Un virus en la ciencia ficción. El juicio del Tantalus
Por: Ángel Chávez Mancilla
El juicio del Tantalus[1]
I
La situación mundial generada por la pandemia de Covid-19 debe comprenderse en relación con la actual organización capitalista de la sociedad. Aunque el virus Covid-19 es el causante de la enfermedad, los perjuicios generados sobre la humanidad no dependen exclusivamente de la existencia de éste, sino de la forma en que los Estados hacen frente a la pandemia.
La tendencia ha sido confirmada a inicios de éste año, con la noticia de que la fortuna de los grandes empresarios creció en más del 200%, mientras que los trabajadores han padecido, recortes en los derechos laborales, disminución de salarios, desempleo, pauperización por la inflación, además de que son los principales afectados con enfermedad y fallecimientos por el Coronavirus SARS-CoV-2.
Solo en los primeros meses de la pandemia en 2020, algunos Estados recomendaron medidas de resguardo y pausa de las labores productivas para resguardar a la población, pero estas fueron cumplidas de forma momentánea, parcial y en los sectores más oprimidos y explotados de la población nunca se ejercieron. Pero a mediados del año para no detener la acumulación de ganancias los empresarios impulsaron el regreso a actividades bajo la idea de una “nueva normalidad” y los estados capitalistas obligaron a los trabajadores a regresar a sus actividades. Es decir, la gestión capitalista de la pandemia arrojó a miles de trabajadores a la enfermedad, tendencia que continúa hasta el día de hoy, con la insistencia de los Estados de que mantener la salud es un tema individual y no de carácter social.
Dado que la literatura es un reflejo de la sociedad, ente la gestación capitalista de la pandemia, el futuro que se puede imaginar para la humanidad está inserto en situaciones “distópicas”, catastróficas y apocalípticas donde el fin de la humanidad es un porvenir inevitable, ejemplo de esto es la reciente película No miren arriba.
Tanto la forma de enfrentar la emergencia sanitaria y la imaginación de escenarios futuros de la humanidad ante nuevos virus podría ser muy distinta en una sociedad socialista, pues siendo el interés de la economía el humano y no la riqueza de los monopolios, el Estado pondría todos los recursos a disposición de salvaguardar a la población. Con la riqueza generada por la humanidad se garantizaría la distribución de víveres y servicios para toda la población, mientras los científicos de forma organizada a nivel global buscarían vacunas para el virus para su libre distribución.
Aunque la humanidad no puede enfrentar la pandemia de Covid-19 con una gestión socialista, lo que sí es posible es aproximarnos a una expresión literaria de ciencia ficción en que una sociedad comunista trata con un nuevo virus. Naturalmente, dicha obra de la literatura surgió en la Unión Soviética, pues hoy el capitalismo y su ideología ha penetrado tan hondo en los literatos que no pueden imaginar ni siquiera un futuro alterno aun con bases utópicas. La literatura soviética de ciencia ficción no se basa sólo en ideas utópicas acientíficas, sino que tiene por base la concepción científica de la ciencia del marxismo, por lo que la imaginación del futuro implica el cumplimiento de los postulados del comunismo
II
El cuento de Viktor Saparin “El proceso del Tantalus”, construye su trama en torno a la investigación sobre un extraño virus recientemente surgido en la tierra, que genera afectaciones a las plantas de caña de azúcar y que ha generado la perdida de dos terceras partes de la producción de caña en la región del Caribe. El personaje central es Barch, uno de los científicos dedicados a estudiar al Tantalus, que es descrito como “naturalista ducho y veterano de la Protección Biológica”, cargo que sintetiza las aptitudes un científico y las actitudes de un soldado, audacia, valor y disciplina. La Protección Biológica es un cargo de relevancia en ese futuro donde las contradicciones sociales se han desaparecido y nada más queda la posibilidad de contradicciones entre el hombre y la naturaleza.
Barch está inmerso en el estudio del nuevo virus, cuando sus superiores le indican que hay un nuevo problema biológico, apareció otro virus que está afectando a los elefantes, por lo que debe traslade al África Central para investigar el caso, y además pueda despejarse un momento del estudio del Tantalus que también estaba siendo estudiado por otros científicos. Los elefantes enfermos tenían anemia por la desconocida enfermedad que contrajeron. El resultado de los estudios apunta a que el mal de los paquidermos fue causado por un virus del Amazonas, que no había tenido mayor relevancia en el pasado y que apenas ocupaba algunos renglones en la “Enciclopedia Microbiana Universal”. No obstante Bach detecta que la enfermedad de los elefantes fue adquirida por el consumo de cañas infectadas con el Tantalus, que ha mutado en una nueva cepa del virus.
Cabe señalar que Barch se mueve sin ningún problema por distintas partes del mundo, las órdenes que le llegan le trasfiere de la zona de América a la de África, lo que deja ver un mundo unificado planetariamente, es decir, el triunfo del comunismo se hace presente y no hay más divisiones nacionales. De hecho, a África van también científicos que salen de Nicaragua e Irlanda para colaborar de forma conjunta: con estas pinceladas el autor retrata la nueva humanidad unificada.
La investigación de Barch en la zona cañera del Caribe y la de África le lleva a considerar que ambas males estaban relacionados con el mismo virus y que “El Tantalus era el resultado de la rápida y múltiple metamorfosis de algún virus” y que “los nuevos virus, que tanto ruido habían hecho, eran, en rigor, uno sólo. Mejor dicho, procedían de uno mismo”[2]. Además, se descubre que proveía de la zona de América del Sur y que también había infectado el bambú en el que generaba un crecimiento muy acelerado, cuestión que en realidad no era un daño sino que podría tener aspectos benéficos.
Al exponer que la problemática generada por el virus y lo que podría considerarse sus múltiples cepas, el autor del cuento no hace sino apuntar sólo uno de los rasgos de cómo se enfrentaría una emergencia biológica o sanitaria en el futuro comunista, es decir, con la colaboración global y teniendo por eje el bienestar de la humanidad, la fauna y la flora. El otro rasgo que se perfila como la forma en que la sociedad comunista haría frente a un nuevo virus es el que se refiere al estudio razonado y ecuánime de cómo proceder ante los virus y bacterias que han afectado a la humanidad, por medio de un enjuiciamiento de éstos, donde se reúnen los científicos, y no los empresarios y sus gestores al frente de cada Estado capitalista, para deliberar y decidir lo que es más conveniente.
Dado que los virus y bacterias son sometidos a juicio se les lleva un debido proceso, y entre las posibles condenas se encuentra el dejárseles en libertad y la cárcel. De hecho, el cuento narra la visita de Barch a una “cárcel biológica” donde se tienen virus y bacterias; de ésta institución se dice que es “el único lugar de la tierra donde aún hay guardianes”[3], frase con la que se afirma que se ha dado la extinción de los cuerpos opresivos como la policía y que han desaparecido plenamente las divisiones de clase en la sociedad comunista. Entre las bacterias y virus que se encuentran recluidos se menciona a los cesantes de la peste y la gripe, y se hace referencia a la ausencia de algunos, como el tifus, agente que fue exterminado, pero del que dice el responsable de la cárcel, posteriormente se descubrió que “-después de la transformación debida, claro está- hubiera sido extraordinariamente útil en muchos procesos necesarios al hombre”[4].
Que se mantengan recluidos a virus y bacterias recuerda a los laboratorios del mundo capitalista que exploran las posibilidades de una guerra bacteriológica. No obstante, esto nada tiene que ver con la proyección del futuro que brinda este cuento, pues el objetivo de la cárcel biológica es mantener a los virus y bacterias para estudiarlos, encontrar remedios, curas y tratamientos para éstas enfermedades similares, así como posibles modificaciones benéficas. Sumado a esto, los personajes insisten en la necesidad de una comprensión más compleja de los patógenos, y argumentan que ni todos los microbios son siempre nocivos, “ni tampoco son siempre provechosos”.
El cuento termina con el juicio de Tantalus, cuyo proceso había generado posiciones contrarias, por una parte, se le acusa de haber afectado la caña de azúcar y a los elefantes, así como hacer fracasar el experimento de la reproducción de mamuts, por lo que se pide su reclusión en la cárcel. Por otra parte, hay quien defiende la idea de mantener libre al Tantalus, pues ya había cura para algunas de sus cepas y permitiría acelerar el crecimiento de algunas plantas y generaba un bambú supersólido. Uno de los defensores de la libertad del virus argumentó que ésta permitiría seguir el “experimento espontáneo que hace la naturaleza”, y se defendió arguyendo que si se cortaba su libertad “quedamos sin saber muchas cosas que en nuestros laboratorios tardaremos en descubrir, tal vez, diez o veinte años”.[5] Ante la idea del “experimento espontaneo de la naturaleza” se opuso la siguiente idea: “la actividad del Tantalus no ha sido suscitada por la naturaleza con la que ha vivido en paz durante milenios, sino por el hombre. Toda la actividad del Tantalus durante los últimos tiempos es, de hecho, una insurrección contra el hombre, contra sus obras…”[6]
El debate en torno al Tantalus da cuenta de que el autor tenía conciencia de la problemática de la afectación al ambiente por parte de la actividad humana, el conocimiento de la modificación de los ecosistemas en que incurre el humano ya sea en mayor o menor medida. Esta concepción es enriquecida en el cuento por el argumento que se pone en boca del locutor que conduce el juicio: “El Tantalus-1 vivió pacíficamente y tranquilamente en el curso alto del Amazonas, mientras el hombre no penetró en aquellos parajes perdidos, al abarcar con sus actividades todo el planeta” y explica que las acciones humanas como la tala, abrir parajes, construcción de presas y la instauración de poblaciones, fabricas, generó que se llevara “a la espesura del bosque diversas substancias químicas con las que el Tantalus-1 no había tropezado aún. Y éste resultó en extremo sensible a algunas de ellas: no solo al manganeso, que originó el Tantalus-3, sino también a la cal común. Empezó una impetuosa formación de nuevas variedades con propiedades distintas.”[7]
III
La propuesta de sentencia con que finaliza el cuento es la de “recluir en la cárcel de los microbios a todos los Tantalus sin excepción. A los que queden fuera de ella, exterminarlos. Dedicar en la cárcel un pabellón especial para ellos: un laboratorio para cada cual y treinta de reserva para los que vayan apareciendo en el futuro”[8]. De esta forma se reafirma la necesidad de frenar los daños colaterales del virus, pero también la importancia de continuar su investigación. Es decir, se considera de forma compleja el virus y se le ve no sólo en su dimensión dañina, sino que también se aprecian las posibles aportaciones y utilidades, púes todo fenómeno de la naturaleza estudiado en su relación con los demás aspectos que le determinan, aparece como una parte del desarrollo y transformación de la realidad misma.
Esta nueva racionalidad que se le atribuye a la futura sociedad comunista ve a los fenómenos biológicos de forma compleja, y es consciente de que la actividad humana de transformación de la naturaleza es el motivo por los cuales los virus que se encuentran en la naturaleza pueden pasar a afectar al humano y su contexto social-natural. Es decir, en el cuento se expresa la idea de que se debe tener cuidado con las actividades humanas, ya que generan enfermedades zoonóticas (enfermedades que pasan de animales a humanos), de hecho el Coronavirus es un ejemplo de esto. En este sentido, el argumento de la rebelión del Tantalus reitera la importancia de atender a la relación hombre-naturaleza, para que se modere y palie la afectación a los ecosistemas, cuestión inevitable en la actividad humana, pero que debe ser un factor a considerar para evitar grandes trastrocamientos de la naturaleza.
Además de esta conciencia de la relación hombre-naturaleza que el cuento atribuye a la futura sociedad comunista, es importante la idea de que una sociedad comunista puede controlar las enfermedades en la medida que cuida el interés de la sociedad en su conjunto y evita que cualquier mal se extienda, por lo que casos de emergencia son atendidos con el objetivo de garantizar la vida humana, y no como en el capitalismo que el interés es la ganancia de los monopolios farmacéuticos y otros.
Al observar el futuro imaginado| por el escritor soviético Saparin, donde la colaboración global ayuda a poner pronto fin a una emergencia, donde la ciencia es parte fundamental de la sociedad para la toma de decisiones y el cuidado de la humanidad, podemos cuestionarnos que la gestión capitalista de la pandemia de Covid-19 no puede ser la única forma de enfrentar un nuevo virus, y también permite cuestionar la distribución desigual de la vacuna que se ha convertido en una mercancía, y que la generación de la vacuna fuera tomada como una carrera con intereses de mercado lo que obstruyó la colaboración de la comunidad científica global y retraso las investigaciones.
La lectura de éste cuento permite pensar cuan inhumana es la actual gestión capitalista de la pandemia y de las siguientes posibles emergencias sanitarias. Por esto en la ciencia ficción del mundo capitalista se proyecta la llegada a nuevos planetas como modo de escapar de la devastación de la tierra y para explotar y devastar el nuevo planeta en beneficio de los monopolios. Cosa muy distinta pasa en el imaginario de la ciencia ficción soviética, donde por ejemplo el cuento que analizamos, tiene como remate del final la afirmación de que la eficiente forma con que se hace frente a las problemáticas biológicas ha resultado en que el Tantalus es el último problema biológico en la Tierra y la ciencia pueda pasar al estudio de otros planetas para ampliar el conocimiento, en este sentido le dicen a Barch: “Me parece que ya no tiene usted nada que hacer en la Tierra. Lo que hemos visto hoy ha sido, al parecer, el último motín de la naturaleza contra el hombre en la Tierra. Otra cosa es Venus. Allí está lleno de microorganismos que nadie conoce”.
El desarrollo pleno de la ciencia, al igual que el de toda la humanidad, sólo puede ser garantizado por el socialismo.
[1] El cuento de Viktor Saparin fue publicado en español por Ediciones de Lenguas Extranjeras, en un compendio de textos de ciencia ficción titulado El corazón de la serpiente por ser este el nombre del cuento central del compendio que pertenece a Iván Efremov.
[2] Viktor Saparin, “El proceso del Tantalus”, en Iván Efremov. El Corazón de la serpiente. Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras, s/f. pp. 240-241.
[3] Ibíd. 211.
[4] Ibíd. 215.
[5] Ibíd. p. 253.
[6] Ibíd. p. 254.
[7] Ibíd. p. 254.
[8] Ibíd. p. 254.
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