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La Política Expansionista de Putin

 

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

La política exterior de Putin no pretende la restauración de la URSS sino que, persigue un objetivo mucho más ambicioso, restablecer el poderío y el dominio que en otros tiempos tuviera el imperio zarista, encabezado por Pedro el Grande. Se antoja un perfecto anacronismo histórico, pues el Continente europeo ya está formando, desde hace muchos años, por estados nación de carácter capitalista e imperialista y sería políticamente imposible que aceptaran una revisión de los límites territoriales hoy existentes, para resucitar una entidad política que, simplemente, no puede resucitar. Eso lo sabe muy bien Putin, pero utiliza estos argumentos absurdos para tratar de justificar su política anexionista y expansionista, sobre todo a expensas aquellas naciones que en otros tiempos formaron parte de la Unión Soviética.

Las tropas que invadieron Ucrania hace ya más de tres meses han fracasado en su objetivo superior, ya que no cuenta con el apoyo político y social del pueblo, que las considera enemigas, verdugos y criminales y porque no tiene ninguna simpatía con un gobierno como el que dirige del ex agente de la KGB en el cual los grupos predominantes en la economía y en la sociedad son los grandes magnates privados nacionales y extranjeros, los militares de alto rango, los jerarcas de la iglesia ortodoxa y los ideólogos del nuevo orden que trata de instaurarse, como Alexander Duguin, viejo anticomunista y rabioso defensor de una forma de esclavitud, en el marco de una concepción teológica y religiosa que por desgracia ha penetrado en amplios sectores de la sociedad rusa.

Esgrimiendo estos criterios trasnochados, el gobierno expansionista de Rusia trata de ampliar sus áreas de influencia y de control no solo sobre Ucrania sino también sobre el resto de las naciones ex socialistas que alguna vez formaron parte del CAME, del Pacto de Varsovia y que practicaron una firme solidaridad antimperialista con otros pueblos del mundo y de apoyo a las luchas de liberación nacional de los pueblos de Asia y África, pero que ahora, treinta años después de la disolución de la URSS están formando parte del coro de las potencias capitalistas, encabezadas por el gobierno de los Estados Unidos.

Las acciones político-militares que están en marcha en esa región del mundo indican que el régimen de Putin trata de involucrar en su actual ofensiva a las repúblicas ex socialistas de Rumania, Eslovaquia, Polonia y Moldavia, o, mejor dicho, a regiones de estas, practicando una actitud separatista, para establecer gobiernos subordinados a Moscú, es decir, a los poderes imperialistas que hoy están en el Kremlin.

Tanto en los alrededores de Rumania como en Eslovaquia, las tropas rusas han realizado bombardeos, es decir, provocaciones, con el propósito de extender el conflicto bélico, no obstante que se trata de países miembros de la OTAN y que podrían generar una participación abierta de este bloque agresivo, aumentando la magnitud de la lucha actual. En el caso de Moldavia, que no es miembro de la OTAN, el gobierno ruso le ha ofrecido reconocimiento oficial y apoyo económico a los dirigentes de la república popular de Trinistria, que se presenta como una región en que todavía existen tradiciones soviéticas, el rublo es la moneda de curso legal, se ha impuesto el idioma ruso como idioma oficial, existen todavía algunas estatuas de Lenin. No obstante, los jefes de estado de estas repúblicas simbólicas están sostenidos por la presencia de miles de tropas rusas y por la gran ayuda financiera que les brinda e Kremlin, ya que no están reconocidas oficialmente por ninguna nación de Europa Occidental y por lo tanto no tienen recursos propios suficientes para funcionar como estados independientes.

En relación con Polonia, también se han realizado escaramuzas armadas por parte de Putin, ya que el gobierno de esa nación, que otrora fuera socialista, ha permitido la salida y establecimiento de millones de ucranianos que huyen de la guerra que existe en su país y le han facilitado tanto a los Estados Unidos, como el bloque atlántico, su territorio para trasladar armas y alimentos al régimen de Zelenski.

Estas acciones hostiles del régimen de Putin no pretenden liberar a esas naciones del yugo del capitalismo y del imperialismo, sino que, integrarlas a la República Rusa, en donde prevalece el dominio de los grandes monopolios nacionales y extranjeros y predomina el sistema político autocrático burgués. La creación, primero y el sostenimiento financiero y político de las repúblicas llamadas populares del Donbás, como Donetsk y Lujansk y ahora de Trinistria, después, debe ser concebido como un requisito esencial para su sobrevivencia simbólica, nada tiene que ver con las repúblicas populares que se instalaron en la región de los Balcanes al término de la segunda guerra mundial y que sentarían las bases para la construcción de la sociedad socialista, sino se trata de entidades políticas ficticias, cuyos Presidentes son simples instrumentos de Putin, que están justificando y facilitando la puesta en marcha de la política expansionista, de gran potencia, que se impulsa en esa región del mundo, como una supuesta alternativa frente a la OTAN y a la Unión Europea.

Se está produciendo una rusificación de estas regiones, es decir, la permanencia y la reinstalación o renovación de las relaciones sociales capitalistas que patrocinan los líderes de la Federación Rusa, que están en una rivalidad con los monopolistas de los Estados Unidos y de las potencias europeas, que coinciden en los contenidos esenciales de ese sistema económico, social y político, pero que tienen una serie de diferencias institucionales en otros aspectos, pero que por su complejidad e importancia merecen un comentario por separado. En síntesis, la rusificación equivale a la expansión y a la consolidación del capitalismo.

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