Discurso pronunciado con motivo del XXV Aniversario de la Revolución Cubana*
Por Fidel Castro
Santiagueros;
Compatriotas de toda Cuba:
Hace 25 años nos reunimos en este mismo parque, casi a la misma hora, para hablar por primera vez al pueblo desde este mismo balcón. No será inútil recordar, por su permanente vigencia, por su valor moral y por su carácter histórico, algunas palabras pronunciadas aquella noche en que los trascendentales acontecimientos del momento exigían considerable atención, pero en que se expresaba también, de modo categórico y definitivo, lo que sería la línea fundamental de nuestra conducta revolucionaria.
“¡Al fin hemos llegado a Santiago! Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado (APLAUSOS).
“La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros.
“La Revolución no se podrá hacer en un día, pero tengan la seguridad de que la Revolución la hacemos, tengan la seguridad de que por primera vez, de verdad, la República será enteramente libre y el pueblo tendrá lo que merece.
“No creemos que todos los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está trillado de obstáculos; pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a las grandes dificultades. Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, y es que podemos equivocarnos una y muchas veces; pero lo único que no podrán decir jamás de nosotros es que robamos, que hicimos negocios, que traicionamos.
“Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad y por la ambición, porque —como dijo nuestro Apóstol— toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber, como lo hemos estado haciendo hasta hoy y como lo haremos siempre… Hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria del pueblo; hablo del profundo sentimiento y de nuestra devoción hacia nuestros muertos, que no serán olvidados… Esta vez no se podrá decir, como otras veces, que traicionamos la memoria de los muertos, porque los muertos seguirán mandando… y solo la satisfacción de saber que su sacrificio no ha sido en vano, compensa el inmenso vacío que dejaron en el camino (APLAUSOS).
“La Revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es el único al que debe su victoria.
“Afortunadamente, la tarea de los fusiles ha cesado. Los fusiles se guardarán donde estén al alcance de los hombres que tendrán el deber de defender nuestra soberanía y nuestros derechos; pero cuando nuestro pueblo se vea amenazado, no pelearán solo los 30.000 ó 40.000 miembros de las fuerzas armadas, sino pelearán los 300.000 ó 400.000 ó 500.000 cubanos, hombres y mujeres, que aquí pueden empuñar las armas (APLAUSOS). Habrá armas necesarias para que aquí se arme todo el que quiera combatir, cuando llegue la hora de defender nuestras libertades, porque se ha demostrado que no solo pelean los hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba (APLAUSOS).
“Cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, este pueblo es invencible. Tendremos organizadas las milicias o las reservas de combatientes femeninas y las mantendremos entrenadas, todas voluntarias. Y estas jóvenes que ahí veo con los vestidos negros y rojos del 26 de julio, yo espero que aprendan también a manejar las armas (APLAUSOS).
“¡Y este pueblo bien merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad que no ha logrado en sus 50 años de República y bien merece convertirse en uno de los primeros pueblos del mundo, por su inteligencia, por su valor, por su firmeza!
“Nadie puede pensar que hablo demagógicamente, nadie puede pensar que quiero halagar al pueblo; he demostrado suficientemente mi fe en el pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba y la gente decía que estábamos locos, y nos preguntaban que por qué pensábamos ganar la guerra, yo dije: porque tenemos al pueblo. Y cuando fuimos derrotados la primera vez y quedamos un puñado de hombres y persistimos en la lucha, sabíamos que esta sería una realidad, porque creíamos en el pueblo; cuando nos dispersaron cinco veces en el término de 45 días y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque teníamos fe en el pueblo, y hoy es la más palpable demostración de que aquella fe era justificada (APLAUSOS). Tengo la satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberle inculcado esta fe a mis compañeros; esta fe, que es hoy más que una fe, una seguridad completa en todos nuestros hombres; y esta misma fe que nosotros tenemos en ustedes, es la misma que nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre (APLAUSOS).
“La República no fue libre en 1895 y el sueño de los mambises se frustró a última hora; la Revolución no se realizó en 1933 y fue frustrada por los enemigos de ella. ¡Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios;… es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado! Podemos decir con júbilo que en cuatro siglos… por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá.
“Hace breves días me fue imposible resistir la tentación de ir a visitar a mi madre, a la que no veía desde hacía varios años. Cuando regresaba por el camino que cruza a través de los Mangos de Baraguá, en horas de la noche, un sentimiento de profunda devoción de los que viajábamos en aquel vehículo nos hizo detener allí en aquel lugar, donde se levanta el monumento que conmemora la Protesta de Baraguá y el inicio de la Invasión. En aquella hora, la presencia de aquellos sitios, el pensamiento de aquellas proezas de nuestras guerras de independencia, la idea de que aquellos hombres hubiesen luchado durante 30 años para no ver logrados sus sueños y que la República se frustrara, y el presentimiento de que muy pronto la Revolución que ellos soñaron, la Patria que ellos soñaron sería realidad, nos hizo experimentar una de las sensaciones más emocionantes que puedan concebirse. Veía revivir a aquellos hombres con su sacrificio, con aquellos sacrificios que nosotros hemos conocido también de cerca; pensaba en sus sueños y en sus ilusiones, que eran los sueños y las ilusiones nuestras, y experimenté que esta generación cubana ha de rendir y ha rendido ya el más fervoroso tributo de reconocimiento y de lealtad a los héroes de nuestra Independencia.
“Los hombres que cayeron en nuestras tres guerras de Independencia juntan hoy su esfuerzo con los hombres que han caído en esta guerra, y a todos nuestros muertos en las luchas por la libertad podemos decirles que por fin ha llegado la hora de que sus sueños se cumplan; ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble,… tendrá lo que necesita” (APLAUSOS).
Estas palabras fueron pronunciadas hace 25 años.
Fue un discurso improvisado, al calor de las emociones y en medio del torbellino de los acontecimientos de aquel día. El lenguaje ha cambiado. Hoy las metas, los objetivos, los problemas, son otros, que entonces parecían lejanos. No sería necesario expresar lo que ha sido demostrado a lo largo de 25 años, pero las ideas básicas de aquel día, las mismas que nos inspiraron años antes el 26 de julio de 1953, se han mantenido inmutables, tienen y tendrán permanente vigencia (APLAUSOS).
No se hablaba entonces del partido marxista‐leninista, del socialismo y del internacionalismo, ni siquiera se mencionaba al capitalismo por su nombre; incluso muy pocos habrían comprendido en aquel instante su verdadero significado. Pero todo lo que ha ocurrido desde entonces en nuestra patria, el avance de nuestro proceso político hasta límites increíbles, el lugar histórico que hoy ocupa en el mundo nuestro pueblo, nuestras ideas y nuestra experiencia nacional, es la consecuencia directa de aquel sagrado compromiso revolucionario que hicimos con el pueblo (APLAUSOS).
Esa misma noche yo expresaba una idea esencial de la siguiente forma: “Ustedes saben que somos hombres de palabra y lo que prometemos lo cumplimos, y queremos prometer menos de lo que vamos a cumplir; no más, sino menos…, y hacer más de lo que ofrezcamos al pueblo de Cuba” (APLAUSOS).
Al revés de lo ocurrido en la historia política de nuestra patria, en la que jamás se quiso o se pudo cumplir un programa revolucionario muchas veces prometido al pueblo, esta vez nuestro programa del Moncada no solo fue cumplido en su totalidad, sino que avanzamos mucho más, tal como lo habíamos soñado íntimamente los que organizamos el ataque al Moncada y fundamos el Movimiento 26 de julio y nuestro pueblo logró crear en el hemisferio occidental el primer Estado socialista, que es el más avanzado sistema político y social que ha conocido la historia del hombre (APLAUSOS).
La frustración esta vez no correspondió al pueblo; correspondió al imperialismo, a los latifundistas, oligarcas, burgueses y demás reaccionarios, que siempre estuvieron seguros de que cualquier programa revolucionario en Cuba o América Latina terminaría en el papel, en la corrupción y en el cesto de la basura (APLAUSOS).
Si largo fue el camino que comenzó en Yara el 10 de octubre de 1868 para llegar al Primero de enero de 1959, largo y duro, glorioso y heroico, ha sido el camino que nos condujo a este vigesimoquinto aniversario de la Revolución victoriosa (APLAUSOS).
Aquel mismo día Primero de enero de 1959, se quiso escamotear al pueblo la victoria. Cuando el grueso de las tropas de combate enemigas estaban cercadas y a punto de rendirse o ser aniquiladas, la isla dividida en dos partes y el pueblo en pie de lucha, se produjo en la capital de la República un golpe de Estado militar. Su protagonista principal lo fue el jefe de las tropas de operaciones enemigas en Oriente, quien días antes, el 28 de diciembre, se había reunido con nosotros, reconocido la derrota del Ejército y acordado la forma, día y hora de concluir la lucha, aceptando la victoria de la Revolución, compromiso que no fue cumplido.
El golpe fue realizado con la participación de la embajada de Estados Unidos y la complicidad del propio Batista. Este intento de última hora lo creyó necesario el imperialismo que, subestimando la fuerza del Ejército Rebelde y al pueblo de Cuba, creía disponer de tiempo suficiente para instrumentar una fórmula mediatizadora e injerencista como la de 1933, y para la cual consideró que podría contar hasta el 24 de febrero de 1959, cuando tomaría posesión el Gobierno escogido en la comedia electoral de noviembre de 1958. La fulminante ofensiva del Ejército Rebelde en el mes de diciembre no le dio tiempo para esperar esa fecha. Trataba de salvar a toda costa el viejo ejército creado por las tropas intervencionistas yankis a principios de siglo en sustitución del glorioso ejército mambí. Aquel ejército, organizado, equipado, entrenado, adoctrinado y corrompido por el imperialismo, había sido el pilar fundamental de la dominación imperialista a lo largo de casi 60 años. Pero el golpe fue deshecho por el Ejército Rebelde y el pueblo, que en menos de 72 horas ocupó todas las instalaciones militares del país y consolidó la victoria (APLAUSOS).
Cuando nos reuníamos en Santiago de Cuba aquella noche, la situación era todavía confusa; y aunque convencidos absolutamente del resultado final, ignorábamos si aún tendrían que librarse sangrientos combates en la capital de la República. Una página imborrable escribieron los trabajadores cubanos al secundar de modo unánime, entusiasta y absoluto, el llamamiento a la huelga general lanzado por la Comandancia del Ejército Rebelde desde Palma Soriano, en la mañana del Primero de enero (APLAUSOS). Esa fuerza extraordinaria, ese espíritu combativo del pueblo, no lo había tomado en cuenta, al hacer sus cálculos y pronósticos, el imperialismo yanki. Mas esa característica de nuestro pueblo no podía subestimarse. No en balde había tenido que enfrentarse solo, durante casi 30 años, a cientos de miles de soldados españoles en la más heroica de las guerras de independencia de América (APLAUSOS). El carácter de un pueblo no se forja en un día, pero tampoco lo pueden destruir, una vez que se ha formado, ni siquiera siglos de subyugación, explotación y dominio.
Lo que podemos decir hoy es que no hemos estado por debajo de nuestros titanes de 1868 y 1895, ni de los heroicos combatientes del Moncada, la sierra y el llano (APLAUSOS).
Cuando emprendimos en Santiago de Cuba el glorioso camino de estos 25 años, sabíamos que nuestro pueblo estaría a la altura de la proeza que se proponía realizar. ¿Quién lo sabe, quién lo puede atestiguar, mejor que el propio imperialismo yanki? No ha encontrado jamás en nuestro pueblo un solo minuto de vacilación, duda, debilidad o temor. En el odio creciente e impotente del imperialismo está la medida de los méritos de nuestra Revolución (APLAUSOS).
A los cobardes se les desprecia, se les humilla, se les subyuga. Contra la Revolución Cubana, en cambio, se han estrellado durante 25 años la hostilidad, el odio, las mentiras, las amenazas y las agresiones de todo tipo del imperialismo yanki. Nos correspondió el papel histórico de enfrentarnos aquí a 90 millas, menos aun, a 90 milímetros, si se considera el territorio ocupado de la base naval de Guantánamo, al país imperialista más poderoso de la Tierra (APLAUSOS).
No tembló ni vaciló la Revolución cuando llegó la hora de castigar ejemplarmente a los criminales de guerra, como habíamos prometido al pueblo; de confiscar los bienes robados al país por gobernantes corruptos; de defender los derechos, la plena soberanía y la dignidad de nuestro pueblo; de afectar los intereses de los grandes monopolios explotadores yankis y de la burguesía nacional; de rebajar las tarifas de los servicios públicos, los alquileres y los medicamentos; de disponer el reingreso en los centros de trabajo de todos los que habían sido cesanteados por la tiranía.
No tembló ni vaciló al decretar la reforma agraria más profunda y radical que se ha realizado en América Latina, y que afectaba no solo a los latifundios que eran propiedad de nacionales cubanos, sino también a inmensas extensiones territoriales de empresas agrícolas de Estados Unidos.
No tembló ni vaciló en devolver golpe por golpe a cada medida de agresión económica de Estados Unidos, nacionalizando una por una todas las empresas yankis propietarias de centrales azucareros, las compañías telefónica y eléctrica, ferrocarriles, puertos, minas, cadenas comerciales y bancos.
No tembló ni vaciló cuando llegó la necesidad de nacionalizar toda la banca, el comercio exterior y todas las grandes empresas capitalistas del país.
No tembló ni vaciló en arrancar de raíz la discriminación racial y erradicar el juego, la prostitución, la droga y la mendicidad (APLAUSOS).
No tembló ni vaciló cuando hubo que crear las milicias obreras y campesinas y recibir armas socialistas para enfrentar las bandas contrarrevolucionarias, los asesinatos de alfabetizadores, de obreros y campesinos, los atentados terroristas, los intentos de asesinar a los líderes revolucionarios y los planes de sabotaje de la CIA. Y supimos honrar con indignación y firmeza crecientes a las decenas de víctimas que nos ocasionaron los crímenes del Gobierno de Estados Unidos, y en especial el brutal sabotaje del vapor La Coubre.
No tembló ni vaciló la Revolución en enfrentarse a la invasión mercenaria de Girón, y en proclamar el carácter socialista de la Revolución (APLAUSOS), el mismo día en que debíamos sepultar a los caídos en los traidores bombardeos aéreos y en vísperas de combates decisivos en que nuestro pueblo luchó y venció heroicamente, defendiendo ya las banderas del socialismo.
No tembló ni vaciló en octubre de 1962 ante la amenaza de invasión y guerra nuclear, a raíz de una crisis que surgió enteramente como consecuencia de las criminales agresiones y amenazas yankis contra nuestra patria y las medidas tomadas para defendernos.
No tembló ni vaciló en unir firmemente a todas las fuerzas revolucionarias, hacer suyas las doctrinas del marxismo‐leninismo, forjar un Partido de vanguardia, una pujante Unión de Jóvenes Comunistas, y crear poderosas organizaciones obreras, campesinas, de vecinos, de mujeres, de estudiantes y hasta de niños y adolescentes, que serían educados en los principios de sus padres y en el amor a la Revolución (APLAUSOS).
No tembló ni vaciló la Revolución ante la colosal tarea que significaba liquidar el desempleo, el analfabetismo, la ignorancia y el calamitoso estado de la salud pública en nuestro país, creando centros de trabajo, círculos infantiles, escuelas primarias, secundarias, preuniversitarias, tecnológicas, universitarias, centros de educación especial para los niños con dificultades, hospitales rurales, pediátricos, materno― infantiles, clínico‐quirúrgicos, policlínicos, decenas de centros especializados de investigación y asistencia médica, y numerosas instalaciones culturales y deportivas para el desarrollo mental y físico de nuestra juventud y nuestro pueblo.
No tembló ni vaciló en emprender resueltamente el largo y difícil camino del desarrollo económico y social, partiendo de una economía atrasada, deformada y dependiente, heredada del colonialismo, y en medio de un brutal bloqueo económico de quienes habían sido nuestros suministradores de equipos, tecnologías, proyectos y materias primas. Fue iniciado un camino duro y difícil que exigía incontables esfuerzos, perseverancia y sacrificios: la elaboración de planes quinquenales y anuales; la creación de empresas constructoras, de montaje industrial, de proyectos; la construcción de una sólida infraestructura de caminos, carreteras, ferrocarriles y puertos, la formación y desarrollo de la marina mercante y la flota pesquera; la mecanización de la cosecha de la caña y de todas las actividades agrícolas, la electrificación de los campos, la edificación de presas, canales de riego y drenaje, la introducción de la fertilización y la química en general, la mejora del ganado, la inseminación artificial y otras numerosas técnicas en nuestra atrasada agricultura; el inicio de la industrialización del país, la calificación de cientos de miles de obreros, técnicos medios y universitarios, la fundación de decenas de centros de investigación científica y el desarrollo de sólidas relaciones económicas con el campo socialista; un camino enteramente nuevo para el cual no poseíamos al principio experiencia alguna.
Por ese camino hemos construido miles de objetivos industriales, agrícolas y sociales a lo largo de estos años. Como consecuencia de ello, el panorama de nuestros campos y ciudades ha cambiado radicalmente. Se ha humanizado el trabajo en todas las esferas fundamentales de la producción con el empleo de la técnica y las máquinas. Numerosas obras de gran envergadura están en construcción o en fase de puesta en marcha en la esfera de la energética, incluida la primera central electronuclear, una nueva refinería de petróleo, grandes industrias para el procesamiento del níquel, importantes fábricas textiles y de hilandería, la prospección geológica del país, la búsqueda y extracción de petróleo, grandes plantas sideromecánicas y de otras ramas básicas, ligeras y alimenticias. Se construyen nuevos centrales azucareros con el ciento por ciento de los proyectos y más del 60% de los componentes producidos en Cuba. Se labora intensa y metódicamente en los planes perspectivos y las líneas de desarrollo económico y social hasta el año 2000.
Una prueba de la forma en que se ha elevado la productividad del trabajo, es el hecho de que hace solo 12 años se empleaban 350.000 macheteros en las zafras, y hoy, para producciones de azúcar mucho mayores, se emplean menos de 100.000 (APLAUSOS). Y esto no ha creado desempleo alguno. Ha sucedido igual en otras ramas de la agricultura, la industria, la construcción y el transporte, a la vez que se aumentaban en las diversas ramas de la producción y los servicios, la cantidad y la calidad de los empleos. ¿Qué otro país de América Latina puede decir lo mismo? (APLAUSOS)
Hoy todo el mundo acepta, entre ellos nuestros enemigos, que nuestra salud pública y nuestra educación constituyen un impresionante éxito no alcanzado jamás por algún otro país del llamado Tercer Mundo, e incluso por varios de los países que se inscriben en la lista de los industrializados. Sin embargo, nuestros enemigos se aventuran a cuestionar los éxitos de nuestro desarrollo económico. Lo cierto es que nuestra economía, a pesar del brutal bloqueo económico yanki, ha crecido a un ritmo promedio anual aproximado del 4,7% desde el triunfo de la Revolución —unos años menos, otros años más—, tasa de crecimiento que es una de las más altas de América Latina en ese período (APLAUSOS). De lo contrario, ¿cómo podríamos sostener un sistema educacional que cuesta más de 1.500 millones de pesos cada año, y un sistema de salud cuyo costo rebasa los 500 millones, superando decenas de veces lo que se gastaba en el capitalismo para estos fines? ¿Cómo hubiéramos podido convertirnos en un país sin desempleo, con un sistema de seguridad social avanzado, que beneficia sin excepción a todos los trabajadores? ¿Cómo podríamos ser después de Argentina, que cuenta con enormes extensiones de tierra agrícola y rebaños de ganados, el segundo país mejor alimentado de América Latina, con casi 3.000 calorías y casi 80 gramos de proteínas per cápita por día, según reconoció en días recientes una institución que es enemiga y detractora de la Revolución Cubana? (APLAUSOS) ¿Cómo podríamos ocupar un lugar destacado en el deporte, la cultura y las investigaciones científicas? ¿Cómo podríamos ser un país sin niños desamparados, sin mendigos, sin prostitución, ni juego ni droga? (APLAUSOS) ¿Acaso muchas de estas actividades no constituyen el triste medio de vida de incontables personas, no solo en países subdesarrollados, sino en casi todos los países capitalistas industrializados? ¿Cómo podríamos recibir y preparar técnicamente a más de 20.000 jóvenes procedentes de Asia, África y América Latina, y prestar nuestra colaboración a más de 30 países del Tercer Mundo? (APLAUSOS)
Ello es posible, desde luego, no solo porque nuestra economía ha crecido, sino también porque nuestro intercambio con los países socialistas, que hoy ocupa más del 80% del comercio de Cuba, no sufre la creciente desigualdad y arbitrariedad en los precios que padece el Tercer Mundo en sus relaciones económicas con los países capitalistas desarrollados; es posible porque nuestra riqueza está mejor distribuida; porque los frutos de nuestra economía no van a parar a manos de los monopolios ni a los bolsillos de los gobernantes; porque no hay fuga de capitales, y porque contamos con un pueblo trabajador, entusiasta, generoso y solidario, cuyos hijos son capaces de cualquier tarea y cualquier misión, tanto dentro como fuera del país (APLAUSOS). Es decir, porque contamos con un tesoro incalculable, desconocido en las sociedades capitalistas: un nuevo hombre con nuevos valores y nuevos conceptos de la vida, para el que no existe tarea difícil o imposible (APLAUSOS). Hablando de nuestro espíritu internacionalista, nosotros decíamos en fecha reciente a unos periodistas extranjeros: cuando se solicitaron maestros para Nicaragua, se ofrecieron casi 30.000; cuando meses después asesinaron en Nicaragua a algunos maestros cubanos, se ofrecieron 100.000 (APLAUSOS). Los Estados Unidos tienen sus Cuerpos de Paz; las iglesias tienen sus misioneros; Cuba sola cuenta con más ciudadanos dispuestos a cumplir voluntariamente esas tareas en cualquier parte del mundo, que los Estados Unidos y todas las iglesias juntas (APLAUSOS). Ese espíritu se refleja en el trabajo, tanto dentro como fuera de nuestra patria.
Se puede añadir otra prueba de la solidez de nuestro desarrollo. A pesar de los enormes recursos que nos vemos obligados a invertir en la defensa de nuestro país, cada año crecen los presupuestos de educación, salud, cultura, deporte, ciencia y técnica; cada año invertimos más recursos en mantenimiento y construcción de viviendas; cada año invertimos una cifra mayor en la industria, la agricultura y la infraestructura económica. Para este año 1984 el presupuesto para la ciencia y la técnica crece un 15,6%; el de salud pública, 14,3%; el de vivienda y servicios comunales, 14,1%; el de deporte, 10,8%; el de cultura y arte, 9,1%; el de educación, 5,1%; el de seguridad y asistencia social, 4,2%. A pesar de eso, nuestros ingresos y gastos presupuestarios serán balanceados. En el resto de los países de este hemisferio, solo se escuchan noticias sobre el incremento del desempleo y la reducción de los presupuestos de educación, salud y demás gastos sociales.
En medio de la crisis económica mundial, mientras el conjunto de la economía de América Latina decreció en un 1% en 1982 y en 3,3% en 1983, la de Cuba creció en 2,5% en 1982 y en 5% en 1983. Para 1984 se proyecta un crecimiento similar al del año anterior (APLAUSOS).
En días recientes explicaba cómo la Revolución había comenzado su exitoso programa de salud con solo 3.000 médicos, que ya teníamos casi 20.000, y en los próximos 16 años graduaremos 50.000 más (APLAUSOS). La selección, la preparación previa, el trabajo de estos médicos, el concepto de su utilización y nuestro sistema de salud, colocarán a Cuba en el primer lugar del mundo en este campo en solo 15 ó 20 años más (APLAUSOS).
Similares serán nuestros progresos en la educación, y con ambiciosas metas trabajamos en todos los campos.
Yo decía en la clausura de la última sesión de la Asamblea Nacional: el Primero de enero de 1959 carecíamos por completo de experiencia, no teníamos más que ideas, buenas y nobles ideas, sin duda, pero solo ideas. La obra realizada en estos años la llevaron adelante hombres muy modestos, salidos de las filas del pueblo, era casi siempre un humilde trabajador, quien pasaba súbitamente a realizar la tarea del administrador o del antiguo dueño que no quería—cooperar o se marchaba― del país. A pesar de eso, partiendo prácticamente de cero, hemos avanzado extraordinariamente.
Hoy, después de 25 años, contamos con cientos de miles de técnicos y decenas de miles de cuadros que han sido preparados por la Revolución. Hoy existe un Partido de vanguardia, experimentado, con casi medio millón de militantes; la Unión de Jóvenes Comunistas, con más de medio millón de entusiastas y combativos miembros, y poderosas y aguerridas organizaciones de masas, con lo cual apenas podía soñarse el Primero de enero de 1959 (APLAUSOS). La proclamación de nuestra Constitución socialista, y la creación de los Poderes
Populares, han significado un paso extraordinario en la descentralización del Estado, en la participación más directa de las masas en la administración del país, una formidable escuela de gobierno y un enorme impulso a las actividades provinciales y municipales.
Disponemos, pues, de una inteligencia y una fuerza colectivas gigantescas, y de sólidas instituciones políticas, sociales y estatales. ¿Qué no seremos capaces de hacer en los años venideros? (APLAUSOS)
Sin duda, nuestras perspectivas futuras son brillantes, pero para ello hace falta paz. Y la paz está amenazada en el mundo y está amenazada en nuestra región.
A partir de la política aventurera, irresponsable y guerrerista de la actual administración de Estados Unidos, las tensiones se han incrementado en el mundo.
Si recordamos la crisis creada en 1962, cuando 42 proyectiles de alcance medio fueron instalados en Cuba, se comprenderá la gravedad que entraña la instalación de 572 cohetes nucleares estratégicos en las proximidades de las fronteras de la URSS y los demás países del campo socialista. El descabellado intento de romper el equilibrio nuclear provoca, inevitablemente, medidas de necesaria y justa respuesta. Las negociaciones entre la URSS y Estados Unidos, en consecuencia, se han interrumpido. Los presupuestos de guerra de Estados Unidos desde el acceso de la actual administración y en consonancia con su política belicista y de supremacía militar, han roto todos los récords y una colosal carrera armamentista está a las puertas. Todo esto en medio de la más aguda crisis económica que ha padecido el mundo en los últimos 50 años, cuando el desempleo crece como un azote en las naciones capitalistas desarrolladas y en los países subdesarrollados, cuando la deuda exterior se hace insufrible e impagable para el Tercer Mundo. No podrá afirmar el señor Reagan que con ello incrementa la seguridad de Estados Unidos; por el contrario, el mundo se hace mucho más inseguro para todos los pueblos, incluido el pueblo de ese país. Son muchos los que razonan con sólidos fundamentos científicos que la humanidad no podrá sobrevivir a una guerra nuclear total, no solo por la destrucción directa, sino por la contaminación de las aguas, la tierra y la atmósfera y los colosales desastres ecológicos que traería consigo. Alguien dijo que los sobrevivientes envidiarían a los muertos.
Solo gente irresponsable, ignorante y demencial puede conducir la política mundial por ese despeñadero. Como parte del mundo, ese peligro nos amenaza. Pero amenazan adicionalmente a los pueblos de Asia, África, el Medio Oriente, y, en especial, de América Latina, la política de gendarme mundial, la histeria belicista y la conducta agresiva del imperialismo. La brutal y traicionera invasión de Granada, las mentiras y pretextos utilizados para justificar el monstruoso crimen, demuestran el cinismo, la inmoralidad, la falta de
escrúpulos y el desprecio absoluto por la ley internacional y la soberanía de los pueblos, del actual gobierno de Estados Unidos.
A esto se suman otros factores agravantes: la forma grosera en que fue manipulada y engañada la opinión pública de Estados Unidos, la presentación del repugnante hecho como una gran victoria, y la creencia de que tales prácticas de bandidismo y terror internacional pueden poner de rodillas a Cuba, Nicaragua y al movimiento revolucionario en Centroamérica (APLAUSOS).
Las mismas manos que arman y asesoran a los genocidas en El Salvador son las que organizan, equipan y dirigen las bandas mercenarias que agreden a Nicaragua desde territorio de Honduras, invaden y ocupan Granada, instigan y apoyan a los racistas sudafricanos contra Angola, bombardean el Líbano y hostilizan militarmente a Siria. El derecho de los pueblos, la ley internacional, las Naciones Unidas, los acuerdos, los convenios y la opinión pública internacional, nada significan para este tipo de nuevos bárbaros nazifascistas, chantajistas por naturaleza, y en el fondo cobardes, oportunistas, calculadores, que al igual que sus antecesores hitlerianos subestiman y desprecian la capacidad de lucha y sacrificio, la invencible fuerza patriótica y los valores morales y espirituales de los pueblos (APLAUSOS).
Fue necesario un Viet Nam con sus millones de víctimas vietnamitas y decenas de miles de muertos norteamericanos, para que los imperialistas recibieran una lección sobre el límite de sus posibilidades y sus fuerzas. Reagan quiere hacer olvidar esa lección al pueblo de Estados Unidos, aun a riesgos que pueden ir desde nuevos Viet Nam hasta el holocausto nuclear.
Hoy Estados Unidos puede darse el lujo de invadir Granada, bloquear económicamente y amenazar a dos naciones pequeñas como Cuba y Nicaragua, y mostrar las garras y los dientes en El Salvador y Centroamérica, pero el sistema de dominio imperialista en América Latina está en crisis. Las dictaduras militares de derecha en Chile, Argentina, Uruguay y otros países, último recurso del imperialismo y el capitalismo, han fracasado estrepitosamente, llevando a esas naciones a la ruina y el colapso económico. Del “milagro brasileño” no queda más que 100.000 millones de dólares de deuda externa y las constantes noticias de calamidades sociales: desempleo, hambre, inflación, descensos del nivel general de vida, mortalidad infantil, enfermedades y asaltos de mercados por el pueblo. La llamada democracia representativa burguesa está también en crisis, ahogada por la ineficiencia, la corrupción, la impotencia social, las deudas impagables y la ruina económica. Crecen el desempleo, la inseguridad y el hambre como una plaga. Atrás han quedado las ilusiones reformistas y los desprestigiados y onerosos remedios de las inversiones transnacionales. Los cambios estructurales y sociales son inevitables. Más tarde o más temprano se producirán y serán más profundos cuanto más honda e insalvable sea la crisis, que no es simplemente coyuntural. Ni Cuba puede exportar la Revolución, ni Estados Unidos puede impedirla (APLAUSOS). Si esto es así, ¿acaso podrá bloquear e intervenir en el futuro a toda la América Latina? ¿Imaginará Reagan que Brasil es del tamaño de Granada? De una forma o de otra, Estados Unidos tendrá que resignarse a coexistir con sistemas sociales y económicos diferentes y países independientes en este hemisferio (APLAUSOS).
Se equivocan los imperialistas si creen que pueden obtener concesiones de Cuba o ponerla de rodillas con amenazas y agresiones. Esto no es solo válido para la generación que hizo la guerra de liberación y la Revolución; es y será un principio firme e insoslayable de las nuevas generaciones, que frente a todos los augurios, ilusiones y presagios de los imperialistas, crecen y se educan en un espíritu todavía más intransigente y revolucionario (APLAUSOS).
Nuestra patria no se negará nunca a trabajar por la paz, a discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones, sin renunciar jamás a un átomo de su moral, su dignidad, su soberanía y sus principios. Nuestra patria no negará tampoco su cooperación a fórmulas que contribuyan a superar las tensiones en nuestra área y en el mundo. Consideramos un deber ineludible de todos los pueblos y sus estadistas luchar por el porvenir y la supervivencia de la humanidad, nunca antes tan mortalmente amenazada. Nosotros mismos necesitamos paz. La paz significa para nuestro pueblo un brillante y seguro porvenir. Pero la paz no se conquista con claudicaciones ni concesiones a la agresividad imperialista. Las concesiones al agresor solo
estimulan sus morbosos designios y abren el camino al yugo, la opresión y la rendición.
Si después de su triste hazaña en Granada el imperialismo cree que los cubanos somos más débiles, es que lo ciega la estupidez. Cubanos, nicaragüenses, salvadoreños, han multiplicado su patriotismo, su espíritu de lucha, su conciencia revolucionaria; han multiplicado su desprecio y su odio a los métodos sangrientos y a la política del imperio. Cada nueva fechoría que este intente será más costosa, más difícil, más imposible.
El temor de los revolucionarios a los riesgos y sacrificios que implican sus amenazas nunca ha existido, pero ahora existe menos que nunca (APLAUSOS).
A nosotros nos corresponde hablar por nuestro pueblo. La sangre derramada por los heroicos colaboradores caídos en Granada no será jamás olvidada (APLAUSOS PROLONGADOS). Espero que los imperialistas tampoco olviden cómo aquellos hombres no temblaron ni vacilaron en combatir contra las mejores tropas de Estados Unidos, aun cuando estaban a 1.000 millas de su patria en condiciones de absoluta inferioridad en número y en armas (APLAUSOS); y así como no temblaron ellos ni vacilaron, así como no tembló ni vaciló nuestra Revolución cuando le tocó cumplir honrosas misiones internacionalistas (APLAUSOS), que supo llevar a cabo con valor y dignidad ejemplares, menos temblará y menos vacilará si a nuestro pueblo le llega la hora de defender su propia tierra y su propia vida (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!”) junto a los heroicos combatientes de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, empuñarán las armas para dar a los agresores una lección que no olvidarán jamás y un ejemplo que conmoverá al mundo y estremecerá al imperio (APLAUSOS).
Hemos dicho que producción y defensa son nuestras consignas fundamentales de hoy. Ambas no se contradicen en lo más mínimo y se complementan una a otra. Mientras más combativo es un pueblo, mientras más consciente y más dispuesto a luchar por su patria, más trabajará, más se entregará a la obra de la Revolución y al desarrollo de su país; mientras más se desarrollen la producción y los servicios, mientras más luchemos por el bienestar, el porvenir y la felicidad de nuestros compatriotas, mientras más esmerado sea nuestro trato con los niños en las escuelas, con los enfermos en los policlínicos y en los hospitales, más excelente nuestra atención en todos los demás servicios del país; mientras más brillantes sean nuestros escritores, artistas y científicos, más relevantes nuestros deportistas, más vigoroso y eficiente nuestro Partido y nuestro Estado, con más decisión y heroísmo nuestro pueblo defenderá la patria y la Revolución (APLAUSOS).
Si al principio, cuando no teníamos más que ideas por las cuales combatir, nuestro pueblo en Girón y en la Crisis de octubre no vaciló un instante en empuñar las armas y en su disposición de luchar hasta las últimas consecuencias, ¡cómo sería ahora cuando junto a la dignidad, la soberanía, la libertad, la independencia de la patria y el derecho a hacer la Revolución, tenemos hoy toda la obra de la Revolución y un hermoso porvenir que defender! (APLAUSOS).
Junto al pueblo y las fuerzas armadas, lucharíamos dignamente, dispuestos a morir y a vencer, todos los cuadros del Partido y el Estado, todos los miembros del Comité Central y todos los dirigentes de la Revolución (APLAUSOS).
¡Santiago de Cuba, hemos vuelto ante ti al cumplirse el 25 aniversario con una Revolución hecha realidad y todas las promesas cumplidas! (APLAUSOS).
¡A ti te otorgamos hoy el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden “Antonio Maceo”, aquel insigne hijo tuyo que nos enseñó que jamás un combatiente cesa en su lucha, que jamás puede haber pactos indignos con el enemigo, que jamás nadie podrá intentar apoderarse de Cuba sin perecer en la contienda! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel, Fidel!”).
Tú nos acompañaste en los días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada, nuestro 30 de noviembre, nuestro Primero de enero. A ti te honramos especialmente hoy, y contigo a todo nuestro pueblo, que esta noche se simboliza en ti. ¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: Patria o Muerte! (EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!”) ¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de enero: la victoria! (APLAUSOS).
¡Gracias, Santiago!
(OVACIÓN)
*Nota: el título original del discurso es:
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA VELADA SOLEMNE CON MOTIVO DEL XXV ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN Y LA ENTREGA DEL TÍTULO HONORÍFICO DE “HÉROE DE LA REPÚBLICA DE CUBA” Y LA ORDEN “ANTONIO MACEO” A LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CUBA, EN EL ANTIGUO AYUNTAMIENTO DE ESA CIUDAD, EL 1º DE ENERO DE 1984, “AÑO DEL XXV ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN”.
(VERSIONES TAQUIGRÁFICAS ― CONSEJO DE ESTADO)