No hay novedades en la política nacional
Columna “Entre la hoz y el martillo”
No hay novedades en la política nacional. La clase obrera debe forjar su propia política
Pável Blanco Cabrera
El sexenio presidencial de Obrador llega a su fin, y con él la expectativa de transformaciones finaliza frustrada. Aquí se ratifican algunas conclusiones de las que nos dota la teoría y experiencia revolucionaria del movimiento obrero y comunista:
-Las transformaciones políticas son resultado de la lucha de clases, de la correlación de fuerzas y de la expresión política de las clases en disputa. Las transformaciones surgen de la ruptura con el viejo orden, son parte del proceso que configura la Revolución, y simplemente no son posibles si se preserva el sistema que engendra la injusticia y la infelicidad de la mayoría social, es decir los explotados y oprimidos, para proteger el privilegio de la clase dominante/explotadora/opresora. Por tanto es demagogia la promesa de producir cambios sin proponerse el derrocamiento del modo de producción imperante en la sociedad mexicana que es el capitalismo. Así los antagonismos existentes en México, los “grandes problemas nacionales”, la gran pobreza extrema de decenas de millones, el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo del salario, la falta de acceso a la salud, vivienda, educación, cultura, la ausencia de derechos sindicales, la falta de soberanía nacional, y alimentaria; el problema de la opresión a los pueblos indígenas; la miseria de los trabajadores, dela mujer obrera, de los trabajadores migrantes; el indignante número de burgueses que protagoniza el recuento de los más ricos del mundo. Hoy la situación es tan igual a cuando gobernaba Peña Nieto, o Calderón, o Fox, o Zedillo, o Salinas, y así con cualquier anterior, o inclusive puede ser peor en materia social y en las condiciones concretas de vida del pueblo, pero con un agravante, pues Obrador cumplió su cometido de desactivar el conflicto de clase, de cooptar y comprar, de desorganizar y simultáneamente de fortalecer el Estado como expresión de la dictadura de clase.
-Las transformaciones nunca serán obra de un individuo, sino acción colectiva de la clase que busca emanciparse, a través de su propio Partido revolucionario. Eso quiere la política burguesa que se piense, que la política es asunto de unos cuantos, mientras los revolucionarios preconizamos la intervención dirigente de la clase revolucionaria de la época, el proletariado, y tenemos claridad en que no se transita por el carril de la institucionalidad burguesa y los aparatos gubernamentales actuales.
-La lucha política por transformaciones, que insistimos en presentar diáfanamente como un proceso revolucionario de cambio profundo y radical, no es una tarea fácil como lo puede ser ganar una candidatura y después una elección; aquí se trata de ganar voluntades, consciencias, resueltas al sacrificio, a cambio de la pura “satisfacción del deber cumplido. Y no dejamos de trabajar en esa dirección.
De última hora, ya para entrar El Machete a impresión se confirma completo el panorama de la sucesión presidencial, incluido el pacto/entendimiento de Sheinbaum con Ebrard y el reconocimiento de que los conflictos se dirimen como antaño en el nuevo Partido de Estado.
En pocas ocasiones de la vida nacional, a pesar de una centenaria historia de lucha, los comunistas presentaron candidatura propia. Hoy el Partido Comunista tiene que cuestionar a la clase dominante y llamar a todos aquellos que coincidan con nosotros en la idea de cambios revolucionarios a dar el paso de organizarse.
A esas ideas vacías de contenido y cargadas de chauvinismo, como el “segundo piso de la 4t”, o “la grandeza de México”, respondemos con la convicción del socialismo, su viabilidad y actualidad y nuestra confianza en que el poder obrero revolucionario surgirá.