Diego Rivera: Solicitud de reingreso al Partido Comunista
Solicitud de reingreso al Partido Comunista[1]
Diego Rivera
He declarado ante el Partido Comunista, anteriormente y ahora reitero mi declaración, que reconozco todos mis errores políticos cometidos desde mi exclusión del Partido en 1929.
Desde que un hombre es excluido de su Partido por los errores que comete, y no reconoce éstos plenamente tratando inmediatamente de rectificarlos, siguiendo desde fuera del Partido la línea política de éste, tan cerca como le sea posible, tratando de corregir sus desviaciones; entonces se encuentra sobre un plano inclinado sobre el cuál se desliza a velocidad acelerada hasta lo más hondo y profundo de su equivocación política que rápidamente se convierte en una posición abierta que lo sume en la contrarrevolución y, necesariamente, lo hace naufragar por fin en la peor traición.
Yo reconozco haberme deslizado sobre ese plano inclinado cayendo por él hasta el encenegamiento contrarrevolucionario trotskista. Al llegar tan abajo que me encontré ser miembro de su pandilla, empecé a ver, desde dentro, más claro sus errores en los que yo mismo había caído y al comenzar trabajosamente a darme cuenta de ello inicié discusiones que dieron por resultado mi expulsión del trotskismo en 1939 (cediendo a las solicitaciones de sus pandilleros había entrado a su organización en 1935). Sin embargo, al ser expulsado de entre ellos no supe afirmar mis posiciones más allá del interior de su pandilla, ni tuve el valor político necesario para exponer públicamente mi posición.
Tampoco supe iniciar inmediatamente la lucha contra esos trotskistas y la denuncia de sus traiciones, desde la única posición desde donde esto hubiera sido posible, es decir, desde fuera del Partido Comunista que me había expulsado justa y razonablemente de su seno diez años antes, en 1929; pero a condición de hacerlo sobre su plataforma y justándome a la única línea política justa y recta, la marxista-leninista-stalinista.
No solamente no supe hacer eso, sino que en mi confusión mental y ceguera política de entonces, llegué a producir abyecta literatura anti-stalinista y por tanto contrarrevolucionaria y anticomunista.
Ya anteriormente, desde 1934, al pintar “la réplica” de mi fresco del Rockefeller Center hecho en 1932 de contenido político combativo y correcto, destruí este contenido, convirtiendo mi obra concebida anteriormente dentro del leninismo en un inmundo ejemplo del intento de difusión del trotskismo, ya que introduje la figura de su líder y algunos de sus seguidores en el grupo de obreros de izquierda de mi composición, sosteniendo la bandera de la llamada Cuarta Internacional.
Ese fresco mío es el mejor ejemplo del grado de degeneración en el contenido de su producción a que pueda llegar un artista marxista cuando después de no saberse mantener en las filas de su Partido, no sabe tampoco disciplinarse a su línea desde fuera de él y deslizándose por el fatal plano inclinado llega al fondo de la abyección y la degeneración política.
Este fenómeno concerniente al contenido de mi obra no podría dejar de afectar dañosamente a la forma de ella, ya que uno y otra son siempre inseparables en su manifestación y caracteres distintivos. Así al tiempo de producción de esa obra de degeneración, corresponde al periodo más débil, como calidad plástica, en mi pintura.
Este ejemplo debe ser útil para todos los productores de arte como demostración de la absoluta necesidad que tiene el artista, y en general todo trabajador intelectual, de mantenerse dentro de una línea política progresista, humana, clara y correcta, que en nuestro tiempo no puede ser otra que la línea marxista-leninista-stalinista, y para seguir esta línea eficazmente, fortificando con ella al producción de la inteligencia y la sensibilidad en artes, letras y ciencias, no hay para el intelectual y el artista contemporáneo ninguna otra conducta positiva y ascendente a seguir que el llamar a la puerta del Partido de Marx-Engels-Lenin-Stalin, única organización humana de los productores del mundo, obreros manuales e intelectuales, de todos los hombres y mujeres integrantes de las masas laborantes de la tierra, que pueda llevarlos con claridad y seguridad a la victoria en la lucha por la reconquista de los más altos derechos humanos dentro de una sociedad sin clases, previa la destrucción del régimen opresivo capitalista y sus clases sociales, por medio de la construcción del régimen socialista para llegar después más arriba a la condición verdaderamente humana y suprema, la sociedad comunista, integrada por los mejores combatientes victoriosos por la paz permanente para el mundo entero.
Así, pues, reconociendo la exactitud y la justeza de las críticas que como un don generoso y fraternal me ha hecho el Partido Comunista, las cuales recibo como una mano tendida, para darme la ayuda más fuerte y potente que he encontrado en mi vida, así como considerando el mayor éxito en mi carrera de trabajo, la aprobación por el Parito Comunista de mi mural “Pesadilla de Guerra y Sueño de paz”, manifestando mi resolución firme de procurar seguir la línea del Partido hasta que pueda ser considerada mi readmisión en él, la cual ya he solicitado en dos ocasiones, no habiendo sido considerada posible entonces, readmisión que nuevamente solicito en esta ocasión.
Quiero pues, sirviéndome de mi propio ejemplo hacer un llamamiento a todos mis colegas de las artes, las letras, las ciencias y en general a todos los intelectuales de México y del mundo entero para ocupar el único puesto posible y aceptable para todos los humanos, el de combatientes por la paz y miembros del Partido de la humanidad, es decir, de Marx-Engels-Lenin-Stalin, el Partido Comunista. Y desde el Partido Comunista combatir por la paz permanente y el advenimiento del Comunismo.
Combatiendo sin tregua, como las peores degeneraciones capitalistas, las abyectas traiciones de trotskistas y titistas, ya que los trotskistas se convirtieron objetiva y subjetivamente en los peores enemigos de la patria del proletariado, la Unión Soviética, y en los más eficientes agentes policíacos antirrevolucionarios al servicio del imperialismo yanqui-inglés, y al servicio de todos los dictadores y regímenes semi-coloniales al servicio del imperialismo en el mundo entero. Siendo entre todos los agentes del imperialismo y la contrarrevolución los más peligrosos y los más perniciosos por su demagogia, perversa y desvergonzada, para engañar a las masas. Entre tales enemigos del pueblo productor deben ser contados los grupos faccioncillas de expulsados, traidores al Partido Comunista que pretenden disfrazarse con la fraseología de aquellos mismos de quienes ellos son los peores enemigos, los verdaderos comunistas; grupillos entre los que están quienes en México operan bajo estas circunstancias, como los llamados reivindicadores y miembros del llamado Partido Obrero y Campesino.
El trotskismo apareció en sus principios como un movimiento político. El Partido Bolchevique llevó hasta el extremo límite la discusión que finalmente desde la base misma de su organización condenó el movimiento probando sus errores, entonces lo que aprecia como un movimiento político al comienzo, se tomó primero en posición contra el Partido que era la columna vertebral, la médula misma de la revolución y sin poderse detener en el plano inclinado de su descenso llegó a tener un carácter definido de subversión contrarrevolucionaria y como no es posible desligar tal posición de la acción política del enemigo mismo, se convirtió finalmente con León Trotsky a la cabeza en una verdadera conspiración internacional, en una verdadera banda de provocadores y a sesiones ligados al imperialismo por luchas y acciones precisas demostradas en los procesos de Moscú y probado con precisión meridiana en el discurso acusatorio del C. Vishinki contra el llamado “Centro Paralelo” en 1937, contra la misma existencia revolucionaria de la Unión Soviética y toda la organización mundial de los trabajadores para la defensa de sus intereses de clase.
Ese proceso histórico ha sido ejemplificado recientemente con la mayor claridad en el caso de “Tito” y sus titistas que en un desliz vertiginoso cayeron desde sus posiciones en el Partido Comunistas hasta la colaboración abierta y descarada, financiera y militar con los enemigos imperialistas y belicistas que preparan la agresión contra la URSS y las democracias populares.
Este fenómeno demuestra la bancarrota del imperialismo que no puede ya hacer demagogia liberaloide ni socialera, sino que haciendo de los titis sus marionetas, se ve obligado a moverlos ensalzando una demagogia contrarrevolucionaria, simultáneamente con esto la burguesía internacional imperialista arroja al suelo todas la banderas de libertades democráticas que antes enarbolaba falsamente y que ahora el proletariado recoge y enarbola con verdad, como única fuerza capaz de realizarlas dentro de la victoria de la verdadera democracia popular, la independencia nacional y la paz.
Pero este Combate contra los peores enemigos de las masas humanas laborantes, deben ser distinguidas entre las primeras filas de esos enemigos como los peores de los peores, los más hipócritas, los más peligrosos, los más abyectos traidores que no son objetivamente sino neofascistas tres veces traidores al comunismo. En la causa de la paz y a la causa de la humanidad, los titistas que con el bandido traidor que los encabeza, como una sombra siniestra de Hitler y Mussoli, Tito, el que usa desvergonzadamente el nombre de la fraseología del Partido, el que vende a los capitalistas y traiciona en la teoría y la práctica al Partido Comunista, se ofrece como un lacayo por los dólares de Truman y Marshall, llegando al increíble asco de tratar directamente con los banidos jefes del imperialismo inglés, entregándoles en venta al posibilidad de una brecha en el franco izquierdo del bloque de las democracias populares defensoras del pueblo, del socialismo y de la paz, y aliándose objetivamente a los enemigos de todos los intereses de los pueblos trabajadores de la tierra, realizando con esto la peor traición a la revolución social que registra la historia.
LLAMAMIENTO A LOS INTELECTUALES
Intelectuales, hombres y mujeres de la ciencia, de arte, de letras, intelectuales todos de México y del mundo entero, vengamos a las filas del único Partido que defiende los intereses y los más latos derechos de nosotros y de todos los trabajadores manuales e intelectuales del mundo entero para unirnos por la victoria del socialismo y la paz, el Partido Comunista.
Por la victoria de la causa de la democracia, de la independencia nacional de los pueblos, del socialismo y de la paz.
[1] Texto aparecido en La Voz de México, 21 de noviembre de 1952. Fechado en el original México, D.F., 16 de noviembre de 1952. Tomado de: Diego Rivera. Obras. Tomo II. Textos polémicos 1950-1957. México, El colegio nacional. 1999. P. 403-408.