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Pompeo Y Trump Exhiben A Ebrard Y A López Obrador

 

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

En un primer momento, al presentar su libro de Memorias, el ex secretario de Estado, Mike Pompeo y después el propio ex Presidente Willian Trump, declararon, utilizando términos casi idénticos, que durante su administración se habían entrevistado con el canciller Marcelo Ebrard para solicitarle ayuda al gobierno de México a efecto de que destinara por lo menos 20 mil soldados a la frontera con la finalidad de impedir o frenar la migración, teniendo que amenazarlo, pues, también le dijeron que si no hacía eso el régimen de López Obrador, se aplicaría aranceles del 25 % a las importaciones mexicanas destinadas al mercado estadunidense y que de una manera casi inmediata, después de haber hablado por teléfono con el Presidente, le contestó el canciller “que sería un honor tomar estas medidas”, respuesta que desde luego complació al Presidente norteamericano. Estando consciente del significado peligroso de su actitud débil y claudicante, Ebrard pidió que el gobierno de los Estados Unidos no hiciera pública esa actitud, pero también fue menospreciado y humillado, ya la prensa yanqui conoció el contenido de este encuentro que denigra a México.

Es necesario reconocer que no es la primera vez que se difunden estas entrevistas que exhiben la verdadera la naturaleza de las relaciones que existen entre Estados Unidos y México, que presentan engañosamente como “relaciones de amigos, cordiales, amistosas”, pero que ahora se precisan y reiteran por parte de Pompeo y Trump que son los principales protagonistas políticos y la actitud que asumió Ebrard, en un momento particularmente grave de las relaciones bilaterales entre ambas naciones que después marcarían el carácter general de estos vínculos oficiales entre ambos jefes de estado y de sus colaboradores más cercanos.

La primera observación que deseamos formular es de carácter formal, pero no por ello menos importante, ya qu,e el canciller Ebrard fue menospreciado tanto por Pompeo como por Trump, propinándole un tratamiento imperativo para que resolviera rápidamente una solicitud sobre un asunto trascendente, como lo es el relativo a la migración, y que lo hiciera amenazando a México que es una nación soberana e independiente de acuerdo con las normas del Derecho Internacional. Ante la posible aplicación de aranceles, la respuesta oficial del gobierno estaba muy acotada, ya que, de haberse tomado esta medida discriminatoria, la economía nacional, hubiera sido severamente afectada y no solo el sector dedicado a las exportaciones. Independientemente de cualquier consideración política sobre Ebrard, su formación ideológica, su trayectoria política, él estaba en este momento actuando con una representación oficial del gobierno de México, debiendo haber sido tratado con cortesía diplomática, pero sobre todo con respeto por sus contrapartes de la Casa Blanca. Pero la actitud obsequiosa del canciller debió ser aprobada por su jefe político, el Presidente, que en última instancia es el principal responsable de la ejecución de la política exterior de nuestro país.

La decisión de movilizar las tropas, el ejército y la marina, constituye una atribución que en forma soberana debe tomar el Presidente de México, en su calidad de jefe supremo y no por un dignatario extranjero, la solución del problema migratorio es de carácter multilateral y no unilateral, por lo tanto, el trato de “tercer país seguro” violentaba la autonomía de México al que se le impusieron arbitrariamente esta calidad oprobiosa y por medio de la amenaza del uso de la fuerza, en este caso, de una posible coacción económica, estableciendo obligaciones que no estaba obligado a cumplir. En virtud, entre otros factores, las solicitudes de los migrantes no se estaban haciendo a México, que está concebido como un país de tránsito, sino al gobierno de los Estados Unidos, que debe rechazar o admitir estas peticiones.

Si los representantes del gobierno de México hubieran observado una actitud digna y firme, probablemente Trump, ya en el ejercicio de su mandato, hubiese cuidado las formas del Derecho Internacional y no habría injuriado de una manera sistémica a nuestro país, a sus habitantes, ya que encontró un signo de debilidad política en Ebrard y López Obrador. Pero el aspecto más grave y persistente continua hasta nuestros días, ya que el gobierno de México se comprometió con el gobierno de los Estados Unidos a otorgar protección a 30 mil solicitantes de ingreso, lo que ha significado un estímulo a la migración, la cual se ha incrementado en las últimas semanas, como se manifiesta claramente en las ciudades fronterizas de nuestro país y en la saturación de los albergues de la Dirección de Migración.

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