Las tareas actuales de los comunistas en México
Centro de Estudios, Documentación y Análisis Materialista, Ernesto Che Guevara.
La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí, la frase desborda el contenido; aquí el contenido desborda la frase
Karl Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
Introducción
El presente trabajo tiene como objetivo presentar algunas de las grandes tareas generales de los comunistas en México, esto a partir de su contextualización en la nueva etapa de internacionalización del capital y la redefinición de las nuevas condiciones de dominación y de lucha política de las clases trabajadoras. Para tal fin, dividimos el presente escrito en tres apartados. El primero plantea las dos grandes tareas de los comunistas; el segundo aborda las líneas generales del movimiento histórico en que se inscriben estas tareas; y el último plantea algunos de los desafíos actuales del movimiento comunista.
- Tareas generales de los comunistas
En nuestros días, al igual que en el pasado, las dos grandes tareas que tenemos los comunistas consisten en: 1) impulsar la organización y unidad política de las clases trabajadoras y, 2) desarrollar la práctica revolucionaria que apunte a la construcción de un horizonte socialista. Son dos tareas distintas, pero mutuamente interrelacionadas y necesarias, ya que histórica-mente ha quedado claro que la práctica revolucionaria por el socialismo no puede desenvolverse sin una organización de poder de las clases trabajadoras, llámese partido, guerrilla, frente, etc. Así, estas son tareas a las que no podemos renunciar los militantes comunistas.
Sin embargo, es importante destacar que la organización política de los trabajadores, perfilada a la construcción del socialismo, nunca se ha desarrollado de manera a-histórica; por tanto, plantear este tipo de organización en nuestro país requiere circunscribirla al periodo histórico en que se desenvuelve la antagónica relación estructural capital-trabajo, es decir, plantearla conforme a los nuevos estadios de nuestra formación social y de nuestra historia actual.
Por tal motivo, emprender estas dos tareas fundamentales exige aprehender el movimiento histórico colectivamente, como organización, cuestión a la que no podemos renunciar, por difícil que sea. En otros términos, los comunistas no podemos ceder esta gran comprensión a un grupo de iluminados o reducirla a una aplicación postrada de dos o tres recetas. De tal suerte que esta aprehensión del movimiento histórico adquiere un carácter político, pues se convierte en una herramienta indispensable que clarifica las rutas posibles para conformar la organización de poder del trabajo contra el capital.
De esta forma, se exige primeramente reconocer un nuevo estadio del sistema del capital, el cual nos impone nuevos desafíos al conjunto de las clases trabajadoras para la conformación de la unidad y de la política radical, ya que dicho estadio está restructurando el cuerpo social del trabajo, sus condiciones de lucha y las condiciones de dominación y de poder del capital.
- Los elementos a considerar del movimiento histórico actual
Para lograr la organización política de los trabajadores, por tanto, se requiere partir de una compresión del movimiento histórico actual. Así, es necesario preguntarnos ¿cómo se desenvuelve este movimiento en el que se inscriben las dos tareas de los comunistas que señalamos inicialmente? Sin más rodeo, podemos decir que, en nuestros días, las tareas de organizar políticamente a los trabajadores y la lucha por el socialismo en México tienen como marco histórico la nueva fase de mundialización del capital.
En un plano general, los ejes que posibilitan descifrar el movimiento histórico de nuestro tiempo son: 1) La fase actual de la mundialización del capital y la nueva configuración de la formación social mexicana dentro de esta fase; 2) el desarrollo de las fuerzas productivas y su irracional desenvolvimiento estructural atado al capital; 3) La crisis estructural del capital; 4) el papel del Estado y las ideologías; 5) la nueva morfología de la clase trabajadora y el escena-rio de la lucha de clases en que se desenvuelve.
La Mundialización del capital, en su estadio actual, profundiza el imperialismo al constituir nuevos bloques de grandes monopolios a nivel planetario, todo ello basado en el desarrollo de las fuerzas productivas. Se trata de una integración cada vez mayor de unas cuantas burguesías que se apropian de las riquezas del planeta. Por ello, lo anterior exige: comprender las modificaciones en las relaciones de producción, circulación y consumo actuales; entender los distintos procesos de “integración” de las economías y de sus aparatos industriales y comerciales –a nivel local, regional y global–; y analizar el papel del capital industrial transnacional y sus relaciones con el capital comercial y financiero, todo esto con sus respectivos procesos destructivos de competencia.
En el mundo actual existen distintas tendencias estructurales del capital que reproducen viejas y nuevas condiciones sociales de explotación y de dominación; por tanto, es necesario comprender las tendencias de esta internacionalización del capital y las formas sociales que adquiere en nuestra sociedad. Con la mundialización se agrava, pues, el carácter dependiente de nuestras sociedades latinoamericanas, ya que las propias burguesías de estas se encuentran aliadas y fundidas con el gran capital imperialista. Asimismo, se requiere entender las nuevas e irreversibles relaciones de asociación, subordinación e integración entre las grandes burguesías nacionales y extranjeras; así como las rivalidades entre las fracciones del capital y sus profundas consecuencias en las clases trabajadoras.
Las fuerzas productivas. La fase actual de la mundialización del capital no sería posible sin el monumental desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social. Los procesos productivos actuales basados en enormes desarrollos científicos y técnicos han provocado un trastrocamiento revolucionario que pulveriza las relaciones espacio-tiempo, con lo cual se generan a su vez profundas trasformaciones en los ciclos del capital (producción, circulación, servicios, finanzas). Sin embargo, estas fuerzas productivas, aun cuando son desarrolladas por la cooperación de las clases trabajadoras, se encuentran cada vez más ajenas a éstas, siendo utilizadas para una mayor explotación y degradación de las mismas.
Crisis estructural del capital. Contrario a una pretendida solución, la internacionalización del capital ha reproducido en escala ampliada su carácter destructivo, pues el capital se encuentra inmerso en una crisis estructural. Las expresiones de esta crisis van desde la profunda inestabilidad e irracionalidad del sistema capitalista hasta las particularidades en que toma cuerpo: los casos de Grecia, España, Italia, Portugal y las repercusiones de estas crisis en los países del “tercer mundo”; conflictos armados de gran magnitud; crisis ecológicas; crisis de sobreproducción; caída de las tasas de ganancia; crisis alimentarias; desempleo estructural; precarización del trabajo. No obstante, el sistema del capital, al intentar “resolver” su crisis estructural, está obligado fundamentalmente a intensificar y expandir sus imperativos de explotación de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales, así como a emprender guerras, reforzar la financiarización parasitaria de la economía y profundizar la expansión de las relaciones mercantiles en cada rincón del planeta. El resultado de todo ello: la barbarie capitalista.
El Estado y las ideologías. Dentro de este gran cuadro, el análisis de la llamada “superestructura” es imprescindible. En primer lugar, dentro de la mundialización del capital, el Estado adquiere un papel decisivo, esto no sólo porque logra una imposición de los intereses de las fracciones de las burguesías dominantes –bloque en el poder–, sino también porque el Estado despliega un proceso complejo de construcción de hegemonía por medio de cohesionar pro-cesar, interrumpir y desplazar las múltiples contradicciones del modo de producción social hacia las rutas del orden institucional del capital. En pocas palabras, las funciones del Estado hacen posible de modo cada vez más decisivo la reproducción ampliada del capital al interior de las formaciones sociales, al mismo tiempo que impulsan la mundialización de ésta.
En segundo lugar, en la aprehensión del movimiento histórico, es importante comprender el papel de las ideologías económicas, políticas y culturales que ensombrecen la lucha por el socialismo actualmente; principalmente aquellas ideologías correspondientes a un orden material de clase que naturalizan y eternizan la sociedad capitalista, en una palabra: la fetichizan, como si no existiese otra alternativa de reproducción de la vida social. Así, éste es el papel actual del neoliberalismo, el nuevo desarrollismo, el posmodernismo, el pluralismo liberal-democrático, el multiculturalismo conservador y las teorías fragmentadoras de la acción colectiva que rechazan el carácter emancipatorio-universal de la organización política de los trabajadores y de la revolución socialista.
La lucha de clases y la clase trabajadora actualmente. Ante la crisis internacional del capital en los años setenta, las grandes burguesías y los Estados capitalistas emprendieron una verdadera reorganización estructural de sus sociedades para adecuarlas a un nuevo patrón de acumulación, esto como parte del restablecimiento de sus condiciones y como posible respuesta a la crisis. Para lograr esto se requirió, entonces, de romper los mecanismos de defensa de la clase trabajadora y echar a andar un nuevo disciplinamiento que adecuara la fuerza de trabajo a este nuevo patrón de acumulación. Así, las grandes burguesías y sus Estados encabezaron una verdadera contrarrevolución de carácter internacional, desarticulando o eliminando toda lucha revolucionaria que pusiera en peligro el sistema capitalista. El momento actual de las luchas de clases está marcado, entonces, por la derrota de los trabajadores a manos de esta contrarrevolución del capital, que ha dejado como saldo una fragmentación de los trabajado-res como clase, una profunda desorganización política y un desarme ideológico-político de la luchas por el socialismo. Las actuales luchas organizadas de los trabajadores se caracterizan más por acciones defensivas, de resistencia y de reivindicaciones en el corto plazo, que por ser luchas radicales, de largo alcance y que conduzcan a una organización política de clase en contra del capital.
De igual modo, los procesos de restructuración productiva y de circulación, echados a andar por la internacionalización del capital, han traído consigo nuevas formas de subsunción del trabajo al capital, tales como: el toyotismo, el trabajo polivalente, la emergencia de la “innovación” tecnológica, la profundización del trabajo inmaterial, la competitividad, la nueva distancia entre el trabajo altamente calificado y el no calificado, la flexibilidad y la precariedad estructural del trabajo. En conjunto, estos procesos estructurales de transformación y subsunción han terminado por configurar y determinar nuevas tendencias y procesos de recomposición en la clase trabajadora, por lo que ésta viene adquiriendo una nueva morfología. Junto a los obreros manufactureros, maquiladores, industriales y los trabajadores agrícolas, encontramos a los trabajadores tercerizados, de servicios, inestables, de medio tiempo, además de los desempleados, migrantes, trabajadores informales y la fuerza de trabajo femenina, cada vez más proletarizada. Todos estos contingentes de trabajadores son explotados y necesarios para el capital, con el fin de echar a andar su metabolismo en sus distintos ciclos.
De tal modo, es necesario que las tareas por la organización de la clase trabajadora y la lucha por el socialismo en México, tengan como fundamento la comprensión y conjugación de estos ejes que forman parte del momento actual.
Elementos para elaborar la compresión histórica de nuestro tiempo. Es necesario señalar que las tareas de los comunistas no parten del vacío, pues para esta labor de compresión del movimiento histórico, los desposeídos contamos hoy con tres vetas fundamentales de gran y profundo alcance:
1) La historia de la teoría marxista, plena de grandes debates, análisis y críticas sobre el movimiento del capital;
2) La dialéctica, elemento necesario para comprender la articulación orgánica de las distintas relaciones sociales que se constituyen como parte inherente de la totalidad social del capital; así como para entender las múltiples contradicciones y crisis como partes integrales de la totalidad del capital; y
3) Experiencias político-revolucionarias, que son una enorme riqueza histórica acumulada y con las cuales se pueden respaldar las clases trabajadoras para emprender sus nuevos procesos y luchas revolucionarias.
Al echar mano de estas tres vetas, los comunistas podemos impulsar así las capacidades subjetivas con las que contamos los trabajadores, no sólo para hacer posible que el movimiento comunista en México logre elevarse a la comprensión de su movimiento histórico y pueda edificar la organización política de poder de clase en su alcance nacional e internacional, sino también para hacer posible la construcción de estrategias que marquen los virajes en la rela-ciones de poder entre las clases existentes.
III. Las tareas y desafíos de los comunistas ante la mundialización del capital
Circunscribiendo las dos tareas generales de los comunistas al movimiento actual del capital, podemos plantear, ahora sí, algunas tareas y desafíos de primer orden que tenemos los comunistas en México. A grandes rasgos, estos consisten en:
1) A causa de las fracturas de los nuevos procesos productivos, la clase trabajadora se encuentra totalmente fragmentada estructuralmente; por lo tanto, es necesario impulsar una organización política de la clase trabajadora con su carácter antagonista y radical frente al capital –de alcance nacional e internacional–, que permita cohesionar y unificar los múltiples intereses de nuestra clase;
2) Ante el carácter destructivo del sistema del capital y su crisis estructural, es necesario impulsar una articulación novedosa de las distintas luchas contra el capital, que logre construir como única salida a este carácter destructivo, la respuesta histórica, humana, solidaria y racional del socialismo. Esta articulación requiere de una gran capacidad subjetiva para lograr una integración de la amplitud de las luchas, cuyo objetivo sea incidir en la transformación de la totalidad del modo de producción capitalista y no sólo en fragmentos aislados.
3) Reivindicar, proponer y defender los intereses comunes de las clases trabajadoras en los múltiples conjuntos de relaciones sociales –economía, política, ideología, cultura, educación, medio ambiente, comunicación, leyes.–, estableciendo siempre una línea de demarcación entre los intereses del trabajador colectivo frente a los intereses de los propietarios privados capitalistas.
4) Acompañar las múltiples luchas de las clases trabajadoras, señalando de forma crítica que las luchas de corto plazo o por intereses inmediatos, ancladas en la política reformista, aun cuando consigan triunfos, no podrán tener un largo alcance si su estrategia no se articula y subordina a los objetivos de una estrategia política revolucionaria contra la totalidad del sistema del capital. Asimismo, en función de las nuevas tendencias del metabolismo social nacional-internacional y sus contradicciones, es necesario ubicar a los agentes y las fuerzas sociales potencialmente radicales para impulsar conjuntamente esta estrategia antagónica al capital.
5) Dentro de la formación social mexicana, es imprescindible detener el carácter destructivo del capital y frenar los efectos de la sobrexplotación al trabajador mexicano, impidiendo la profundización de la flexibilidad laboral y la precariedad estructural del trabajo. Así como también, se requiere impulsar relaciones solidarias entre las clases trabajadoras y las fuerzas políticas revolucionarias y comunistas de todo el mundo, con lo cual se construirán relaciones de carácter transnacional, distintas a la mundialización del capital: el internacionalismo proletario.
6) Crear, afirmar y propagar una respuesta socialista en México, esto frente a las vigentes tendencias destructivas del capital, lo que implica redimensionar, a la luz del nuevo estadio histórico, el papel de los sindicatos, las organizaciones de izquierda, frentes, etc., y sus luchas parciales y unilaterales de corto plazo.
7) Criticar el papel de desmovilización y desorganización que realiza la izquierda oficial y sus pretendidos combates en las obsoletas vías de la socialdemocracia.
8) Abrir un proceso de profunda autocrítica, dónde se analicen las luchas revolucionarias de los trabajadores en el siglo XX, desde el marxismo y desde una concepción de clase, ello para compren-der cuáles fueron los mecanismos sociales, políticos e ideológicos por los cuales se perdió la batalla frente al capital.
9) Dentro del proceso de autocrítica, se exige combatir todo dogmatismo, con el objeto de fortalecer la capacidad de la crítica revolucionaria. Para nosotros un reto a vencer, que retumba en lo más profundo de nuestro actuar y pensar revolucionario, es el “marxismo” acrítico, a-histórico, de juramento, de fórmulas y de esquemas antidialécticos, vigente todavía hoy en una ciega y peligrosa militancia neoestalinista. Del mismo modo, no es posible aceptar, en nombre del “antidogmatismo” postmarxista, estudios ideológicos que contribuyan al fortalecimiento del capital, como ha ocurrido. Hoy más que nunca, las clases trabajadoras requieren de un marxismo propio –generado en su interior–, dialéctico y creativo que impida repetir las grandes catástrofes del pasado, que justificaron una nueva dictadura sobre el proletariado, y guíe las luchas revolucionarias de nuestro tiempo.
10) Asumir una compleja batalla teórico-ideológica por el socialismo, frente a las distintas fuer-zas sociales y corrientes políticas predominantes, estableciendo creativamente un corte teórico radical frente a las distintas concepciones y discursos ideológicos de la izquierda oficial, del bloque en el poder y de las “neutralidades” de la sociedad civil. Entre estas ideologías destacan:
- La ideología económica y política dominante del gran capital imperialista;
- La ideología política del Estado capitalista, basada en la política socio-liberal del “consenso”, del “acuerdo”, la “negociación”, la “concordia”, el “orden social” y el Estado de Derecho;
- Las propuestas pragmáticas, reformistas y burocráticas de las izquierdas institucionalizadas y oficiales;
- El ideario del nuevo desarrollismo, impulsado principalmente por la reemergencia socialdemócrata, personificada en categorías sociales de académicos y burocracias partidistas, pero asentado en los intereses materiales de los capitales medios y las pequeñas burguesías golpeada por el gran capital transnacional;
- La falsa salida de la izquierda seudoreformista y su bandera política basada en la gestión de las crisis;
- Las ideologías del posmodernismo y del anarquismo liberal, a las cuales se anclan los “nuevos mo-vimientos sociales”, que al no cuestionar la totalidad social del capital, y ante las fracturas sociales del trabajo, empujan constantemente a estos movimientos a luchas micromoleculares, fragmentarias y parciales en el conjunto de las contradicciones;
- La ideología que reivindica una militancia partidista y sindicalista neocorporativista y neocontractualista;
- El liberalismo que sume a los agentes sociales en un individualismo antisocial, acrítico y “apolítico”;
- El devastador mar ideológico que proclama insulsamente un desprecio antiproletario, antisocialista, anticomunista y antimarxista;
Conclusiones
Para finalizar, sostenemos que la tendencia actual del capital es la profundización en curso de su crisis estructural, y sobre el desenvolvimiento de ésta, reconocemos, a su vez, la tendencia cada vez más destructiva, irracional y degradante de la reproducción social en nuestra formación social mexicana. Sobre este eje de desarrollo destructivo y de crisis, se despliegan procesos que reestructuran las condiciones sociales de la clase trabajadora mexicana, tanto en su carácter objetivo como en su dimensión subjetiva. Así, las condiciones vigentes de sobrexplotación y de precarización estructurales de la fuerza de trabajo y los nuevos procesos de profundización de la ofensiva del bloque en el poder en México, en conjunto, habilitan una respuesta histórica de la ofensiva socialista en México y en el plano mundial. Una inédita apropiación de la riqueza y de las fuerzas productivas por parte de todos los trabajadores.
De este modo, impulsar la organización política de las clases trabajadoras, luchar por la afirmación y defensa de sus intereses -políticos, económicos, ideológicos-, establecer la unificación política del trabajador colectivo como poder social radical frente al capital, son tareas apremiantes que sólo la capacidad de la práctica revolucionaria y sus horizontes socialistas pueden asumir.
Hoy más que ayer se activa la divisa ¡Ante la irracionalidad y barbarie del sistema capitalista, se requiere que los militantes comunistas seamos dialécticos y creadores, no hay otra alternativa posible: Socialismo o Barbarie!
Texto aparecido en la revista El machete no.2 pp. 84-90