Es Urgente Elevar La Calidad Del Debate Político
Por: Héctor Ramírez Cuéllar
En México, no hay debate entre las fuerzas políticas, por ejemplo, entre el gobierno y los partidos opositores, por lo tanto, los grandes problemas nacionales no están a discusión, ni a examen. Al revisar los órganos de la prensa comercial, más aún de los medios electrónicos y sobre todo las redes sociales, solo se están enfrentando estas fuerzas por medio de ataques, insultos, descalificaciones mutuas y nadie, salvo algunos periodistas de tendencia progresista, tratan de abordar estas diferencias con calidad ideológica y política, pretendiendo, sin lograrlo, conformar una postura opositora digna, y constructiva que al final permita organizar una alternativa democrática para el futuro inmediato.
La izquierda está ausente en este páramo, como si esta fuerza política ya hubiera desaparecido, ya que algunas de las organizaciones que se ubican en este campo, apoyan al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y han permanecido en el silencio oprobioso y han aceptado, por ejemplo, la creciente militarización que se observa en el país, la generalización de la violencia que se registra en la mayoría de las entidades federativas, la excesiva concentración de poder político en la persona del titular del Ejecutivo habiendo permitido también la sumisión y la abyección en que se debate el poder legislativo, el desmantelamiento de los órganos electorales y la succión enorme de riqueza de que gozan ciertos grupos burgueses aliados o amigos del régimen, en perjuicio de los trabajadores de la ciudad y del campo.
En este desierto político e ideológico que se denomina México, en la práctica, han desaparecido las organizaciones campesinas y de obreros, las primeras agrupadas en la Coordinadora Plan de Ayala y las segundas en el Congreso del Trabajo, cuyos dirigentes han desaparecido, sus estructuras se encuentran colapsadas y, por lo tanto, han dejado de luchar y combatir por la defensa de los intereses fundamentales de sus agremiados. En este contexto de debilidad absoluta, que raya en la extinción, se aumentaron los salarios mínimos un 20 %, se incrementaron los días de vacaciones de 6 a 12 días en el primer año de trabajo, a la manera de concesiones unilaterales del poder público que se produjeron no por la presión de las agrupaciones de trabajadores, pero también como contrapartida, se ha tolerado el nulo funcionamiento del Pacto Inflacionario, propiciando un enorme aumento de los productos básicos.
Los datos oficiales permiten concluir que la tasa de inflación superó el 8 % en virtud de que la economía nacional depende en grado extremo de las exportaciones y de las importaciones que se efectúan con los Estados Unidos, habiendo también tolerado que las cadenas de intermediarios y de monopolistas sigan imponiendo sus intereses en las cadenas de valor., lesionado sobre todo a los consumidores finales, es decir, a los trabajadores urbanos y rurales.
El Presidente de la República, todos los días lanza insultos, majaderías, que están dirigidas sobre todo a sus opositores que están ubicados en el campo de la derecha, pero afirma también que la inflación no existe, que está controlada, que las relaciones con el gobierno de los Estados Unidos son excelentes, admitiendo por la primera vez que los programas sociales son instrumentos de carácter político y no económico, habiendo autorizado aumentos a los adultos mayores, a las becas de los jóvenes, tomando en cuenta que este año habrá elecciones en dos entidades federativas y que en el próximo mes de septiembre se inicia formalmente la lucha por la sucesión presidencial. A su vez, los partidos de oposición de derecha contestan al Presidente con el mismo lenguaje pedestre y vergonzoso, de tal forma que en rigor no se trata de ningún debate serio, sino de un intercambio de agresiones verbales. La izquierda no aparece por ningún lado, ni apoyando ni rechazando al régimen en el marco de ese duelo visceral y primitivo.
Es urgente elevar la calidad, la profundidad, la responsabilidad del debate entre fuerzas políticas diferentes, en torno a cinco grandes problemas nacionales que hoy tienen una expresión muy violenta y que amenazan con afectar aún más los intereses vitales de la mayoría de la población y estos son los siguientes: la implementación de una reforma fiscal progresiva que permita captar más recursos fiscales para aumentar las inversiones productivas en las diferentes ramas de la economía nacional y no solo en cuatro proyectos como está sucediendo en este sexenio, planificar el ejercicio del gasto público a efecto de que los ingresos tributarios no se distribuyan arbitrariamente según la voluntad del Presidente sino que obedezcan al Plan General de Desarrollo, revisar y depurar la estructura de las cadenas de valor a efecto de desmantelar los fenómenos monopólicos que deforman a la economía nacional, modificar los programas de seguridad pública con la finalidad de disminuir los elevados niveles de criminalidad que existen en la mayor parte de nuestro país e impedir que la Secretaria de Gobernación controle los procesos electorales, fortaleciendo, por el contrario, la autonomía e independencia de los órganos encargados de estas funciones.