Buscar por

¿LEONARDO LOMELÍ UN RECTOR PACTADO?

JOEL ORTEGA JUÁREZ

 

Pactar no es traicionar, tampoco es garantía de nada.

Es evidente que existió un desacuerdo entre el presidente López Obrador y las autoridades de la UNAM bajo el rectorado de Enrique Graue.

El presidente ahora atacó directamente al nuevo rector, dijo que ve ningún cambio en la UNAM, porque Lomelí es parte del mismo grupo de los ex consejeros del INE Lorenzo Córdoba y Ciro Murayama, que nunca se opuso a la política neoliberal, el nuevo rector lo refutó. Es falso que el grupo al que alude el presidente sea neoliberal, son economistas de un perfil cercano al keynesianismo.

AMLO dice que la UNAM se ha vuelto una universidad elitista, Lomelí le respondió que el 80 % de sus estudiantes son de familias de 4 salarios mínimos de ingreso.

Esa es una verdad, que ha sido posible gracias a las luchas estudiantiles del pase automático en 1966 y las de la gratuidad del CEU en 1986-87 y la del CGH de 1999- 2000, Lomelí por cierto se declaró en contra del aumento de las cuotas.

AMLO tiene una posición muy absurda contra la UNAM.

Hubo actos muy extraños desde el inicio de su gobierno, como aquella omisión de la fracción séptima del artículo tercero constitucional que elevó a rango constitucional la autonomía en 1980, reforma conquistada, por cierto, por el STUNAM en la lucha que dimos contra el apartado “C”, donde los diputados del PCM jugaron un papel central, especialmente Evaristo Pérez Arreola.

Una experiencia muy importante. Porque mostró las posibilidades de unir la lucha de masas con la lucha parlamentaria.

Poco después un diputado de Morena promovió una iniciativa para suprimir la ley orgánica y poner fin a la Junta de Gobierno, un canto de las sirenas que embaucó a algunos ingenuos, pero que tuvo que echar atrás el propio Morena por el rechazo que tuvo entre diversos sectores universitarios y en particular por el rector y su grupo.

Es un secreto a voces que Leonardo Lomelí forma parte o formó parte del grupo de Rolando Cordera, al que atacó directamente, en varias mañaneras, el presidente López Obrador.

De pronto ocurrió un viraje, se filtró por muchas vías que Rosaura Ruíz dejó la Secretaría de Cultura del gobierno de Claudia Sheinbaum, para “ocuparse” de la sucesión de la rectoría de la UNAM. Esas filtraciones decían que su candidato era precisamente Leonardo Lomelí, lo cual parecía una cuestión de poca verosimilitud, dado el importante papel de Rosaura en la formación política de Claudia, la “corcholata “, favorita de AMLO. Eso no “checaba “con la animosidad del presidente contra el grupo de Rolando Cordera.

La realidad es que algo ocurrió y Leonardo Lomelí se convirtió en rector designado por la Junta de Gobierno para el período 2023- 27.

Evidentemente hubo un acuerdo entre los grupos de poder de la UNAM y el gobierno de la 4 T.

Vamos a ver hasta dónde va el pacto. El presidente da unos virajes muy inexplicables.

Lomelí declaró que su proyecto para la UNAM es parte de un proceso de continuidad con cambios sin “estridencia” que urgen en la UNAM, algunos como la cuestión de los profesores de asignatura para los que ofreció el nuevo rector plazas de medio tiempo.

También el nuevo rector ha mencionado el asunto de los profesores e investigadores de carrera cuyo salario tabular es una parte muy baja del ingreso total por estímulos, Sistema Nacional de Investigadores y un pequeño número de  Eméritos, por lo cual ese salario tabular  no se toma en cuenta para jubilaciones, lo que ha provocado un envejecimiento impresionante de la planta de profesores e investigadores y ello hace que no se hayan creado las plazas necesarias para los jóvenes  que incluso con doctorado no tienen acceso a la planta de profesores e investigadores. Eso es una aberración monumental.

Por supuesto que los cambios que requiere la UNAM no son únicamente esos.

El viejo programa de la democratización de las formas de gobierno de la UNAM, sigue vigente.

Si no hay cambios mínimos la UNAM tendrá conflictos.

 

Coincido con Manuel Gil Antón, quien escribió  “A mi juicio, los conflictos en la UNAM derivan de décadas de descuido de la docencia como actividad crucial; de la incapacidad de su estructura de gobierno para procesar los conflictos y abrir nuevas alternativas de participación de las comunidades; de la gigantesca desigualdad en las condiciones para desarrollar la investigación o los posgrados en comparación con las licenciaturas y el bachillerato; de la aguda estratificación en cuanto al acceso al poder, el prestigio y los recursos de una minoría de funcionarios, frente a las condiciones precarias de muchas personas que van de clase en clase para completar sus quincenas”.

Ante el nuevo rector se requiere proponer una alternativa que impulse una reforma universitaria completa y compleja.

La historia de la UNAM demuestra que sus características esenciales las gestaron movimientos universitarios. Como su autonomía en 1929, la libertad de cátedra en 1933-34, su carácter masivo en 1966 y la gratuidad en 1986-87 y 1999-2000.

Los universitarios tienen el reto de organizarse de manera autónoma, pues. Las veleidades del gobierno y los intereses de los grupos de poder dentro y fuera de la UNAM han evitado la reforma universitaria.

Dialogar con el rector Lomelí no cancela la necesaria organización propia de los estudiantes, profesores, investigadores y trabajadores.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *