La consulta popular; Una jaula para aprisionar a la clase obrera
Por Alfredo Valles
La llamada Consulta Popular 2021, o para juzgar a ex presidentes, se realizará el 1 de agosto. Y lo primero que hay que decir es que todos los actores políticos de la burguesía se han puesto de acuerdo para volverla inofensiva. Desde la Presidencia, con su negativa declarada a fijar posición en ella; el INE; el partido en el gobierno federal y el resto de los partidos; y la Suprema Corte, con su aporte de ambigüedad. El Poder burgués llegó a consenso: nadie ni nada será juzgado.
Los acalorados debates y acusaciones entre AMLO, Morena y la “izquierda” cooptada con los partidos burgueses minoritarios (PRI, PAN, etc.) y otros personajes esconden en las apariencias que ambos bloques están interpretando roles de teatro, al tiempo que realizando las jugadas que les favorecen. Con Morena, la burguesía opta por una especie de exorcismo que expulse al denominado neoliberalismo al tiempo que sanitiza el capitalismo de los monopolios.
En palabras coloquiales, la burguesía aprovecha al gobierno de la demagogia, la 4T, para hacerle una limpia a la dominación de los monopolios sobre los trabajadores y fortalecer dicha dominación al poner todo el descontento obrero y popular bajo la guía del partido en el poder (Morena) o, en menor medida, de los otros partidos de la dictadura de la clase burguesa. A Morena todo este asunto le sirve para, al calor de los programas sociales, encapsular al pueblo en su boleta electoral.
Y a los mismos actores políticos del otro bando burgués la consulta es útil para presentarse como una fuerza en posibilidades de captar el malestar por las inconsecuencias o complicidad de Morena y sus aliados tras la consulta, así como para realizarse él mismo su propio proceso de limpia de los malos espíritus de su gestión anti-obrera del presente como del pasado. La clase obrera no puede quedar encerrada en esta trampa, en este chiquero. Ni conformarse con una catarsis, o con un vil juicio simbólico por “traición a la patria”.
En la clase obrera hay rechazo contra los personeros de la democracia burguesa dentro y fuera del margen histórico de 1988-2018; pero el rechazo lo contiene y manipula la burguesía, en un primer nivel, a través de Morena. En la clase palpita la convicción de mandar al paredón a las caras públicas del empeoramiento de sus condiciones de vida, al tiempo que deposita su confianza en el Estado burgués; por ello debe y necesita, para no ser burlada, ver, ir y decidir más allá de esto.
Los comunistas diríamos que todas estas décadas llenas de agravios y agresiones tienen unos autores públicos, pero el autor intelectual y material decisivo es el capitalismo. Y con él los viejos representantes del mismo, así como sus sucesores aglutinados en la 4T. El juicio que cada quien decida hacer el 1 de agosto no puede ser un cheque en blanco en manos de los nuevos sicarios de los monopolios o una oportunidad para sus rivales de la otra derecha.
El juicio, antes durante y después de la fecha indicada, es contra el capitalismo de los monopolios. Los bienes de la nación siguen privatizados, al igual que un presupuesto público cada vez más en bandeja de plata; la pobreza sigue creciendo; la militarización se extiende a todos lados, con aprobación de todos los partidos burgueses; etc., etc. Así, este juicio escapa a todas las utopías de que se rodea la democracia burguesa y reclama socialismo-comunismo.
El juicio contra los expresidentes, como contra su continuador ahora empotrado en la silla presidencial, para ser verdadero y pleno sólo puede ser un juicio completo al capitalismo, a todos los capitalistas y a todos sus gestores. El ánimo y la disposición obrera por sentenciar a sus verdugos son imposibles de agotar en una consulta esterilizada e inocua; requieren organización e independencia de clase, lucha obrera y popular, insumisión y la revolución socialista.