de la CNC, que no acreditó la personalidad jurídica ante la autoridad laboral. Esto obedece a las maniobras de los dirigentes actuales para imponer colegiados mediante procesos irregulares que favorecen a los suyos, lo que provocó el rechazo del trámite. Esta falla no es un descuido administrativo; es la consecuencia directa de un modelo de charrismo que prioriza la acumulación de poder sobre la defensa de los derechos de los trabajadores. La organización queda, así, expuesta, sin protección frente a posibles ataques externos o intentos de apropiación de sus recursos.
La gravedad se intensifica al considerar que, desde hace seis años, no se convoca a un Congreso Nacional, mandato estatutario indispensable para la rendición de cuentas y la renovación de los órganos de dirección. En su lugar opera el Consejo de Representantes, un órgano intermedio mal diseñado que no garantiza la proporcionalidad de la membresía; de este modo, sin legitimidad legal ni mandato formal, han gobernado de manera cerrada y jerárquica. La toma de decisiones se concentra en manos de un núcleo reducido, eliminando la fuerza de los sectores más numerosos del sindicato.
Esta situación no es menor: revela la lógica de apropiación burocrática que subyace en el grupo que busca dar continuidad a la dirección actual. Un sindicato así deja de ser un instrumento de la clase trabajadora y se convierte en un aparato al servicio de intereses privados, donde la falta de legitimidad legal y la ausencia de congresos se utilizan como herramientas para perpetuar privilegios y controlar recursos colectivos. La vulnerabilidad institucional del SNDTSC no es accidental; es la expresión de un sindicato secuestrado por la burocracia, debilitando su capacidad de resistencia y su función histórica como órgano de defensa de los trabajadores.
Alianzas estratégicas: fortaleciendo a la Planilla Roja y bloqueando a la Planilla Azul
El grupo de la Roja, hoy, intenta imponer el charrazo en el SNDTSC mediante alianzas estratégicas con algunos dirigentes del sector INAH y con la propia Coordinación Nacional Colegiada actual. Estas alianzas no son democráticas ni buscan fortalecer al sindicato como órgano de lucha; son instrumentos de poder destinados a favorecer a un grupo reducido y a bloquear a cualquier oposición que amenace su dominio, en particular a la Planilla Azul, que representa la alternativa legítima y democrática de la base trabajadora.
El efecto de estas alianzas es evidente: se ha intentado bloquear la participación de la Planilla Azul en secciones como la Ciudad de México, encabezada por Gloria Calvo, visible dirigente con nexos con la familia Hernández Melchor desde hace muchos años. Mientras tanto, algunos miembros del Comité Ejecutivo Sectorial del INAH, vocales y secretarios generales, promueven los intereses de la Planilla Roja mediante favores y acuerdos estratégicos, consolidando un núcleo de poder cerrado y jerárquico. Lo que se presenta como unidad es, en realidad, un mecanismo de control: un aparato diseñado para perpetuar privilegios y mantener a la base trabajadora marginada.
La Planilla Azul, que representa la voz de la base y la defensa colectiva de los trabajadores, es sistemáticamente excluida, lo que evidencia la lógica de charrismo y captura burocrática: el sindicato deja de ser un instrumento de los trabajadores y se convierte en un mecanismo de reproducción de privilegios para unos pocos.
Llamado a los trabajadores: impedir la perpetuación del charrazo y defender la función histórica del sindicato
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Cultura está en un momento decisivo. No se trata de una elección rutinaria. No es un acto administrativo. Es la definición de quién controla el sindicato: si será un instrumento de los trabajadores o un aparato al servicio de unos pocos.
La Planilla Roja no actúa sola. Es la extensión directa de la CNC de Enrique Roura. Se ha aliado con el Comité Ejecutivo Sectorial del INAH. Juntos forman un bloque cerrado. Su objetivo es claro: apropiarse del sindicato. Mantener a la base trabajadora marginada. Controlar los recursos. Eliminar la democracia interna. Subordinar a los trabajadores a sus intereses.
Los trabajadores tienen ahora la obligación histórica de cerrarle el paso. La Planilla Azul representa la alternativa verdadera. La fuerza de la base. La lucha por la democracia sindical. Una elección a su favor no solo restablece la representación; significa construir un sindicato capaz de tomar decisiones colectivas, de unificar la lucha y concentrar la fuerza en un solo frente.
Se necesitan Congresos Nacionales activos. Colegiados generales fuertes. Coordinación entre todos los sectores. Una estrategia que no disperse esfuerzos en luchas aisladas. Un sindicato que pueda negociar con SECULTURA y garantizar derechos reales. Esa es la única vía para que la voz de los trabajadores tenga poder.
Si gana la Roja, todo se pierde. Se consolidará el charrismo. Se perpetuarán privilegios. Se secuestrará al sindicato. La CNC seguirá imponiendo sus candidatos. Los recursos seguirán en manos de un pequeño grupo. La participación de la base quedará anulada. Seis años serán suficientes para enterrar la democracia sindical.
La Planilla Azul no es solo un nombre. Es la resistencia. Es la continuidad de años de lucha por la democracia en el SNDTSC. Es la voz de quienes siempre han defendido los derechos de los trabajadores, frente a la burocracia, al clientelismo y ante los intentos de golpes de las autoridades.
La elección es más que política: es histórica. Decide el rumbo del sindicato. Decide si será un instrumento al servicio de la clase trabajadora o un aparato al servicio de intereses privados. Decide si la base tendrá poder o si será marginada por un bloque cerrado que protege privilegios.
No hay neutralidad. No hay término medio. O se fortalece la democracia y se construye un sindicato unido, fuerte y consciente de su fuerza, o se permite que el charrismo y la burocracia consoliden un aparato cerrado, jerárquico y autoritario.
Los trabajadores deben asumir su papel. Participar. Organizarse. Defender lo que es suyo. Porque solo la unidad y la acción colectiva pueden romper el monopolio de poder de la Planilla Roja y abrir un camino de lucha real, de resistencia y de justicia para todos.
Esta no es una elección cualquiera. Es la batalla por la vida del sindicato. Por la fuerza colectiva. Por la defensa de los derechos. Por la democracia. Por el futuro de la clase trabajadora en la Secretaría de Cultura.