La conciencia de clase: un arma contra la desigualdad.
La lucha por la emancipación de David Alfaro Siqueiros.
Por: Hiram Quintero
La desigualdad es un fenómeno que puede percibirse en la economía de países capitalistas. Por un lado, están los sectores de la población que poseen menos recursos, que reciben salarios mínimos, sufren explotación laboral, y se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir; por otro lado tenemos a los grandes capitalistas, quienes compran la fuerza de trabajo de aquellos y viven acumulando riqueza, para así poder aumentar su capital, utilizando la mano de obra barata, sin pago de horas extra, registrando a sus trabajadores con el sueldo mínimo ante el seguro social, sin las prestaciones mínimas, por mencionar algunas formas de acrecentar su capital. Esto es el enriquecimiento de una clase a costa de otra, en este caso la clase capitalista o burguesa lleva acumulando fortunas por generaciones a través de decenas de años de explotación en contra del proletariado.
Es cierto que existen capas sociales intermedias, ya sean explotadores a menor escala (pequeña burguesía), trabajadores autoempleados o por cuenta propia, o trabajadores con altos sueldos (trabajadores especializados o de confianza de la patronal como gerentes), pero esto no implica que sean ajenas al conflicto entre las dos principales clases sociales de este sistema, la burguesía y el proletariado, pues dadas las condiciones imperialistas del capitalismo en la actualidad, estos sectores intermedios tienden constantemente a la proletarización, es decir a ser absorbidos por el capitalismo o a ser despojados de todo menos de su fuerza de trabajo. La conciencia de clase entre estos sectores, específicamente la de los trabajadores con mayores beneficios económicos, suele ser débil, y su acción política nula, incluso en ocasiones permean ideas aspiracionistas, como el deseo de ser empresarios exitosos, creyendo en el mito de la meritocracia, en el mito de que “echándole más ganas” pueden lograr lo que se propongan. Sin embargo, esto se vuelve en una fantasía que los anestesia y los lleva a la inacción de no tomar un rumbo que pueda mejorar sus condiciones laborales, ignorando que están a un despido, a una crisis económica, a una enfermedad de caer en la pobreza y la marginación.
La conciencia de clase no es algo que se desarrolle por el mero discurso, sino como un proceso histórico en el que se comparten experiencias comunes como resultado del antagonismo irreconciliable entre clases. Entonces, es necesario que la clase trabajadora reconozca su papel histórico, identifique sus intereses de clase y sea capaz de luchar por ellos de manera organizada, y que estas experiencias creen las condiciones para el desarrollo de la conciencia de clase en otros sectores de trabajadores y refuerce la solidaridad entre ellos en la búsqueda de mejorar las condiciones de vida.
Mejorar las condiciones laborales y económicas de la clase trabajadora es una tarea urgente, es necesario que los trabajadores sepan de qué bando luchan y que identifiquen sus intereses. Ante un panorama cada vez más complicado, donde se nos incentiva a trabajar más poniendo en riesgo la salud física y mental, donde cada vez es más difícil acceder a una vivienda digna, donde la soledad y la desintegración social, el abuso de sustancias es lo más común, hace falta una organización sólida y con la claridad de que, o se está con la clase trabajadora o con los grandes capitalistas.
Estas experiencias se pueden dar en el día a día dentro de los centros de trabajo, los sindicatos, las asambleas, las manifestaciones, las huelgas. Esta lucha es clara: mejorar las condiciones de los trabajadores y empeorar la de los capitalistas a quienes buscamos derrocar, pues son ellos quienes se apropian del trabajo ajeno y del excedente económico que generan sus empresas y no solo eso, nos venden fantasías individualistas de que algún día podremos ser millonarios por nuestra cuenta, que pensemos en el presente inmediato únicamente, entre otras ideologías que nos adormecen.
Sin una conciencia y sin un enfoque de clase, la lucha contra la desigualdad puede ser limitada, dispersa, desesperada, e inclusive reaccionaria, por eso es necesario tener claridad en la dirección de la lucha social, que es una lucha de clases antagónica e irreconciliable: la clase obrera contra la clase burguesa. No es justo que, existiendo la posibilidad de vivir una vida sin carencias económicas y libre de explotación para la clase obrera, dados los grandes avances de la ciencia y el perfeccionamiento de la técnica, los dueños de las grandes empresas se la vivan despilfarrando fortunas, que no tengan que trabajar, cocinar, cuidar a los hijos, o hasta tengan la posibilidad de rentar vientres si no desean parir a sus hijos, aprovechándose así, de nuestras necesidades como clase social, de nuestra vulnerabilidad creada por ellos mismos.
Es preciso que la clase trabajadora organizada y guiada por el Partido Comunista lleve a la revolución y a la toma y control de los medios de producción pero antes, es necesario entender que estos problemas que nos afectan a diario no son solo propios sino colectivos y es necesario unirnos como clase en la lucha y defensa de más y mejores derechos, propiciando así una conciencia de clase colectiva, cada vez más fuerte.