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Reforma Electoral o Reforma Laboral.

 

 

La película protagonizada por el actor Gael García Bernal titulada “NO” (2012), aunque está lejos de ser una obra del cine proletario con un contenido revolucionario, es más bien una peculiar pieza de lo que se podría denominar “realismo reformista” que convierte el histórico sufrimiento del Pueblo Chileno ante la Dictadura Pinochetista, en un relato “soft” irónicamente cargado de cierta aura de “blanqueamiento de la verdad histórica” tal y como lo acusa el representante comunista chileno que aparece en la película al retirarse de una reunión donde se plantea la campaña para promover la no continuidad de Pinochet al frente del poder mediante el plebiscito de 1988, desde luego el guion de la película da justo en el blanco al incluir dentro sí misma  y por adelantado tan acertada critica de su propuesta. Pero no es la única parte “rescatable” del filme, sino también el hecho de que la película tiene una enorme capacidad para proponernos una excelente descripción de lo que representa la lucha de clases como brecha que atraviesa y determina todo el cuerpo social, mediante la situación que se presenta cuando los trabajadores y artistas de unos de los principales canales de televisión pro régimen y oficialismo se niegan a participar en la campaña por el SI promovida por los directivos y otro tipo de trabajadores privilegiados de la productora televisa tales como los conductores y los comentaristas. Es cuando cierta presencia de la lucha de clases emerge a través de los artistas y trabajadores técnicos promoviendo el “NO” contra Pinochet y directivos millonarios y sus trabajadores privilegiados promoviendo el “SI” dentro de la misma Televisora.

Este ejemplo de la televisión y su aura teatral (como una caja/ventana donde todo es actuado), es sumamente valido para poder ejemplificar la maquinaria interna del sistema electoral mexicano, el cual bien podría decirse de acuerdo a los dichos populares: “las elecciones no son más que puro teatro” , “la política es un teatro donde los titiriteros contralan los hilos o mecen la cuna”, que sin embargo , en sus entrañas presenta una división de trabajadores de lo electoral que bien podrían interpretarse desde el ejemplo de artistas de la tv chilena y su contraste con los conductores y los altos administrativos de dicha televisora, desde luego tales conductores serían los altos ejecutivos de lo electoral, consejeros y jueces con gigantescos salarios, la “telecracia” mexicana sería un aparato con una base conformada por trabajadores que también venden su fuerza de trabajo por un sueldo y que también podrían decir “NO” o “SI”.

Los trabajadores de lo electoral se dividen en diferentes rangos que van desde lo Estatal, lo Federal, lo municipal, lo distrital,  lo administrativo, lo técnico, lo ejecutivo, lo teórico y lo manual, los de base y los temporales, etc. Si bien el objetivo de la reforma sería ir en contra de los altos ejecutivos electorales y sus grotescos salaros y privilegios, dentro de tal reforma se escondería quizás un golpe orquestado también contra los derechos laborales de los trabajadores de lo electoral, trabajadores por lo general ajenos al juego de poder de la “aristocracia ejecutiva y administrativa” que los dirige, pues la reforma electoral respondería a la tradicional dinámica en la que fueron propuestas también las pasadas reformas educativas desde épocas de Calderón y Peña Nieto, que en un inicio se plantearon en términos de contenido educativo (la electoral en términos de contenido legal) pero que en  el fondo a través de los exámenes de permanencia y la regulación de las plazas, era sustancialmente también reformas de carácter laboral en contra de los intereses de los maestros, sobre todo de aquellos no alineados con la SNTE. De la misma manera la Reforma Electoral al menos la Morenista, al proponer extinguir a los “INES” (por así llamarles) de cada Estado, a los tribunales y a otras figuras distritales,  municipales o regionales, plantea una violencia generalizada en contra de los derechos y garantías de los trabajadores de estos ámbitos, de los cuales buscara despedir mientras que a otros, someter como lo ha hecho en otros ámbitos como secretarias u organismos, a esquemas laborales de outsourcing o subcontratación. Para empezar habría que hacer una pequeña remembranza de que en México no se tienen datos exactos de cuantos trabajos directos o indirectos dependen de la labor electoral, la cual no solo es de carácter plebiscitaria sino también de actividades que tiene que ver con investigación social, promoción de actividades formativas dentro de la población y actividades de credencialización y del padrón electoral. Sin embargo se puede estimar que al menos existen cerca de 30 mil plazas de lo electoral, y otro tanto similar en la parte dedicada al padrón electoral, sin contar trabajadores eventuales y los que ya existen bajo esquemas de contrato temporal indefinido o por elecciones bajo formulas similares al outsourcing.

Esta crítica de la reforma se basa en una realidad donde, el trabajador “estándar”  de lo electoral es dentro del ámbito de la administración pública, de los peores pagados, así como de los que se encuentran sometidos a una mayor presión política y social, así como a un mayor escarnio mediático y un gran riesgo de incurrir en sanciones incluso penales (al igual  que otras profesiones) por su mal desenvolvimiento profesional. La reforma fuera de eliminar estas precariedades, buscaría más agudizarlas, tal como el outsourcing que funciona al día de hoy dentro de este ámbito, solo faltaría por así decirlo volverlo regla general bajo un discurso de “austeridad” dirigida abaratar los costos del “quehacer democrático burgués”. Este esquema ya generalizado buscaría convertir las plazas y los derechos de los trabajadores de lo electoral en lugares temporales con pocas prestaciones y sin derecho a antigüedad, ocupadas solo durante el periodo electoral, pues lo más probable sea que se desarrollen bajo la modalidad del outsourcing, principalmente porque ya se usa y por qué la ley laboral redactada por morena se encargó de dejar una puerta trasera para esta práctica principalmente para estructura de gobierno y de este tipo de Órganos u organismos electorales. Otra de las problemáticas es que posiblemente se les nieguen esquemas de seguridad social y de fondos para retiro y pensión administradas por entidades federales o Estatales, para dejarlos en manos de las afores, agravando aún más las condiciones de su futuro post laboral y aunque se podría también dar lectura de esta situación como “perdida de privilegios burocráticos” lo cierto es que el trabajador electoral está más cerca de la labor docente y medica practica que de la burocrática en sí. Los esquemas de contratación o subcontratación por temporadas, dejaría sin seguridad social, sin prestaciones, sin antigüedad y sin percepciones monetarias al trabajador de lo electoral y sus familias durante los años o épocas que no existan consultas o elecciones (que en argot Morenista lo ideal es que no existieran tales ejercicios debido a su costo), los nuevos trabajadores incorporados a lo electoral probablemente tendría que invertir tiempo en capacitaciones no pagadas, firmar contratos cada mes, firmar renuncias anticipadas, etc. tal cual como la dolosa realidad del trabajo de la mayoría de la población en México, lo cual no significa que al “ser regla, sea lo correcto”. La generación de urnas electrónicas dejaría sin trabajo a una parte de los trabajadores electorales especializados en el voto tradicional, principalmente a aquellos que no tengan la capacidad de adaptarse o que simplemente resulten ya inútiles, tal cual como en la fábrica cuando una máquina de serie extingue la plaza de 100 obreros que antes realizaban directamente el trabajo.

La reforma al plantarse a un nivel constitucional, podría extinguir cualquier plaza y por lo tanto cualquier derecho laboral individual contraído o ganado por el trabajador de lo electoral, asensos, prerrogativas, compensaciones, etc. Por otro lado, aunque el trabajador de lo electoral pudiera parecer una gris figura del universo de la burocracia del Estado, lo cierto también es que, se encuentra ante esta reforma en un grave estado de indefensión laboral pues como es bien sabido, por norma y por estatuto de lo electoral, se le tiene prohibido el derecho a formar asociaciones y sindicatos de lo laboral en el ámbito electoral, en base a una polémica y distorsionada interpretación de la ley como “conflicto  de interés”, pues se podría imaginar un escenario de un país paralizado durante una huelga de los trabajadores electorales en el día decisivo para elegir presidente, por lo tanto a sabiendas de tal riesgo, se le ha ilegal y tramposamente negado este derecho a los trabajadores de lo electoral, así como el derecho al contrato colectivo, la defensa colectiva, el derecho a huelga , a aumentos emanados de la presión y la lucha en conjunto, etc. El trabajador de lo electoral tampoco tiene derecho remuneración de horas extra, entre otras prestaciones básicas, pese a que durante ciertos periodos electorales debe presentarse a trabajar sin horario fijo, incluso domingos.

El caso más extremo de la precariedad laboral electoral y del trabajo en general en México podría ser representado por aquel grueso de trabajadores de lo electoral quienes con su trabajo realmente son la base de la maquinaria electoral mexicana, y no son otros más que los capacitadores y asistentes electorales (los trabajadores del chalequito que van casa por casa capacitando a las personas que fungirán como funcionarios de casilla) cuyo intención ha sido durante mucho tiempo el poder trabajar de manera permanente dentro de lo electoral, con prestaciones básicas y con un salario digno y que sin embargo, con la actual reforma se plantea todo lo contrario, convertir la gran mayoría de las plazas electorales en trabajo temporal al mismo estilo de esta precaria y pesada labor de asistencia  y capacitación. Los capacitadores tienen  que trabajar por objetivos, sin un horario establecido, se exponen a las inclemencias del tiempo, a la inseguridad y muchos peligros más mediante los grandes recorridos que tienen que realizar día con día durante el desempeño de sus actividades, se podría decir en un tono de precariedad que son una especie de “repartidores de plataforma pero en el plano electoral” al más puro estilo de los ubereats ,  rappi o didifood, forman parte de una estructura de lo electoral no reconocida y menospreciada, donde tiene que enfrentar una situación laboral similar sin estabilidad ni garantía laboral alguna,  reducida temporalidad, contratos que ofrecen pocas prestaciones y sueldos que se consumen en los gastos que representa el comer fuera de casa y el moverse rápidamente entre grandes distancias.

De las más de 50 iniciativas para modificar la constitución en el tema electoral y de las más de 54 iniciativas a leyes secundarias, ninguna manifiesta el interés por darle una mayor certeza laboral a estas figuras que casi se pueden entender también como “bomberos de lo electoral” “voluntariado gratificado” impedidos también para organizar sindicato alguno, muy similar a la precaria situación de encuestadores del INEGI, y que para el ideal de Morena, el prototipo del trabajador del ámbito publico debería de ser el del “siervo de la nación” una especie de figura con prestaciones mínimas, salarios miserables que no se queja y cuya motivación se encuentra en servir a la 4T como una especie de voluntario autómata e ideologizado. (Irónicamente en algunas ciudades los servidores de la nación se han organizado y han buscado sindicalizarse para combatir este tipo de vejaciones laborales de la 4T, que parece haber salido más neoliberal que el mismo PAN)

La tendencia de esta reforma electoral ya empieza a sentirse y quienes lo padecen son los trabajadores que conformar el sótano de estas maquinarias y organismos electorales, pues caso como el de Colima donde dicho organismo ha sido restringido de su presupuesto, ha ocasionado que los “trabajadores de abajo” estén laborando sin pago[1]. Le siguen varios institutos electorales locales más allá en los lugares donde morena obtuvo gubernatura o mayoría en el congreso, aprovechando la nula resistencia y organización de este gremio, la “austeridad morenista” avanza en detenimiento de su condición laboral.

Por lo tanto el llamado hacia los trabajadores de esta profesión, quienes al igual que maestros o doctores venden su fuerza de trabajo por un sueldo, es un llamado a organizarse y luchar, el futuro socialista precisara de una verdadera democracia más allá de la caricatura de la misma propuesta bajo el capitalismo, y si uno de los puntos de la reforma electoral propuesta por Morena es la “elección de jueces y consejeros electorales” vía elecciones, los trabajadores de lo electoral podrían tomar la iniciativa colectiva de votar también, pero a sus representantes frente a un sindicato nacional, combativo y de lucha de lo electoral, en defensa de sus intereses como trabajadores,  de su seguridad laboral y sus derechos, pues ¿Quién les ha preguntado a ellos que reformas se podrían implementar para la mejora del quehacer electoral, cuando ellos son los trabajadores que mueven y operan tal maquinaria?

Elaboró: Sin autor.

[1] https://elcomentario.ucol.mx/continuan-trabajadores-del-iee-sin-recibir-pago-de-salario/

 

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