Por: Constantino Muñoz
Célula Ignacio Salas Obregón

 

Persiguiendo un sueño de igualdad en los primeros años de la creciente Unión Soviética, y huyendo del sometimiento racial del hombre blanco en Estados Unidos, algunos afroamericanos hartos de su situación, se aventuraron, no a una salida de tipo mesiánica, ni falaz, lo que ellos pretendían, era llegar a tierras soviéticas y formarse políticamente, para después organizar comunidades de gente de color cuando fuera su retorno a Estados Unidos.

El esplendor ante la noticia mundial de que la revolución de los bolcheviques había salido triunfante, fue para muchos el mayor acontecimiento histórico de la época, no menos lo fue para algunos afroamericanos, que movidos por la búsqueda de una igualdad viajaron a la Unión Soviética; donde se encontraron con un trato igual y cortes, siendo ellos en su propio país, catalogados como ciudadanos de segunda clase.

Otros tantos de los que viajaron, firmaron algunos contratos, tanto como para proyectos industriales, como artísticos, felices se mostraban al poder encontrar trabajo, ya que habían vivido la gran depresión en su país natal, donde como si fuera poco el no tener trabajo, eran víctimas de las leyes racistas en el país de la “democracia”. Hubo un actor afroamericano (Wayland Rudd) que, al ver su carrera muy limitada por él racismo estadounidense, viaja a la Unión Soviética con treinta y un años para seguir trabajando. En su estancia en la Unión Soviética, se gradúa en el instituto de arte teatral en Moscú. Con el tiempo Rudd se convirtió en la cara del mecanismo ideológico soviético, haciendo promoción de la justicia racial en la Unión Soviética y su crítica a las injusticias cometidas contra la minoría étnica en el llamado “occidente libre”

Se menciona el caso de los afroamericanos que, hartos de las prohibiciones en su sociedad de origen, viajaron transformando su futuro en la país de los soviets. Los visitantes que llegaron en la época de 1920 y 1930 dejaron también su huella en el desarrollo de los primeros años en la URSS y las relaciones de ese país con los pueblos de color, ya que muchos no solo llevaban conocimientos técnicos, también llevaban diferentes técnicas agrícolas, que la Unión Soviética en proceso de industrialización necesitaba como si de agua en el desierto se tratase. Muchos de aquellos migrantes renovaron su contrato en más de una ocasión, muchos decidieron establecerse ahí.

Bajo su instrucción, la URSS y los negros de África, así como en otros lugares comenzaron a unirse a finales de la década de los 50’s de una manera muy innovadora. Y, durante poco más de tres décadas, desde 1957, hasta el fatal colapso de la URSS a principios de los 90s, muchos cientos de miles de jóvenes africanos aprovecharon la oportunidad de poder alejarse de sus hogares por largos periodos, estos eran de entre 6 y 10 años, eso dependía de su campo de estudio, para becas universitarias en la URSS. Durante su estancia, los jóvenes, lejos de su familia y amigos, comida casera y los fríos inviernos rusos, no fueron nada fáciles. Pero estás oportunidades, llevaron claramente a un aumento tremendo en la infraestructura intelectual y profesional de muchas naciones africanas cuando los mismos jóvenes regresaron a casa, así mismo los soviéticos también se beneficiaron, ya que estos largos periodos de vivir y trabajar a la par en la URSS produjeron grandes aliados repartidos por todo el continente africano.

El racismo en esta época no ha disminuido, en esta era postsoviética, miles de jóvenes toman becas en Rusia, viajan en ellas sobre oleadas de nostalgia las historias contadas por los abuelos que fueron acogidas con bastante entusiasmo por los soviets.  Un hecho histórico más, de que la vía única para la clase trabajadora, sin importar su raza u origen étnico, es la lucha por la elección del socialismo-comunismo por las vías del marxismo – leninismo.