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Declaración de Morelia, 17 de mayo de 1963

Central Nacional de Estudiantes Democráticos

Ante las necesidad de que las fuerzas progresistas estudiantiles de México se organicen para la defensa de sus reivindicaciones inmediatas, se reunieron en las ciudad de Morelia, Michoacán, 200 delegados, representantes de más de 100 mil estudiantes de todo el país, con el propósito de discutir su participación en la lucha revolucionaria con base en la unidad, democracia e independencia de las organizaciones estudiantiles. La Central Nacional de Estudiantes Democráticos tiene lugar precisamente aquí, en donde la campaña para abatir la enseñanza científica y la tendencia democrática de los centros de cultura superior, ha pugnado por imponer un tipo de educación confesional, golpeando todo principio de legalidad constitucional y culminando en forma antidemocrática con el asesinato del compañero Manuel Oropeza García.

La plena solidaridad estudiantil nacional hacia todo movimiento democrático y popular, se manifiesta ahora en la justa lucha de los estudiantes michoacanos. Y este acto solidario es una clara advertencia a las fuerzas oscurantistas de lo que pueden lograr los jóvenes organizados de México.

 

I.  ¡Por la unidad del pueblo y de los estudiantes en la lucha contra nuestros enemigos comunes!

Las grandes luchas libradas por los estudiantes y el pueblo contra los enemigos del progreso, han estremecido el país en los últimos años. La creciente agudización de la situación económica que padecen las masas populares ha provocado graves conflictos en los que participan combativamente obreros y campesinos con el fin de lograr un régimen más democrático y resolver sus propias necesidades.

En estas luchas del pueblo, los estudiantes han aportado su decidida colaboración. A consecuencia de la penetración del imperialismo norteamericano la situación se agrava cada día; el país se encuentra en un trágico estancamiento de su economía.

En la última década, el movimiento estudiantil ha sido probado a través de importantes hechos significativos: la heroica huelga de la Escuela de Agricultura “Antonio Narro” de Saltillo, Coahuila, contra el punto cuarto del Plan Truman; durante los años 56 y 57 los estudiantes del Politécnico, los de la Universidad Nacional y los de las Normales Rurales, combatieron por la defensa de los servicios asistenciales  y con ello defendieron las bases y garantías  de la educación popular; la lucha sostenida en 58-59 por los estudiantes de México, Puebla y Monterrey contra el alza de los precios de los transportes urbanos (medida antidemocrática que habían aplicado los monopolios camioneros), etc., son todos ellos acontecimientos que demostraron el gran potencial combativo de los estudiantes y nos enseñaron, de manera sobresaliente, que las direcciones improvisadas de los movimientos juveniles sólo podían llevar a la entrega de estas acciones al  gobierno y a las empresas monopolista.

En 1960 el movimiento estudiantil adquiere nuevo impulso con las acciones de los universitarios de Chilpancingo, Guerrero, contra los crímenes y despotismo de Raúl Caballero Aburto, gobernador del estado y con la campaña de los estudiantes normalistas del Distrito Federal para desenmascarar los aspectos demagógicos del Plan de Once Años y la intención gubernamental de dispersar a los más combativos cuadros estudiantiles, como medida de “profilaxis política”.

En ese mismo año, después de prolongados e intensos esfuerzos, los estudiantes michoacanos arrancan a las autoridades de su estado una Ley Orgánica progresista que normara la vida de su Universidad.

La invasión a Cuba, perpetrada por mercenarios adiestrados por la Central Intelligente Agency (CIA), movilizó a los estudiantes de todo el país en protesta por la descarada intervención del imperialismo norteamericano en los asuntos internos de ese pueblo hermano. La humillante derrota del imperialismo en Playa Girón, significó una brillante victoria de los movimientos de liberación de los pueblos oprimidos. Las grandes conquistas de la Revolución Cubana han espantado a la reacción y al imperialismo, los que se han lanzado a una histérica campaña contra los centros de enseñanza reprimiendo mediatizando a las organizaciones estudiantiles porque se dan cuenta de la gran fuerza que éstas han demostrado tener en sus luchas por el progreso de México. En todos los conflictos señalados arriba, el estudiantado hubo de enfrentar la hostilidad del gobierno quien, en la mayoría de los casos, ha actuado en complicidad con el imperialismo y ha pactado con la reacción.

El heroico combate que han liberado recientemente los estudiantes michoacanos, demuestra que las causas que han motivado el movimiento democrático del país, se han agravado. La economía mexicana, pese a los discursos e informes oficiales en contrario, se encuentra en crisis; el empobrecimiento de la clase obrera y de los campesinos es cada vez más dramática, la penetración imperialista en los ámbitos de la educación y la cultura se ha acentuado. Mientras esta situación persista, seguiremos luchando.

 

II.   ¡A la lucha por una educación popular y científica!

Las principales luchas estudiantiles en la última década no han sido sino reflejo de una profunda crisis en la educación, crisis que acentúa por las embestidas reaccionarias y gobiernistas contra todo vestigio de educación popular y científica.

A los estudiantes nos afectan profundamente las medidas antipopulares, antiestudiantiles y antidemocráticas que el gobierno lleva adelante en materia educativa. Por lo tanto, los estudiantes democráticos del país, fijamos ahora nuestra posición ante tan grave problema.

Estamos en contra de una educación que en la medida que pasa el tiempo, se sitúa en abierta contradicción  con los intereses populares, que no trata de inculcar un “humanismo” que considera “hombre” al hombre de negocios, al banquero próspero, al gran comerciante y, en fin, todo aquel que tiene dinero producto de la explotación a que está sometido nuestro pueblo; el “humanismo” que desprecia al obrero, al campesino, que discrimina al indio; el “humanismo” que pregona el desprecio  al trabajo y predica la holganza y el parasitismo, el ascender en la “jerarquía social” y el “prestigio”, como objetivos vitales de la juventud; el “humanismo” que enseña a los estudiantes a ser enemigos mortales del hombre, a arruinar al competidor por cualquier medio, a no tener escrúpulos, a ser mezquinos y mercantilismo; el “humanismo” que con frases trata de encubrir los intereses de los explotadores del trabajo del hombre, los estudiantes lo despreciamos porque sólo la expresión de una sociedad moribunda, en descomposición, en la cual los que trabajan viven en la miseria y los parásitos son respetados y estimados en las “altas esferas” y en el mundo oficial.

Se pretende producir hombres y mujeres con arreglo a las necesidades exclusivas de los explotadores. Seres humanos estandarizados, deshumanizados y con piezas y refacciones de la maquinaria que la clase social dominante requiere para la expansión de su actividad económica de lucro. Es evidente que la mayoría de los técnicos y profesionistas sólo se preocupan por sí mismos, sirviendo a quien les paga, integrándose a la minoría explotadora y adquiriendo todos sus vicios y estilo de vida.

El conformismo y la pasividad a que nos trata de conducir, obedecen al interés de que tal estado de cosas persista, a justificar su régimen de explotación y privilegios. Nuestro silencio sería la complicidad. Por eso nos revelamos contra la situación que priva en el país en el campo de la enseñanza y trataremos de transformarla.

Queremos no una educación abstracta ni hipócrita, sino concreta, justa y verdadera. Deseamos que se formen hombres íntegros, que posean una visión precisa de la sociedad en que viven y de sí mismos, para que puedan comprender el sentido de la actividad. Estamos contra el humanismo abstracto que sólo beneficia a los explotadores; estamos por el humanismo concreto, el que ve al hombre real, al obrero, al campesino, al trabajador sometidos a la explotación de su trabajo diario; estamos por el humanismo que tiende a transformar la estructura socioeconómica en beneficio de las grandes masas populares.

Estamos contra la técnica deshumanizada, esa otra faceta del humanismo teórico; estamos contra la creación de técnicos que desconocen los problemas del pueblo y sólo sirven como empleados de las minorías privilegiadas. Estamos por una técnica al servicio del pueblo.

Para que la educación cumpla con sus principios fundamentales, es necesario que no se nos oculte la verdad, que no se nos den ideas falsas, alejadas de la realidad. Que se parta de la problemática económica, política y social del país, que se parta de la realidad objetiva para poder transformarla. Es imposible transformar al país si no lo conocemos. Mientras nuestro pueblo siga explotando y en la miseria no podemos callar quiénes son sus explotadores, tenemos que denunciarlos y cambiarlos. Se deben formar hombres capaces de transformar al país, de derrotar la opresión imperialista y lograr la liberación económica y política de México; hombres capaces de construir una sociedad sin explotación, miseria ni injusticia.

Junto a una enseñanza cada día más ligada a los intereses reaccionarios y proimperialistas, existe una instrucción  que no responde a los adelantos de la ciencia y la técnica, que impide que los profesionistas dirijan sus esfuerzos y capacidades a la racional explotación de los recursos naturales  y medios  de producción, al aprovechamiento científico de las fuentes de energía, de la maquinaria y de las industrias, todo ello en beneficio de las masas trabajadoras y de nuestra independencia económica y política.

Impartida esta educación mediante métodos artesanales y regresivos, nos conducen a la dependencia técnica y científica respecto del imperialismo y ratifica nuestra condición de esclavos de las grandes industrias monopolistas; los métodos que se utilizan para la enseñanza son el dogmatismo y la memorización sin posibilidad de comprobar los conocimientos en la práctica.

Los convenios de ayuda técnica, así como los planes trazados en el programa de la Alianza para el Progreso, son un medio de penetración imperialista encaminados a deformar todavía más la enseñanza en México y obstaculizar todo desarrollo de la investigación científica. Los rasgos generales de la educación en México constituyen así un sistema antipopular y anticientífico. La educación superior, como institución nacional, entra en abierta contraindicación con los intereses populares.

El camino para resolver esta contradicción se inicia con la lucha por una Reforma Educativa Nacional que plantee la problemática real del país, que planifique la enseñanza  en todos sus grados e imparta una enseñanza que forje técnicos y humanistas que estén identificados con los interese populares.

No queremos crear una cultura para el pueblo, sino con el pueblo; creemos que el pueblo, que hasta ahora ha sido el tema de las disquisiciones de unas cuantas personas que no lo conocen, se levante, se apodere   de las universidades, de las instituciones técnicas, de las normales de todo el aparato de enseñanza superior, para transformarlo. Que se forjen las armas que habrán de servir al pueblo para enfrentarse a sus enemigos. La participación de él en la lucha por la Reforma Educativa, habrá de ser la más sólida garantía de que la educación esté enteramente a su servicio.

Aumentan cada día las medidas que hacen de la enseñanza superior y media en patrimonio de una élite, de los hijos de los ricos, pues de cada mil niños que empiezan la instrucción primaria, sólo uno de ellos logra terminar una carrera profesional. Por cada diez mil habitantes de las clases privilegiadas y económicamente fuertes asisten 95 estudiantes a los centros de enseñanza superior, mientras que de cada diez mil habitantes de la clase trabajadora asisten cinco.

En la actualidad, para modificar sustancialmente la composición clasista de los estudiantes y evitar que ingresen a las universidades jóvenes provenientes de las clases populares, se les somete al “filtro purificador” de estudios socioeconómicos, pruebas de inteligencia (¿?), exámenes de admisión, cuotas elevadas de inscripción, becas de soborno, etc., y se liquida todo vestigio de sistemas asistenciales para estudiantes de escasos recursos, con medidas tales como el cierre de internados, de comedores estudiantiles, disminución de las raquíticas becas, etcétera.

Planes como el “Once Años”, lanzado por la Secretaría de Educación en 1960, no demuestran sino la desesperación del régimen para distraer al pueblo con promesas demagógicas y mantenerlo alejado de los verdaderos términos del problema. ¿Cómo afirmar que sobran estudiantes y maestros normalista en un país en el que cada 100 habitantes, 45 no saben leer ni escribir?

En resumen: sólo logrando que existan condiciones para que los jóvenes de escasos recursos asistan a los centros superiores de enseñanza y garantizando la terminación de sus estudios podemos considerar que exista realmente la educación popular. Todos los datos mencionados prueban una cosa: que el pueblo no asiste a educarse por falta de recursos económicos.

Por tanto, nosotros, estudiantes salidos con grandes esfuerzos de las capas necesitadas de la población, entendemos claramente que sólo en estrecha solidaridad con las luchas que el pueblo libra para mejorar sus condiciones de vida, podrán establecerse firmemente las condiciones generales parar lograr una educación fincada en los intereses populares. Por eso estamos por la Reforma Agraria Radical, por la democracia e independencia de los sindicatos, así como con los movimientos reivindicadores que libra el pueblo trabajador contra la explotación de los monopolios internacionales y sus cómplices criollos; en una palabra, con el movimiento general que libere a nuestro pueblo de las ataduras que lo agobian. Los objetivos del pueblo son los nuestros. Y nuestros objetivos en la educación son los de él. Nuestra solidaridad en la lucha por sus reivindicaciones es indeclinable y la condición de nuestro triunfo es contra la solidaridad de las clases trabajadoras del país.

 

III.    ¡Por la unidad y organización independiente del estudiantado democrático y revolucionario!

Las autoridades gubernamentales y universitarias, al servicio de los explotadores y opresores de nuestro pueblo, utilizan la demagogia, la corrupción y el soborno con todos los medios a su alcance, para dividir a los estudiantes y frenar su lucha por sus más auténticas demandas. Un claro ejemplo de esto son los últimos acontecimientos en las universidades de Puebla, Monterrey, Guadalajara y Morelia.

Los estudiantes de México, ante tal situación, necesitan un instrumento de lucha independiente, que garantice la defensa de sus derechos y la consecución de sus objetivos; necesitan de un organismo propio que encuentre en su independencia frente al gobierno la premisa básica de su existencia. Las organizaciones obreras, estudiantiles y campesinas que controla el gobierno, son precisamente  antiobreras, anticampesinas y antiestudiantiles. El asesinato del líder popular como Rubén Jaramillo y Román Guerra Montemayor, el encarcelamiento de líderes obreros como Demetrio Vallejo y Valentín Campa; las salvajes represiones de que son objeto las organizaciones democráticas y las manifestaciones populares; la persecución y encarcelamiento de líderes estudiantiles como Enrique Cabrera en Puebla y Efrén Capiz en Morelia, son ejemplos palpables de la situación actual.

Las Razones antes expuestas y las propias experiencias del movimiento estudiantil nacional demuestran que solamente con la independencia frente al gobierno es posible luchar por nuestras reivindicaciones. Es necesario el conocimiento cabal y profundo de los problemas que nos afectan para logar la participación activa y consciente de los estudiantes democráticos, por sus demandas más urgentes. La única forma efectiva de lucha es la de formar un solo frente, pues la experiencia demuestra que cuando los estudiantes no hemos estado unidos, las fuerzas enemigas nos han derrotado. La unidad del movimiento estudiantil es la condición fundamental para alcanzar el triunfo. Una organización amplia y representativa, basada en la democracia interna, es el objetivo que nos plantea ahora la realidad.

Los estudiantes de México tenemos una gran responsabilidad frente a nuestro pueblo; la lucha por transformar el actual sistema de enseñanza, en un sistema de educación popular y científica, ajustado a las necesidades del país y al mejoramiento del nivel de vida de las masas trabajadoras, encuentra su camino en la lucha por una Reforma Educativa sin claudicaciones.

Forjando la unidad de todos el estudiantado, de manera democrática e independiente y batallando en forma entusiasta y responsable, cumpliremos la misión histórica que nos corresponde.

¡Viva la reforma educativa popular!

¡Viva la unidad de los estudiantes con su pueblo!

¡Viva la democracia e independencia estudiantil!

¡Viva la unidad combativa y revolucionaria del estudiantado!

 

Morelia, Michoacán, a 17 de mayo de 1963

“Luchar mientras se estudia”

Texto aprobado por unanimidad y con aclamación en la última sesión plenaria de la I Conferencia de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos celebrada en Morelia, Michoacán, durante los días 15, 16 y 17 de mayo de 1963. Comisión de redacción: Raúl Álvarez Garín, Walter Ortiz Tovar, David Aguilar Mora, Antonio de Haro.

La Conferencia eligió un consejo nacional y un Comité Ejecutivo Nacional

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