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La Lucha Sigue

 

Por: Arturo Mendoza

Estamos en vísperas de que se cumplan 11 años desde que nuestros compañeros normalistas de la normal rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa fueran desaparecidos en Guerrero; a 57 años desde que las generaciones de jóvenes del movimiento estudiantil del 68 fueran masacradas por el ejército mexicano; y a 60 años de que brotara uno de los primeros intentos por llevar en pie de lucha la revolución comunista en México con el asalto al cuartel Madera en Chihuahua por parte del Grupo Popular Guerrillero. Estos tres acontecimientos tienen un eje común: la represión por medio del uso indiscriminado de toda la violencia ejercida por el Estado en el mínimo instante en que vieron amenazada su situación dominante sobre la clase proletaria. Una que, siendo el intento de la toma del poder por medio de las armas, no podía esperar más que la reacción violenta del Estado mexicano. Sin embargo, las otras, que fueron expresiones de las luchas populares de la clase obrera, recibieron el mismo trato: su aniquilación inmediata.

No es distinto el trato que la movilización de nuestra clase recibe en el actual gobierno socialdemócrata, que se dice hacedor de toda causa de lucha popular. Reprimen a nuestras hermanas y hermanos de clase e ignoran sus justas demandas; quedando demostrado con el recibimiento que el gobierno dio a la lucha del magisterio por implementar un sistema solidario de pensiones. Y si su indiferencia no es suficiente para acallar a la movilización, entra en ejercicio su carácter represor para suprimir toda lucha de clase. Dentro del sistema burgués no podemos aspirar a ningún tipo de justicia.

Es este el mensaje que insiste en que nos grabemos el sistema burgués. Es esto lo único que tiene para ofrecernos a aquellos que decidimos alzar la voz a favor de nuestra clase. Pero nosotros tenemos algo que recordarles a la burguesía y a sus títeres políticos: cada vida arrebatada jamás será olvidada, cada sangre derramada será vengada. Nuestra lucha es la lucha de la liberación de la humanidad, y mientras uno sólo de nosotros siga sufriendo la miseria a la que nuestra clase es sometida por el interés del capital, la llamarada de la revolución seguirá beligerante, reclamando la reivindicación de todas nuestras luchas, la justicia de todos nuestros muertos, la victoria de la clase proletaria y su llegada al poder.

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