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Saludo del Buró Político del CC del PCM a la Reunión de Trabajo de las Mujeres Comunistas

Queridas camaradas:

Les extendemos un saludo fraternal en nombre del Comité Central, que en su XIV Pleno efectuado en diciembre decidió convocar a esta reunión de trabajo, con el propósito de entregarles una tarea y dar los pasos organizativos para cumplirla.

Reconocemos el gran esfuerzo que hizo cada una para llegar, individual como colectivo, es decir tanto el esfuerzo personal, como el apoyo de los Comités Regionales y de la FJC.

Saludamos muy fraternalmente a la camarada Flor de María González, Secretaria General y al camarada Marco Medina, Secretario de Relaciones Internacionales, del Partido Comunista Peruano, que nos acompañan.

Ésta reunión en los marcos del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Obrera – que se conmemora como Resolución del Congreso Internacional de Mujeres Socialistas- tiene como propósito conformar una organización por los derechos y emancipación de la mujer trabajadora, resolución principal de la I Conferencia por la Emancipación de la Mujer, organizada por el CC del PCM el 8 de Marzo del 2015, cumpliendo una orientación del V Congreso.

El movimiento comunista como vanguardia del movimiento obrero es pionero en trabajar por la emancipación de la mujer, y así se esbozó desde el Manifiesto del Partido Comunista en 1847. A mediados del siglo XIX el desarrollo capitalista impulsó una incorporación masiva de la mujer al proceso de la producción, con desenfrenada explotación y negación absoluta de los derechos civiles y políticos. La cuestión de la mujer se colocó como un candente problema social.

No hay duda de los esfuerzos de los marxistas para conquistar derechos favorables a la mujer trabajadora y la importancia de la Cuestión de la Mujer para el movimiento comunista internacional, lo que nos lleva  a asegurar que muchas conquistas para la mujer trabajadora y en general para la mujer se deben a la orientación y acción de los partidos comunistas. Lenin enfatizó el nexo indisoluble entre el triunfo definitivo del comunismo y la liberación social de la mujer, en sus palabras “La experiencia de todos los movimientos liberadores confirma que el éxito de la revolución depende del grado en que participen en ella las mujeres[1]”. Ya antes, en una carta a Kugelmann el 12 de Diciembre de 1868, Marx había escrito: “Todo el que sepa algo de historia sabe que las grandes transformaciones sociales son imposibles sin el fermento femenino.”

Fue también a mediados del siglo XIX que en el movimiento femenino se establecieron dos tendencias antagónicas: la proletaria y la burguesa reformista. August Bebel en La mujer y el socialismo señala que “la contraposición de clase que divide a la clase de los capitalistas y a la clase de los obreros y que, al endurecerse nuestras relaciones, se desarrolla cada vez con más fuerza se pone de manifiesto también, pues, en el movimiento femenino”. Entonces, y también hoy, las organizaciones feministas agrupaban mayoritariamente a mujeres de la intelectualidad burguesa y en sus posiciones políticas no rebasan el marco de la reforma liberal burguesa.

El papel de vanguardia de los comunistas en la tarea de la emancipación de la mujer se redobló con la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y la destacada labor de Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Nadezhda Krupskaya, Alejandra Kolontai, Inessa Armand, y adquirió potencialidad con las resoluciones de la Internacional Comunista y las directrices a sus secciones, entre ellas el PCM, para conformar Comisiones para el trabajo con la Mujer. Ese papel de vanguardia también se constató en los derechos y pasos emancipatorios que tuvo la mujer en la construcción socialista en la URSS. Paralelamente la crisis del movimiento comunista y la contrarrevolución que derrocó temporalmente la construcción socialista se tradujo en un retroceso para los derechos de la clase obrera, de la mujer trabajadora y de la mujer en general debido al ataque generalizado del capital.

Las condiciones contemporáneas de la mujer trabajadora en un país capitalista como el nuestro, pero similares en cualquier otro país capitalista están marcadas por la desigualdad salarial de la mujer trabajadora, por el acoso sexual en los centros de trabajo, por la agresión a sus derechos laborales, como el caso del despido por razones de embarazo o la prueba de embarazo como requisito para la contratación y por el rol que la sociedad de explotación asigna en las tareas del hogar, las oprobiosas cadenas de la esclavitud doméstica, esenciales para la reproducción de la fuerza de trabajo. Además las políticas de choque para desvalorizar al trabajo, garantizar la rentabilidad del capital y obtener ganancias en periodo de crisis económica han llevado al ataque a todos los derechos sociales y sindicales conquistados por el movimiento obrero con cruentas luchas en casi un siglo, prácticamente erradicándolos, golpeando a la clase obrera en general y agudizando la desigualdad de la mujer trabajadora, con asuntos como la flexibilización, la precarización y la disminución sustancial de servicios públicos para la maternidad y la masiva privatización de los servicios de guardería, educación, además del aumento con la reforma laboral de la edad para la jubilación.

Desmintiendo las ideas procapitalistas de la extinción de la clase obrera constatamos la tendencia de su crecimiento, y en consecuencia el crecimiento de la mano de obra de la mujer, que hoy representa en nuestro país el 43.8% de la fuerza de trabajo, frente al 22% del año de 1990, en tanto que proyecciones rumbo al año 2050 casi equilibran el porcentaje entre mujeres y hombres trabajadores; paradójicamente no hay un aumento porcentual de la participación y representación de la mujer en los sindicatos, organizaciones de masas, e inclusive en el propio Partido Comunista.

Y ello obliga a que los comunistas trabajemos con firmeza para una mayor participación de la mujer obrera en la vida social y política

Tenemos camaradas una doble responsabilidad. Por una parte trabajar con audacia para una mayor integración de la mujer trabajadora en las filas comunistas, y ello no tiene que ver con la respuesta burguesa de las cuotas de género, sino con algo más complejo, donde ideología y medidas organizativas avanzan inseparables, es decir, la justa causa de la emancipación de la mujer como elemento inseparable de la lucha revolucionaria de la clase obrera para la transformación radical del mundo tiene una respuesta innegable en la construcción socialista en la URSS donde las medidas para la igualdad y emancipación llevaron a la mujer a peldaños superiores de la vida social y quedó demostrado que la opresión, desigualdad de la mujer tienen fundamento en la división de la sociedad en clase, en la sociedad de explotación, en la apropiación privada de la riqueza socialmente producida. Es una gran veta ideológica para la integración de la mujer trabajadora a la lucha el trabajar el vínculo del socialismo-comunismo con la emancipación de la mujer. Su desarrollo en la vida del Partido como militantes y cuadros se ve obstaculizado objetivamente por su rol en la familia y sobre todo las tareas reproductivas, y la única respuesta es que el PCM asuma seriamente medidas que envuelvan a toda la estructura para garantizar que las camaradas asistan a la reunión de célula, comités, conferencias, congresos, escuelas, por ejemplo guarderías rojas, o que tratándose de parejas de camaradas se asuma la conciencia que en la vida familiar deben socializarse las tareas reproductivas y no descansarlas exclusivamente en la mujer, o que en las actividades partidarias tareas como la cocina y distribución de la alimentación no son asunto de los camaradas hombres. Pequeñas medidas que contribuirían a que entre una camarada y su militancia no se levante un muro infranqueable, sino que pueda participar con confianza, sin preocupación por los hijos/as, que tenga tiempo libre para el estudio, la formación ideológica, la intervención política. En el PCM tenemos que hacer un fuerte esfuerzo para la integración de más mujeres trabajadoras a las filas del Partido y la Juventud, lo cual tiene que ver con el reclutamiento, pero no solo, sino con la investigación teórica, periodística, la labor ideológica. Llamamos a redoblar la cuestión de la mujer en El Machete, El Comunista, en la labor editorial, a realizar reuniones especializadas que cualifiquen la vida interna del Partido con relación al asunto de la emancipación de la mujer y su mayor participación partidaria. Esta labor es del Comité Central, de su Comisión de la Mujer, de los Comités Regionales, del Consejo Central de la FJC, de todos los cuadros y militantes y tenemos que trabajar rumbo a la II Conferencia para la Emancipación de la Mujer.

El otro aspecto es el que nos convoca hoy aquí, y es el rol de los comunistas y en específico de las mujeres comunistas entre la mujer trabajadora que por orientación de la I Conferencia para la Emancipación de la Mujer consiste en construir una organización por los derechos y emancipación de la mujer trabajadora, tarea que hoy aquí en concreto les entregamos.

No se trata de una organización de mujeres comunistas, hablamos de una organización que no es un Partido, y que también es distinta a la juventud comunista; no procura agrupar en una base ideológica, sino en una base programática. Su objetivo es agrupar al mayor número posible de mujeres trabajadoras en lucha por sus derechos y emancipación, organizarlas, politizarlas, conscientizarlas y educarlas. Es pues una organización que busca ser de masas, unitaria, independiente, clasista. No renunciamos a que las mujeres que allí se organicen luchen el día de mañana por el socialismo, pues ello es un objetivo implícito, pero no es una precondición. No planteamos que de inmediato asuman el marxismo-leninismo, la disciplina consciente, el objetivo de la revolución y la construcción socialista, pues para ello sin meternos en embrollos les plantearíamos la militancia en el PCM o la FJC. Insistimos se trata de dar una respuesta a la necesidad masiva que existe de la mujer trabajadora para organizarse y politizarse.

No será pues una organización del Partido, pero si debe haber una relación clara, natural, distintiva. Las mujeres comunistas que en ella participen tienen en primer lugar la disciplina del PCM que es el que orienta y determina  su actividad. No nos podría pasar que las mujeres comunistas vinieran a pelearse en esa organización por responsabilidades y espacios. El PCM interviene a través de las mujeres comunistas en esta expresión del movimiento de masas.

El PCM acompañará la construcción de ésta organización.

No buscamos que esta organización sea una parte del actual movimiento feminista, ni que vaya a actuar en el mismo marco de iniciativas. No. Vamos en camino distinto y en abierta polémica. Todas las manifestaciones de feminismo, el burgués, pequeñoburgués, y hasta el llamado feminismo marxista, están atrapados en la lógica del pensamiento burgués, y toda su acción al plantear el conflicto de género levanta barreras para la unidad de la clase obrera, objetivo primario de la actividad de los comunistas. Más allá de lo vistoso y en apariencia masivo que pueda parecer el movimiento feminista en México, y que adquirió nuevos aires a partir de movilizaciones para condenar algunos de los feminicidios, no agrupa ni mínimamente a la mujer trabajadora, y no será el escenario de intervención de ésta organización.

El pensamiento marxista-leninista expresa claramente donde se encuentra la base de la desigualdad y opresión de la mujer, en la división de la sociedad en clases y los modos de producción que se han sucedido con esa característica, por supuesto también el sistema capitalista. Con la integración de la mujer en el proceso de la producción y la socialización de las tareas reproductivas se inicia el camino de la liberación de la mujer, y por ello el socialismo-comunismo es inseparable de la cuestión de la emancipación de la mujer.

Insistimos, con ésta reunión iniciamos ese camino y para su preparación se integraron comisiones de trabajo para presentar proyectos de discusión que se enriquecerán en discusión propia y ya no solo entre mujeres comunistas sino con las mujeres de la clase obrera. Saludamos a las comisiones que a pesar de las dificultades cumplieron con su responsabilidad, entregar proyectos coherentes en tiempo, hacer el esfuerzo de trabajar colectivamente y presentar resultados. Tenemos que hacer la crítica de quienes no lo hicieron así. Estos documentos han circulado con un tiempo mínimo, pero suficiente y será con los que trabajemos.

En el Buró Político los evaluamos y queremos presentar algunas observaciones ideológicas y metodológicas:

En cuanto a la plataforma programática se tiene que pensar que es un documento dirigido a cientos de miles que se encuentran con un nivel de consciencia muy mínimo o embrionario, esa es la realidad y nuestra tarea es elevarlo, y no se trata de rebajar nuestras posiciones, pero si de comprender donde vamos a intervenir.

Nos movemos en una línea muy fina y casi imperceptible de eslabonar respuestas concretas para luchar vinculadas a la tarea estratégica del socialismo. Estas respuestas concretas de ninguna manera deben dejar la puerta a pensar que aún es posible encontrar solución en el capitalismo, como plantean las fuerzas reformistas y oportunistas. Estos objetivos programáticos deben apuntar a agrupar, luchar y eslabonarse a tareas antimonopolistas, anticapitalistas y antiimperialistas.

Hay asuntos de los que el marxismo-leninismo ya planteó respuestas. Los comunistas planteamos la abolición de la prostitución y estamos en oposición a las tendencias regulacionistas. Ello no significa que no denunciemos, no condenemos  o no nos solidaricemos. Marx además situó la prostitución como uno de los componentes del lumpenproletariado y resulta muy forzada y fuera de lugar querer construir la categoría de trabajo sexual, que llevada a sus últimas consecuencias sitúa a los órganos sexuales como medios de producción. Suponiendo, sin conceder, que hay elementos nuevos a tomar en cuenta, no es algo que pueda aparecer de la noche a la mañana en documentos nuestros sin un proceso teórico-ideológico correspondiente.

Debemos tener mucho cuidado con lo que algunos partidos oportunistas han lanzado en términos de agitación y propaganda pero sin seriedad teórica, de la doble explotación: Una es la del capitalista ¿y la otra? La explotación es una sola contra el conjunto de la clase obrera y en interés de la clase capitalista la acentúa sobre la mujer trabajadora por factores múltiples destinados a mayor rentabilidad.

Una discusión interesante aparece en el documento que señala como característica de identidad el anticapitalismo, lo cual reivindica el PCM pero asociado a otras características, es decir antimonopolista, antiimperialista, por el poder obrero, popular y el socialismo. Sin esas definiciones agregadas podríamos navegar en otras aguas que terminaran asociándonos al altermundismo, el anarquismo, el movimientismo. Así como hoy la categoría izquierda está muy devaluada y puede incluir casi cualquier cosa, debemos precisar lo que se entiende por anticapitalismo.

En lo relativo al documento de propuesta organizativa es un documento que establece muy seriamente una reflexión justa de tiempos, periodicidad y un plazo adecuado, de un año, que consideramos coherente para arribar a la meta.

En cuanto a los estatutos, es complejo entrar a una discusión así, agradecemos y reconocemos el esfuerzo individual. Proponemos entrar a una discusión general que situé características y elementos, el nombre de la organización, e integrar una nueva comisión que en un mes presente un nuevo proyecto. Que planteamos como criterio, formas simples, flexibles y en una primera fase territoriales. Organizaciones territoriales, un consejo nacional, una instancia ejecutiva y una coordinadora general. Una forma simple que irá adquiriendo complejidad conforme su musculo y tejido se desarrollen.

Estamos dando un paso importante.

[1] Lenin, V.I. Discurso pronunciado en el I Congreso de obreras de toda Rusia el 19 de Noviembre de 1918.

 

Texto publicado en El Machete, no. 12, pp. 9-15.

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