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Bielorrusia: Entre las “piedras de molino” del sistema de explotación

Imagen. AP Photo/Dmitri Lovetsky. La oposición a Lukashenko con la antigua bandera utilizada en el país durante la ocupación nazi entre 1941 y 1944.*

 

 

Bielorrusia: Entre las “piedras de molino” del sistema de explotación.

El “testigo” de las intervenciones imperialistas terminó en Bielorrusia.

 

Por Elisseos Vagenas,
Miembro del CC del
Partido Comunista de Grecia

El 10 de agosto, un día después de las recientes elecciones presidenciales en Bielorrusia, en el puerto de la ciudad lituana Klaipeda atracó un petrolero con 76.000 toneladas de petróleo crudo estadounidense, que había pedido el “último dictador de Europa”, como llaman los medios de comunicación occidentales al presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko.

Este fue el segundo cargamento estadounidense que recibió Bielorrusia. A principios de verano se recibieron 77.000 toneladas a través de la red ferroviaria y en el mismo puerto. Bielorrusia estaba considerando la posibilidad de recibir petróleo de EE.UU o de Arabia Saudita mediante los puertos polacos en el marco de su “independencia” del petróleo ruso. Esa fue la conclusión de la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, M.  Pompeo, a Bielorrusia, el pasado mes de febrero. Por supuesto, después de los últimos acontecimientos posteriores a las elecciones presidenciales, todos estos planes están en el aire… ¿O tal vez no?

Veamos algunos datos sobre Bielorrusia.

 

Sobre Bielorrusia

Este país tiene aproximadamente 10 millones de habitantes. Limita al oeste con 3 países de la UE (Lituania, Letonia, Polonia), al sur con Ucrania y al este con Rusia. Se considera el mayor estado de Europa sin salida al mar ya que no tiene litoral.

Provino de la disolución de la Unión Soviética y heredó una infraestructura de producción agropecuaria e industrial avanzada. Mantiene relaciones político-económicas y militares muy estrechas con Rusia. Llegó a un acuerdo con esta para el establecimiento de un estado único, sin embargo, a pesar de las varias “hojas de ruta” que se han acordado, este proceso se ha pospuesto indefinidamente. Participa en asociaciones regionales, en las que Rusia es la “locomotora”, como la “Unión Económica Eurasiática” y la “Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva”.

Tras una propuesta de Al. Lukashenko, aprobó en referéndum (1996), la transferencia del día de “Independencia” del 27/7 (día de su salida de la URSS), al 3/7, día cuando el Ejército Rojo liberó la capital Minsk (3/7/1944) en la Segunda Guerra Mundial, durante la cual Bielorrusia perdió 1/3 de su población.

 

Las relaciones con Rusia y China

Bielorrusia depende en gran medida de las fuentes de energía de Rusia y desempeña un papel importante en las exportaciones de hidrocarburos rusos hacia Europa. “Heredó” de la URSS una parte significativa de tubos de petróleo y de gas natural de los cuales se exportaban anualmente alrededor del 50% del petróleo ruso y el 30% del gas natural ruso a Europa.

Al mismo tiempo, obtiene significativos ingresos del procesamiento de petróleo crudo ruso, dado que dispone grandes refinerías que producen gasolina y diésel, que revende a países europeos, asegurando hasta el 25% de los ingresos del presupuesto estatal (8 mil millones de euros al año). Además, ha recibido una serie de ayudas económicas y préstamos de Rusia, que actualmente representan el 40% de su deuda externa, mientras que el segundo financiador es China (26%). Al mismo tiempo, Rusia es el principal importador de productos bielorrusos (p.ej. lácteos, tractores, autobuses), mientras que China es el segundo mayor importador.

Los principales inversores extranjeros en 2019 procedieron de Rusia (44,2% de todas las inversiones), seguidos de los inversores de Gran Bretaña (19,7%) y de Chipre (6,6%), países donde el capital ruso tiene una actividad fuerte.

China ve a Bielorrusia como la “última parada” de la “Ruta de la Seda” antes de la Unión Europea. En los últimos años ha ido invirtiendo y financiando la economía bielorrusa en beneficio de sus propios monopolios.

Las relaciones entre Bielorrusia y Rusia en los últimos 26 años, con Al. Lukashenko como presidente del país, recuerdan a la alternancia de una “ducha fría y caliente”. Por un lado, Bielorrusia se ha convertido en el “aliado” más estrecho de Rusia. Por otro lado, los dos países durante todos estos años han estado involucrados en una serie de “guerras” comerciales. Bien por los precios de tránsito de los hidrocarburos rusos, o por los precios a los que Bielorrusia compra los hidrocarburos rusos, o por las importaciones de productos lácteos bielorrusos en Rusia (los medios de comunicación rusos consideran que el Estado bielorruso prima su producción mucho más que el estado ruso, resultando al antagonismo desigual para las respectivas empresas rusas). Mientras que los medios de comunicación pro-gubernamentales bielorrusos se centran a las aspiraciones del capital ruso a penetrar en sectores de la economía del país que aún no han sido privatizados.

Al. Lukashenko ha frustrado repetidamente los planes rusos con respecto a la profundización de la unificación capitalista de los países de la Unión Económica Eurasiática, p.ej. entorpeciendo los planes para una moneda común. En la teleconferencia de la última cumbre de la Unión Económica Eurasiática (mayo de 2020), Bielorrusia y Armenia bloquearon la propuesta rusa para el “desarrollo estratégico hasta 2025”, destacando la necesidad principalmente de precios iguales para los hidrocarburos en los territorios de la Unión Económica Eurasiática.

Además, Lukashenko en decisiones políticas críticas no apoyó a Rusia, como p.ej.  la integración de Crimea en la composición de la Federación Rusa, o la operación militar de Rusia en Osetia del Sur o en Siria.

Rusia, durante todos estos años, se ha dado cuenta de la importancia de la alianza estratégica con Bielorrusia que es una barrera al “abrazo” de los territorios rusos por la OTAN y por otro lado, es el “territorio amistoso” más occidental, a través del cual Rusia se acerca al “enclave” de Kaliningrado, así como un “paso” de sus hidrocarburos a Europa. Se ha dado cuenta de los esfuerzos de la burguesía bielorrusa y de sus dirigentes de hacer maniobras, para negociar mejores condiciones en el proceso de la unificación capitalista que se está desarrollando en los territorios de la ex URSS; sin embargo, considera muy limitados los márgenes geopolíticos de estas maniobras. Hubo momentos en los que la parte rusa pareció haber perdido su paciencia en estas negociaciones, como en el verano de 2002, cuando V. Putin propuso la disolución de Bielorrusia en 7 regiones y su incorporación a la Federación Rusa.

 

Los planes del imperialismo euroatlántico

Por supuesto, el capital occidental (europeo y estadounidense) también tiene aspiraciones desde hace muchos años, y durante la presidencia de Lukashenko encuentran más difícil penetrar en el país que el capital ruso y chino.

La Unión Europea y EE.UU desde hace años ven a Bielorrusia como una “fruta prohibida”. Así, presionaban a Lukashenko a “abrir” su país hacia el occidente, proceder con “reformas” políticas y económicas. Durante décadas, han estado presionando a veces con la “zanahoria” (véanse “Asociación Oriental de la UE”), pero sobre todo con el “látigo”, financiando y entrenando a fuerzas de la oposición, imponiendo sanciones a dirigentes bielorrusos, desarrollando y aumentando las fuerzas de la OTAN en sus fronteras. Estos esfuerzos no han traído algún resultado visible, de hecho en algunos informes recientes de la UE se ha evaluado que no se esperan cambios políticos en este país.

Al mismo tiempo, mientras que la crisis en todo el mundo capitalista se está intensificando, los EE.UU buscan aprovechar de la intensificación observada en las relaciones entre Bielorrusia y Rusia. Algo parecido a lo que está haciendo Rusia con Turquía, aprovechando la perturbación de sus relaciones con EE.UU.

En febrero de 2020, el secretario de Estado de Estados Unidos, M. Pompeo, visitó Bielorrusia afirmando que EE.UU pueden satisfacer el 100% de las necesidades energéticas de Bielorrusia en hidrocarburos. Al. Lukashenko dijo que su país iba a reducir las importaciones de hidrocarburos rusos al 30-40% de sus necesidades, procediendo a la compra de petróleo de EE.UU o incluso de Arabia Saudita. La visita de Pompeo estuvo acompañada de pasos concretos, como ya hemos dicho, y de relajación, pero no de  levantamiento de las sanciones que había impuesto EE.UU a Bielorrusia. La importancia de esta visita en concreto fue  política, más que económica. Demostró que los dirigentes de Bielorrusia buscan utilizar el acercamiento con EE.UU como una “herramienta” de presión sobre Rusia.

 

La política de Lukashenko y el movimiento comunista

Hace veintiséis años, el movimiento comunista en Bielorrusia saludó el surgimiento de Lukashenko a la presidencia, su negativa a llevar al país  hacia la OTAN y la UE, y su rechazo a las “instrucciones” del FMI para reformas rápidas del mercado. Saludó las declaraciones pro-soviéticas del presidente, pero al mismo tiempo fue cauteloso y crítico hacia su intento de fortalecer sus poderes frente a los del parlamento, para deslizarse hacia una forma de gobierno cada vez más personalizada y autoritaria.

En 1996, sobre esta base, hubo una división del Partido de los Comunistas de Bielorrusia (PcB), que se unió a la oposición, mientras que el Partido Comunista de Bielorrusia (PCB), que surgió de la división, todavía apoya a Al. Lukashenko. El PcB evolucionó hasta convertirse en un partido socialdemócrata, que finalmente cambió su título a “Partido bielorruso de Izquierda Un Mundo Justo” y se unió al “Partido de la Izquierda Europea”. Por el contrario, el PCB participa en los Encuentros Internacionales de los PP.CC y en la Unión de PP.CC-PCUS, apoya sin reservas a Lukashenko, tiene 11 de 110 diputados, mientras que algunos de sus ejecutivos, como su ex Primer Secretario, I. Karpenko, quien ahora es Ministro de Educación, han tomado posiciones gubernamentales. Otros partidos de la ex URSS, como el Partido Comunista de la Federación Rusa  (PCFR), la Unión de PP.CC-PCUS, que es una forma de cooperación y que se basan en la antigua estrategia del MCI, en las “etapas”, la participación en gobiernos de “centro-izquierda” dentro del sistema capitalista, sobre la base de un sector estatal fuerte, que “controlará” y “regulará” el mercado.

Por supuesto, la realidad capitalista en Bielorrusia, donde una gran parte de la economía permanece en manos del Estado, es implacable. Las conquistas que existieron en la URSS, quizás a un ritmo más lento que en otros países, se están reduciendo o desapareciendo. Así, por ejemplo los límites de edad de jubilación también en este país se aumentaron, allí también avanza la comercialización de necesidades sociales, como la Salud y Educación. Miles de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares y buscar trabajo en Rusia, Polonia, Lituania, República Checa, etc. Los datos oficiales muestran que alrededor del 60% de los trabajadores ahora trabaja en empresas no estatales, lo que es más alto que el porcentaje correspondiente en Rusia. De hecho, en comparación con hace 20 años, este cambio y ascenso del sector privado es evidente, así como el aumento de las desigualdades sociales en el país. Solo en 2020, decenas de empresas están en la lista de privatizaciones.

Hay otras fuerzas comunistas más pequeñas en el país, como el Partido Comunista de los Trabajadores de Bielorrusia, con vínculos con el Partido Comunista Obrero de Rusia (PCOR), que mantiene una posición de “apoyo crítico” a Lukashenko, no ha sido reconocido por las autoridades como partido político y no puede participar en los procesos políticos, fueron tratados en el pasado, así como las luchas obreras, con prácticas de represión por parte del estado burgués.

 

Las elecciones presidenciales de 2020. Trasfondo y resultados

Durante el período preelectoral, las autoridades bielorrusas, con diversos pretextos, excluyeron a varios candidatos presidenciales de las elecciones.

Así, p. Ej. se excluyó a Victor Babariko, banquero y presidente hasta mayo de 2020 de Belgazprombank, que pertenece en un 49% a la empresa rusa Gazprom y en un 49% al banco también ruso Gazprombank. Tras el rechazo de su candidatura, las autoridades bielorrusas lo encarcelaron por estar involucrado en un escándalo financiero.

Valery Tsepkalo, ex diplomático, ex embajador de Bielorrusia en Estados Unidos, ex ministro de Relaciones Exteriores y ahora empresario que buscó refugio no en un país occidental sino en Rusia, desde donde lanzó acusaciones contra Lukashenko, también se le prohibió presentarse como candidato en las elecciones.

Unos días antes de las elecciones presidenciales, 32 ciudadanos rusos, “turistas de guerra” como es el sobrenombre de quienes forman parte de los ejércitos militares privados, fueron arrestados por las autoridades bielorrusas. Las autoridades bielorrusas los han acusado de “terrorismo” en un intento de crear un clima de “desestabilización” y exigen una explicación de Rusia, ya que los diversos “ejércitos privados” que han surgido en Rusia, así como en Estados Unidos, están vinculados con estructuras estatales formales. De hecho, Lukashenko acusó a la oligarquía rusa y a las fuerzas políticas neoliberales de Rusia de intentar derrocarlo. Toda la trama de este caso, los distintos escenarios “cinematográficos” podrían ocupar páginas, por lo que aquí solo notaremos que la versión oficial, que se conoció después de su entrega a las autoridades rusas, es que cayeron “víctimas” de los servicios secretos ucranianos, quienes engañándolos, los dirigieron a Bielorrusia, con el fin de provocar una crisis en las relaciones entre Bielorrusia y Rusia.

Finalmente se llevaron a cabo las elecciones y según los datos oficiales participaron más del 84% de los votantes registrados. Alexander Lukashenko, quien ha sido electo presidente del país desde 1994, fue reelegido con el 80,1% de los votos.

Su principal rival Svetlana Tikhanovskaya, la esposa de Sergei Tikhanovsky, también excluido de las elecciones, registró un 10,1%, pero ella cuestiona por completo los resultados dados por la Comisión Electoral del país y afirma que es la ganadora según el recuento de los representantes de la oposición. La pareja de los empresarios Tikhanovsky tiene claramente una “agenda” más pro-occidental que los otros dos candidatos excluidos, que estaban “a favor de la cooperación internacional con todas las partes”. Todos ellos, sin embargo, promueven la profundización de las privatizaciones como “panacea”. Finalmente, Tikhanovskaya se refugió en Lituania, donde formó un “Consejo de Coordinación”, que le pide a Al. Lukashenko que le entregue el poder.

 

Acontecimientos posteriores a las elecciones

Tras el anuncio de la reelección de Al. Lukashenko empezaron protestas diarias en el centro de Minsk y otras ciudades, coreando banderas nacionalistas y consignas antigubernamentales como “¡Vete!”; hubo enfrentamientos entre manifestantes y policías, intensa represión y uso de granadas flash, porras, balas de goma, etc., con cerca de 6-7 mil detenciones y la muerte de 2 manifestantes. Al mismo tiempo, en varias grandes empresas del país, las fuerzas de la oposición pudieron organizar huelgas masivas.

Un elemento denunciado por las autoridades como una búsqueda de  “Revolución de color” fue la participación de otros Estados en apoyo a las fuerzas de oposición, principalmente los países bálticos, en primer lugar  Lituania, así como Polonia, es decir, países de la UE en los cuales se cometen graves violaciones de derechos democráticos y libertades, como la persecución contra los comunistas. De hecho, el 13/8, los embajadores de los países de la UE y EE.UU depositaron flores en el lugar donde cayó muerto  un manifestante antigubernamental.

En cuanto al reconocimiento internacional de los resultados electorales, hasta ahora los líderes de Rusia, China, Kazajstán, Uzbekistán, Moldavia, Azerbaiyán, Tayikistán, Kirguistán, Siria, Venezuela, Nicaragua, Vietnam, Turquía, Armenia (el primer ministro pero no el presidente) enviaron mensajes de felicitación a Al. Lukashenko. La UE, que no reconoce el resultado, se ha movido en la dirección opuesta, imponiendo sanciones, al igual que EE.UU, aunque en un tono más bajo a lo que estábamos acostumbrados en años anteriores.

Cabe señalar que las fuerzas que apoyan a Lukashenko, después de la primera sorpresa, también organizaron protestas con banderas estatales y la consigna “No permitiremos que el país se destruya”.

Al. Lukashenko habló en una de ellas. También fue a hablar con los huelguistas en una gran empresa en Minsk. Llegó y se fue en helicóptero. Durante su discurso pidió a los trabajadores que se aseguren de que no pierdan sus puestos de trabajo, para que “el país no se destruya” y se mantengan “alejados de la política”. Por supuesto, no evitó la desaprobación por parte de algunos huelguistas.

Al mismo tiempo, el presidente bielorruso, tras la escalada de la situación política, hizo varias declaraciones “pro-rusas” y también afirmó que está en contacto constante con el presidente ruso Vladimir Putin y que las fuerzas de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva podrían intervenir en Bielorrusia si la intervención de los países Occidentales se intensifica. Finalmente, dejó abierta la posibilidad para la repetición de las elecciones, luego de la aprobación de la nueva Constitución del país en referéndum.

El presidente bielorruso movilizó las fuerzas militares del país en el Oeste, citando el refuerzo de las fuerzas de la OTAN y, al mismo tiempo, parecía decidido a procesar a los que se unieron al “Consejo de Coordinación” creado por Tikhanovskaya, exigiendo la “entrega del poder”.

Por supuesto, al momento de escribir este artículo las cosas aún son fluidas, hay mucha movilidad. Así, p.ej. una carta fue enviada a Putin por el prisionero V. Babariko, mientras que el llamado “Consejo de Coordinación” se comprometió a no intentar interrumpir las relaciones con Rusia. Vale la pena mencionar la declaración del ex presidente de Polonia, A. Kwasniewski, quien había desempeñado un “papel especial” en el violento derrocamiento de Ucrania. Advirtió a la UE que “luchar por el derrocamiento de Lukashenko podría, inesperadamente para ella, llevar al poder a un líder pro-ruso en Bielorrusia”.

 

Algunas conclusiones útiles

Los acontecimientos en Bielorrusia muestran claramente que el “testigo” de la serie de intervenciones imperialistas de EE.UU, la UE y la OTAN en la región euroasiática también ha llegado a Bielorrusia. Su objetivo es “apretar” aún más el “nudo” alrededor de Rusia, para que las fuerzas euroatlánticas obtengan “apoyos” económicos y geopolíticos en las feroces rivalidades intraimperialistas con las otras potencias de la “pirámide” imperialista, como Rusia y China.

Una vez más, están usando fuerzas que han sido fuertemente financiadas y capacitadas para este trabajo, como lo hicieron en Ucrania, y llevan consigo a los más reaccionarios y nacionalistas de Bielorrusia. Todas estas fuerzas surgieron junto con la burguesía, que fue “criada” durante los años del gobierno de Lukashenko.

Encontraron mucha “materia inflamable” en los problemas sociales y los impasses creados por el camino capitalista en Bielorrusia durante los últimos 26 años bajo la presidencia de Lukashenko, mientras que la “mecha” encendió el cinismo y la represión con que la élite política dominante buscó gestionar las elecciones burguesas y el resultado electoral.

Además, el liderazgo bielorruso “se ha estancado” y está a punto de aplastarse dentro de las rivalidades intraimperialistas, de potencias más fuertes, que ha intentado explotar.

En estas condiciones, la solidaridad con los comunistas y el pueblo trabajador de Bielorrusia es de particular importancia, quienes pueden y deben organizar su propia lucha independiente basada en sus propios intereses, para repeler las intervenciones extranjeras, para reclamar la satisfacción de las necesidades populares contemporáneas, para allanar el camino por el socialismo, que es la única alternativa a los impasses del camino de desarrollo capitalista.

 

 

* Las imágenes presentadas en el cuerpo del presente artículo han sido retomadas de internet con el fin de complementar, diversificar y desdoblar las posibilidades comunicativas de los contenidos presentados en El Machete, sin ningún fin de lucro y como parte de una plataforma gratuita y libre.

** El texto, recién traducido al español, fue publicado originalmente en el Diario Rizospastis, órgano del CC del Partido Comunista de Grecia (KKE), el 22 de agosto de 2020.

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