Compañeras:

Expresamos nuestro saludo a todas las mujeres de la clase obrera del país, a las trabajadora de la industria, del campo, de la salud, de la educación, a las migrantes, a las desempleadas, a las jóvenes trabajadoras, a todas las mujeres de las familias proletarias que día a día hacen el máximo esfuerzo en esta sociedad que sólo les ofrece explotación, opresión, sufrimiento, hambre, miseria y angustia.

Después de dos años complejos de pandemia, tras la vuelta a la “normalidad” se han acentuado los problemas. El año pasado estalló la guerra imperialista con graves consecuencias para todos los pueblos del Mundo. En todos los países se han disparado los precios, y la carestía se puede palpar en los bolsillos de todas las trabajadoras y trabajadores: el mismo dinero alcanza para menos, menos tortillas, menos huevo, menos carne, menos frutas y verduras. El pan del desayuno o de la cena simplemente dobló el precio y ahora hay que trabajar más para comer lo de siempre.

Y tras de un aumento va otro, y la infelicidad crece. Por eso hay que cambiar las cosas, encontrar la raíz del problema y solucionar desde las base los problemas de la mayoría de la sociedad, es decir de las mujeres y hombres de la clase obrera.

Y la raíz es la explotación, el sistema capitalista: responsable de que el trabajo de la clase obrera sea apropiado por la minoría burguesa; responsable de la guerra; responsable de el desempleo, el hambre, la insalubridad, la injusticia; responsable de la devastación de la naturaleza, de la contaminación del agua, del calentamiento global; responsable del crimen y la inseguridad; y también el responsable de la opresión de las mujeres.

Por eso un cambio de verdad quiere decir derrocamiento y fin del capitalismo. ¿Pero cómo lograr ese objetivo si la clase obrera no está unida? Y precisamente la mitad de la clase obrera son las mujeres trabajadoras.

Queda claro entonces que los cambios, las transformaciones, la lucha por la nueva sociedad, el mundo nuevo socialista-comunista, la revolución socialista es inseparable de la lucha por la organización y emancipación de la mujer trabajadora.

Es por ello que la lucha de los trabajadores debe tener suficientemente claro que su viabilidad depende de la participación masiva de la mujer obrera, de la mujer trabajadora.

Esta es una lección que tiene ya más de 100 años, desde que Engels, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Alejandra Kollontai, señalaron la vital importancia de la lucha por la emancipación de la mujer trabajadora.

Así nació el 8 de Marzo, como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, estableciendo un objetivo del que depende la conquista del futuro.

Por ello también el capital, la burguesía, nuestros enemigos de clase siembran tanta confusión: que si el problema es la mujer contra el hombre, que si todas las mujeres son iguales borrando la distinción de clase de que unas mujeres son parte de la clase explotadora y otras partes de la masa explotada.

Lo que el Partido Comunista de México subraya es la necesidad de luchar para poner fin al capitalismo, y que mujeres y hombres del proletariado deben unirse como clase para enfrentar a la clase dominante formada por hombres y mujeres que dirigen los monopolios, y los Estados.

Y que entre los trabajadores deben combatirse las tendencias sembradas por la ideología dominante que promueven la desigualdad. Mujeres y hombres de la clase obrera tenemos un mismo objetivo y un mismo enemigo.

Ya quedó demostrado que con el poder obrero la posición social de la mujer puede dejar atrás siglos de desigualdad.

¡Adelante por la emancipación de la mujer!

¡Viva el Día Internacional de la Mujer Trabajadora!

¡Proletarios de todos los países, uníos!

Comité Central del Partido Comunista de México