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Los grandes incendios y sus consecuencias: responsabilidad de los capitalistas y su pode

Declaración del Comité Regional del Partido Comunista de México en Baja California
Centenas de incendios suceden en Baja California, especialmente en las ciudades de San Quintín, Ensenada, Tecate, Tijuana y Mexicali. La versión oficial destaca los llamados Vientos de Santa Ana, fenómeno climatológico intenso y habitual en esta temporada, y que oficialmente han alcanzado en el año hasta 120 km por hora.
​Esa manera de presentar los hechos se debe al esfuerzo sistemático por relevar a los capitalistas y su nuevo partido de Estado, Morena, de toda responsabilidad en los agravios causados por cómo conducen a la sociedad. La intensa explotación de la naturaleza, que el capital y sus políticos encabezan, provoca un grave deterioro medioambiental: alta liberación de partículas de dióxido de carbono en la atmósfera, sequías, escasez de agua y mayor vulnerabilidad en las amplias zonas de vegetación.
​Solo en 12 horas se registraron en Tijuana 80 reportes de incendio. La tragedia azota sobre todo a las y los trabajadores. Ello por la precariedad de sus condiciones de vida: viviendas de madera; infraestructura obsoleta o inexistencia de la misma; falta de recolección de basura; nula previsión y planeación; e ineficiente intervención gubernamental a su favor.
​Mientras la socialdemocracia gobernante (Morena, PT, otros) presume empatía ante los incendios en Los Ángeles, California; en realidad conserva y empeora las difíciles condiciones de vida entre la población baja californiana. Miles de familias trabajadoras habitan cerros y laderas, sin servicios públicos. El abandono absoluto de los ejidos mella a sus pobladores. Como ejemplo: los millones de pesos en publicidad suntuosa debieran destinarse al corte anticipado de vegetación seca; eso sí parecería algo de bienestar.
​Como con el PRI y el PAN, la clase capitalista en la esquina noroeste de México no solo destina mínimos presupuestos para satisfacer las necesidades obreras y populares sino que, apoyada en la demagogia y el clientelismo que distingue a la coalición en el Poder, recorta más y más los fondos para la atención social.
​Los cuerpos de bomberos desarrollan su labor con plantillas laborales a medias, con recursos limitados: mismos que sobre todo recaen en los propios trabajadores. A nivel intermunicipal, se ven forzados a solicitar auxilio entre sí. La austeridad republicana adelgaza estructura y fondos para prevención y atención de “desastres naturales”; lo cual crea fenómenos sociales devastadores, que sacrifican el patrimonio popular, así como vidas humanas, entre las y los trabajadores.
​Como sucedió durante las décadas en que el PNR-PRM-PRI gobernó con esmero y destreza para los capitalistas, ahora se prioriza modernizar o construir una amplia red de infraestructura en interés exclusivo de la gran producción; del gran comercio; del centralizado y desorbitado lucro privado. Simultáneamente, se agudizan los ataques a la clase obrera, las capas populares, los trabajadores independientes, la mujer y la juventud. Simultáneamente, se incrementan los problemas sociales.
​El capitalismo ni se humaniza ni puede acercarse siquiera a resolver medianamente las exigencias y necesidades sociales contemporáneas del pueblo trabajador. Para que la naturaleza pueda resarcirse, y tanto ésta como los trabajadores tengan un destino radicalmente distinto, es necesario que a la cabeza de la sociedad estén la clase obrera y las capas populares construyendo el socialismo-comunismo.

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