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Reflexiones sobre el Ataque Porril al CCH Naucalpan

 

 

Por: Alejandro del Toral

El 8 de mayo del presente año una tragedia sucedió en los alrededores del Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan: un grupo porril atacó a la comunidad universitaria con armas pulso cortantes, así como con explosivos (petardos) y vehículos que provocaron daños materiales y humanos.

Según las autoridades del CCH Naucalpan, el atentado fue perpetrado por un grupo de porros ajeno a la escuela con el afán de desestabilizar el orden, resultando una víctima mortal – a causa de “una caída” – y unos pocos heridos – en un principio afirmaron que fueron 2 – que fueron atendidos por personal médico. Sin embargo, en contraste a esta versión, las personas que estuvieron presentes en el incidente aseguran que lo que en realidad sucedió fue lo siguiente: el ataque porril, que ocurrió aproximadamente a las 6 de la tarde por integrantes de la Federación de Estudiantes de Naucalpan (FEN) – cuya relación con las autoridades universitarias, así como con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) siempre se ha planteado -, llegaron por múltiples direcciones, hiriendo a muchos transeúntes; siendo algunos asaltados y acosados sexualmente. Además, se afirmó que hubo más de 2 heridos y también más de una persona fallecida, llegando a considerar la cantidad de 4 a 7 personas difuntas.

Por las inconsistencias de ambas versiones, rápidamente estas entraron en conflicto y, sumando la ineptitud de las autoridades universitarias y municipales al no haber controlado la situación a tiempo, se originó un descontento generalizado entre los alumnos del CCH Naucalpan y de la FES Acatlán, pues la víctima mortal confirmada del incidente era de dicha facultad.

A consecuencia del descontento de la comunidad universitaria que terminó por permear a toda la UNAM, el director del CCH-N, Keshava Quintanar Cano, decidió suspender las clases presenciales y concluir el resto del semestre de forma remota. Esta medida, aunque fue usada para tratar de calmar la situación, no impidió que los estudiantes se organizaran y crearan asambleas virtuales que, si bien no llegaron a mucho, permitieron la planificación de una asamblea presencial para el día 13 de mayo, que le subseguiría una marcha hasta el palacio municipal de Naucalpan de Juárez.

La asamblea y la marcha de aquel día cumplieron con su objetivo principal: denunciar el incidente, exigir al municipio y a la universidad de que se hiciera justicia por el crimen y que se tomaran medidas preventivas para situaciones semejantes. No obstante, desde la primera asamblea virtual como presencial se cometieron errores fatales que condenarían al movimiento gradualmente: la falta de organización, una difusa dirección política y una comunicación poco adecuada entre los miembros de la comunidad universitaria. Estas deficiencias resaltaron aún más después de la toma del plantel el día 14 de mayo por un comité denominado “Primera Línea”, que surgió a consecuencia de la falta de toma efectiva de decisiones durante las asambleas previas y la que tuvo lugar aquel día. La toma del plantel duró casi un mes, tiempo en el que las autoridades hicieron una presión mediática enorme en contra del comité que condicionó, en parte, la desilusión de los estudiantes para con sus semejantes organizados; mientras que un grupo de alumnos de diversos planteles ocuparon las instalaciones de la Dirección General del Colegio de Ciencias y Humanidades (DGCCH) para presionar a las autoridades. Finalmente, los elementos de la dirección del CCH Naucalpan volvieron a tomar el control del plantel el 12 de junio.

A causa del enfrentamiento político que sucedió entre las autoridades universitarias y los estudiantes que se habían organizado, la comunidad estudiantil se dividió en tres posturas: la predominante fue la de la indiferencia ante la situación, llegando muchas personas a considerar los días de inactividad como “vacaciones” o a mofarse del lamentable incidente; la complaciente con las autoridades, que asumía como verídica todos los comunicados de las autoridades universitarias sin objetar ni cuestionar nada; la solidaria con los estudiantes que tomaron el plantel, que consideraban que era justa la causa de combatir el porrismo y exigir mejores condiciones de seguridad para los estudiantes, pero no hacían críticas fraternas de las acciones y posturas asumidas por quienes habían ocupado el plantel.

Lejos de la polarización que se puede analizar sobre lo susodicho, es importante sacar una síntesis de todas las perspectivas presentadas para tratar de sacar una conclusión más objetiva y apegada con la realidad. Por ende, sería importante responder las siguientes preguntas: ¿qué fue lo que realmente sucedió el 8 de mayo? ¿qué papel tuvieron las asambleas universitarias y cuáles fueron sus errores y aciertos? ¿cómo se desarrolló el proceso de la ocupación del plantel? ¿cuáles fueron los intereses de la comunidad universitaria de Naucalpan y de las autoridades? ¿qué repercusiones habrá por el incidente?

Vayamos por orden.

Si contrastamos ambas versiones de lo que sucedió el 8 de mayo y vemos las grabaciones públicas del incidente, podremos darnos cuenta de que, efectivamente, hubo más heridos de los que se quisieron admitir inicialmente; aunque no hay información certera para determinar si hubo más de una víctima mortal.

Por otra parte, las asambleas reflejaron la inexperiencia e inmadurez política de la comunidad del CCH Naucalpan que, desde luego, pecó de muchas fallas como la falta de consenso, de organización, de precaución y de claridad política; además de otras cuestiones como el exceso de los procesos asambleístas y el retraso de muchas actividades y participaciones que inevitablemente trajeron el descontento y el agotamiento de la propia comunidad. Empero, el resultado de estas asambleas demostró que, aunque no existió una dirección política adecuada del movimiento, hay un descontento por la inseguridad y los grupos porriles que seguirá vigente. Esto debe de servir para que, con base en los errores cometidos, se pueda aprender y reforzar la lucha estudiantil en contra del porrismo y de las deficiencias educativas que existen a nivel nacional, exigiendo también de que se tomen medidas efectivas en contra de estos grupos y no solo se quede en el discurso.

Ahora, con respecto al proceso de la toma del plantel, este mismo va de la mano con los intereses de los sectores involucrados. Por parte de las autoridades universitarias, ellos querían mantener el estatus quo e impedir que se les pudiera relacionar con los grupos porriles, además de evitar dar la mayor cantidad de concesiones políticas a los estudiantes y que estos mismos se enfrentaran, por ello hicieron una campaña mediática en contra de quienes tomaron las instalaciones; en cambio, los estudiantes demandaban justicia y claridad por el incidente del 8 de mayo, exigiendo que hubiera una mejor seguridad para que no sucediera otra tragedia similar – eventualmente, llegaron otras exigencias como la resignación del director del plantel y el de todos los CCH -, siendo el conjunto de estas demandas el motivo por el cual se realizaron las asambleas y la marcha, aunque por la falta de progreso político un grupo de estudiantes decidieron ocupar las instalaciones (aunque la forma en cómo esto fue llevado a cabo no fue la más adecuada).

En el caso de las autoridades municipales, se debe de destacar lo siguiente: si bien es cierto que el municipio de Naucalpan tenía una administración dirigida por el PAN cuando sucedió el incidente – hecho que se denunció y debe de seguirse denunciando al evidenciarse la indiferencia del neoliberalismo para con los estudiantes de los sectores trabajadores-populares, es importante recordar que, a nivel más amplio, el Estado de México se encontraba dirigido por Delfina Gómez, militante de MORENA, en el momento del incidente; quien en su campaña del 2023 prometió mejorar la seguridad de la entidad, combatir la inseguridad y la corrupción, instalar cámaras eficientes, entre otras medidas. Sin embargo, ¿dónde están los cambios prometidos?

Otro hecho a denunciar es la poca formalidad de los elementos de la policía municipal, que refleja la corrupción interna de este organismo, así como la naturaleza de sus intereses, que no es otra más que la del beneficio propio y del Estado a través del uso de métodos de represión o de la indiferencia, dependiendo del caso – dígase la preferencia de muchos elementos de la policía municipal a extorsionar a los alumnos que a salvaguardar la integridad de la ciudadanía en zonas marginales.

Por último, nos queda pensar: ¿qué repercusiones habrá? Es incorrecto afirmar con total certeza que tal o cual será la consecuencia del proceso vivido, aunque, con base en lo que hemos analizado, podemos hacer una aproximación. Como ya han anunciado las autoridades, se le dará seguimiento legal a la ocupación de la DGCCH y se investigará la identidad de quienes se encuentran resguardando las instalaciones, además de que aseguraron trabajar con las autoridades municipales y con los afectados para resolver la situación – y crear una comisión encargada de combatir el porrismo. Esto, a simple vista, parece ser una decisión adecuada para resolver el problema, pero la historia siempre ha reflejado que toda decisión política o mediática viene de la mano de los intereses de quien la promueve, y este caso no es la excepción, pues gracias a estas medidas, las autoridades podrán solucionar 2 problemas: el descontento de los alumnos con los protocolos de seguridad y la influencia creciente del movimiento estudiantil que podrá ser controlada bajo la comisión anti porril, pues cualquier grupo estudiantil podrá ser considerado como un grupo de choque y ser hostigado por este nuevo mecanismo para evitar la organización del estudiantado.

En conclusión, esta experiencia debe de servir para dos cosas: reconocer y aprender de los errores del espontaneísmo y de la falta de organización dentro del llamado movimiento estudiantil para fortalecerlo, y hacer del conocimiento general de que los porros siguen siendo una amenaza para los estudiantes de nuestro país, y solo hasta que estos elementos de choque desaparezcan, la educación y la dignidad humana podrán prosperar.

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