Buscar por

El Programa del Partido Comunista de México a través de los años

1° Parte. Formación y deslinde ideológico del PCM (1994-2009)

Héctor Maravillo
Miembro del CC del PCM

Artículo publicado en El Machete no.7  pp. 90-104.
https://elmachete.mx/wp-content/uploads/2017/01/El_Machete_num.07.pdf

 

Introducción

 

A principios de la década de los noventa el ambiente ideológico que predominaba en el movimiento obrero y popular y en las fuerzas revolucionarias era de pesimismo y desasosiego. En 1991 la contrarrevolución en la Unión Soviética coronaba una serie de procesos que habían significa el regreso completo al capitalismo en los países de Europa del Este y desmoronaba los grandes logros alcanzados en el socialismo. Francis Fukuyama  hacía celebre su tesis del “fin de la historia” y gritaba a los cuatro vientos que el capitalismo y la democracia “liberal” eran los únicos caminos en el mundo. Tal parecía que la Guerra Fría había terminado, con la victoria aplastante del capitalismo sobre el socialismo.

El movimiento obrero y popular, así como gran parte de los Partidos Comunistas entraron en una crisis ideológica y política, algunos de los cuales habían sido ya diezmados en ese campo por el eurocomunismo y otras desviaciones. Por todos los flancos se vieron presionados por una campaña anticomunista para que abandonaran su teoría de vanguardia. Se veían conminados a  renegar del marxismo leninismo y dejar de ser la vanguardia de la clase obrera para convertirse en partidos de “izquierda”, en Partidos de la Reforma Social. Muchos “comunistas” y “revolucionarios” se entregaron a esa veloz carrera de la claudicación y el transfuguismo, y se apostaron a buscar un rinconcito en el cielo del sistema político burgués. Se enfrentaban también a la influencia de las “nuevas” teorías de moda respecto al “fin del trabajo”, los “nuevos sujetos emergentes”, la “sociedad de la información”, etc.; que de una u otra forma llevaban a la conclusión que la clase obrera había dejado de ser el sujeto revolucionario, y debía ser sustituida por fuerzas heterogéneas dirigidas por la pequeña burguesía.

En nuestro país el escenario fue aún más trágico. El Partido Comunista Mexicano adelantándose a esos hechos decidió autodisolverse en 1981 en su XX y último Congreso, para confluir con otras organizaciones “socialistas” que rápidamente mutaron y se despojaron de todo rasgo comunista, para conformarse como uno de los pilares de la fundación del Partido de la “Revolución Democrática” en 1989. De esa forma, los capituladores entregaron todo el acumulado organizativo de 70 años de lucha de los comunistas en México a la socialdemocracia y al populismo nacionalista.[1]

 

El 1° y 2° Congreso: el punto de partida

El 20 de noviembre de 1994, un grupo de comunistas, fundamentalmente antiguos integrantes del Comité Central del Partido Popular Socialista, se agruparon para formar la Comisión Nacional Organizadora del  Partido de los Comunistas Mexicanos, lanzando un Manifiesto a la clase obrera de México para la construcción de un nuevo Partido Comunista en México, a fin de continuar con la labor del PCM nacido en 1919. [2]  En ese Manifiesto se proponían tres tareas principales:

1) Criticar al capitalismo, que en esos momentos parecía invencible

2) Estudiar las causas que llevaron a la derrota  temporal del socialismo

3) Criticar a la ideología de la revolución mexicana.

Para ello planteaban dos cuestiones imprescindibles: la construcción de un partido que se constituyera como la vanguardia de la clase obrera y la unidad de la izquierda socialista.

En el Manifiesto al pueblo mexicano se reconocía que pese al “innegable vacío ideológico que dejó la crisis del socialismo real (…) ni la lucha de clases ha desaparecido, sino que se ha profundiza, ni la clase trabajadora se ha resignado a quedarse sin su objetivo histórico, ni mucho menos ha perdido su carácter esencialmente revolucionario y transformador”. En ese contexto de ofensiva ideológica burguesa, enmascarado bajo el lema de la desideologización en el que muchos partidos de “izquierda” se negaban a emplear el lenguaje revolucionario y caracterizar al capitalismo y el imperialismo en términos leninistas, es un gran logro que el los firmantes hayan sostenido esos postulados. Aún más, convocaron a construir un partido que aspirase a “servir de instrumento de la lucha de clases obrera” y a convertirse en su vanguardia.

Pese a esa claridad en cuanto la crisis inevitable del capitalismo y su incapacidad para resolver los problemas fundamentales de la sociedad, el Manifiesto incorporaba varios lastres ideológicos (en gran medida del lombardismo) pero que habían sido comunes a diferentes organizaciones, y aún más al Partido Comunista Mexicano en sus últimos años. Se seguía promoviendo la idea de reagrupar a la “izquierda nacional” para que sirviera de “motor para la reorganización de las fuerzas progresistas, democráticas y antiimperialistas”. El Manifiesto no incluía un programa definido, como es claro para una convocatoria, pero se filtraba ya una dirección específica a través de las consignas finales: “¡Viva la lucha por la soberanía nacional! ¡Viva la clase trabajadora de México y del Mundo! ¡Viva la lucha por la nueva democracia socialista!”

En 1996 se concretó el llamado, con la realización del I Congreso en donde el partido asumió el nombre de Partido de los Comunistas Mexicanos.[3] El Programa de dicho Congreso, partía de reconocer la contradicción fundamental de nuestra época entre el “carácter social de la producción y la forma privada capitalista de la apropiación de la riqueza”, con lo que se agrava la lucha entre el capital y el trabajo.

 

El Programa y las tesis del I Congreso representan un punto de arranque en dos cuestiones fundamentales para la definición actual de nuestra política:

  • Autocrítica del socialismo “realmente existente” y las causas de la contrarrevolución en la URSS y los países del Este. El Congreso reconocía los grandes logros del socialismo y el ejemplo que le dio a la humanidad al mostrar la posibilidad de desplazar del poder a la burguesía y establecer un gobierno socialista y proletario. En cuanto al balance de las causas de la caída, se conceptualizaba aún como una “crisis” en la que entró el “modelo”, debido a la falta de “democracia, libertad y respeto a la dignidad del ser humano”.

 

En las tesis de ese mismo congreso la crítica va aún más lejos, afirmando que la “planificación de la Economía se confundió con una excesiva centralización”. Se repiten las críticas gastadas de la formación de una burocracia, el establecimiento de una disciplina cuartelaría y la implantación del socialismo en un país donde no se había desarrollado el capitalismo completamente.

 

De ese análisis se desprendían dos conclusiones importantes sobre el socialismo. Por una parte, el PCM en esos momentos estaba demasiado imbuido en las críticas comunes al “socialismo real”, y enfatizaba por el contrario la “democracia” y el “humanismo”. Si bien esos valores no son contrapuestos al socialismo, y sólo en él pueden desarrollarse de manera plena, plantear el problema desde el punto de vista de valores abstractos y ahistóricos es un error metodológico respecto al materialismo dialéctico. El otro punto, importante es la valoración de la economía mercantil y la pequeña propiedad en el socialismo, de las cuales se decían no se encontraban en contradicción, y se ponía el ejemplo de una relación de coexistencia efectiva en la China “socialista”.

  • El “objetivo inmediato” y la burguesía nacional. La posición respecto a la burguesía nacional ha sido la piedra de toque de las fuerzas revolucionarias a nuestro país, y ha sido fundamental para el establecimiento de la táctica y la estrategia en nuestro país. El Programa establecía una tesis bastante importante, que sirve para entender el desenvolvimiento ideológico del partido: la burguesía nacional “se ha reducido a su mínima expresión, o prácticamente ha desaparecido”. Con ese planteamiento se rompía (parcialmente) con medio siglo de discusiones sobre la alianza entre la clase trabajadora y el Estado burgués y la burguesía nacional. Si la burguesía nacional desaparecía en la práctica, no era posible plantear una alianza con ella, ni dentro del aparato estatal (como el PPS) ni fuera de él (como lo fue la formación del PRD con los restos del PCM). La ruptura era aún incompleta, porque no se realizaba un análisis serio respecto a la coherencia y pertinencia de la unidad con la “burguesía nacional” o del desarrollo económico del capitalismo en el país. Por ello mismo dejaba entreabierta la puerta a la alianza en caso que esta capa “reapareciera”. La traducción política de esta tesis era que como objetivo inmediato se planteaba el establecimiento indispensable de una “Nueva Democracia Popular”[4] que se exprese por medio de un gobierno de coalición de las diferentes clases sociales, progresistas, antiimperialistas y democráticas, dirigidos por la clase trabajadora”, como “un paso necesario para transitar a un régimen superior”.[5]

 

El II Congreso del Partido de los Comunistas Mexicanos se llevó a cabo 5 años después, en 2001,[6] bajo el lema “Socialismo o barbarie”. Las tesis de este Congreso no significaron, en lo fundamental, un cambio respecto a las posiciones del I Congreso. Se hacía un análisis más profundo de la situación económica del país y de la necesidad de trabajar para elevar la conciencia de clase entre los obreros. Se introducían con fuerza conceptos de moda como neoliberalismo y globalización. En cuanto al análisis particular de nuestro país, profundizaban en los cambios ocurridos a finales del siglo XX, que habían significado un viraje y ruptura con el nacionalismo revolucionario, al destruir gran parte del sector estatal de la economía y abrir completamente el país al mercado mundial.

 

En un avance muy sutil, pero importante, los delegados al congreso identificaban que los sectores de la burguesía nacional no habían tenido la “resistencia esperada” que “se supondría tendrían interés en defender la base económica que los consolidara como clase dominante”, aunque sin identificar la contradicción entre las suposiciones y la realidad, y por lo tanto sin sacar las conclusiones correspondientes. Otro avance importante, no menos debatido, se encontraba en la intervención final del camarada Pavel Blanco, quien afirmaba que las “movilizaciones populares han logrado lo que no se pudo con el parlamentarismo”, y que la cuestión de la unidad debía basarse en cuestiones de estrategia y no de coyuntura. Estas posiciones representaban una autocrítica al apoyo electoral a la campaña electoral de Cárdenas y López Obrador en el año 2000 (que traicionaron los convenios firmados con el PCM) y se adelantaba a discusiones que se presentarían 5 años más tarde, en el seno del Partido. Otra discusión resuelta fue la reintegración de la Dictadura del proletariado entre los objetivos estratégicos y programáticos, a pesar de la férrea oposición de Sergio Quiroz Miranda y Antonio Castañeda, figuras muy destacadas, pero ya en la senda del reformismo por sus críticas a los elementos de identidad comunista que se sustentaban en las influencias ideológicas que recibían de Adam Schaff, Toni Negri, Erich Fromm y algunas entrevistas de Fidel Castro sobre Stalin y la URSS.

 

Pero a la par con esos avances, aparecían en germen nuevos debates en el seno del partido. Se introducía un retroceso en torno a la concepción marxista del Estado, al afirmar que las nuevas políticas neoliberales iban en contra de las “obligaciones” que la revolución Mexicana le había “ordenado al Estado mexicano”, lo cual significa diluir el carácter de clase del Estado y continuar encerrados en un esquema donde la Revolución mexicana seguía aún latente. También se comenzaba a hablar del “gobierno fascista” de Vicente Fox, sin dar más argumentos que su posición de derecha y su vocación represiva, controladora y dictatorial.[7]

 

Como bien afirmaba Gramsci, para hacer la historia de un Partido, no basta con describir su historia orgánica, sino que es necesario hacer referencia también al desarrollo del grupo social (clase) a la que representa y de su relación con las demás clases; en síntesis, hacer la historia del país. En ese sentido, el desarrollo ideológico del Partido no escapa a la lucha de clases de nuestro país, y se encuentra determinada por ella. Durante esos años, el Partido era aún débil orgánicamente, y por lo mismo su inserción en la clase obrera y en sus luchas era precaria. Además, aunque se habían desarrollado grandes luchas en esos años, como la de los Zapatistas o la huelga en la UNAM, el proletariado se encontraba demasiado golpeado y controlado para poder realizar luchas de envergadura. Por ello, durante esos años, los avances ideológicos del partido se dieron principalmente, por decirlo de alguna manera, in vitro.

 

 

Los debates a nivel internacional

 

El Partido Comunista Mexicano no fue el único que entro en un serio debate interno, de carácter político, ideológico y estratégico durante la década de los noventa y principios del siglo XXI. El Movimiento Comunista Internacional sufrió su más duro golpe con la desaparición del bloque socialista, entrando en un periodo de dispersión que costó varios años remontar.

 

El actual programa del Partido, que constituye el arma más poderosa de la que dispone la clase obrera en nuestro país, no surgió en efecto, de la “genialidad” política de nuestros cuadros, ni tampoco es un producto “nacional”, sino que es el reflejo de la lucha de clases a nivel internacional.[8] La lucha por el socialismo como objetivo inmediato en aquellos países que se encuentran insertos completamente en el imperialismo, es un proceso que ha costado varios años y que es más o menos reciente. En 1996 el Partido Comunista de Grecia (KKE) realiza un avance respecto a las posiciones del XV Congreso, y comienza a estudiar sin dogmatismos los problemas que llevaron a la contrarrevolución del campo socialista, la situación económica de Grecia y la cuestión concreta de la toma del poder en su país. En ese mismo congreso se deciden por realizar una labor internacional más concreta y más fuerte, y en el XVI Congreso en 2000 se comprometió a la mejor coordinación posible y a la acción conjunta más eficaz del movimiento comunista, así como establece la necesidad de formar un polo mundial en el movimiento comunista. Estos esfuerzos del KKE dieron paso al Primer Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, en Atenas, el año de 1998, con la participación de 57 partidos de 50 países. Ya habían existido antes algunos intentos anteriores, seminarios y encuentros en Nepal, Corea, Cuba, Rusia, etc.; pero solo es hasta 1999 que los encuentros cobran un carácter multilateral y no sólo como propuesta de un solo partido.[9]

 

Hasta 2004 en el VI Encuentro, se plantea la cuestión de la salida que proponen los comunistas al capitalismo. En 2005 se realiza por primera vez una campaña comunista internacional después del derrocamiento del socialismo. En 2006 se realiza un encuentro fuera de Grecia. Estos encuentros tenían un carácter de discusión y confluían partidos que se revindicaban comunistas con una gran gama de posiciones: reformistas, oportunistas, revolucionarios, etc., dándose grandes debates a lo interno.[10] Durante esta larga trayectoria el elemento que la caracteriza “es el debate continuo en temas de teoría y estrategia entre la corriente revolucionaria y el oportunismo, la influencia de la ideología y política burguesa en el movimiento obrero que ha afectado la unidad y la eficacia de la acción del movimiento comunista en todo su curso”.[11] Tan contemporáneo es este proceso que sólo hasta el 2009 sale el primer número de la Revista Comunista Internacional, con la colaboración de algunas organizaciones como lo son el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB), Partido Comunista de Grecia (KKE), Partido Comunista Turco, Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), Partido Comunista Obrero de Rusia (PCOR), Partido Comunista de Venezuela (PCV), Partido Comunista de Turquía (TKP), como una iniciativa distinta al EIPCO, entre partidos comunistas que consideran que a una base ideológica común debe corresponderse el trabajar por una estrategia única.

 

Es en el periodo después del II Congreso en que el PCM inició su participación en varios espacios internacionales, “en el Foro de Sao Paulo, por propuesta del Partido Comunista de Cuba, en diciembre del 2001 y en el Encuentro Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, participando por vez primera en el Encuentro de Atenas, de Junio del 2002 que se reunió para analizar los sucesos del 11 de Septiembre.”[12] Además en ese Congreso, se contó con la presencia de dos organizaciones hermanas que influyeron positivamente en el PCM: el Partido Comunista de los Pueblos de España, que se encontraba en un proceso de desarrollo ideológico, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo que aún tenían oficinas en México, y con las cuales ya se tenía varios años de solidaridad y relaciones.

 

 

3° Congreso y la unidad fallida

 

Desde sus inicios, una de las banderas del PCM era la unidad de la izquierda, y en particular, la izquierda socialista. Esa política se vio reflejada en el Encuentro nacional de los comunistas ¿Qué hacer?, donde además del partido participó el Partido de la Revolución Socialista, el Partido Revolucionario del Pueblo, el Partido Comunista Revolucionario, y en el Segundo Encuentro se sumó el Consejo Nacional del Poder Popular. La propuesta inicial preveía un proceso de unidad de los diferentes partidos en torno al marxismo leninismo, sin embargo, ese proceso fue abortado ante el debate presentado por Marcos Tello representante del CNPP (y del oportunismo a nacional) que argumentaba lo anacrónico del leninismo  y los partidos comunistas, dibujando un periodo donde el papel protagónico correspondía a los movimientos sociales. Ante esas dificultades, la unidad sólo avanzó entre el PCM y el PRS, quienes debían realizar por separado sus propios congresos, y en caso favorable, realizar un Congreso de Unidad.[13]

 

El proceso de unidad se realizó con premura debido en parte al fracaso de la unidad con otras fuerzas, y en parte por la necesidad del PRS de cambiar de nombre ante el despojo de su registro estatal por un grupo de traidores y el gobierno de Nayarit. Eso provocó que algunos camaradas del PCM no participaran en el III Congreso al verlo condenado al fracaso, y que surgieran propuestas fuera de lugar, como renombrar al partido como “Partido de los Trabajadores Mexicanos” o no incluir la palabra Partido.[14]

 

El Congreso de Unidad entre el PCM y el PRS se realizó en julio de 2003, transformándonos en el Partido de los Comunistas. Los documentos mostraban más desarrolladas las contradicciones, y agregaba otras, aunque aún no irreconciliables. Por ejemplo, en la declaración de principios en un punto de proponía la construcción de una democracia popular, y en otro momento, se citaba al Comandante Ernesto Guevara, con su famosa frase “O revolución socialista o caricatura de revolución”. Se situaba en ese mismo documento a la clase obrera como sujeto histórico de la transformación revolucionaria de nuestra sociedad, en alianza con los demás oprimidos del país, a la vez que en los estatutos se hacía una concesión a la tesis de los sujetos emergentes.

 

Estas serias diferencias cristalizadas en el congreso pueden ilustrarse muy bien comparando las intervenciones al Congreso que aún se conservan. Por ejemplo, en la intervención de Salvador Castañeda O’ Conor, insiste y  coincide en la tesis desaparición de la burguesía nacional como “clase social del escenario de la lucha política” aunque reconoce la existencia de industriales y empresarios nacionalistas.  Agrega con bastante énfasis la cuestión de la “pérdida del territorio nacional” y de la soberanía, llegando al extremo de plantear que con las políticas neoliberales el Estado nacional se encuentra en “periodo de extinción”. El argumento es que el Estado “mexicano” al ser despojado de “la soberanía” con el TLCAN, este comenzaba a auto suprimirse al no cumplir lo establecido en la constitución.[15] Negando completamente la concepción marxista del Estado y la comprensión del imperialismo por parte de Lenin, su visión nacionalista era una versión trivial del lombardismo sobre esos asuntos. Bajo esta perspectiva, el programa de los comunistas debería priorizar la “recuperación del territorio” y “rescatar los derechos que la nación mexicana” había sido despojada; la formación de un “plan de desarrollo económico”, “nacionalizar las tierras” y “cancelar la deuda externa”. Daba un paso atrás del lombardismo, que ya es decir mucho.[16]

 

En contraste la Resolución Política del III Congreso del PCM planteaba algunas características esenciales de la construcción del PCM, donde destaca principalmente la cuestión del Poder. Se reivindica abiertamente la concepción leninista de la combinación de todas las formas de lucha y se plantea “que la lucha debe romper con los intentos de ser dirigida por cualquier sector de la burguesía. Los trabajadores deben encabezar la lucha por el poder.” Otras características fundamentales eran la autocrítica al socialismo real, la cuestión del sujeto revolucionario, los instrumentos de clase y su relación con los movimientos y la identidad comunista. En ese documento se partía de las tesis del imperialismo (que en los documentos anteriores sólo se mencionaba) para llegar a la conclusión de la agudización de las contradicciones interimperialistas y la guerra. A partir del leninismo, se criticaba las posiciones en boga de Michael Hardt y Toni Negri[17], respecto a un “imperio” que se encuentra descentralizado y desterritorializado. La impresión que deja leer las diferentes intervenciones es el de una torre de Babel, donde cada quien hablaba en su propio lenguaje.

 

Las fricciones comenzaron desde el principio. Una de las razonas por las que las fracturas fueron constantes, es que nunca se logró avanzar más allá de ciertos límites en la unidad orgánica. Las dos organizaciones se encontraban en su mayoría en distintas ciudades y estados al momento de la unidad, sin un proceso previo y paciente de unidad. Esto favoreció que las heredadas diferencias entre los dos grupos permanecieran, y a la postre dieran pie a actitudes abiertamente fraccionales. Pero debe quedar claro que el problema fundamental de la fallida unidad es de índole política e ideológica. Sin ese ingrediente no puede haber una unidad real; puede haber disolución de fuerzas dentro de un partido, pero la unidad de un Partido Comunista, existe en función de su fortaleza ideológica y política ante el marxismo-leninismo, y por lo tanto, en su práctica consecuente.

 

Por ejemplo, un primer punto de desencuentro fue en cómo se planteaba la unidad. Los antiguos miembros del PRS presentaban la unión en una revista partidaria como una mera suma a su anterior proyecto, lo cual fuera de cualquier orgullo partidista, representaba una “herencia” ideológica particular. Significa heredar y celebrar el camino seguido por el PPM-PRS desde 1977, es decir, el de un lombardismo franco y abierto escindido del PPS, no por razones de crítica a la burguesía gobernante, sino por el trato diferenciado de ésta a los dos grupos que disputaron la dirección del partido fundado por Lombardo Toledano.

Las diferencias ante la posición respecto a la burguesía nacional también se expresaron en la práctica. En 2006, Alejandro Gascón Mercado, una figura del PRS proponía sumarse a la campaña de López Obrador, porque ¡sus papás estuvieron afiliados al PRS! El oportunismo era tal que muchos de los exPRS terminaron sumándose a la campaña de López Obrador, sobre todo en Jalisco; “y si no pasó a mayores fue porque en los mismos tiempos surgió la propuesta del EZLN conocida como la VI Declaración de la Selva Lacandona, que impulsamos, y la paradoja es que los opositores internos a esta política hoy quieren presentarse como los principales promotores”.[18]

Sumarse a la Otra Campaña y reivindicar la propuesta lanzada por el EZLN en la VI Declaración de la Selva Lacandona, fue el primer gran viraje y salto de Partido de los Comunistas. Entrar en la Otra Campaña, significó para el Partido de los Comunistas alejarse de los “encuentros” por la unidad de la izquierda, llenos de membretes y soliloquios, así como romper con los vínculos indirectos que había con el PRD. Así por ejemplo, en 1995 se había participado en la Conferencia Nacional de Izquierda Socialista, en 2000 en el Movimiento Democrático Popular (PRP, UNIOS, MCM, PRP, PRS, PCR, CNPP), el Frente Nacional de Resistencia y la Promotora de Unidad Nacional. Entrar a la Otra Campaña significo el deslinde de la Promotora y del Dialogo Nacional, donde el PRD participaba. Pero la ruptura con la socialdemocracia y la burguesía “de izquierda” representada por el PRD, no sólo se dio en este nivel, también tiene que ver la cuestión generacional. Muchos de los que firmaron el manifiesto de 1994 y fueron fundadores del Partido de los Comunistas Mexicanos, habían terminado ya en 2000 y en 2006 apoyando la candidatura de Cárdenas y de AMLO respectivamente, y saliéndose de la organización. Así fueron los jóvenes los que tuvieron que asumir la dirección de la organización.[19] En sentido semejante, afloraban continuamente las referencias al “fascismo”, principalmente con la disolución de Luz y Fuerza del Centro en 2006, junto con la sutil sugerencia de que ello justificaba una política de “frente popular”, una vez más con miras a poner al Partido a la cola del oportunismo y la burguesía “nacional”.

El 10 de enero de 2006, en una entrevista con la Agencia Bolivariana de Prensa el camarada Pavel explica que el Partido de los Comunistas se adhiere a la Sexta Declaración, porque se identifica al responsable de los problemas el sistema capitalista, y hace un llamamiento muy concreto a organizaciones de izquierda que actúan fuera del carril electoral. Argumenta además que la Convención Nacional Democrática (el PRD y sus satélites) son igual de neoliberales y proponen lo mismo que Calderón.[20]

Pero a la vez que se comprendía los errores de la búsqueda de la “unidad de la izquierda”, continuaban los debates para mantenerla. Así, en septiembre del 2007, Sergio Almaguer Cosió (exPRS) menciona que les gustaría unificarse (al Partido de los Comunistas) con la COPAI-México[21], y hasta con el EZLN, aunque reconoce es un proceso largo.

En noviembre de ese mismo año el Partido asiste al IX Encuentro de partidos comunistas y obreros en Minsk, Rusia. Ahí se hacen dos críticas importantes. Por un lado la política frentista de “unidad a toda costa” que anuló la independencia de clase del partido marxista-leninista y de los obreros y campesinos. Crítica también la política de frente popular contra el fascismo que se aplica fuera de contexto en nuestro país, y que conduce a una delimitada política de alianzas. Se vislumbra aquí lo algunos elementos que irán elevando el carácter político del PCM. Finalmente plantean que la disyuntiva del movimiento popular se presentó en Oaxaca en 2006: o un movimiento nacional o brotes regionales, o coordinación o cada quien por su lado.

Hasta ese momento, el trabajo con la clase obrera era prácticamente nulo. Oficialmente la Central Unitaria de Trabajadores era la organización sindical con la cual el partido buscaría acercarse a la clase obrera. En los hechos, siguiendo los viejos vicios de organización en el país la CUT era un membrete, dedicado más a actividades de gestión de recursos y organizaciones sociales corporativizadas que a trabajo obrero-sindical. Dos concepciones respecto al tipo de trabajo obrero se vislumbraba, por un lado el que pretendía mantener la tradición de hacer alianzas “en las alturas” basado en acuerdos con dirigentes sindicales “independientes”, que en términos nacionales significan neocharros. Napoleón Gómez Urrutia y Martín Esparza del sindicato minero y electricista, respectivamente, sirven de ejemplo. Por otro lado, se priorizaba el trabajo “desde abajo” priorizando la agitación y propaganda a pie de fábrica, mostrando un interés en educar y politizar a la clase obrera.

Entre 2007 y 2008 la crisis de la unidad se acentúa, siendo el principal espacio de lucha el periódico. A finales de 2007 el comité editorial publica un saludo de Manuel Marulanda, y en 2008 de solidaridad con las FARC-EP, en una situación de persecución política y desvinculamientos políticos.[22] Esto genera el conflicto en el seno del Comité Central del Partido de los Comunistas, la cataloga “fracción oportunista-revisionista” ataca a El Comunista y se deslinda del consejo editorial, debido a la solidaridad mostrada con las luchas del pueblo colombiano.

A partir de ese momento se van delineando los campos. En el norte se forma un grupo, la mayoría provenientes del PRS con grandes resabios lombardistas; mientras que en el sur, principalmente en Ciudad de México y Morelos, se agrupa un núcleo de reorganización, con el periódico El Comunista, como principal arma. Se podría decir que “El Periódico fue el centro organizador de nuestro IV Congreso”[23] A finales de 2007, a su vez en el II Congreso Regional en Morelos, se cuenta con 7 células, y se reporta trabajo con obreros y estudiantes, a través del periódico regional México Insurgente. Además se habla de un “giro industrial” en el trabajo regional, y se crea el Movimiento Libertador del Sur, como una organización para la lucha del obrero-campesino-pueblo indio-juventud en la región. En octubre de 2008 este mismo núcleo se solidariza con el movimiento magisterial de bases en Morelos, donde se desató la enorme represión de ejército y la policía.  Además el apoyo de Pasta de Conchos  se dio por todo el partido. En julio de ese mismo año en la II Conferencia de organización al hablar del 5° aniversario del Partido de los Comunistas se menciona que el 50% de la militancia no proviene de ninguna de las dos experiencias. En 2009 se realiza una escuela de cuadros de la militancia de la Ciudad de México, Morelos y Estado de México. En esos años continúa las actividades de solidaridad con las familias de los mineros atrapados en Pasta de Conchos y se realiza la visita y recorrido por México con los compañeros del KKE.

Finalmente el núcleo organizador agrupado en el comité editorial de El Comunista acerca tras de sí a jóvenes militantes de varios estados (Estado de México, Morelos, Estado de México, Jalisco, Veracruz), comienza un proceso de deslinde ideológico y político hasta llegar a convocar al IV Congreso y al “Nuevo paso”.[24]

Así fue como en 1994 la necesidad de la existencia del partido comunista fue retomada como tarea principal. Colocados frente al dilema de Hamlet, ser o no ser, los comunistas de México respondimos: fuimos, somos y seremos comunistas. Fuimos somos y seremos constructores del partido comunista. Fuimos, somos y seremos organizadores pacientes y perseverantes del derrocamiento del capitalismo e impulsores de la revolución socialista.

 

[1]http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php/partido-comunista-de-mexico/2017-20-anos-de-lucha-con-la-clase-obrera-por-el-socialismo-comunismo

[2] http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php?option=com_content&view=article&id=394&catid=3:partido-comunista-de-mexico

[3] “El Primer Congreso del Partido de los Comunistas Mexicanos (nombre que tuvimos hasta el 20 de Noviembre del 2010) que finalmente se reunió los días 7 y 8 de Diciembre de 1996 en la Ciudad de México. Acompañaron el Primer Congreso delegaciones del Partido Comunista de China y del Partido del Trabajo de Corea, así como de la Oficina Política de la Embajada de Cuba. Participaron 90 delegados (40 de Coahuila, los demás de la Ciudad de México, Estado de México, Chihuahua, Baja California, Baja California Sur, Morelos, Veracruz, Nuevo León).” http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php/partido-comunista-de-mexico/1973-el-pcm-a-traves-de-sus-congresos

[4] Éste es también un “legado” de Lombardo Toledano y del PPS, que en 1963 planteaban la necesidad de una “nueva democracia (…) la democracia del pueblo” (¿Moscú o Pekin?, La vía mexicana hacia el socialismo), retomando las ideas de Mao preconizadas en 1949 en “El Programa Común”.

[5] Vid. http://pc_mexico.mx.tripod.com/programapcm.htm

[6] El II Congreso, bajo la consigna “Socialismo o barbarie”, se reunió los días 28, 29 y 30 de abril del 2001 en el Club de Periodistas de la Ciudad de México, teniendo como meta principal dar pasos para unir a varias organizaciones de la izquierda socialista, creando para ello el Movimiento de los Comunistas Mexicanos con el Partido Revolucionario del Pueblo, Partido de la Revolución Socialista, Partido Comunista Revolucionario, Partido Comunista Mexicano.

[7] Sergio Quiroz, en ese momento Coordinador Nacional saliente, intentó hacer una justificación más seria de la cuestión, utilizando para ello elementos con los que Dimitrov caracterizaba al fascismo, pero de manera inconexa, por ejemplo, el que el gobierno de Fox fuera el “poder del capital financiero” y apelara demagógicamente a las necesidades del pueblo. Mencionaba características que el fascismo compartía con la democracia burguesa, pero sin llegar al fondo del problema, que es la sustitución de la forma estatal de dominación de clase y el establecimiento de una dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios e imperialistas del capital financiero.

[8] Esto no niega que los cuadros del PCM a lo largo de la historia y por su experiencia y participación en la lucha de masas, hayan llegado a esas posiciones, sino que le da un sentido más integral.

[9] Ya habían existido algunos intentos anteriores, seminarios y encuentros en Nepal, Corea, Cuba, Rusia, etc.; pero  es hasta el 99 que los encuentros cobran un carácter multilateral y no sólo como propuesta de un solo partido.

[10]  Para ello véanse los artículos de Giorgos Marinos “El movimiento comunista internacional y la posición del KKE” y Nikos Seretakis “10 años de Encuentros Internacionales de Partidos Comunistas y obreros” que se encuentran en el texto editado en 2010 por el KKE titulado Temas actuales del movimiento comunista t. 1.

https://drive.google.com/file/d/0B1WwsJUQQTx_QzljWm1UWm9NTEk/edit?usp=sharing

[11] La lucha entre las posiciones comunistas revolucionarias y las reformistas y oportunistas continúa en el seno del movimiento comunista y se entra en “la actitud frente al socialismo que hemos conocido y las causas de los derrocamientos; la actualidad del marxismo-leninismo; el desarrollo de la teoría revolucionaria bajo las condiciones actuales; el carácter del partido comunista; el carácter del imperialismo; la relación de la lucha a nivel nacional e internacional; la política de alianzas; la actitud hacia la socialdemocracia; la actitud de los comunistas en los movimientos de masas; la actitud hacia la crisis capitalista y las contradicciones interimperialistas y las guerras imperialistas; la política frente a las uniones imperialistas interestatales, regionales e internacionales; el papel histórico de la clase obrera; las leyes de la revolución y construcción socialistas; el internacionalismo proletario”.

[12] http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php/partido-comunista-de-mexico/1973-el-pcm-a-traves-de-sus-congresos

[13] http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php/partido-comunista-de-mexico/1973-el-pcm-a-traves-de-sus-congresos

[14] http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php/partido-comunista-de-mexico/1577-es-un-deber-y-una-necesidad-como-senalaba-lenin-admitir-los-errores-publicamente

[15] “Este proceso de extinción del Estado no es privativo de nuestro país. La globalización que ha impuesto el neoliberalismo en buena parte del mundo, tiende a convertir a los viejos Estados nacionales, sustentados en las luchas por los derechos sociales y de las políticas de bienestar, en Estados subordinados a los centros de poder financiero-internacional. Está en marcha también el desmantelamiento del marco constitucional y jurídico de los países para suprimir de éstos las garantías de los trabajadores y sindicatos, los sistemas de seguridad social y las escuelas públicas.”

[16] Para el Congreso de Unidad el Programa fue redactado por Salvador Castañeda, los Principios por Sergio Quiroz (quien ya no se presentó al Congreso) y, los Estatutos y el llamamiento al Congreso de Unidad por Pável Blanco. Los proyectos de Informe y Resolución Política del III Congreso del PCM fueron redactados por una Comisión integrada por Pável Blanco, Héctor Colío, Raymundo Romo y Fernando Acosta.

[17] Que fueron asumidas internamente por Sergio Quiroz, quien con gran ilusión llamaba a que las asumiéramos, sumándose a los corifeos que llamaban a Imperio el Nuevo Manifiesto Comunista.

[18] http://www.comunistas-mexicanos.org/index.php/partido-comunista-de-mexico/1577-es-un-deber-y-una-necesidad-como-senalaba-lenin-admitir-los-errores-publicamente

[19] En el II Congreso del PCM en 2001 se lanza la resolución para organizar a la juventud estudiantil y trabajadora del Partido de los Comunistas Mexicanos. En la Juventud Comunista Mexicana que fue aceptada en la FMJD como comisión juvenil del PCM. Parte de ese trabajo junto a otros dio pie a que en marzo de 2005 se formara la Juventud Comunista de México.

[20] El discurso parece radicalizarse. “En este país, donde la burguesía tiene el poder y donde ejerce una dictadura de clase, nada puede ocurrir al margen, los grupos paramilitares no son más que la misma violencia estatal pero embozada para que el terrorismo y el fascismo campeen las calles del país, pero el pueblo no se va a dejar y vamos a entrar a una nueva fase de lucha, y para esa nueva fase de lucha hay que prepararnos todos, y en esa nueva fase de lucha el pueblo tiene el derecho a autorganizarse para oponerse a esa violencia reaccionaria.”

[21] Conferencia de Organizaciones Anticapitalistas de Izquierda

[22] El 1° de marzo de 2008, los compañeros Fernando Franco, Soren Avilés, Verónica Velázquez y Juan González, estudiantes e internacionalistas mexicanos fueron masacrados en Sucumbíos, Ecuador, por el ejército colombiano, mientras se encontraban en un campamento de paz de las FARC-EP. Esos hechos desataron una persecución policial y mediática contra todos los que desde México habíamos mantenido la posición del internacionalismo proletario y la solidaridad con las luchas del pueblo colombiano.

[23] Machete 2. Experiencias y retos de la prensa revolucionaria.

[24] Este núcleo tenía sustento orgánico en la Resolución del III Congreso del 2003 que especificaba que si la unidad fracasaba era deber convocar al IV Congreso, y por ello la Convocatoria fue emitida por los cuadros principales de dirección mandatados por aquella Resolución, ante la evidencia del comportamiento fraccional de los exmilitantes del PRS.

2 comentario en “El Programa del Partido Comunista de México a través de los años”

  1. Pingback: Red News | Protestation
  2. Trackback: Red News | Protestation

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *