Crédito fotográfico, Border Zoom

Corresponsal de El Machete

En las últimas semanas se han intensificado las protestas de los trabajadores al servicio del Estado en la entidad 29 del país: trabajadores de la salud, bomberos, magisterio, policías, entre otros. Sin coordinación entre sí, cada grupo se apoya en distintas formas de lucha.

 En Tijuana, bomberos exigen la basificación para 200 trabajadores, así como mismo salario para igual trabajo. Policías –afectados hace meses por el gobierno de Morena con cambios a su seguridad social– reclaman mejores salarios para jubilados e incapacitados.

 En todo el estado, criticando la pasividad de la dirigencia sindical y/o al margen de la misma, grupos pequeños o medianos de trabajadores de la educación han exigido la remuneración inmediata a interinos y jubilados, así como el pago de retroactivo y bonos.

 En la frontera, varias decenas de trabajadores y trabajadoras del Centro de Rehabilitación Integral DIF demandan un importante incremento salarial –inexistente en 10 años– así como una solicitud presente en los otros casos: aumentar la plantilla laboral.

 Las fórmulas y reglas neoliberales continúan y se amplían bajo los gobiernos de Morena y aliados. Una especie de “malla ciclónica” –la disciplina financiera, el subejercicio fiscal y la rigidez presupuestal, con la política tradeunionista– es utilizada por la patronal para negar no solo mejores condiciones de vida, sino el goce de los actuales derechos.

 Al igual que la clase obrera, trabajadores del Estado luchan y se organizan por sus derechos. La vida, mezquina e injusta bajo el capitalismo, obliga a ello. Comprenden que se tienen a sí mismos. Su actuación unitaria sería aún mejor ejemplo y mayor fortaleza.