Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

Después de varios meses en que la guerra de Ucrania se encuentra empantanada, sobre todo en la región oriental, en la que los dos ejércitos siguen combatiendo en pequeñas y medianas poblaciones, como SOLEDAR, en los que a veces triunfa uno de ellos, pero pocos días después , vence el otro, en que acerca el primer aniversario de la entrada de tropas rusas y en que han llegado nuevos equipos militares, como los famosos tanques Leopard, el alto mando ruso está efectuando una gran concentración de fuerzas para lanzar una ofensiva, superar esta situación de precario equilibrio y eventualmente, vencer al adversario y llevarlo a la mesa de negociaciones . Se trata de los preparativos que se realizan precisamente en la región oriental, en donde se prevé habrá un enorme y masivo enfrentamiento de ropas, sobre todo, un gran número de taques, helicópteros, tropas de tierra apoyadas fuertemente por muchos aviones bombarderos.

Algunos analistas afirman que Rusia prepara una movilización de 300 mil efectivos en todas las ramas y especialidades, mientras que Ucrania mandaría al combate a 250 mil seres humanos, cifras que por sí mismas están revelando la magnitud económica, social y política de la nueva etapa que se avecina, en la que ninguna de las dos partes está dispuesta a sentarse en la mesa de negociaciones, aunque en términos generales, la correlación de fuerzas apoya a Rusia como potencia geopolítica que es y que así conviene a los Estados Unidos mantenerla, ya que de otra forma saldría fortalecida China, cuyos gobierno solo está mirando el conflicto para tratar de establecer una bipolaridad mundial.

En la última etapa, en la que no existe ningún avance territorial significativo de ninguna de las partes, está en marcha una modificación sustancial de la estrategia, ya que todo parece indicar que RUSIA ya no desea obtener la victoria sobre la ciudad capital, Kiev, ni tampoco la aniquilación del gobierno Zelenski y que todos sus esfuerzos económicos, militares, y políticos se concentran en la necesidad de mantener y afianzar su dominio en las regiones de Donbas, y Lujansk, en la península de Crimea, en donde no están dispuestos a ceder un centímetro, ya que como debemos recordar desde al año 2014 esas zonas están ocupadas política y militarmente por Rusia, lo que reafirma la alta importancia geopolítica que tiene en el mundo, ya que nos está indicando que la guerra de Ucrania rebasa en mucho sus actuales contornos geográficos.

La otra característica del conflicto en las últimas semanas es el enorme uso que el gobierno de Putin ha dado a la brigada de aventureros y criminales Wagner, cuyos asesinos profesionales han estado en la primera línea de combate masacrando a la población civil. La mayoría de estos individuos son expresidiarios a los cuales se les ha prometido como paga que pronto obtendrán su libertad, que podrán cambiar de identidad para irse a otros países y seguir ofreciendo sus servicios como mercenarios y otorgarles un estipendio de 40 mil dólares mensuales.

El escalamiento del conflicto cuenta desde luego con el respaldo militar y político del gobierno de los Estados Unidos y de los demás miembros de la OTAN, con la condición de que el aumento de las hostilidades derivado de un incremento notable de los hechos de armas, no los involucre a ellos en forma directa, para que no se vean obligados a entregar más amas a ZELENSKI ni por supuesto enviar efectivos militares directos. Es decir, los líderes de la OTAN están conscientes de que el conflicto se va a agravar, pero no desean asumir ninguna consecuencia política adicional, aunque sí están temerosos de una posible repuesta nuclear de Putin, sobre todo si éste llega a la conclusión de que la guerra ha llegado a territorio ruso y de que por lo tanto ese tipo de armas resultaría justificado ante la humanidad entera, ya que Rusia afirmaría que está luchando por su supervivencia como estado y como nación.

En el marco de los preparativos de esta nueva etapa, el comando de la OTAN ha estado exigiendo a sus países miembros que incrementen sustancialmente su gasto en materia armamentista, hasta un 5 % de su PIB nacional y así lo están haciendo algunas naciones, como ha sido los casos de Alemania, Polonia, Rumania, los países Bálticos que en las últimos meses han hecho fuertes erogaciones para comprar nuevos equipos bélicos, ya que sus gobiernos consideran que si Rusia sale triunfante de esta aventura, ello serían los siguientes afectados y por ello el espíritu belicista y nacionalista está siendo alentado para preparar psicológicamente a la población ante una “posible agresión rusa” lo que pone en peligro a los pobladores de toda esa región.