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La 4T necesita a las feministas y las feministas necesitan a la 4T

Imagen. Red Feminista para la Transformación.
Twitter.

 

 

La 4T necesita a las feministas y las feministas necesitan a la 4T*

 

 

por Fernanda Larrainzar,
miembro del CC del PCM

La actual gestión socialdemócrata en México ha venido como anillo al dedo para maquillar el rostro depredador del Capital en el marco de una profunda crisis económica, da igual si es Morena, PRI, PAN o PRD el partido en el poder, si al final cumplen el mismo papel, que es administrar los intereses de los monopolios. Actualmente el turno es de Morena, partido que para legitimarse ha procurado atender la agenda feminista.

Morena, a través de su “Red feminista para la transformación”, deja en evidencia que la 4T necesita al movimiento feminista para justificarse como una “fuerza transformadora de izquierda”. Morena realmente se esmera en arropar al feminismo porque le es funcional e inofensivo. Por eso vale la pena desmenuzar su discurso e identificar las contradicciones existentes en el seno de las flamantes ideólogas defensoras de la 4T, quienes organizan tertulias para discutir entre estudiantes, académicas y activistas que actúan en los estrechos márgenes de las instituciones.

En primer lugar definen que el objetivo del feminismo es liberar a la mujer en general, ¿liberarlas de qué?, quién sabe. No logran ponerse de acuerdo en si es correcto hablar de feminismo o feminismos, hablan de “feminismo indígena”, “feminismo comunitario”, “ecofeminismo”, “feminismo anticapitalista”, incluso de “feminismo de derecha”. Consideran que el concepto debe ser construido según el contexto, respetando la cultura y las tradiciones, ya que éstas tienen aspectos buenos, no sólo malos como el machismo en las comunidades indígenas.

Su definición incompleta y reduccionista del feminismo, lamentablemente da pie para que algunas mujeres proletarias y de los sectores populares con un interés auténtico en luchar por mejores condiciones de vida, piensen que feminismo es igual a hablar de los derechos y la igualdad de la mujer, como si se tratase de meter todo en un mismo saco, sin distinción alguna.

Por ejemplo, una mujer indígena, que es miembro de la Red y que estudió una carrera universitaria, habla de “ecofeminismo” al referirse a la lucha de las mujeres de una comunidad indígena en defensa del territorio, los recursos naturales y la colectividad. Esta chica reconoce que las mujeres de esta comunidad no conocían el concepto “feminismo”, ella no alcanza a dimensionar que ha insertado la ideología de la clase dominante en su comunidad. Sin embargo, reconoce que la desigualdad de las mujeres se relaciona con su condición de clase, pero sigue pensando que el patriarcado es “ese sistema que nos oprime”.

Al carecer de un análisis científico de la realidad, no identifica el origen del problema y cae en falsas soluciones que se decantan en fortalecer la dominación de la burguesía y su aparato estatal, tales como buscar que las mujeres ejerzan cargos públicos, que se empoderen, que las mujeres empresarias les compartan sus experiencias de éxito, que deban democratizarse los partidos para dar oportunidad a las mujeres indígenas y no sólo a algunos poderosos.

Y es aquí donde el feminismo y Morena ganan, porque esta chica es ese puente de conciliación entre la 4T y su comunidad. Y no una opositora que lucha contra los megaproyectos que despojan, desplazan y asesinan a las comunidades, justo como sucederá con el Tren Maya en el sureste del país.

Otros temas de las tertulias de la Red es la toma de la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Caracterizada como “un complot de los gringos para desestabilizar el gobierno de izquierda”. Esto con la intención de ocultar o negar el descontento de las mujeres que vivimos en México condiciones de precariedad y extrema violencia. O respecto a la marcha del 28 de septiembre por la despenalización del aborto en la Ciudad de México, donde resultaron heridas algunas mujeres policías luego de haber encapsulado al contingente, y donde al final la Red se reunió con la Jefa de gobierno de la Ciudad de México para pedir que se retiraran los cargos en contra las manifestantes.

Y la Red refiere que “no se pudo encauzar bien estas protestas” ¿A qué se refiere con “encauzar”? Al parecer se refiere a conciliar, porque ese es el papel de la Red. Ellas llamaron a ser “sororas” con las mujeres policías, aclarando que no las consideran un “aparato de represión”; que “salir a protestar y exigir nuestros derechos es un privilegio”; y sin embargo reconocen las condiciones precarias de las policías y los insultos clasistas de aquella chica manifestante que las llamó “gatas”.

 

Las chicas de la Red aseguran que en el discurso la 4T asume que acompaña la agenda feminista, pero que en realidad no hay soluciones, por ejemplo con las carpetas de investigación de mujeres víctimas de violencia que simplemente archivan. La Red aplaude y propagandiza algunas acciones del gobierno de la CDMX tales como la aplicación “Mi taxi”, el “Botón de pánico”, la mayor iluminación en las periferias y zonas vulnerables para las mujeres que usan el transporte público, la denuncia digital, la capacitación policial en temas de género y las mejoras en las condiciones laborales de las trabajadoras de Locatel.

Es decir, las mujeres de la Red saben enunciar algunas condiciones de desigualdad de las mujeres en las comunidades indígenas, en las grandes urbes, en temas de seguridad y violencia y sobre algunas condiciones laborales, además reconocen que estas demandas son legítimas. Sin embargo colocan todo dentro de un mismo saco y pretenden ser las representantes legítimas de los intereses de las mujeres en general. Pero es un error, las necesidades y los intereses de las mujeres trabajadoras no se ven reflejados en la agenda feminista, al contrario, el feminismo mantiene intactas las raíces de la desigualdad y la opresión de la mujer porque no se plantea destruir el capitalismo.

Por otra parte, las flamantes ideólogas defensoras de la 4T aseguran que Flora Tristán es la primera en hablar sobre la emancipación de las trabajadoras y los trabajadores, ignorando magistralmente que Marx y Engels escribieron sobre ello hace 172 años en el Manifiesto del Partido Comunista. Ellas mismas reconocen el aporte de Rosa Luxemburgo al explicar el papel de la mujer en la reproducción social; que la URSS significó un gran avance en cuanto a la maternidad y el derecho al aborto; y que estas reivindicaciones fueron impulsadas por mujeres militantes de izquierda y de partidos comunistas de la región a inicios del siglo XX.

La Red asegura que el marxismo no explica la relación entre el patriarcado y la explotación y la división sexual del trabajo, ignorando magistralmente también que fueron Friedrich Engels, Augusto Bebel y Alejandra Kollontai quienes dedicaron obras como El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, La mujer en el pasado, en el presente, en el porvenir y La  mujer en el desarrollo social, por nombrar algunas, para explicar precisamente que la aparición concreta del patriarcado está asociada a la división social del trabajo y que éste asumió la desigualdad económica entre la mujer y los hombres en el seno de las sociedades gentilicias.

Flora Tristán, Silvia Federeci, Marcela Lagarde, Teresita de Barbieri o Kimberlé Crenshaw son las referencias ideológicas de la Red, las leen en la academia. Las leen y se convencen de que el feminismo no es burgués, de que la modernidad y el liberalismo permitieron plantearse qué es lo humano. Que históricamente las feministas no eran burguesas, sino que eran las mujeres más avanzadas de la época que podían interpelar con la burguesía. Ignorando ejemplarmente que el feminismo desde su origen se divorció del movimiento obrero, logrando conquistas únicamente para las mujeres burguesas. Conquistas que fueron negadas a las mujeres proletarias a principios y en el transcurso del siglo XX.

Así, tal cual, las feministas de la Red niegan la lucha de clases; poniendo en el centro la contradicción en el género, y no en la clase; afirmando que el sujeto político es la mujer, que la izquierda que no es feminista es una izquierda incompleta, que el patriarcado es transversal y está en las organizaciones de izquierda y que, por lo tanto, las militantes de izquierda tienen una disputa al interior de sus organizaciones mixtas, que la izquierda tiene una deuda con las feministas.

Así de peligroso es el feminismo al interior de las organizaciones revolucionarias y para el avance de lucha por los derechos y la emancipación de la mujer trabajadora. Porque busca la conciliación de clases, porque confronta a mujeres y hombres trabajadores y conduce al movimiento femenino a la derrota. Por eso es importante la confrontación ideológica con éste, para desmarcarse de aquellas posiciones que parecen atractivas, radicales y, en cierto aspecto, inofensivas para las organizaciones revolucionarias, para las organizaciones marxistas-leninistas; pero que en realidad despojan a las luchas de su contenido de clase para domesticarlas y alinearlas al régimen de dominación burguesa.

En conclusión, todas las expresiones del feminismo son burguesas o pequeñoburguesas. Niegan la lucha de clases, no representan los intereses de las mujeres trabajadoras y levantan barreras para la unidad de clase entre mujeres y hombres proletarios, unidad de clase vital para luchar contra el capitalismo, por la emancipación social y por la emancipación de la mujer.

 

*Texto inédito para El Machete, edición digital.

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