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1917-2017: Vigencia de Lenin

Enrique Cedillo

Militante del PCM

 

Hace cien años, Vladimir Illich Ullianov escribió clandestinamente El Estado y la Revolución, una de sus mayores contribuciones a la teoría política, un par de meses antes de que estallara la Gran Revolución de Octubre. Hoy, a pesar del triunfo de la contrarrevolución en la URSS, las tesis leninistas sobre la naturaleza del estado, la necesidad de la revolución proletaria, el análisis del imperialismo como fase superior del capitalismo y el peligro revisionista de la socialdemocracia son más vigentes que nunca.

 

 

I – ¿Dónde está la izquierda hoy?

 

Acaso uno de los mayores problemas que enfrenta la sociedad capitalista contemporánea es la grave despolitización en la que vive, impulsada por el estado, afianzada por el dominio empresarial  y reforzada por la cultura popular. La carencia general de formación teórica nos impide ver que dentro de la gama de posibilidades políticas “legítimas” que ofrece la autoridad electoral no existe espectro político alguno. Hoy la nueva social democracia   (Morena en México, Podemos en España, Labour en Inglaterra y el movimiento de Bernie Sanders en EUA, etc.) se presenta como opción de “izquierda” ante la gestión “neoliberal de derechas”, pero no propone en realidad ningún cambio que pudiera alterar el orden capitalista, simplemente se aboga por un cambio de administración.

 

La nueva social democracia apela, de forma mística, a que las fallas morales de tales o cuales actores personales (la corrupción, etcétera) han descarrilado un sistema que dejó de funcionar y hay que arreglar. Esta tesis es errónea, pues las diferentes gestiones de todos los distintos partidos inscritos en el marco de la democracia burguesa han demostrado ser ineficientes, arribistas y corruptibles. Bajo la óptica de la ciencia marxista-leninista podemos entender que, por el contrario, este sistema funciona perfectamente bajo todos sus principios, y al estar llegando a su máximo nivel de desarrollo, alcanza al mismo tiempo su fase parasitaria y de franca descomposición[1], que explica los inauditos niveles de violencia, pobreza y malestar general que atravesamos.

 

Los socialdemócratas apelan al estado capitalista de bienestar neo-keynesiano de los países escandinavos como modelo de “socialismo democrático”. La promesa socialdemócrata, como no puede atacar al poder oligárquico que irónicamente le sostiene, recurre “al menor de los males” como argumento, a la superioridad moral de tal candidato sobre un cierto otro, a la pureza ética fingida contra la brutalidad flagrante.  Sin embargo, al no modificar en lo más mínimo los modelos de producción y distribución de riqueza que dan origen al sistema, no pueden entenderse como contraposición real. El fascismo, el neoliberalismo, el liberalismo clásico, el neo-keynesianismo y la socialdemocracia no son sino estilos de administración, unos más barbáricos que otros, del mismo modelo social capitalista.

 

¿Pero qué tendrían entonces que ganar objetivamente los oprimidos eligiendo “un mal menor”, qué respuesta pueden ofrecer los social-chovinistas a las contradicciones de clase, que han alcanzado niveles críticos de desigualdad[2]? Absolutamente nada, absolutamente ninguna, diría Lenin. Enfocándose en obtener pequeñas concesiones del estado burgués en vez de atacar frontalmente las contradicciones de clase, la socialdemocracia mexicana en específico, desde su nacimiento con el movimiento Cardenista en ’88, solamente ha desmovilizado a la clase obrera.

 

Lenin entendió ya esta problemática desde principios del siglo XX. Las facciones de las izquierdas electorales, es decir burguesas, no pueden sino postergar el estallido social inevitable que no es el ideal espontáneo de unos cuántos sino el desarrollo histórico inevitable de las fuerzas de producción llevadas al punto de movilización máximo guiadas por una vanguardia revolucionaria.

 

Sin embargo hoy, la élite burguesa dominante no pretende resolver esas contradicciones de clase, simplemente cambiarles de nombre y crear enemigos imaginarios.  Ejemplo son los discursos nacionalistas con que la burguesía en ambos lados de la frontera MX/USA pretende enfrentar pueblos trabajadores, y crear una imagen de México como “patio trasero” o nación sometida, cuando en realidad, mediante el análisis y los pronósticos de Lenin en “El Imperialismo: Fase Superior del Capitalismo”, podemos ver que la burguesía, efectivamente, se ha internacionalizado y creado una red mundial de capital interdependiente de grandes monopolios, tal como anticipó Lenin, que hace imposible entender los sistemas financieros desde meros aconteceres nacionales, pues en la gran pirámide económica mundial del imperialismo todos los países ocupamos un peldaño, incluido México, y meramente aspiramos a una posición superior en la estructura, las más alta ocupada hoy por los Estados Unidos, y donde el estado democrático burgués funge como mero administrador de los negocios de la oligarquía, sea industrial, financiera o narcotraficante.

 

En palabras de Marx: “En sí y para sí, no se trata aquí del mayor o menor grado alcanzado, en su desarrollo, por los antagonismos sociales que resultan de las leyes naturales de la producción capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de esas tendencias que operan y se imponen con férrea necesidad. El país industrialmente más desarrollado no hace sino mostrar al menos desarrollado la imagen de su propio futuro.” [3] La interdependencia mundial burguesa, enmarcada en la pirámide del imperialismo, crea por necesidad un modelo verticalista en donde los países en escaños más bajos simplemente pelean entre sí por subir la metafórica escalera, pero esas guerras, calificadas de imperialistas, son enemigas de la clase obrera y opuestas a sus intereses, cuyas reivindicaciones sólo pueden ser alcanzadas mediante la revolución socialista, es decir, el choque violento entre clases, no naciones ni ningún otro constructo burgués. Donde la élite dice “¡Únete México contra Trump!”, Lenin nos diría, “¡Únanse proletarios mexicanos y americanos contra la oligarquía internacional!”

 

La izquierda real estará donde una vanguardia progresista logre movilizar a las grandes masas trabajadoras hacia su propia emancipación mediante la revolución socialista, no mediante pequeñas concesiones electorales a mediano plazo que simplemente prolongan la agonía del capital y el estado que lo legitima.

 

 

II –¿Liberales o Revolucionarios?

 

El liberalismo en boga, erróneamente identificado por algunos sectores como la izquierda política y cobijado por la socialdemocracia, adopta una plétora de causas estrictamente sociales y de gran relevancia (las minorías sexuales, los derechos de la mujer, de los pueblos originarios, la despenalización de las drogas, etcétera) sobre los que ha logrado avances significativos (heredados mayoritariamente del ex-bloque socialista[4]) pero que sólo apelan al reformismo sobre asuntos particulares, y no atacan la opresión de clase en su conjunto, que abarca a todas las demás que siguen constituyendo problemáticas sistémicas. Consideran, pues, que dichas contradicciones pueden resolverse dentro del capitalismo. Así este nuevo liberalismo, carente de conciencia de clase, no ataca las estructuras de poder que dan origen a todas las formas de opresión que, guiados por la justicia, combaten.

 

Esta escuela liberal, que tiende en su ala izquierda al anarco-individualismo pacifista y en su deformación al anarco-capitalismo rampante de la “economía compartida”, no considera por lo tanto necesario un cambio estructural en la infraestructura social, que es la forma en que se produce y se distribuye el valor. Considera, por motivos ideológicos, que los errores del capitalismo se pueden “corregir” y que cualquier otra construcción político-filosófica como el comunismo es una “alternativa” la mayor de las veces juzgada indeseable.

 

Sin embargo, cualquier lectura materialista dialéctica de la historia podrá mostrar que ningún sistema de producción ha podido ser reformado ad infinitum, y que todo cambio ha venido del enfrentamiento violento de las clases antagónicas. El marxismo leninismo no considera que el comunismo sea “una alternativa” al capitalismo o algo que pueda siquiera coexistir con él, sino su consecuencia natural, nacido de sus entrañas, de igual manera que el capitalismo surge de la sociedad feudal, y el feudo del esclavismo. Se pregunta Lenin, “¿Ahora bien, a base de qué datos se puede plantear el desarrollo futuro del comunismo futuro? A base del hecho de que el comunismo procede del capitalismo. En Marx no encontramos ni rastro de intento de construir utopías, de hacer conjeturas en el aire respecto a cosas que no es posible conocer. Marx plantea la cuestión del comunismo como el naturalista plantea, por ejemplo, la cuestión del desarrollo de una nueva especie biológica, sabiendo que ha surgido de tal y tal modo y se modifica en tal y tal dirección determinada” [5]

 

Es decir que, siendo todos los problemas sociales contemporáneos fruto de la lucha de clases en su forma más avanzada, de la riqueza incalculable de unos cuantos contra la pobreza extrema de los más, ninguna problemática podrá ser resuelta de raíz, sólo cosméticamente, si no se derriba el viejo orden que las origina, pues uno no es sino el producto del otro. No se puede ser liberal reformista y  revolucionario a la vez.

 

 

III – El Estado y la Revolución

 

El panorama electoral rumbo a 2018 en México es muy claro. La nueva socialdemocracia prácticamente habría arrebatado el poder electoral [6] a un establecimiento reaccionario dispuesto a todos los excesos de la Guerra Fría con tal de detenerla[7]. Esta historia, desde luego, ya se ha visto antes. En una declaración reciente en Chile, AMLO aseguró considerar a Salvador Allende un ejemplo de vida [8]. ¿Será la parte en la que una izquierda moderada y desarmada fue aniquilada por la CIA  disfrazada de Pinochet en un santiamén? La historia moderna de la lucha social latinoamericana está marcada por el acoso eterno de las potencias imperialistas, y no aprender esas lecciones costará muy caro. Lenin puede ayudarnos a entender por qué.

 

Primero, porque la socialdemocracia plantea la resolución de sus demandas sociales puntuales y aisladas dentro del marco de la legalidad burguesa y ninguno de sus principios es verdaderamente revolucionario, por lo que mantiene intactos los mecanismos de represión de las clases dominantes. Con base en la experiencia de la Comuna de París, al ver el poder obrero aplastado por no haberse consolidado como estado, habiendo permitido sobrevivir las viejas estructuras (lo que le costó la existencia) Marx y Engels plantearon la necesidad de la Dictadura del Proletariado o Socialismo, conceptos desarrollados a cabalidad por Lenin, hoy vilipendiados y de los que las fuerzas de “izquierda” reniegan abiertamente a pesar de no ser otra cosa más que la democracia representativa y popular en la práctica real, y no el estado “democrático” burgués mencionado anteriormente que meramente vela por los intereses de la oligarquía y no puede garantizar los derechos más básicos a sus ciudadanos.

 

Es decir que si bien no se pueden menospreciar los logros de la socialdemocracia, estos deben considerarse meramente transitorios y pre-revolucionarios, no fines en sí mismos en tanto que no resuelven las contradicciones de clase que dan origen a los problemas que les atañen en primer lugar. Escribe Lenin, “El proletariado no debe ignorar los métodos pacíficos de lucha, tienen su función ordinaria y cotidiana, son necesarios en tiempos de preparación revolucionaria – pero nunca se debe olvidar que en ciertas condiciones la lucha de clases toma la forma de conflicto armado y guerra civil (…) Esto lo demostraron por vez primera los proletarios Franceses de La Comuna, y lo confirmó brillantemente el proletariado ruso durante la Rebelión de Diciembre.”[9]

 

Así pues, en contraposición a los anarquistas que creen que el estado puede desaparecer de un día al otro, y a los social-chovinistas que ofrecen resquicios diluidos de socialismo en sus políticas capitalistas para aplacar la sed de izquierda, el marxismo leninismo entiende la necesidad del periodo transitorio que se vale del poder estatal, entendiendo al estado meramente como un mecanismo de opresión de una clase sobre otra, hacia la construcción de la sociedad sin clases. Lenin: “(…) Lo primero que ha sido establecido con total precisión por toda la teoría de la evolución y por toda la ciencia en general – y lo que olvidaron los utopistas y olvidan los oportunistas de hoy, que temen a la revolución socialista – es el hecho de que, históricamente, tiene que haber, sin ningún género de duda, una fase especial o una etapa especial de transición del capitalismo al comunismo.”[10]

 

Ninguna otra postura, ni pacifista ni anárquica, podría asestar un golpe certero al viejo régimen. La revolución es, a fin de cuentas, un cambio brusco de sistemas e instituciones, un acto de violencia, un choque entre clases que no se puede eludir. Optar por las opciones reformistas de la socialdemocracia meramente prolonga la inevitable caída del capitalismo.

IV – Lenin para el Siglo XXI

 

Para finalizar, las problemáticas que hoy enfrenta el mundo son severas, y enumerarlas aquí sería inútil por lo muchas. Sin embargo, varias cosas saltan a la vista como evidentes: no podemos resolver las más tremendas crisis de la modernidad, como el calentamiento global, las creciente amenaza de una tercer guerra mundial imperialista y la crisis humanitaria y migratoria  provocada por el hambre y la violencia partiendo desde el mismo sistema que les dio origen, y no podemos superarlas con los principios e ideales que el establecimiento nos impone: individualismo a ultranza, paz interior a pesar de la devastación externa, abandono del espacio público y la vida comunitaria, y un largo etcétera. Tal vez sea hora entonces de regresar a los principios de los viejos socialistas que nos demostraron que la cooperación sobre la competencia, la horizontalidad sobre la jerarquía, la colectivización sobre el entrepreneurismo, etcétera, son el rumbo para una nueva humanidad.

 

Es hora de retomar los análisis de Marx y Engels, incalculables por su mérito, y el mayor arma de las clases revolucionarias, pues lejos de especular sociedades futuras, desmenuzan hasta el tuétano el por qué del capital, sus maquinaciones, razones, pulsiones y eventuales debilidades.

 

Es hora de regresar a Vladimir Illich Ullianov, quien hace cien años escribió clandestinamente El Estado y la Revolución, acaso su mayor contribución a la teoría política, un par de meses antes de que estallara la Gran Revolución de Octubre. Hoy, a pesar del triunfo de la contrarrevolución en la URSS, las tesis leninistas sobre la naturaleza del estado, la necesidad de la revolución proletaria, el análisis del imperialismo como fase superior del capitalismo y el peligro revisionista de la socialdemocracia son más vigentes que nunca.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA DE LENIN:

 

El Estado y la Revolución:

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/

 

El Imperialismo, fase superior del capitalismo:

http://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/lenin_imperialismo.pdf

 

¿Qué hacer?

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/quehacer/que_hacer.pdf

 

 

 

 

 

[1] Lenin, “El Imperialismo: Fase Superior del Capitalismo”, 1916

[2] México alcanzó una cifra récord de desigualdad: CEPAL, el 80% de la riqueza está en manos del 10%:  http://www.sinembargo.mx/30-05-2017/3228599

[3] Karl Marx, Prólogo a la primer edición de El Capital, 1872

[4] La Revolución de Octubre http://socialistappeal.org/news-analysis/fight-for-equality/1743-the-october-revolution-and-lgbtq-struggle.html

[5] V. I. Lenin, “El Estado y la Revolución”

[6] Morena lidera las preferencias electorales. Encuesta de presidencia: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/07/27/morena-lidera-las-preferencias-electorales-encuesta-de-presidencia

[7] Militarización en puerta: Ley de Seguridad Interior  http://weremag.com/2017/04/05/militarizacion-en-puerta-ley-de-seguridad-interior/

[8] Salvador Allende marcó mi vida, asegura AMLO http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/politica/2017/08/2/salvador-allende-marco-mi-vida-asegura-amlo

[9] V. I. Lenin, “Lecciones de la Comuna”

[10] V. I. Lenin, “El Estado y la Revolución”

 

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