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Características contemporáneas de la socialdemocracia en México

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Pável Blanco Cabrera
Primer secretario del CC del PCM

Texto incluido en Revista El Machete no.5. pp. 11-19.

 

I

En el folleto Las tareas del proletariado en nuestra Revolución (Proyecto de plataforma del partido proletario) escrito al regresar a Rusia en Abril, después de que estallara la Revolución democrática de Febrero, y en los preparativos de la Revolución socialista de Octubre, Lenin propone el cambio de nombre del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (Bolchevique) a Partido Comunista (Bolchevique) y emplea la expresión “… ha llegado la hora de quitarse la camisa sucia, ha llegado la hora de ponerse la ropa limpia”. Y es que desde la fundación de la II Internacional, aún en vida de Marx y Engels, los partidos de la clase obrera fueron creados como partidos socialdemócratas, y llevaron al movimiento obrero internacional a una nueva etapa de consciencia y organización.

El desarrollo pacífico de la lucha, los avances cuantitativos fueron generando sin embargo un desencuentro ideológico que ya Marx y Engels criticaron en el caso de los Congresos de Erfurt y Gotha, y también se abrió las puertas a charlatanes como Duhring. A pesar de las advertencias el revisionismo y el oportunismo fueron enraizando, hasta expresar una fuerte corriente con E. Bernstein como su teórico y portavoz principal, que sobre todo se expresó en la socialdemocracia alemana. A Engels le fueron mutilados textos[1] para adaptarlos a la política revisionista y reformista, y él por supuesto protesto. Contra Bernstein se alzaron Lenin, Rosa Luxemburgo, Plejanov y Karl Kautsky. La adulteración del marxismo por los revisionistas explicaba una y otra vez Lenin, tenía que ver con el tratamiento de la cuestión del Estado, en la que el marxismo era desfigurado, adocenado. Para los revisionistas el movimiento lo era todo, y el objetivo nada, y lo que importaba era un paso gradual, el avance cuantitativo, dejando de lado el carácter de los saltos cualitativos que enuncia la dialéctica. Aunque el combate en defensa del marxismo en el seno de la II internacional contra el revisionismo bernsteniano fue contundente, las bases ideológicas de la II internacional estaban ya minadas. En materia política, por ejemplo la cuestión colonial era abordada erróneamente porque el oportunismo solo tenía en cuenta los intereses de la aristocracia obrera de los países colonialistas, más la prueba que ya fue imposible soportar tenía que ver con el paso del capitalismo a su fase imperialista y la actitud ante la Primera Guerra Mundial, frente a ello la bancarrota era inevitable, a pesar del duro combate de la izquierda de Zimmerwald, con los bolcheviques al frente. Lenin al analizar a la II Internacional en crisis define entonces de tres campos en el seno de la socialdemocracia:

1) Los socialchovinistas, que son nuestros enemigos de clase, pues se han pasado ya al campo de la burguesía. Son burgueses dentro del movimiento obrero. Representan a una capa, a los grupos y fracciones de la clase obrera objetivamente sobornados por la burguesía (mejores salarios, cargos honoríficos, etc) y ayudan a la burguesía de su propio país a saquear y oprimir a los pueblos pequeños y débiles y a luchar por el reparto del botín capitalista.

2) El centro, que oscilaba entre los socialchovinistas y los internacionalistas. Formado por los elementos rutinarios, corroídos por la podrida legalidad, corrompidos por la atmosfera del parlamentarismo, etc. Son funcionarios acostumbrados a los puestecitos confortables y al trabajo “tranquilo”. Considerados histórica y económicamente, no representan a ninguna capa social específica, no pueden valorarse más que como un fenómeno de transición del periodo, ya superado del movimiento obrero de 1871 a 1914 –periodo que ha dado no pocas cosas de valor, sobre todo el arte imprescindible para el proletariado de la labor lenta, consecuente y sistemática de organización sobre bases cada vez más amplias- a un nuevo periodo objetivamente necesario desde que estalló la primera guerra imperialista mundial, que abrió la era de la revolución social.

3) Los internacionalistas. Caracterizados por la ruptura más completa con el socialchovinismo y con el “centro”, por la abnegada lucha revolucionaria contra el gobierno imperialista propio y contra la burguesía imperialista propia. Su principio es “el enemigo está en el propio país”, lucha contra todos los subterfugios con que se pretende negar la posibilidad, la oportunidad o la necesidad de la lucha revolucionaria del proletariado y de la revolución proletaria, socialista.

La Guerra y el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre llevaron a la creación de la III Internacional y por otro lado al reagrupamiento de socialchovinistas con centristas que concentraron su ataque al poder soviético y a la Internacional Comunista en estrecha colaboración con el imperialismo. La socialdemocracia ya no representaba entonces la bandera de la clase obrera, sino que se constituía en el agente de la burguesía en el seno del movimiento obrero, integrándose drásticamente al Estado, como una de las fuerzas que aseguran y gestionan la dictadura de clase de la burguesía. En su papel de defensores de la dictadura de clase de la burguesía, los socialdemócratas tuvieron responsabilidad en la contrarrevolución alemana que en Enero de 1919 ahogó en sangre al proletariado, que asesinó a los cuadros del recién fundado Partido Comunista de Alemania, entre ellos a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. La degeneración política, la traición a la clase obrera fue acompañada del abandono del marxismo, que fue precedido del intento de desnaturalizarlo y tergiversarlo.

Desde entonces el papel de la socialdemocracia como corriente política, remarcamos, consiste en ser una de las secciones del Estado burgués, difiriendo en la gestión de otras corrientes políticas burguesas, pero sin alterar al sistema de explotación, además de ser agente de la burguesía en el seno del movimiento obrero y los sectores populares. Una fuerza indispensable del capitalismo para estabilizarse en periodos de crisis y que como bien señalan las Tesis del VI Congreso de la Internacional Comunista tiene como ideología oficial la colaboración de clases.

Además tiene gran responsabilidad en el ascenso del fascismo, y comparte algunas características con él, y por ello era acertada la caracterización que hacía la Internacional Comunista que le consideraba una fuerza socialfascista.

II

La socialdemocracia hoy es parte integrante de la dominación capitalista, de la dictadura de clase de la burguesía, ¿Cuáles son sus señas de identidad, sus elementos distintivos?

El Congreso de Frankfurt de 1951 esbozó sus características:

-Una retórica basada en la libertad, igualdad y solidaridad sin alterar las relaciones de producción, un utopismo demagógico que instala que la actual sociedad de explotación es reformable gradualmente.

-La absolutización de la democracia, despojándola de su contenido de clase, reduciéndola a la formalidad del pluralismo electoral, y que sobre todo busca asegurar la legalidad de las opciones políticas de la clase explotadora. Una democracia sustentada en el individuo al que asigna una libertad abstracta, despojada del carácter de clase y del rol en la producción. Al igualar a explotados y explotadores frente a tales valores, busca atenuar y ocultar el conflicto socioclasista.

-Sobre el discurso del socialismo democrático, la democracia como valor universal[2], la libertad individual, los derechos humanos, se funda un culto dogmático a la democracia burguesa como escenario supremo de la historia, como realización superior final, falacia que busca enmascarar el antagonismo entre burgueses y proletarios. Al tiempo que disputa con el liberalismo la gestión política del Estado, sobre esas coordenadas ideológicas la socialdemocracia es férrea defensora del orden y planta una bandera anticomunista que la lleva a convertirse en fuerza contrarrevolucionaria activa.

-La socialdemocracia pregona y practica el colaboracionismo de clase, la hegemonía de los valores burgueses en el movimiento obrero, busca además nuevos ropajes para desviar/postergar/atenuar la contradicción capital/trabajo. Así por ejemplo hoy es la portavoz del discurso de la globalización, un eufemismo que busca ocultar al imperialismo, al capitalismo de los monopolios; también enfatiza la relación norte-sur, como si la desigualdad tuviese base en la geografía y no en la explotación. Acusa a la gestión conservadora de problemas como el desempleo ocultando que el ejército de reserva industrial es congénito a las relaciones capitalistas. También busca encubrir el carácter depredador y destructivo del capitalismo contra la naturaleza en una alternancia de gestión.

-Para instalar esa posición de administración del sistema como solución de las cuestiones sociales y ambientales que aquejan a los pueblos, a la clase obrera y los sectores populares, la socialdemocracia creó un ejército de ONG que siembra por el mundo, todas ellas con financiamiento de los monopolios, que hacen de la gestoría un mecanismo para prolongar la existencia del capitalismo y su barbarie. En las últimas dos décadas la oenegenización de la política resulto funcional a la dominación imperialista, cooptando organizaciones populares y reconvirtiéndolas con la fraseología del movimiento social en grupos de control y domesticación. EEUU, la Unión Europea, monopolios como FORD, la socialdemocracia francesa, a través de Le Monde Diplomatique, entre otros han destacado por los profusos recursos que han encauzado a América Latina, África, Asía buscando la domesticación y control de sindicatos, organizaciones populares, movimientos de resistencia. En el colmo, con la mixtura socialdemocracia/oportunismo utilizan por ejemplo el nombre de la comunista alemana Rosa Luxemburgo para promover ideas anticomunistas, y políticas procapitalistas.

-La propuesta que hace la socialdemocracia de la economía mixta es la comprobación de su papel para prolongar la vida de la explotación del trabajo asalariado. Históricamente la economía mixta demostró una y otra vez  -y en México la vivimos desde 1930, hasta mediados de los años 80, es decir por más de medio siglo- ser parte del desarrollo capitalista. Vale la pena citar de la Declaración de principios de la socialdemocracia lo siguiente: “democratización de las instituciones económicas y financieras internacionales para permitir la plena participación de todos los países[3]”. ¿A que equivale tal enunciado? A la inaudita aseveración que mecanismos imperialistas como el FMI, el BM, la OCDE, y muchos más son reformables, pero irrenunciables.

-En términos programáticos la socialdemocracia suscribe entonces la gestión kenynesiana del capitalismo, es decir la administración del actual sistema de explotación; propone el maquillaje de la barbarie, y sin embargo, si es necesario, puede ejercer cualquier otra gestión, como lo demuestran sus gobiernos en los últimos 30 años, que fueron primero en la posguerra impulsores de la economía mixta y desde los años 80 los campeones de las privatizaciones en España, Portugal, Francia, Italia, Grecia, México, etc.

-La socialdemocracia es pues un pilar de la dominación estatal del capitalismo en su fase imperialista, no solo por su papel de embaucar a parte de la clase obrera y los sectores populares con la demagogia del reformismo, del movimientismo, del embellecimiento y “humanización” (un sinsentido) del sistema; sino además porque buscan con ferocidad asegurar la estabilidad capitalista con una tarea muy específica, ser los apafuegos de la lucha clasista, una fuerza contrarrevolucionaria permanente.

-Por otra parte, la socialdemocracia tiene una estrategia trazada para que los partidos comunistas avancen por la senda del oportunismo, pierdan sus características e identidad. Tuvo un papel muy activo en el proceso contrarrevolucionario para derrocar temporalmente la construcción socialista, agazapada al interior de algunos partidos de la clase obrera que habían resultado de la fusión de partidos comunistas y socialdemócratas (PSUA, POUP, POSH, etc); además influyó en la tendencia eurocomunista, hasta atraer a sus filas en definitiva a algunos partidos, como el italiano y colocar en su campo a los partidos mutantes de Francia y España, aunque mantengan formalmente la denominación comunista. En este proceso fue vital una equivocada política de alianzas por metas intermedias y la renuncia de algunos comunistas a la dictadura del proletariado, y la adopción de las vías nacionales al socialismo, así como acotar la lucha al parlamentarismo en el marco de la democracia burguesa.

-La socialdemocracia no renuncia un solo día a intentar el control del movimiento obrero y sindical, con fuerte inversión financiera a los sindicatos amarillos, para imponer la conciliación con la patronal y la negociación que evite los paros y huelgas.

La socialdemocracia es pues un enemigo de clase, no se trata de una corriente equivocada en el movimiento obrero, sino de esquiroles que han evolucionado hasta colocarse en las filas burguesas, como tropa de choque en contra del proletariado.

Enunciamos que en las últimas décadas se viene forjando una nueva socialdemocracia que proviene de la erosión y renuncia a la identidad de partidos comunistas, o que se nutre con la escisión oportunista de los partidos comunistas, tal es el caso de Syriza en Grecia, que recientemente obtuvo la mayoría parlamentaria e integró gobierno en ese país, con Tsipras como Primer Ministro, en alianza con un partido de derecha. Tanto Syriza en Grecia, como el PT en Brasil expresan a la nueva socialdemocracia con el propósito expreso de políticas de control social masivo y de regulación keynesiana para servir al capital en plena crisis de sobreacumulación y sobreproducción. Además de la Internacional Socialista son espacios para la coordinación de la socialdemocracia y la nueva socialdemocracia el Foro de Sao Paulo y el Partido de la Izquierda Europea donde coexiste con partidos oportunistas que rápidamente pierden sus características comunistas.

III

En México hoy la socialdemocracia puede definirse por su adscripción a la Internacional Socialista o al Foro de Sao Paulo, y por sus vínculos con los partidos socialdemócratas del mundo, además por su programa y rol en la política nacional. Sin embargo hay quienes aseguran que la socialdemocracia no existe en México.

A la Internacional Socialista se encuentran afiliados el PRI, el PRD, y se reclama abiertamente aunque sin membresía el Movimiento Ciudadano. Programáticamente se inscribe en la socialdemocracia MORENA, e inclusive el PT, aunque este al provenir del maoísmo y la llamada nueva izquierda busca por conveniencia presentarse discursivamente con rasgos socialistas “renovadores”.

Hay quienes argumentan que no hay socialdemocracia en México porque no hay organización con base obrera entre las mencionadas, pero se puede asegurar que PRI, PRD y MORENA ejercen control corporativista amarillo y abiertamente propatronal sobre buena parte del sindicalismo: CTM, Congreso del Trabajo, UNT, y hasta una parte del sindicalismo llamado independiente.

pdr-ayo[Protesta del PCM en el edificio sede del PRD, por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa]

En el caso del PRI, es claro que su carácter pluriclasista, defensor por medio siglo de la economía mixta, y hasta los años 80 promotor de la tercera vía, lo hacen un partido socialdemócrata por excelencia, desde el punto de vista programático y formalmente miembro de la Internacional Socialista, aunque objetivamente se trate de un partido liberal, expresión abierta y militante de los monopolios.

El PRD es el resultado histórico de una mixtura, de los socialdemócratas que renunciaron al PRI en los 80, de los populistas provenientes del cardenismo y de la mutación del PCM al eurocomunismo y su socialdemocratización. Desde 1989 señalamos que se posicionarían como un partido socialdemócrata, pues la defensa del sector público de la economía manteniendo el modo de producción es solo parte del proceso de concentración y centralización del capital y no un camino de desarrollo distinto. Algunos piensan que hoy el PRD dejó de ser el de 1989, año en que fue fundado, sin embargo no hay variación cualitativa, sino la confirmación de lo que entonces se avizoraba. Imprimió sin embargo un nuevo significado a conceptos que obligan a un posicionamiento de los marxistas-leninistas. El PRD se asumió como el partido de la izquierda en México, al tiempo que asumía ser una opción pluriclasista. Izquierda es hoy un concepto prostituido y resignificado que ya no tiene una definición ni clasista, ni revolucionaria, así que asumirse hoy en ese espectro político no tiene el contenido que por ejemplo en los años 30, 40, 50, 60 o 70 del siglo XX. Hoy izquierda en México significa exactamente gestión neokeynesiana del capitalismo, defensa de la democracia burguesa y del Estado de derecho que la garantiza. Son los de esa izquierda, los socialdemócratas de México los que asesinan comunistas, los corresponsables del genocidio de Ayotzinapa. Izquierda es una de las manifestaciones políticas de la clase dominante y la única definición viable para los comunistas es la posición clasista.

MORENA al romper con el PRD lo hace enarbolando la bandera de la honradez, que sin embargo rápidamente demuestra, que a pesar de la novedad, es tan putrefacta como la que antes ondeaban. Pero partiendo del supuesto de que fueran consecuentes en ese tema ello no anularía ni su carácter de clase, ni su papel en la política como funcionales a la clase dominante, en esencia porque los ejes de su programa son la reforma del capitalismo, la defensa de la propiedad privada, el respeto a los monopolios (varios de ellos los financian), mantener los acuerdos interestatales imperialistas como el TLCAN, “democratizándolos, y claro, continuar con el FMI, el BM y las políticas de ajuste estructural para desvalorizar el trabajo y garantizar la rentabilidad del capital.

Diferencias entre MORENA y el PRD no las hay, ni siquiera en el grado de descomposición (Iguala lo demuestra), y si acaso diferenciaríamos en que una busca gobernar y la otra cogobernar en alianza con liberales o conservadores, lo que le es indistinto.

Alrededor del PRD y MORENA orbitan otras formaciones socialdemócratas de menor tamaño y multitud (No es exageración) de grupos, fracciones y organizaciones oportunistas y populistas que son las correas de transmisión al movimiento sindical y popular, caso de la OPT y la Nueva Central de Trabajadores. El SME y la CNTE en el terreno político están hegemonizados por la socialdemocracia y sometidos a sus plazos y ritmos.

La experiencia de gobierno de la socialdemocracia en México, su papel legislativo nos permite constatar que su acción es en interés estricto del poder de los monopolios.

La socialdemocracia en México al ser parte del Estado, parte de la clase dominante es enemiga del proletariado, y es deber de los comunistas combatirla.

La alianza, como en otros tiempos, con la socialdemocracia equivaldría para los comunistas a un suicidio. Cuando hablamos de derrocar al poder de los monopolios, eso incluye a la socialdemocracia.

Los comunistas no podríamos participar en una gestión que buscara administrar el capitalismo entendiendo que es irreformable, ni siquiera bajo la derrotista posición de la real politik, de la sumisión que emana de una adversa correlación de fuerzas en este momento. Precisamente si queremos alterar tal correlación de fuerzas en pro de la clase obrera y los sectores populares tenemos que asentar una política distintiva de ruptura, antimonopolista, anticapitalista y antiimperialista. Por sostener esa posición es que se esgrime en contra nuestro el argumento del sectarismo, que no tiene lugar pues no pretendemos aislarnos de la clase obrera, sino por el contrario agruparla y hacerla el elemento determinante y de vanguardia en la urgente necesidad de cambios radicales y profundos en nuestros país, que solo son aquellos que vayan en la dirección del socialismo-comunismo.

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[1] Por ejemplo en 1895 en el caso de la Introducción a la lucha de clases en Francia en 1848

[2] La democracia como nos enseñan los clásicos del marxismo surge en la sociedad dividida en clases, concretamente como expresión política de la sociedad esclavista, asignándola como un derecho de los ciudadanos, lo que excluía a los esclavos y a las mujeres. Actualmente la ciudadanía es también un concepto restrictivo, del que no hacen parte los trabajadores inmigrantes, por ejemplo, y que limita el papel de la inmensa mayoría a una simple decoración que maquilla la dictadura de clase.

[3] Declaración de Principios de la Internacional Socialista.

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